Partida Rol por web

La chica asintió, buscando entre los archivos de su móvil hasta encontrar uno de los videos.

VÍDEO TOMADO A LAS 21:56
Adele sonriente y apoyada en la barra señalando con el pulgar a dos hadas de orejas puntiagudas morreándose como fieras. Zoom a la pareja. Llevan muchísima brillantina en la cara. Sus lenguas parecen estar pintadas a rayas blancas y negras. Al fondo, en una ventana (la que usasteis para entrar), se aprecia una figura borrosa (¿invisibilidad faérica?) frotando el marco. (3:39)

 

La chica es guapa, pensó el mago. Qué lástima que se haya metido en un juego tan peligroso. - Ok, Cleo. Si te debe una... lo tendré en cuenta si me cruzo con ella. Pero si hay que decidir entre ella o alguno de vosotros, no voy a dudar. - Señaló a Yakub con un gesto de la cabeza. - Y Yakub, o Gareth, aún menos. 

Yakub escuchaba en silencio la conversación entre Bayhas y Cleo mientras hacía su parte de la limpieza. Lo cierto es que contar con la ayuda de los dos había sido maravilloso. Todavía tenían que ir los dos tipos que le dijo la colaboradora de Orion que irían a por los cuerpos pero el viejo estaba realmente cansado. 

Cuando todo estuvo limpio se dejó caer en el sofá.

— Será mejor que descansemos todos. Esta noche será muy movida me temo y debemos estar concentrados y con fuerzas. ¿Queréis que pidamos algo de comida? —

Intentaba mantenerse fuera de la conversación, pero finalmente entró.

—  Así es.  — Dijo el viejo aseverando las palabras del mago. — Respecto a esa chica. Puede que simplemente esté siendo manejada por el dragón. He leído que pueden controlar la mente y es una buena forma de ir haciéndose un nombre en la ciudad. En cualquier caso hoy terminará todo —

— ¿Hablando de Gareth. Alguno lo conocéis? — Trató de describirlo lo mejor que pudo para prevenirles del tipo que era. Su caracter, sus formas y su determinación. También hizo hincapié en mentar lo menos posible a Orion.

Después de comer dormiría algo hasta la llegada de los dos cazadores o de los tipos de Orion.

Cleo negó respecto al nombre del otro cazador, atendiendo a la descripción y tomando nota sobre temas a evitar.

-¿Y la señora Mayanin? ¿No vendrá al final?- Casi hubo una nota esperanzadora en el tono de su voz.

— Oh, por supuesto que vendrá. — Yakub miró con curiosidad a Cleo — Harías bien en fijarte bien en ella. Gareth y yo somos dos viejas glorias, pero ella es probablemente una de las mejores cazadores de la ciudad a día de hoy. Si quisiera seguramente nos podría dar caza y no la veríamos venir —

— Por cierto. ¿Has pensado en lo que hablamos cuando fuimos a por teléfono al lugar de la boda? —

Yakub prefería hablar con Cleo ahora mismo que con Bayhas. Sin duda estaría más nerviosa que el mago, más curtido en enfrentamientos y seres sobrenaturales. Hablar la haría desconectar de lo que estaba por venir.

Alguien llamaba a la puerta de la tienda. Yakub había colgado el cartel de CERRADO por lo que prefirió mirar las cámaras de seguridad. Un hombre de aspecto elegante con un peinado impecable aporreaba la puerta como si le debiera dinero. 

-¡Abra inmediatamente! ¿Qué ha hecho con mi hija? ¡Abra o llamo a la policía!

Cleo palideció visiblemente al reconocerle. 

-Oh no...- Jadeó Cleo, cubriéndose la boca. Buscó su móvil y revisó si tenía llamadas perdidas de su padre o de su madre. -E-e-es... es mi papá...- Miró a Yakub y a Bayhas. No es que estuviera haciendo algo malo... sólo iban a ir a cazar un dragón. Nada mas.

Yakub observaba como el rostro de Cleo se palidecía. Una vez la muchacha confirmó que era su padre habló.

— Vaya, esto si que es inoportuno — Se dirigió hacia el cuarto del taller con los cadáveres y cerró con llave. — Yo me encargaré de esto si no os importa. Bayhas, subiré con el aquí, así que no quieres que te vea quizá quieras entrar en alguno de los cuartos. —

Bajó entonces y abrió la puerta mirando al hombre. Yakub contaba con su aspecto como baza a su favor... Esperaba que no se lanzara directamente a por él sin antes escuchar algunas explicaciones.

— Por fin le conozco. Cleo me ha hablado de usted. Por favor pase, justo estamos en una de nuestras sesiones y nos viene de maravilla. —

Yakub acompañó al hombre dentro de la tienda asegurándose de dejar la puerta cerrada y el cartel de cerrado visible de nuevo.

— Verá su hija parece que ha tenido algunos problemas con ciertas... sustancias — Cleo y a Bayhas se habían escondido — Formo parte de un programa en el que ayudo a los jóvenes que todavía no han caído en las garras de la droga en no reincidir; justamente ahora estábamos hablando de que era importante hablar con su padre del asunto. Curioso el destino, verdad señor.... — Dejó en el aire la frase para que fuese el mismo quien se presentara

Se le ocurrieron varios posibles modos de engañar al padre. Podría hacerse pasar por reportero y decir que Cleo trabajaba para él y que Yakub era uno de los socios. No sería difícil, se le daba bien eso de adornar la mentira entre tranquilizadoras medidas verdades.

Pero Yakub tomó las riendas del asunto. Bayhas le dejó hacer; era un hombre con experiencia y recursos. Seguro que se le ocurriría algo. 

- Tranquila, Cleo. - dijo, apoyando su mano en el hombro de la chica. - Síguele la corriente a Yakub y mantén la calma. 

Bayhas se cruzó de piernas y se mantuvo sentado. Mentalmente, sacó las palomitas.

Cleo había estado pálida al ver a su padre, pero ahora estaba de color papel, algo notable puesto que su piel era algo más oscura. Boqueó como pez fuera del agua al escuchar lo que decía Yakub y acabó por enterrar la cabeza entre sus manos, sufriendo un evidente ataque de pánico. Lo bueno: eso daría más realismo a lo que decía Yakub.

Lo malo: Su madre la iba a matar. Si no lo hacía su padre en ese momento. O mínimo se la iba a llevar a rastras a Londres.

Adios Swansea...

Hacía años que Yakub no recibía un puñetazo. 

En su juventud, cuando estaba en forma, había salido idemne de muchas peleas pero aquellos días habían quedado muy atrás. 

Seguramente, se había acostumbrado a salir de situaciones difíciles hablando. Había pensado que el padre de Cleo sería un pobre pardillo fácil de manipular. No reparó en el tono rojizo que iba adquiriendo su cara mientras soltaba su bienintencionado discurso sobre drogas en una tienda con olor a incienso y cabezas reducidas en las estanterías.  

El señor Baldwin tenía un directo demoledor. 

Yakub cayó con estrépito. Baldwin le cogió del cuello:

-¿Dónde... está... mi hija, Cleopatra?

Sacó una pistola con la otra mano y le apuntó a la cabeza. 

-¡Habla, cerdo!

Cleo no dudó. -¡Papá, no!- Dijo saliendo a la carrera de la trastienda. Jamás había visto a su padre con un arma y abrió los ojos aterrada. -P-p-papá, baja el arma. Por favor.- Le pidió. -Y-yo te explico, te explico todo, ¿si?- Estaba asustada.

La sangre brotando de su pómulo fue una sensación desagradable. Hacía tiempo que no la sentía. El golpe contra el suelo tampoco ayudó, aunque Yakub sabía como recibir los golpes de poco le sirvió... ¿Estaría perdiendo reflejos? Se hacía mayor. Fue entonces cuando vio la pistola apuntando directamente a su cabeza. El veterano abrió los ojos, sorprendido y a la vez asustado. Sin duda no se esperaba que aquel hombre llevara un arma... un descuido por su parte. Un descuido terrible.

Yakub levantó sus manos mientras observaba la rótula del padre de Cleo. Un golpe directo se la partiría sin duda. El arma era un problem ya que aquel hombre, en aquel estado dispararía por instinto; así que tendría que mover su parte superior lo suficiente para salir de la trayectoria del proyectil. Una vez superado eso era coser y cantar. Puñetazo en el antebrazo para que suelte el arma mientras da un giro y aplica un codazo en la nuca por si el golpe en la rótula no era suficientemente fuerte o bien posicionado. Entonces solo quedaría aplastar la cabeza contra uno de los pequeños restos de columnas sajónicas que tenía expuestas.

Cerró sus ojos, se concentró y respiro profundamente. Quizá quince años atrás... quizá si no fuera el padre de Cleo... quizá... 

— ¡¡ No dispare !! — Dijo gritando para le escucharan al otro lado. —

Cleo no tardó en salir, esperaba que aquel hombre se calmara al verla. En cualquier caso mantendría su fachada y pediría ayuda para levantarse por supuesto.

El asunto, sin lugar a dudas, se había salido un poquito de madre. Al escuchar el golpe y los gritos, y después de ver salir corriendo a Cleo, Bayhas siguió a la chica fuera de la trastienda. Allí se encontró con el espectáculo de Yakub tirado en el suelo, ensangrentado, y el supuesto padre de Cleo con un arma en las manos.

- Cleo, ¿es tu padre...? - preguntó, en voz alta. No porque tuviera dudas, sino para que el hombre le escuchara hablar con familiaridad a su hija. Levantó las manos despacio y miró al hombre. - Señor Baldwin, baje el arma, se lo ruego. Su hija no está en peligro, pero alguien puede resultar herido si dispara. Por favor, tranquilícese y hablemos...

El mago utilizó su tono de voz más calmado y razonable. Sus movimientos eran pausados y su acento era el de un estudiante pijo de una universidad cara. El traje, de buen corte, también ayudaba a transmitir la idea de que Bayhas era un tipo en el que se podía confiar. 

Ojalá fuera suficiente.

-¡Cleopatra!-el señor Baldwin rodeó a su hija con los brazos-¿Dónde estabas? Tu madre y yo estábamos muertos de preocupación. 

El cañón de la pistola se apartó de Yakub. El dedo del gatillo se relajó pero el arma describió círculos erráticos desde la espalda de Cleo:

-¿Dónde has estado? Un amigo mío de la policía dijo que tu nombre salía en un informe de cohartada relacionado con un tiroteo... intenté llamarte pero no contestabas. Y he ido a ese piso tuyo y me ha abierto tu amigo Billy medio desnudo... había una mujer con él... Dios, menos mal que estás bien. ¿Estás bien? ¿Quién es toda esta gente?¿Qué es este lugar?

-Perdona papa, no quise asustarlos.- Dijo Cleo, relajándose levemente al ver que su padre ya no estaba apuntando a nadie. -Te lo explicaré todo, pero guarda la pistola. ¿Qué haces con una pistola? ¿Mamá está aquí también?-

Desde el hombro de su padre Cleo miró a Bayhas y a Yakub pidiendoles que no intervinieran. -Estoy trabajando aquí en la tienda del señor Yakub. Y él,- indicó con la cabeza al mago -es mi amigo Bayhas, hace unos días hubo un percance en algún sitio de la ciudad, y había un conocido de él entre los involucrados. Pero Bayhas y yo habíamos salido, que fue cuando extravié el móvil, y luego me quedé viendo una película en su casa.- Se mordió el labio. -¿Recuerdas el día que los llamé por lo del móvil? ¿Que te dije que me quedaría en casa de una amiga?- Intentó sonreir para calmar a su padre. -Pero somos solo amigos, papá.-

Parecía que el señor Baldwin estaba entrando en razón. Al menos, ya no apuntaba a Yakub con la pistola. Se abrazaba a Cleo y hablaba con su hija. La chica les hizo un gesto discreto, indicándoles que no intervinieran. Bien, parecía que todo podría calmarse si...

Pero somos solo amigos, papá

El mago no pudo sino ponerse en tensión. Si a su padre alguna de sus hijas le hubiera dicho algo semejante con respecto a un joven... bien, por suerte, su padre nunca tuvo una pistola. 

Por un instante, Bayhas recordó a su padre y a sus hermanas, con una punzada de dolor

Se quedó allí, esperando, dispuesto a dejar que las preguntas las hiciera el señor Baldwin. Cuando su mirada se cruzó con la de Yakub, le hizo un gesto sutil con las manos, conminándole a permanecer en el suelo. Con un poco de suerte, el viejo cazador no decidiría matar al padre de Cleo delante de su hija.

El veterano observaba desde el suelo la situación y captó los deseos de Cleo de solventar ella sola aquella situación. Observó el gran reloj de cuco de la pared. Tenía más de doscientos años y todavía funcionaba gracias a los cuidados de Yakub. Solo esperaba que aquella situación se solucionase antes de que llegara Garet, Mayayin o los hombres de Orion... si no.

El anciano se llevó la mano a la cara tapándose la herida.

— Disculpa Bayhas, serías tan amable de ayudarme por favor — Mostró cierta debilidad e incapacidad para hacerlo solo. Quizá tratando de apelar a los sentimientos de culpabilidad del padre...

Lentamente, como si reparara que estaba armado, el señor Baldwin se separó un poco de su hija y guardó la pistola muy lentamente en una funda sobaquera mientras miraba a los otros dos con desconfianza.

-¿Trabajar? ¿Tú? Cleo, tú estás estudiando. Soy tu padre y accedí a pagarte estas vacaciones tuyas, no necesitas trabajar para nadie.

Se incorporó lentamente.

-Mira... cuando me enteré de que estabas metida en algo raro me tomé un día libre en el trabajo y he conducido hasta aquí desde Londres. Tu madre no sabe nada y si se entera de que andas con... gente rara, le va a dar un ataque al corazón. No me gusta esta ciudad llena de criminales y violencia. Vamos, Cleo, nos volvemos a Londres.

Cleo se puso seria, incluso un poco desafiante. -Papá, no soy una niña.- Comenzó. -No puedes seguir tratándome como una. Ahorita me das una mensualidad, pero ¿cuando ya no puedas? ¿Y si, Dios no quiera, te pasa algo o a mamá y ya no puedan mantenerme? ¿Quieren que dependa de ustedes toda la vida, que no aprenda a valerme por mi misma? Busqué un trabajo para que no tengan que hacer recortes de gastos en casa para mantener "mis hobbies".-

Bajó los ojos un momento, suspiró, y volvió a mirarlo. -Me quedo, papá. Esta "gente rara" son gente que entiende lo que me gusta hacer, son mis amigos. Y te prometo que voy a estar bien, puedo ir una vez cada dos semanas a casa para que mamá no se preocupe. Pero ya tienes que dejarme crecer.-