Partida Rol por web

Mientras te lanzas hacia el extremo de Diavorai ves por el rabillo del ojo una sombra que se mueve tras vosotros. Otro de eso animados ha llegado al campamento en cuanto os habéis alejado unos metros y está echando arena sobre la hoguera. No parece que los animados tengan ningún problema con la oscuridad. Te das cuenta de que tienes que pesar algo rápido o todo se va a ir de madre.

Al contrario que tu, Aura aún no se ha percatado. Pero debería estar bien con esa barrera. Haría falta la fuerza de al menos cinco criaturas para poder siquiera acercarse a ella con el poder actual de la barrera.

- Aura acércate a la hoguera, que no la apague.

Después de dudar un segundo, Aura se lanza contra el animado de la hoguera pala en mano. Aunque nunca llega a poder golpearlo, porqu este se ve empujado fuera. Tras entender como funciona, Aura intenta reavivar el fuego.

Mientras tanto, alcanzas a Diavorai, y al tocarlo recuperas el Ánima. De golpe pasan varias cosas:

Primero, sientes como tu poder vuelve a crecer.

Segundo, tu familiar vuelve a adoptar su forma diminuta.

Tercero, la mayoría de los animados pasan a centrarse en el enemigo más grande. Ese eres tu.

Cuarto, intentas llegar hasta un árbol cuando te cae del cielo algo grande que intenta aferrarse a ti, arañarte y morderte.

Quinto, caes al suelo intentando quitarte lo que sea que tengas de encima.

Con su compañero a salvo, y sin entender bien lo que ocurría, lo más importante era salvaguardarse, ya sd había percatado que buscaban como prioridad del poder del ánima. Por lo que sin buscar pensar más que actuar, y desconociendo el poder de lo que le atacaba.

Primero e intentarlo inanimarlo a través de si mismo, transfirió al suelo dos secciones de ánima conel poder de la frontera para expulsar de si mismo cualquier cosa que le rodeara, a la vez que tomando una piedra se la lanzó a lo que fuera que tuviera encima con una parte invertida de la misma magia, una cúpula de atracción destinada a succionar cualquier golem cercano.

Quizás debió haber hecho eso desde un inicio, pero pensó que aglomerar cuerpos para inanimarlosa después era muy agresivo, no le gustaba utilizar la magia como arma, pero estaba claro que aquellos entes eran una amenaza muy real, y aunque le doliera debía tomar medidas drásticas.

Hecho lo primero y segundo concentrraría su poder para disponer de un arma y un escudo, antes de acercarse al núcleo de atracción de golems lanzado al ente agresor...

Un golpe desde el suelo hacia arriba lanza por los aires a tu agresor. Lanzas la roca encantada que atrae a los animados. Puedes ver que dos de ellos se quedan inmediatamente pegados y que los demás se mueven hacia ti. Durante un segundo te limitas a observarlos, te recuerda a cuando alguien cruza un río caminando con el agua por encima de la cintura. Avanzan, pero despacio.

El animado que había caído sobre ti resultaba ser un niño y eso te hace maldecir. Te ha conseguido clavar una rama pequeña en el hombro antes de ser catapultado. No es nada grave, y menos con magia, te la arrancas suprimiendo el dolor y luego la herida se cierra.

En tus manos aparece una espada incandescente. Uno puede ser elegante hasta el momento en que están en riesgo tus amigos.

Con la escuela de la seda activa, dispuesta para golpear cualquier amenaza, un campo magnético alrededor de si mismo a modo de armadura procuraba evitar grandes daños. No dudó en saltar al campo de atracción que ya le sostenía a sus primeras dos víctimas. Tocarlos para inanimarlos era solo parte de lo que tenía por hacer.

No estaba hecho para esos trotes. Y tal como supuso no iba a ser sencillo. Limpiar aquellos bosques podría reconciliar un poco a los habitantes del pueblo con los magos, aunque seguramente no sería él quien viera esa reconciliación, esas cosas llevaban tiempo y él no creía ir a vivir algún que otro siglo; no poreaue no pudiera ser posible, solo porque la inmortalidad no le diferenciaría demasiado de esos gólems descontrolados.

Tomando la piedra magnetizada de los ahora "cadáveres", cayó en una posibilidad algo desagradable que explicaría la existencia de tantos atacantes activos ¿era posible que fueran ellos como objetos malditos a que renuevan con el tiempo su propio ánima? De ser así, sus dos primeros objetivos volverían a moverse en uno o dos días... Ahora no solo tenía que frenar a aquellas criaturas, si no que debía pensar en sellarlas.

Volvía a tener el ánima de aquella piedra, y utilizando dos a modo defensivo (para si mismo y para Aura) y una para la espada de luz. Con ello activo esta vez alcanzaría por fin un árbol, bateando a quien intentará frenarle.

Animar a un árbol que atrapara a los animados era su mejor opción. Su idea era prescindir de casi toda su ánima por un tiempo, y añadir algunas ordenes a un buen árbol, en lugar se sellar gólems, se alimentaría de ellos, buscando en ello una coexistencia, que en caso de desaparecer realmente aquellas entidades, el propio árbol perdiera su vida útil. No era algo a hacer sin cuidado, primero lo ilizaría en la defensa de aquel peligroso momento, si su utilidad era efectiva, añadiría el ánima de su espada para añdirle velocidad y precisión, y finalmente su propia armadura para dotar de ciertas habilidades al ent. Estaba acostumbrado a mantener un par de partes de su ánima por seguridad, prescindir de tres quedándose una, no era su ideal. ¿Cuanto le costaría a aquel árbol aprender a ser juez de gólems y a alimentarse del ánima de los ajusticiados?

Consigues llegar a un gran árbol abriéndote. Durante un momento tienes que renunciar a tu armadura y espada para dotar de vida al árbol y explicarle su cometido. Tienes que ser muy claro para evitar que entienda mal algo y produzca aún más problemas, pero es difícil ser claro cuando un montón de figuras aterradores se dirigen hacia ti. Aun así, manteniendo la frente fría y confiando en tus capacidades aguantas hasta el último momento. Cuando los animados casi te tienen, las raices brotan del suelo como tentáculos arrancando la tierra violentamente. Un sonido indescriptiblemente poderoso se produce cuando todas las raices van saliendo de la tierra y, sosteniéndose en ella, elevan el tronco.

La imagen de los árboles animados siempre son aterradoras. Se mueven demasiado rápido, y parecen arañas de mil patas. Las raíces que no están sirviendo para moverse están atrapando y despedazando a sus presas, cuyos restos quedan empapados rápidamente en algún tipo de fluido generado por el propio titán, que consume y digiere los restos.

El ánima puede producir auténticos monstruos. Especialmente cuando se practica la golemancia contra reloj.

- bien, tranquilo chico - decía en tono suave al árbol, esperaba haber dado las órdenes correctas, desde no alejarse del punto inicial por la seguridad mental de otras personas, hasta no moverse de no creerlo necesario; un objetivo muy específico y como tratar sus restos para que de ser seres a resurgemtes no pudieran volver a dañar a nadie. Samayoo no quería que los residentes vieran un nuevo monstruo y se aterraran, "más magia con efectos peligrosos" esa lo último que deseaba proporcionar.

Se preguntó si algún mago había intentado alguna vez dejar a un guardián como aquel para combatir el problema de los autómatas que dañaban a otros. Por lo que con la duda en mente y abrazando el tronco no queriendo ser pasto accidental de lasa raíces, oró a Gaia por si la madre de todo lo mágicxo le deleitaba una respuesta. Su objetivo, no era otro que corroborar que era buena idea dejar a aquel ente como guardián y corregir posibles errores que hubiera podido pasar por alto.

- espero madre que esto solvente la abundancia de esos agresores, y que permitan a viajeros pasar sin problemas por estos parajes, creo haber ofrecido órdenes apropiadas, pero si esta solución ya había sido probada agradecería saber si tuvieron éxito o porque fracasaron. Mi intención sería reajustar de ser necesario las óordsenes dadas, agradeciendo por el día a este gólem y creando uno más preciso que evite actuar ante otras personas por el día, a menos que sea para defenderles de una gresión puntual. Quizás madre si lo vez conveniente intentando que este guardián mantenga su existencia mientras tenga la energía de los gólems de los que se alimenta...

Esperaba que aquella visión no aterrará a Aura, pese a que tendían a parecer aberraciones, esas enmarañadas criaturas de miles de patas le resultaban interesantes, por su hermosas complejidad natural.

Una visión inunda tus sentidos y, de golpe, dejas de ser Samayoo.

En lugar de brazos y piernas ahora tienes unas patas largas acabadas en garras. Eres mucho más grande, y pareces completamente compuesto de madera. Un par de criaturas cuadrúpedas que parecen grandes lobos de madera te acompañan. Aunque no te ves, intuyes que tu nuevo cuerpo es idéntico al de los otros dos, aunque no tienes ningún control sobre lo que haces.

Pasado unos segundos, parece que captas un olor extraño, algo que no has olido nunca, y las tres criaturas se lanzan en persecución del olor. Todas parecen tener una fuerza arrolladora, y en poco tiempo llegan al origen. Un hombre se halla antes ellos, entre los árboles. Un hombre cuyos ojos brillan de forma sobrenatural. Sientes una necesidad irracional de destrozarlo, y las tres criatura se lanzan a satisfacer esa necesidad. Antes de llegar hasta él, multitud de animados saltan sobre ellos con armas propias de granjeros o palos y piedras. Son muchísimos y las criaturas se ven sepultadas y linchadas por ellas. Lo último que ven es la sonrisa del hombre de ojos brillantes.

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La visión concluye, y durante unos segundos te sientes confuso.

Aun había un mago tras aquellas aberraciones... Esa era su conclusión, ¿porque seguiría jugando así con ellos? Su árbol duraría posiblemente uno o dos días antes de que ese hombre lo destrozara. Segura!ente era demasiado poderoso para un simple mago errante... ¿Cuanta ánima manejaba ese hombre? Sentía cierta frustración, no solo hacia Gaia, también hacia las personas afectadas y los magos que sin culpa tenían que ser mal vistos por los residentes.

Sintió una sensación contradictoria, quería ayudar, ¿pero que esperaba Gaia de él? Solo había pasado por ahí por casualidad, pero no podía solo cerrar los ojos. Esa noche había ganado gracias a que el mago 1ue ccontruía a aquellos gólems no esperaba que pasara alguien como él. Pero si yaya había visto el peligro sin su presencia, ¿como podría hacer algo ante él?

Al parecer ese bosque sería una trampa mortal incluso para magos con una o dos partes de ánima, la mejor solución sería también la peor, aniquilar el bosque entero prendiéndolo, pero ello no le haría mejor que aquel desalmado.

- si caen 5 o 6 mañana ya será mucho... - dijo mientras todo le daba vueltas. Otro mago incluso más poderoso que él mandó un árbol como el suyo y algunos golem de apoyo... No diría que perdió, pues cada autómata caído era una victoria, pero le molestaba pensar que para igualar un poco las tornas necesitaría más de cien árboles un ejercito aberrante... Extraño que el grupo mas aterrador serían los que intentarían ayudar a las personas, algo como eso sería utilizado por aquel agresor para poner al pueblo al que ataca de su lado.

Por el momento debían aguantar esa noche.

- Reconozco ese olor, el de la visión - susurra Diavorai a tu cabeza ahora de nuevo seguro cerca de vosotros -. Es un gólem mucho más poderoso. Seguramente es el inteligente, y el que hace que todos estos puedan moverse unidos y no como animales. Estos no tienen suficiente ánima como para una emboscada así. Deberían haberse lanzado corriendo directos hacia nosotros sin más. Estoy seguro.

- si es un golem, puedo frenarlo... Pero lo complicado es saber como llegar hasta él. No puedo apartar a cien pequeños - meditó, ¿entonces no era un mago? ¿Podría un árbol hacerle llegar hasta ese ente? Si pusiera sus manos sobre él, podría inanimarlo o debilitarlo, y dejárselo a su árbol para que le impidiera resurgir.

Se preguntó si aquellos árboles adorados como sagrados eran en realidad prisiones para seres como aquel.

Si tenía una cercanía aceptable con el árbol, podía ahorrar una parte de ánima dándole órdenes directamente, disponiendo de dos para el contraataque. Quizás una para Diavorai y la última para expulsar a los gólems que se acercaran a él excluyendo al inteligente de la ecuación... - maldición pensarlo es fácil, ponerlo en práctica...

Ese plan dejaría a Aura sin protección y no podía permitírselo... - me falta ánima...

En contacto directo con el árbol se ahorraría el escudo magnético, teniendo un ente roba ánima como defensa, pero el riesgo era aun mayor. Solo veía una solución que le desagradaba; acercarse y forzar las circunstancias, hecho que le hacia sentir extenuado durante bastante tiempo.

- ¿Preparado para morir Diavorai? Un muerto por cientos de personas salvadas ¿crees que vale la pena intentarlo? ¿Ahora mismo le hueles?

- ¡Dime qué hagoo! - la voz estridente de Aura llama enseguida llama tu atención.

- Están llegando más. Déjame cambiar a algo grande y salgamos volando. Podre aguantar con los dos un rato. Dejemos el carro. No creo que les interese robarnos - El bosque se llena de crujidos ramas provocados por cientos de pies que avanzan en vuestra dirección.

Escapando como podía no le quedaban muchas opciones, comenzó a entregar a Diavorai el ánima posible, dejando en el árbol la justa para que les sirviera de escudo en su retirada.

- agárrate a Diavorai - le decía a Aura. Había sido descuidado, no esperaba que los cientos de autómatas se dirigieran allí solo por ellos. No se había podido preparar mejor.

- camino al sol chico - decía a Diavorai... Tenían que descansar en algún pueblo, y volver luego por sus cosas.

- Diavorai si crees tener tiempo toma la madera de Aura - no era algo demasiado importante en ese momento, pero no quería que la chica perdiera su mayor bien moral.

- Ni de coña - Diavorai atrapa a Aura con sus patas después de que hayas subido a su lomo.
Sabías de sobra que la madera era muy importante para Aura, pero estaba claro que ahora mismo no era una de sus prioridades. Surcar el cielo siempre es emocionante, y la sensación que provoca en el estómago las subidas y los picados no puede pagarse con monedas, pero en esta ocasión, los gritos extremadamente agudos de Aura durante todo el trayecto hicieron que estuvieras deseando aterrizar.