Partida Rol por web

Bebiendo del café, Cleo sintió su móvil vibrar y lo revisó. Su expresión demudó a una de preocupación y culpa, y con algo de lentitud usando sólo la mano derecha respondió varios mensajes. Cuando guardó el móvil, tenía los ojos húmedos, y siguió mirando el suelo, callada.

El silencio que rodeaba a todo el mundo era inquietante, molesto y opresivo. Por otro lado Yakub estaba ya cansado de estar tumbado. Habían pasado varios días. Por suerte Orion cuidó de la tienda en su ausencia... pero que Gareth no contestara al mensaje era cuanto menos preocupante.

...

Según le había contado el viejo cazador llegó a un acuerdo con una ancestral criatura llamada Cú Síth. Se trataba de una especie de hombre lobo que había perdido la capacidad de recuperar su forma humana a cambio de aumentar su fuerza, velocidad y sentidos en un pacto con una bruja olvidada. El pacto le dotó de esos poderes a cambio de la poca humanidad que le quedaba, pero también lo ató a la bruja haciéndolo su esclavo, y sembrando el terror y el caos en las oscuras noches de Swansea en beneficio de la misma.

Cú Síth cudió a Gareth. A cambio de acabar con la bruja, el hombro lobo abandonaría Swansea para siempre... o al menos hasta que el viejo cazador muriera. Los crímenes atroces se terminaron, los desmembramientos, las tripas repartidas por callejones. Ahora hay un rumor que corre como el aullido del propio Cú Síth. La leyenda decía que antes de atacar, la criatura emitía tres terribles aullidos. Aquellos que los escuchaban sin guarecerse quedaban atrapados, inmóviles en una vorágine de terror y a merced del hombre lobo que nunca más podría ser hombre de nuevo. Yakub nunca llegó a saber cuanto de cierto había en todo y Gareth nunca habló del tema...

Por otro lado estaba Midori. ¿La llamada a aquel teléfono? Sabiendo como era su esposa hace años y si realmente no había sido devorada por el chiquillo; seguramente lo habría cuidado, se habría hecho cargo de él pero... ¿Hasta que punto se habría resistido a la maldición de la sangre?¿Sería Midori capaz de liderarlos o había alguien manipulándola por detrás? Sin duda tenía muchas preguntas que requerían respuesta... y tenía que encontrar a quien formularlas.

...

Yakub golpeó la mesa con el teléfono y dio un largo suspiro.

— No aguanto más aquí. Gareth está desaparecido, es raro que no responda así que me temo lo peor... Cleo, querida. — Dijo llamando a la muchacha para que lo ayudara a levantarse.

— Acércame la muleta por favor — Ya había probado a levantarse. La pierna derecha había sufrido terribles daños, y a su edad uno ya no se recuperaba con facilidad. Tendría que buscar la forma de convertir aquello en una especie de ventaja. ¿Un arma en el bastón? Por supuesto, era un clásico. Sería un estilete sin duda. Uno de plata. Nada de armas de fuego...

— Creo que es la hora de ponernos en marcha. Aquí solo estamos perdiendo el tiempo y no soporto no saber que está ocurriendo allí fuera. Entenderé que todos queráis marcharos, olvidaros de este lugar. Pero hay cosas que me atan aquí. Tengo muchas preguntas y pocas respuestas. —

Yakub se mantenía en pie. Había dado un par de pasos y cojeaba con un dolor que claramente trataba de ocultar con poco éxito.

— Ya os habéis metido en bastante líos por mi culpa. -

- Cleo. Ahora ya sabes a lo que puedes tener que enfrentarte. Las decisiones que deberás tomar. Has demostrado ser capaz de sobra; y si Gareth y Mayanin han muerto hará falta quien los sustituya. Es tu decisión y deberás meditarla con calma y tranquilidad. No es buen momento para los cazadores en Swansea; pero si finalmente te decides por ese camino contarás con todo el apoyo que pueda ofrecerte. —

— Bayhas, has demostrado más lealtad que ningún cazador. Ni puedo ni quiero exigirte más de lo que ya me has dado. Encontraré al ladrón y terminaré la llave. —

— Orion... eres más importante para mi de lo que puedas llegar a imaginar siquiera. Me gustaría que me acompañaras a la tienda. Hay algo que quiero compartir contigo —

Las palabras de Yakub fueron un acicate final para levantarse y ponerse en movimiento. Hoy se notaba algo mejor y, con suerte, ya no tendría fiebre.

- Eso estaría bien, Yakub... - El mago frunció el ceño. Sus sueños febriles se habían mezclado con otros de una naturaleza distinta. Unos habían sido enviados por Old Nick, pero a esos había contestado con evasivas y medias verdades (*). Pero otros habían sido de una naturaleza más personal; su conexión con la Puerta de Plata era indiscutible. Había algo importante detrás de esa puerta, y la llave que Yakub le había prometido era necesaria para abrirla y resolver el misterio. Pero desde que se había enfrentado a Owain, haciendo uso de la magia más potente que se había atrevido a utilizar nunca... sentía que la conexión con la puerta había cambiado. Presentía que hasta el momento había estado mostrando indiferencia hacia él. Pero ahora notaba una llamada. Era como si lo que hubiera al otro lado ahora quisiera salir (**)

No estaba seguro de que querer hacerlo, pero no podía ignorarlo. Tenía que ir a su casa y comprobar qué es lo que había cambiado.

- ¿El doctor tendría que darnos de alta, no? (***)- Marcharse sin más era el estilo de Yakub. Pero los recientes acontecimientos habían hecho que Bayhas confiara un poco menos que antes en los métodos del viejo cazador.

Orion miró de arriba a abajo a Yakub cuando salió de la cama renqueando. Solamente tenía que coger en volandas a aquel vejestorio y lanzarlo por la ventana. Estaban en una tercera planta pero sería suficiente para acabar con él. Tras él irían las deudas, la promesa de ayudarle con aquella mujer y con el niño vampiro, Elektra, Andy... De camino haría justicia...

Cleo no sería un problema. La dejaría para el final. Le haría sentir por fin el miedo que él era capaz de inspirar en los seres humanos y después la desangraría lentamente, disfrutando. Pero antes tendría que ocuparse de Bayhas: le reventaría el cráneo de una patada antes de que moviera las manos, abriera la boca o se sacara la varita mágica de la bragueta.

Joder, sería glorioso, liberador, catárquico. Igual hasta le ponían una estatua a su nombre financiada por los herederos de Owain...

—¿Eh? ¿Qué? —Yakub le estaba mirando. Sin duda le había dicho algo pero Orion no se había enterado de nada. Cuando escuchó a Bayhas creyó entender que el viejo quería irse del hospital ahora mismo: —Pero, ¿a dónde coño crees que vas, Yakub? ¿Tú sabes la mierda que hay liada ahí fuera?

Las palabras del señor Yakub y Bayhas sacaron a Cleo de su ensimismamiento por un momento. Le acercó la muleta al viejo cazador, pero cuando le habló sobre lo que ella había hecho, no hizo más que bajar la cabeza. No sentía que hubiera hecho nada en verdad, más que quedarse escondida mientras el resto peleaba y eran heridos... o morían.

No había podido revisar ni actualizar su blog como quería. Todo lo que había pensado que subiría se había quedado en stand by; su mente, usualmente zumbando de preguntas, llena de curiosidad y adrenalina, parecía encontrarse en estado de shock, como el pitido que quedaba en el oído luego de la explosión de un petardo muy fuerte. En el móvil y en la televisión mal sintonizada de la habitación del hospital había seguido la noticia lo mejor posible. En las redes comenzaba a verse cómo iban surgiendo más y más fanáticos del Culto del Dragón, tomando lo ocurrido como la primera señal del Apocalipsis. Habían unos cuantos escépticos que usaban aquel acontecimiento para culpar a los gobernantes de la ciudad, diciendo que aquello había sido culpa del mal mantenimiento de los servicios, y que se había tratado de una fuga de gas que llevaba mucho tiempo acumulada bajo el mercado. Otros, más conspiradores, hablaban de que había sido un enfrentamiento de un grupo gubernamental secreto con los hombres-rata que vivían bajo Swansea. Y aunque Cleo había dejado algunos mensajes rápidos a BioKane por el blog, no estaba segura de si los había leído. ¿Habría sido afectado también por la explosión, o estaba ilese?

La vibración en su móvil le hizo dar un respingo, antes de sacarlo y ver con preocupación el número. Pasó junto a Orion mientras contestaba, dejando la habitación. -Hola mamá...- Empezó, escuchando como la voz de su madre tronaba a través del teléfono. Sabía que no debía haber comentado de la fractura, pero había temido que no la dejarían regresar cuando llegara con el brazo izquierdo vendado ese fin de semana. -Mamá, por f-- No, en s-- ¿Puedes escu-?- No había manera de poder colar una frase, la voz de su madre subiendo en intensidad. Unas de las palabras que dijo llenó a Cleo con ansiedad de nuevo. -Papá me comentó, si...- Dijo, tragando fuerte. -¿Ella está bien? ¿Y el abuelo?- Lo siguiente que le dijo la dejó desconcertada. Había pensado que el ingreso médico de su abuela había sido por el susto, pero por lo que su madre le estaba diciendo había algo más que no le habían contado. -¿... Desde cuando...?- Murmuró en voz baja. Comprendió por el tono de su madre que le estaba ocultando información cuando le desvió la conversación para continuar regañándola, y se dio cuenta que no iba a poder evitar que vinieran allí. Suspiró. -Bien. Bien. Si, está bien, los veré mañana entonces.- Terminó aceptando resignada. Lo que Cleo no sabía es que sus padres no vendrían solos, sino que traerían a los padres de Billy con ellos, así que tendrían que prepararse para una buena bronca. Colgó, apoyando la cabeza contra la pared junto a la puerta, y aprovechó esos segundos que ni Orion, Bayhas, o el señor Yakub podía verla para dejar escapar algunas lágrimas entre rápidos sollozos.

Dices que no eres una niña. Pruébalo. De nuevo una voz interior, la que había tomado control cuando había visto como el mago y el cazador eran heridos, volvió a martillear en su cabeza. Respiró profundamente, se frotó los ojos, y volvió a entrar en la habitación, manteniendo la mirada baja y apoyándose a la puerta con los brazos cruzados, atenta por si habían llegado a alguna resolución de como actuar.

La recepcionista apareció en la puerta justo cuando Yakub se acercaba cojeando a la puerta. 

-Usted no debería... - se lo pensó un instante y les miró brevemente de uno en uno. Suspiró-Hay en recepción dos tipos de la policía que quieren hacerle unas preguntas, señor Yakub. Uno es un tipo alto con gafas, pelo chafado... La otra es una mujer con gabardina. Es bajita pero tiene cara de no hacer muchos chistes. 

Bayhas asintió para sí. La descripción le era muy familiar.

Smith y Van Cliff. 

-Sseguramente, subirán por los ascensores principales. Si van por el lado de la cafetería no se cruzarán con ellos.

Afuera, la lluvia golpeó los cristales con fuerza. 

El viejo suspiró. Más problemas... justo lo que necesitaba ahora mismo. En fin, era hora de redimirse aunque fuera un poco. Si los encontraban juntos sería un problema para todos.

— Iros ya — Dijo el anciano mientras dejaba la muleta en el sofá pedía a Cleo ayuda para volver a la cama. — Si la policía pregunta por mi me encontrarán aquí o en la tienda; así que prefiero que lo hagan aquí sinceramente. Os daré tiempo para salir sin problemas. Si no os ven conmigo no os añadirán a su lista... vamos —

Una vez en la cama el anciano miró de nuevo su móvil y lo dejó sobre la mesita de al lado de la cama. Dió y un nuevo y largo suspiro y azuzó al resto para que se fueran, apoyando su cabeza en la almohada y cerrando los ojos.

— Gracias... señorita — Dijo finalmente en deferencia al "soplo" de Lowry Rees

Tocaba ponerse en movimiento. El mago se levantó de su cama y fue a buscar su ropa (*). Se vistió con toda la rapidez de la que fue capaz en el baño y se miró al espejo. Menudas pintas; los vendajes y la piel artificial (**) iban a hacer complicado pasar desapercibidos. Pero ahora lo importante era salir de allí rápido y llegar a su casa. Tenía cosas que investigar...

Tras salir del baño, Bayhas se acercó a Yakub y le habló en un susurro. - Los tipos que vienen a hablar contigo me visitaron en mi casa. Él se apellida Smith y ella Van Cliff. Ella me debe una; si las cosas se ponen muy feas, déjale caer mi nombre. - Se apartó de la cama. - Pero solo si las cosas se ponen muy feas, Yakub. Prudencia. - La que te ha faltado en tu última misión, viejo chiflado. Y sonrió. Una inusualmente sincera sonrisa. Porque al ver al anciano tumbado en la cama, dolorido, Bayhas sintió algo que hacía bastante que no sentía por nada ni por nadie: compasión. Tenía un aspecto tan frágil y desvalido, algo que concordaba tan mal con el tipo que hace unos años se los habría podido cargar a todos... Al fin, le puso la mano en el hombro y apretó un poco, para infundirle ánimos. - Nos vemos, Yakub. Cuídate.

Se volvió hacia Cleo y Orion. - ¿Nos vamos? (***)

Orion le guiñó un ojo a la mujer antes de que saliera de la habitación y luego se volvió hacia Yakub.

—Descansa, abuelo. Yo cuidaré tu tienda —se ofreció en un tono inusualmente frío—. Tiempo habrá para que hablemos. Por ahora intenta portarte como un viejecito amable y desvalido.

Le dio la espalda a Yakub y miró a Cleo.

—Guíanos tú, así levantaremos menos sospechas. Yo iré cubriendo la retaguardia.

Cleo no dijo nada al señor Yakub, sólo se quedó mirándolo un instante a los ojos, antes de darse la vuelta y salir. En los pocos días que la chica llevaba en el Hospital, había aprendido a moverse a través del laberíntico lugar con gran soltura, descubriendo los distintos recovecos. Había sido su manera de evadirse, cada vez que los pensamientos iban en torno a lo ocurrido en el mercado, o cuando veía a sus dos compañeros dormir inquietos.

-Por aquí llegaremos más rápido.- Indicó en voz átona, mientras empezaba a moverse en la dirección contraria por la que les habían indicado que llegarían las dos personas que buscaba al señor Yakub. Habría que bajar escaleras y dar una vuelta un poco más largo por uno de los pasillos, por lo que llegado a un punto se detuvo un momento para ver hacia el mago. -¿Qué tal vas?- Le preguntó, decidiendo hacer una parada de unos minutos antes de continuar. Aprovechó ese momento de descanso para hablar.

-Yo necesito ir al apartamento, pero supongo que deberíamos primero hablar en algún lugar los cuatro. ¿Donde?- Preguntó a ambos. ¿La tienda? ¿La mansión? ¿El bar?

Al final tuvo que parar. Llevaba días sin dar más que un par de pequeños paseos que, realmente, no iban con su estilo. Y ahora, tener que moverse le estaba costando. Asintió ante la pregunta de Cleo, "bien, bien", susurró, casi sin vocalizar. Pero no era del todo cierto. Se apoyó en una columna en un lugar apartado. ¿Se mareaba? No, a ver, solo necesitaba descansar un poco. 

Quería ir a Radcliff Manor, tenía que estudiar la puerta. Pero si Yakub lograba escapar del hospital iría a su tienda. Quizá lo más razonable sería ir allí y esperarlo. - ¿Radcliff? ¿La tienda? - Se le iba pasando el mareo, pero aún no tenía muchas fuerzas, ni siquiera para pensar con claridad. - Lo que queráis...

Era como un laberinto siniestro.

Las luces parpadeaban a veces. Las pocas ventanas que veían sólo mostraban oscuridad y lluvia que las golpeaba con furia formando barro con la mugre que impregnaba el edificio. Cruzaron delante de muchas puertas de habitaciones con más camas de las estipuladas y, con frecuencia cada vez mayor, improvisados jergones en el suelo. El personal sanitario iba y venía cargado de papeles, bandejas y equipo médico. A veces veían a gente sentada en bancos llorando, mirando sus móviles con expresiones de dolor o, simplemente, catatónicos. 

Se detuvieron a descansar en medio de un amplio pasillo junto a una máquina de vending. Bayhas respiró hondo agradeciendo el frescor de la columna. Descubrió con alegría que se había acordado de coger algunos analgésicos de la habitación antes de salir. No dejaba de pensar en la Puerta de Plata: no era sólo cuestión de encontrar una llave, también era importante quién la sostuviera. ¿Y si era alguien indigno? Por todos los demonios, ¿qué había al otro lado y por qué no existía ningún registro escrito sobre ella?

Por el pasillo venían dos paramédicos empujando una camilla mientras discutían con una enfermera:

-... no tenemos espacio, estamos al triple de nuestra capacidad.

-Esta mujer llevaba tres días sepultada en las ruinas de su casa. Está viva de milagro: ¡no puede pedirnos que nos la llevemos a otro sitio!

-Hay un hospital militar en la salida a los Valles...

-¡Está deshidratada y desangrada! ¡Se le han gangrenado las manos y los pies! ¡Si no la atienden ahora...!

La conversación se interrumpió cuando un grupo de médicos salió de otra habitación y chocaron con la camilla. Se armó un gran revuelo mientras la discusión aumentaba de tono. Había escenas como aquella por todo el hospital cada vez con más frecuencia a medida que se desenterraban más cuerpos. Los medios de comunicación, ávidos de noticias, habían popularizado el concepto de "Curva de Víctimas" según el cual el número de nuevos hospitalizados se reduciría notablemente a medida que los enterrados vivos simplemente murieran sin ser encontrados. Había incluso memes graciosos circulando por internet.

Cleo revisaba su móvil. Era un hábito automático ir haciéndose selfies de los sitios por los que pasaba para emplearlas en las redes sociales. Se había dado cuenta de algo extraño: había gente en muchas de las fotos en pasillos que estaba segura de que haber visto vacíos (ese era el motivo para hacerles la foto). Gente en ropa de paciente de hospital, gente en ropa de trabajo y algunos con ropajes muy antiguos y pasados de moda. 

Orion, que paseaba inquieto junto a la máquina de vending oyó una tenue música de violín que parecía venir de la puerta de unos lavabos de señoras cercanos.