Partida Rol por web

Cuando salieron del teatro la furgoneta de la policía científica galesa tenía las luces encendidas. Un tipo con chaleco fosforescente hablaba con el policía bloqueando por completo su visual sobre su vía de escape. 

-... claro que nadie se llama así en el cuerpo. Llevo veinte años en esta unidad y jamás he conocido a ningún Fergusson. Vamos, que algún listillo se hizo pasar por policía y hemos tenido una auditoría interna por su culpa. Joder, que tenemos un montón de escenas del crimen que procesar...

El grupo se alejó entre las sombras. El coche de Orion les esperaba donde lo habían dejado. 

La fotógrafa se aguantó las ganas de reír hasta llegar al coche. Pobres polis... Se adelantó para tomar el asiento del copiloto, apoyándose contra la ventanilla.

-Bueh... ¿A donde? ¿La tienda de Yakub, el bar? Yo necesito cargar el móvil, está muerto.- Mostró con pena el aparato quebrado, lamentando que parte de la carcasa se hubiera roto. Pobre Cthulhu, se había quedado sin un tentáculo.

El mago abrió una de las puertas traseras y se sentó en la parte de atrás del coche, poniéndose el cinturón según entró. - Yakub había dicho que fuéramos a su tienda, ¿no? - Miró hacia el anciano. - Aunque si ha logrado contactar con Calep para que quedemos en algún sitio... pues allí. - Miró a la chica. - ¿Este coche no tiene un cargador de móviles?

—Lo siento, no hay cargador —dijo Orion sacando el mechero de su sitio al tiempo que arrancaba el Golf y ponía rumbo a la tienda de Yakub.

El vampiro abrió la ventanilla del conductor y dejó entrar el aire frío de la noche. Sentir la brisa en la cara le transportaba a otra época, mucho mejor, cuando al salir de marcha el hambre que provocaba el hachís y la maría podía ser fácilmente saciada en cualquier pizzería, chino o garito de comida hindú. Por su cabeza, a modo de menú pasaron una chica italiana, una china y una hindú y rió divertido aquella broma tan macabra. Pero por algún motivo la siguiente persona que se le vino a la cabeza fue Lowri Rees, la maruja recepcionista del hospital. Bueno, pues tendré que hacerle una visita...

Casi sin darse cuenta puso en marcha el reproductor de CDs, lo único que había modificado de aquel coche y comenzaron a sonar los primeros acordes de Echo and The Bunnymen...

— Estoy hablando con él ahora mismo — Dijo sentándose en el asiento trasero, al lado de Bayhas. — Veamos si consigo convencerle para vernos, pero no parece tener mucha disposición. Sería interesante averigüar quien puede estar detrás de los Rakshashas... y no me refiero a los magos de la orden de Merlin. Si no a quienes les llamaron en primera instancia —

Guardó el teléfono al terminar de contestar el mensaje.

— Quizá podríamos empezar por buscar algo de información sobre estos demonios. Quizá entre mis libros haya algo de información que pueda sernos de utilidad. Para empezar como combatirlos y quizá donde o como encontrarlos. Quizá dejen un rastro mágico que seguir si tienen algún tipo de vínculo con sus invocadores. Supongo que en tal caso su prioridad será romperlo y liberarse —

Yakub bombardeaba con sus ideas al resto del grupo, realmente su mente estaba volviendo a trabajar como en los viejos tiempos, pero su cuerpo claramente no estaba preparado para ello. A decir verdad, tampoco lo estaba su mente... pero las cosas vienen como vienen.

El deportivo rojo dejó a sus tres pasajeros con su bolsa humeante de comida takeaway frente a la tienda de antigüedades y se perdió en la noche. 

Una vez dentro, depositaron la comida sobre una mesa mientras ponían en común todo lo que sabían sobre los Demonios de Oriente. 

Orion llega al hospital y encuentra a Lowri en su puesto. Cuando se levanta para ir a por un café la aborda en la máquina. Se disculpa por lo que sucedió la noche anterior y esboza una sonrisa juvenil y encantadora. Le da un poco de conversación, le habla al oído y le propone ir a algún sitio tranquilo. Al final, con el calentón acaban los dos en una de las oficinas de dirección, encima de la mesa de reuniones. Orion acaba mordiendo a Lowri en la ingle aprovechando que tiene la cabeza allí metida y la mujer siente una extraña mezcla de dolor y placer mientras el vampiro se alimenta. Afortunadamente logra controlarse y se detiene cuando ha saciado su hambre.

Cuando todo acaba y Lowri está aún tumbada en la gran mesa de reuniones con el vestido arremangado, Orion saca su móvil y le hace una foto. Con amenazante dulzura le explica que ha pasado un rato excelente y que le gustaría volver a verla. También que si en algún momento la necesita para algo más importante le enviará esta foto.

Con una mezcla de satisfacción y repugnancia por lo que acaba de hacer, Orion se dirige a la tienda de Yakub con dos botellas de Mcallan 12.

Yakub mostró al resto varios de los libros que podían contener información relativa a los demonios. Colocó varios sobre la mesa y fue a preparar algo de te para todos.

— Estoy intentando que venga Calep a la tienda para hablar con él — Dijo dejando la tetera sobre un pequeño salvamesas y tres vasos.

— Intentemos reunir toda la información que podamos, porque querrá que le digamos algo. Quizá podamos sacar de él algo de información... si es que viene —

Yakub encontró en un polvoriento libro de tapas de cuero marrón y letras grabadas en un idioma extraño, que al parecer los Rakshashas al ser invocados se vinculan con quienes los han llamado. La única forma de romper ese vínculo es cumplir el contrato por el que han sido convocados o que estos mueran antes de poder llevar a cabo las tareas. En este caso los demonios quedarían liberados y podrían vagar por el mundo a voluntad...

Ni bien traspasaron la puerta de la tienda, Cleo buscó el tomacorrientes más cercano y conectó su móvil, soltando casi un suspiro de alivio al hacerlo. Volvió entonces con los otros dos y se apoderó del shawarma de falafel, antes de comenzar a examinar los textos. O eso pensaba hacer hasta ver la mirada de ambos que parecían capaz de lanzarle alguna maldición si se le ocurría acercarse a los textos con comida. Puso los ojos en blanco, guardó de nuevo el shawarma (dándole primero un generoso mordisco), se lavó las manos y se metió de lleno al lío.

Habían muchos libros en lenguas extrañas y símbolos que no comprendía si eran escritura o garabatos, pero había otros más modernos que si podía leer. En un texto de mitología Hindú encontró el nombre de los Ráksas, al parecer consistían en demonios que se alimentaban de los cuerpos en descomposición, habitando en su mayoría en los cementerios o en lugares donde hubieran cadáveres dejado a la deriva. Eran comparados con los buitres en ese sentido, diciendo incluso que tomaban las formas de esas gigantescas aves de rapiña.

Orion empuja la puerta de entrada de la tienda con el culo haciendo sonar la campanilla ruidosamente. En cada mano trae una botella de whisky escocés que enarbola a modo de banderillas.

—¡Perdón por el retraso! —exclama de excelente humor—. Asunto resuelto. Os he traído un regalito para recompesaros.

Se deja caer en el sofá de siempre mientras busca con la mirada algún vaso donde echar el licor. En ese momento se da cuenta del estado de concentración de sus compañeros.

—¿Os echo una mano?

La biblioteca del viejo Yakub era realmente excepcional, y tener la ocasión de estudiarla era para el mago un verdadero regalo. Había muchos textos hinduístas que hablaban sobre los Rakshasas, de sus enfrentamientos con los dioses y de la gran batalla entre su rey Rávana y el dios Rama, descrita en el Ramayana. 

Los Rakshasas eran seres con muy diversos poderes. Algunos eran descritos como gigantes, y la mayoría como caníbales antropófagos. Muchos podían metamorfosearse y usar la magia, pero algo llamó la atención de Bayhas especialmente: los hechiceros Rakshasas, aquellos más adeptos en el arte de la ilusión y la magia, podían adoptar cualquier forma que quisieran, incluso las más bellas... pero siempre estaban obligados a dejar algo de color azul en su cuerpo o atuendos: el color de los ojos o las uñas, o incluso un medallón o pieza de ropa. 

— Adelante — Dijo Yakub ante la estruendosa entrada del vampiro. Claramente estaba de mucho mejor humor.

— Por mi parte he encontrado algo interesante. Al parecer los Rakshasas están atados por algún tipo de contrato mágico. Una vez cumplido este contrato son liberados y regresan a su mundo. Pero si quienes los han convocados mueren quedan atrapados en nuestro mundo. — Levantó la mirada a todos — Libres —

Repiqueteó sobre uno de los libros cerrándolo y pensando.

— Quizá la orden de Merlin esté intentando encontrar a quien convocaron a los Rakshasas. Pero liberarlos no tendría sentido. Me pregunto si será posible modificar un contrato y obtener el control de esos demonios. O directamente cancelarlo... —

Miró su teléfono movil.

— Calep dice que está siendo vigilado. — Tecleó algo y lo dejó sobre la mesa. — ¿Algo interesante vosotros? —

Su teléfono no tardó en volver a vibrar.

- Parece que lo de los Rakshasas se confirma. Calep dice que están por todas partes. Hay que averigüar como identificarlos, como combatirlos y dar con quienes los están manejando.

La chica puso aparte los textos, guardándose el lápiz detrás de la oreja, y se sentó en un sillón para continuar comiendo. -Según lo que pude leer, se alimentan de cuerpos muertos, específicamente humanos y al parecer preferiblemente recientemente muertos. ¿Buscarlos en un cementerio sería muy evidente, ¿no? Pero quizás se les puede hallar en algo así como una morgue... -

Pegó otro mordisco a su shawarma. -¿Saben que haría yo si fuera un bicho de esos? Me aliaría a algún vampiro o algo. Ya saben, uno le saca la sangre, el otro se come el cuerpo. Y ¡puf! persona desaparecida.- Terminó por decir, encogiéndose de hombros. -¡Oh, o quizás con el licántropo de los muelles!- Comentó.

La chica se acercó para ver el estado del móvil y pudo ver que ya tenía al menos una rayita. ¡Perfecto! Se sentó en el suelo junto al tomacorrientes, encendiendo el móvil.

- No es tan absurdo lo de mirar en los cementerios. - dijo Bayhas, en respuesta al comentario de Cleo. - Después de todo, están mucho menos vigilados que las morgues. - Esta característico los asemejaba a los ghouls de las leyendas árabes. Quizá estuvieran emparentados. - En uno de los libros se indica que los rakshasas pueden cambiar de forma y que algunos de ellos tienen la capacidad de obrar magia. Pero que, adopten la forma que adopten, siempre tienen algo azul encima. - El mago reflexionó unos breves instantes sobre ello - El azul tiene que ver con los cuerpos podridos y abotargados. Puede tener que ver con su... dieta.

En ese momento le llegó un mensaje al móvil. Bayhas lo leyó, soltó un ruidito que sonó como una pequeña exclamación de sorpresa y luego tecleó una respuesta, con una sonrisilla. - Alguien que estaba en la boda ha enviado un paquete a mi casa. Creo que sería prudente que fuéramos a por él. - Miró a Yakub. - Y, además, tengo que investigar algo que encontré en el Palacio de los Elfos. - dijo, mientras sacaba la rosa roja de su bolsillo y la examinaba, sosteniéndola de un modo curiosamente delicado. - Esta flor no encaja. No debería haber estado en el Palacio.