Partida Rol por web

Orion salió de la habitación del fondo de pequeño piso de estudiantes y agarró al vuelo la bolsa de plasma. La señaló interrogante con el índice de la otra mano al tiempo que miraba a Yakub: -¿Y esto?

Sacudió la cabeza pensando "No sé de qué me sorprendo. Se trata de Yakub". Esperó a que terminara de explicar el plan y añadió:

-He llamado a refuerzos. Trataré de mantenerles informados de nuestra ruta. Tú mandas.

De improviso su boca se deformó en una mueca grotesca y hundió los colmillos hipertrofiados que habían aparecido en ella en la bolsa de plasma, devorando su contenido con una avidez malsana. Consciente del desagradable espectáculo que suponía verle así, optó por dar la espalda a sus compañeros y acelerar la succión, provocando nuevos ruidos y gruñidos guturales...

Yakub abrió la marcha. Para alguien de su edad, se movía en silencio y con precisión.  Las escaleras estaban tranquilas: sólo se oía la televisión de Joe cada vez más distante. El callejón estaba casi bloqueado por pilas de bolsas de basura. La puerta de seguridad del restaurante tenía un teclado numérico. Yakub dejó un post it pegado al lado con los números 9-4-4-6.

Y al final estaba la parada del autobús de High Street. Por una vez, parecía que el autobús estaba llegando puntual...

El anciano miró hacia el callejón con los labios apretados. 

Bayhas terminó saliendo de una de las habitaciones con una camiseta negra que no olía del todo mal. Le quedaba un poco grande, pero eso fue de lo más apropiado para ponerse por debajo uno de los chalecos antibalas que les pasó Yakub. Vaya con el cuchitril de Joe...

- Te sigo, Yakub. - dijo, observando al anciano comenzar a realizar el recorrido indicado. Pasado un tiempo prudencial, salió a su vez del piso... y tan pronto como estuvo solo, empezó a mover su anillo, desgajando sombras de las rincones más oscuros. Una de detrás de una escalera, otra en el pequeño callejón y una última de detrás de un cubo de basura. Con las sombras recopiladas, que sentía como nubes de algodón ligeramente etéreo y algo frío al tacto, tejió una capa que le cubrió por completo y lo hizo invisible a los ojos mundanos. Para cuando llegó al teclado (muy buen detalle lo del postit, espero que Orion o Cleo recuerden quitarlo al pasar) y lo marcó, ya era prácticamente indetectable, salvo que se tropezara con algo. 

No fue así. Al fin llegó hasta los cubos de basura que había indicado Yakub. Se quedó allí, quieto, aún envuelto en las sombras. Con un poco de suerte, la capa duraría hasta que el autobús apareciera.

Yakub

   

Gasto 1 punto para que Cleo supere la tirada y el otro lo guardo para la opción de no sufrir daño la primera vez que le pase a un jugador. Con eso ya tendría gastados los tres puntos (el primero fue para tener armas y chalecos). 

Yakub esperaba de pie junto a la parada, dando vistazos fugaces al callejón y por la dirección por la que venía el autobús. Los paneles indicaban que llegaría puntual lo cual era estupendo para el plan... siempre y cuando el resto lograra llegar a tiempo. No veía a nadie, y ya había pasado suficiente tiempo para que alguno hubiera llegado... ¿estarían teniendo problemas?^[1]

Dió un vistazo de nuevo al panel. 3 minutos. Si todo salía bien la línea 23 les debería dejar a una manzana de su tienda. Si salía mal tendrían que improvisar... y eso nunca salía tan bien como seguir un plan a la perfección... ¿Quizá no había sido una buena idea dejarles solos?

Cleo fue la tercera en salir. Llevaba el chaleco puesto y en la mano le temblaba el arma, aunque estaba segura que tenía puesto el seguro. Casi segura. Tan segura como podía estarlo quién nunca ha llevado un arma...

Bajó las escaleras y se adentró por el callejón, inevitablemente lanzando miradas hacia atrás, hasta casi darse de bruces con la puerta del candado. Vio el post-it con el código, lo marcó, y se adentró en la cocina.

No mires a nadie. No toques nada. No mires a nadie. No toques nada. No mires a nadie. No toques...

¡Clang! ¡Pang! ¡Plish! 

Cleo había estado caminando dentro de la cocina mirando sus pies, por lo que no se dio cuenta que se había acercado demasiado al fregadero donde estaban las ollas sucias, tumbando varias de ellas. Mierda. Enseguida un chino gordo con un gran cuchillo en la mano comenzó a regañarla en su idioma. -¡Lo siento! ¡Lo siento!- Dijo, sin levantar la mirada hacia el rubicundo cocinero, y recogió las ollas que habían caído, ordenándolas sobre el fregadero lo mejor que pudo. Aún se quedó un minuto allí recibiendo la retahíla de palabras que bien podrían ser insultos o simple amonestaciones, hasta que el chino pareció calmarse y olvidarse de ella. Cleo siguió avanzando hacia la salida, aunque esta vez más lentamente para no volver a tropezar.

Al llegar al otro callejón, pudo ver las luces traseras del autobus ya alejándose por la calle. Ay, joder...

Orion vio cómo Cleo desaparecía por la puerta del restaurante y entonces se decidió a saltar al callejón lo más sigilosamente posible. Cayó en un lugar despejado de basuras y rápidamente se pegó a la pared. Quería asegurarse de que nadie le había seguido: miró hacia la ventana de arriba y no vio nada, luego a ambos extremos del callejón y tampoco percibió movimiento alguno.

Esperemos un poco más, se dijo a sí mismo, pero no lograba reunir la paciencia necesaria. Deseaba regresar lo antes posible a su refugio y enterarse de qué coño estaba pasando. Sacó el móvil y decidió escribir un mensaje a Connor para tranquilizarse: ID A LA PARADA DE AUTOBÚS DE HIGH STREET.

La luz de la pantalla de su Iphone fue la que le delató. Orion atravesó el callejón a toda velocidad hacia la puerta del restaurante. Vio el post it, tecleó la clave, arrugó el papel y lo metió en su bolsillo, abrió la puerta y, de repente, algo pasó por su cabeza, cayó sobre sus hombros un instante y luego se tensó.

Un lazo se cerró fuertemente sobre el cuello del vampiro al mismo tiempo que le daban un fuerte tirón hacia atrás y le tiraban de espaldas. Afortunadamente Orion estaba muerto y la soga no podía asfixiarle. Sin embargo, al otro extremo de la cuerda algo o alguien tiró de nuevo con gran fuerza y el vampiro empezó a ser arrastrado por el suelo hacia la calle principal.

De acuerdo, no pueden ahorcarme pero si me rompen el cuello me joderán bien. Orion intentó agarrar la cuerda con sus manos para girar el cuerpo, oponer resistencia y, eventualmente, ponerse de pie y detener el arrastre.

El suelo del callejón se cubrió de sangre. 

Por suerte para Orion, no era suya. Aquella bolsa que había cogido del piso se había roto. Notó su ropa empaparse del frío y viscoso líquido y tuvo que morderse el labio para mantener la compostura. 

Se dio la vuelta en el suelo. Le habían arrastrado a casi tres metros de la puerta del restaurante.  Una figura maciza y acorazada le observaba desde el otro extremo de la cadena que le aprisionaba. 

-¿Ibas a algún sitio, chico?

A pesarde tener el control de la situación, el desconocido parecía ligeramente molesto de no haberle liquidado al primer tirón. Parecía dispuesto a solucionarlo rápidamente. 

El autobús ya se ha ido. Cleo ya ha llegado pero a Orion no se le ve por ningún lado. En cualquier momento pueden aparecer los matones que os buscan. 

El autobús llegó, y nadie había salido. Por un momento Yakub pensó en tomarlo e irse; pero no es de los que dejan atrás a nadie. Suspiró y se encaminó al callejón cuando la puerta se abrió y vio salir a Cleo y finalmente a Bayhas oculto en las sombras del propio edificio cuando se acercó más. 

— Hemos perdido el autobús y el siguiente tardará en llegar demasiado. Tranquilos, no pasa nada — Dijo sonriendo. Sabía que no eran expertos, que seguro que lo hicieron lo mejor posible. Además, tampoco ayudaría en nada hacer otra cosa que seguir avanzando.

— En cuanto venga Orion seguimos, esta vez todos juntos. Avanzaremos un par de manzanas y giraremos a la derecha. Luego otras tres más. Trataremos de andar deprisa pero sin correr. Dos delante y unos metros por detrás los otros dos. Si logramos avanzar sin que nos pillen o les damos esquinazo quizá podamos coger el siguiente autobús un par de paradas más adelante. —

Sonrío, parecía tranquilo, trataba de transmitir aquella tranquilidad. pero tenían que pasar por un edificio en el que ya había tenido algunos problemas y trataba de evitar siempre que era posible... esta noche no lo era...

— Si Orion no ha venido en cinco minutos adelantaros vosotros — Yakub les indicó con detalle la ruta a seguir. — Iré a buscarle y os seguiremos ¿De acuerdo? — 

No le gustaba aquello... nada de nada.

De todos los que estaban allí, probablemente el anticuario fuera el más preparado para enfrentarse a cualquier peligro que les estuviera acechando, pero no le gustaba cómo se estaba desarrollando el plan: Orion tardaba en llegar y ahora Yakub pretendía volver a por él. Bayhas se quedó mirando a Cleo un instante. La chica estaba estaba nerviosa e insegura. No sabía si sería de mucha ayuda en caso de que se presentaran problemas.

Suspiró ligeramente. Finalmente asintió. - Como digas, Yakub. - En realidad, valía de poco discutir el plan del anciano. Al menos, él tenía un plan. Miró su reloj de muñeca un instante. - Cinco minutos. - Tenía la pistola oculta en el bolsillo del pantalón. Observaba a su alrededor, tratando de no resultar demasiado sospechoso y de detectar cualquier peligro antes de que se les echara encima. Sobre todo, trataba de mantener la calma.

–Creo que te has equivocado de persona –Orion trató de sonar amenazador, pero su tráquea aplastada no se lo ponía nada fácil. Intentó ponerse en pie analizando la situación.

Su rival era enorme pero, hasta donde podía ver, seguía siendo humano. Parecía portar una katana y llevaba algunas protecciones. La barroca puesta en escena de la cadena podría estar destinada a acojonar a algún fae.

Parecía estar solo aunque Orion no creía tenerlas todas consigo a ese respeto. Tenía que terminar pronto con aquel espantajo y alcanzar la parada del bus.

El vampiro echó un vistazo contrariado a la bolsa de sangre reventada en el suelo.

–Me has jodido la cena, capullo –le espetó justo antes de lanzarse a por él. Se enrolló la cadena alrededor del brazo izquierdo y dio un tirón con toda su fuerza sobrehumana. Esperaba poder calzarle una buena hostia si lograba atraerlo hasta él. 

El guerrero misterioso llegó casi volando para encontrarse con el puño de Orion que se hundió en su esternón con un crujido siniestro.

Sin embargo el tipo no soltó la presa con lo que al retroceder por el golpe arrastró al vampiro con él.