Partida Rol por web

MAX STAR se llevó el dedo a la boca pensativo. Solía ser uno de esos tipos que reaccionan rápido a las adversidades, pero lo cierto era que desde hacía unas horas, se sentía cansado, pesado y lento. Era como si estara sin estar. Todo lo que sucedía a su alrededor era como etéreo y no acababa de ir con él y sin embargo, era bien real le gustara o no al bueno de MAXIE. De hecho, aunque no en el momento que tocaba, sintió un buen calambrazo que le dejó en el suelo con todos los músculos del cuerpo en tensión y los pelos del bigote erizados.

- No creo que sea muy bueno recibir ese tipo de calambrazos. - Dijo a modo de crítica constructiva. - Creo que se debería esperar a que el sujeto no colabore para luego actuar con contundencia. - Comentó mirando a Hellstorm. - ¿No cree que deberían revisar el protocolo? - Le preguntó. 

Fuera como fuera, aquel gordo seboso que respondía al nombre de Ehrmentraup, había mandado aniquilarlos. ¿Le conocía de algo el bueno de MAX STAR? Si le conocía, no se acordaba de él, aunque si le recordaba a un viejo actor de una holopelícula de dinosaurios que había visto hacía unos años. Le conociera o no, debía evitar que se cumplieran sus órdenes. De eso dependía su vida y la de sus amigos y todavía le quedaban cosas por hacer en ese plano de existencia. Eso lo tenía claro.

El problema era obvio. Estaba rodeado por cuatro androides rojos inmunes a sus encantos masculinos que amenazan con abrirle en canal para quitarle su esencia CUTIE PIE y eso si que era algo que no estaba dispuesto a que sucediera. ¿Pero, que diablos podía hacer? ¿Un salto ralentizado a lo matrix con cuádruple patada final? ¿Lanzarse al suelo y resbalar por debajo de las patas mecánicas de uno de aquellos androides? ¿Un discurso convincente que acabase por cortocircuitar a sus próximos asesinos? 

Sinceramente, MAX STAR no confiaba en que ninguna de esas técnicas funcionara con ellos. 

- Shit is getting real.- Suspiró la pandoriana para sus adentros.

Demasiados giros, sorpresas y traiciones en solo media hora, reactivó su D-Facer solo para poder sentirse más segura, tras su proyección holográfica durante medio minuto, no sabía de dónde había salido aquella skin ni podía verla con claridad, peor al menos le permitía morderse ligeramente las uñas mientras que trataba de pensar en cómo proceder.

No pudo evitar canturrear ante lo caliente que se estaba poniendo todo a su alrededor, como tratando de darse ánimos con la carga radiactiva de una nana que le solían cantar.

- They talkin' about (yeah) Nuclear war (yeah) They're talkin' about (yeah) Nuclear war (yeah) If they push that button (if they push that button) Your ass gotta go (your ass gotta go)

Realmente todavía tenía la pistola en su mano, por gentileza de Hellstorm, pero al ver el espectáculo de sus compañeros entubados en aquellas vainas de manipulación psiónica creía que poco iba a poder hacer con aquella baratija. Aun así había algo que calentaba sus entrañas (Nuclear War), algo furioso y babeante (Yeah) y aquello quería saltar desde su incipiente jaqueca contra el primero que amenazase a sus amigos.

Nanomáquinas. Pietro se quedó quieto al escuchar aquello. Sabía lo que eran las nanomáquinas, por supuesto, pero nunca había visto una en vivo y en directo, menos aún a alguien sufriendo sus efectos. Y resulta que la persona a la que estaban torturando con ellas era a la futura mujer de su vida. Pietro apretó los puños y los dientes, sintiendo una rabia y una frustración como jamás las había sentido. De ser cualquier otro tipo de dispositivo, él sabría cómo arreglarlo, ¡sabría qué hacer para ayudar a Andrómeda! Pero contra nanomáquinas y estando rodeados de soldados apuntándoles con sus armas... Lo único que podía hacer era verla agonizar mientras el odio que ya sentía por Hellstorm crecía hasta niveles cuántico-plásmicos.

No tenían plan, apenas tenían armas y los enemigos lo tenían todo a su favor. Jodidos era un eufemismo acerca de cómo estaban en esos momentos. Y lo peor de todo era que Hellstorm no los estaba ejecutando en esos momentos. Y eso sólo podía significar que les tenía preparado algo peor que ser fusilados.

Les condujeron al laboratorio de la tercera planta, al más secreto de los laboratorios de la academia. Y era secreto con razón, ya que en él se escondían abominaciones que el ojo sapiente no debería ver nunca: un horrible ejército de mutantes y el doctor Ehrmentraup. El pobre Brainiac se había convertido en víctima de los experimentos de esa desquiciada masa de grasa con gafas. Al verle en ese estado, a Pietro se le encogió el corazón. No hacía ni tres días que había estado con él, hablando de propulsores gravitatorios de energía pirocítica. Y ahora no era más que una sombra de la persona que fue.

Ellos iban a ser los siguientes, por eso estaban vivos aún. A la masa de obesidad que era Ehrmentraup se le estaba haciendo la boca agua y el culo gorgoritos pensando en los experimentos que iba a realizar con ellos. Acabarían como Andrómeda, controlados mediante nanomáquinas, olvidando quiénes eran y sufriendo dolores inenarrables. O como Brainiac, mutados e irreconocibles, con el cerebro lavado para ser una herramienta bélica más.

Bien, ¡PUES UNA MIERDA ASÍ DE GRANDE! ¡Pietro Equinox no pensaba rendirse sin pelear! ¡Menos aún dejar a sus colegas en la estacada! Y el hecho de que los refuerzos estuvieran de camino animó soberanamente al Lombax. ¡Si salían de aquella con vida, tenía que invitar a Drevlin a beber hasta perder el sentido! Pero ya pensaría en eso luego. Ahora lo importante era protegerse a sí mismo y a sus compañeros, Andrómeda incluida, hasta que llegaran los refuerzos. Lo malo era que no disponía de ninguna arma lo bastante poderosa como para plantar cara al ejército de bolsillo que tenía Hellstorm ahí reunido. A no ser...

Con toda la rapidez que le permitieron sus ágiles dedos, Pietro sacó su omniherramienta para mandar un mensaje.

Mensaje entrante para: Tío Alister

Autor: Pietro Machine Lover 6000

Asunto: Me abuuuurro...

Cuerpo del mensaje: ¿Dónde andas tíito? Que te estoy esperando y no apareces. Ay, que estás perdiendo facultades... Nada, nada, te comparto mi ubicación para que te unas a esta fiesta que he montado con mis amigos. ¡Besis!

Adjunto: "Ubicación exacta en el mapa de la academia del remitente."

 Con una sonrisa, Pietro pulsó enviar y cogió su rifle de asalto, yendo al lado de Andrómeda para protegerla frente a todo daño. La fiesta daba comienzo.

El odio de Faizer por Hellstorm iba en aumento. Su sola presencia física le provocaba picores y un cosquilleo donde la punta de su dedo rozaba el gatillo de su arma. Aquel hombre era el MAL. Pero lo que terminó por fracturarle el pensamiento no fue la revelación de que Andrómeda era un arma de destrucción masiva, ni que Hellstorm tenía la capacidad de introducir recuerdos en la memoria de cualquiera, ni que su amado padre estuviera interesado en los avances en la biotecnología. - Debe de ser usted idiota si cree que a Faizer puede sorprenderle que Chromos esté interesado en la biotecnología. La guerra es cambiante como una pluma agitada por el viento. Adaptarse o morir. Y no hay pueblo que se adapte mejor a la guerra que Chromos, "Almirante" - 

Los ojos de la chromita se abrieron como platos cuando por fin vio a Ehrmentraup. A aquel científico multimillonario y legendario que había sido objeto de las mayores especulaciones y fondos para apuestas de toda la Academia y probablemente de toda la galaxia. - ¡¿Ese tío gordo con gafas es el jodido Ehrmentraup?! ¿¿What the...?? - Incluso antes de que pudiera acabar su frase, cualquier ánimo de burla o escarnio se desvaneció en cuanto la joven vio lo que quedaba de Brainiac. Joder. Había llegado demasiado tarde. Había fallado. Durante demasiado tiempo había estado ciega y demasiados inocentes lo habían pagado con su vida. Faizer apretó los dientes y miró con odio a Magnus. Él había hecho aquello. Había sido él quien señaló a Brainiac como cobaya por ser diferente. Había sido él quien había destrozado a Andrómeda. La persona que debería haberlos protegido los había entregado a aquella morsa psicótica para diseccionarlos. 

Sin embargo, un nuevo giro de los acontecimientos la dejó pasmada. Cuando la voz del kaspiano sonó a través de los altavoces una sonrisa se perfiló en sus labios. En ese momento habría besado al tonto de Drevlin. De repente cualquier rencor que pudiera haber sentido hacia aquel entrañable funkotroniano cornudo desapareció por completo. - Ni Faizer lo había visto venir. ¡Drevlin Thajal Jallinn eres un maldito genio! - exclamó con voz cargada de admiración, mientras dejaba en el suelo a Brainiac y se levantaba lentamente. Ahora comprendía por qué su amigo Drevlin se había convertido en el maestro definitivo del espionaje funkotroniano. Venía la caballería. Podían sobrevivir. Podían...ganar. Un plan empezó a cobrar forma en su cabeza. Si se lanzaba contra Hellstorm directamente la matarían, pero si conseguía abrirse camino... Si lograba que retrocedieran por un momento podría llegar hasta él y darle la mayor paliza que aquel hijo de puta había recibido en su vida.  Miró a su alrededor y vio una bandeja de laboratorio de acero que había derribado en su carrera hacia Andrómeda. La chromita se agachó y metió el antebrazo por una de las aberturas hasta sacar la mano por el otro extremo. ¿Podría servir como escudo? Estaban a punto de descubrirlo. Con lo que la mayoría de los mortales, humanos o no, considerarían una mirada enloquecida Faizer agarró el subsufil y apuntó al mayor cabrón que había pisado la nave espacial Stellaris. - ¿Oye eso, Almirante? - Efectivamente, en el denso silencio que siguió a las palabras del Mayor se pudo escuchar retumbar el inconfundible sonido de carga del arma que la chromita sostenía con firmeza entre sus manos.- Soplan vientos de muerte y arrastran su nombre - Dicho lo cual Faizer desató el fuego de su subfusil en modo ráfaga hacia la posición de Hellstorm mientras corría hacia delante.

Es la hora de las tortas, Space Cowboys...

* * * * *

@MAX: - No creo que sea muy bueno recibir ese tipo de calambrazos. - Dijo a modo de crítica constructiva. - Creo que se debería esperar a que el sujeto no colabore para luego actuar con contundencia. - Comentó mirando a Hellstorm. - ¿No cree que deberían revisar el protocolo? - Le preguntó. 

Hellstorm esbozó una media sonrisa tan afilada como un cuchillo de combate.

—Yo me follo el protocolo. —sentenció al tiempo que los beats de Vulfpeck vaticinaban el estallido de un violento tiroteo.

—Freídlos. —añadió con gesto torvo mientras llevaba las manos a la espalda, aguardando el holocausto.

El Escuadrón Rojo, que parecía estar disfrutando de lo lindo a base de propinar electrocuciones desacompasadas a nuestro bigotudo héroe, MAX STAR, se dispusieron a carbonizarlo cuando una anomalía entró en su campo de visión.

—Intruso detectado. —alertó un androide apuntando a la figura que apenas emergía de las sombras.

—Roger-roger. —replicó otro androide alzando el rifle de pulsos en la misma dirección.

—Identifíquese o prepárese para ser licuado y servido como nutriente a la Gloriosa Horda Mutante del Dr. Ehrmentraup.

—Di-disculpen, eh... ¿A-a-alguno tiene un bolígrafo negro? —preguntó con voz temblorosa el intruso.

—También me vale azul.

Los androides del Escuadrón Rojo rebuscaron en sus bases de datos el curso de acción a seguir, unas preciosas décimas de segundo en las que una voz áspera, gutural y surgida de la garganta de una bestia de guerra, dijo...

—GET DOWN...

Gary obedeció, claro.

—¡Chispas! ¡Es una trampa! —advirtió uno de los androides de cabezota roja.

—¡Eres un genio, Elvis567! —replicó con amargura otro.

—¡Fuego a discre*

Lentos.

Demasiado lentos.

Fue una andanada rápida y precisa. Cinco descargas. Cinco decapitaciones. MAX había tenido la fortuna de lanzarse al suelo por acto reflejo y eso había evitado que su mostacho ahora mismo fuese un daño colateral.

De las sombras entre las cámaras de criosueño en las que Ehrmentraup conservaba a su legión de mutantes durmientes emergió una peluda figura ataviada en un traje de combate completo, caminando con calmados y confiados pasos. Al principio, debido a la llamativa lanza de energía que portaba, uno jamás habría reparado en que era un lombax. Más bien parecía un incursor de las estepas del planeta Khor V que lucía un yelmo de guerra astado hecho con el cráneo de un dragón bicéfalo al que había estrangulado con sus propias manos. Y hay que ser un cabronazo muy duro para estrangular a un dragón bicéfalo, voto a bríos. Pero cuando se quitó el yelmo y lo dejó caer al suelo, todos los presentes pudieron jurar que aquel misterioso lancero, el último invitado a la fiesta, no era otro que Alister Equinox.

Tío Al.

ALPHA FUCKING ECHO.

—El primero que toque a mi sobrino surcará el éter reconvertido en inidentificable basura cósmica... —advirtió mientras sus ojos pardos destilaban las chispa interior que posee todo guerrero. Tío Al alcanzó a observar a su sobrino entre la multitud de androides, mutantes y demás inadaptados. Jamás le gustaron los amigos de su sobrino, pero al menos contaban como escudos de carne.

—Luego hablaremos de esto... —amenazó mientras le señalaba frunciendo el ceño.

Daba pavor.

Hellstorm entornó los ojos mientras dejaba escapar una vaharada de vapor de sus labios al tiempo que su sonrisa se enfatizaba más y más.

—Me cago en la leche... Se está quedando un gran día para repartir hostias.

Esta vez, descruzó sus manos y se puso en guardia, expectante.

En secreto, deseaba que alguno de aquellos alfeñiques llegase hasta él, atravesando a todo su Escuadrón Rojo.

Así podría enseñarles cómo golpea un HOMBRE DE VERDAD^TM.

MAX podía estar rodeado de integrantes del Escuadrón Rojo, pero ahora tenía un rifle de pulsos (*), una camisa hawaiana táctica y, mire usted qué suerte, un puro táctico ya encendido. ¿Cuándo lo había encendido? Ni él lo sabía, pero no estaba la cosa para desaprovechar una última fumada. Cerca de él, y de forma algo desconcertante, se encontraba la princesa Leia Organa, icono erótico de su lejana mocedad en Aloha, rodeada por un par de aviesos androides comunistas.

Era la hora de repartir collares de malvas para esos chapas.

Era la hora del jodido MAX STAR.

* * * * *

Leia Organa no era tal. ¡Era Pinky Pazuzu! Pero la tentación de utilizar el D-Facer de Angus fue tan grande que ante la inminencia de su muerte consideró apropiado (?) convertirse en la Reina de las Galaxias, sin saber que ello iba a despertar la libido más salvaje de MAX STAR y desencadenar una escena de acción de lo más salvaje y visceral.

No obstante, había otra cosa que Pinky no sabía.

La nana atómica que estaba cantando para calmar los ánimos estaba despertando el SOUL POWER que anidaba en su interior, listo para ser revelado a la galaxia.

Oh, sí, amigos.

Ya lo dijo Drevlin, si estuvisteis atentos.

Hay tres psiónicos en esta historia.

Contad.

¿Cuál nos falta por entrar en juego...?

Oh, baby, I CAN WAIT...

¡Drevlin! ¡No hagas el groupie de nuevo! ¬¬

* * * * *

Faizer Adara, la chromita renegada, la futura forajida de la luna desértica de Khan, estaba desbordada por la ira más corrosiva que había sentido jamás, toda ella canalizada hacia una única persona: ÉL. Sin miedo a la muerte, apuntó su subfusil a Hellstorm. Todo pareció acontecer a cámara hiperlenta, de esa que tanto nos gusta en esta partida. Faizer activó el modo ráfaga y vació el jodido cargador en una tormenta de proyectiles contra el paradigma del despotismo intergaláctico. Para su desgracia, los androides del Escuadrón Rojo que rodeaban a Hellstorm se lanzaron en la trayectoria del fuego enemigo, protegiendo al Almirante e interceptando aquella andanada de destrucción. Ahora, sin embargo, el camino hasta Hellstorm estaba despejado entre una marea de restos de hojalata desintegrada.

Faizer arrojó el subfusil a un lado, ahora vacío y con el cañón ardiendo por efecto del sobrecalentamiento. Corrió y corrió apretando los dientes y sintiendo las sienes a punto de estallarle mientras cargaba contra el sonriente y paciente Almirante, dispuesta a borrarle esa condenada sonrisa de su cara para siempre.

Hellstorm, impertérrito, apretó los puños mientras veía a la chromita cargar contra él.

—BRING. IT. ONNN...

Era extraño. Se sentía acojonantemente vivo desde la Guerra del Primer Contacto con los kaspianos.

Fue el Dr. Yamaguchi el que se dio cuenta de un fenómeno que entre el caos que se estaba desatando pudo pasar desapercibido...

Una bala perdida había impactado contra una de las cámaras de criosueño, dañándola de modo irreversible.

El científico miró a Pietro como Dios debe observar a las hormigas, con un desapasionamiento aséptico y una frialdad superlativa.

—Contémplala... Estás ante la primera de su clase. Una diosa entre mortales. Pronto, los psiónicos gobernarán la galaxia. Nuestra supervivencia, la de todos nosotros, depende de que consigamos controlarles.

Atractivo Boogie, siempre cubriendo las espaldas a su peludo colega, apuntó a Yamaguchi con El Pistolote^TM, solo apto para machotes.

—Petri, solo dilo y desintegro a este pedazo de *PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII-PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII-PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII*

Entonces, algo muy malo ocurrió.

El doctor Yamaguchi se ajustó sus gafas al tiempo que dedicaba una vulpina sonrisa al androide.

—Lo dudo mucho... Elvis109, extermina al lombax, ¿quieres?

Los ojos de Boogie chispearon un instante hasta de tornarse de un hostil color rojo sanguíneo. Al girar la cabeza y encontrarse frente a frente con Petri, el lombax supo que algo iba a fatal.

—Elvis109... *Fzzzzzt* *Fzzzzzzzt* 

Boogie apuntó a la cabeza a Petri.

—Exterminar...

Retiró el seguro.

—...¿Petri?

Silencio dramático.

BLAM!

Y allí estaba MAX STAR, el hombre del bigote más sexy y afamado del mundo fumándose un puro. ¿De dónde lo había sacado? Todo el mundo se lo preguntaba y eso evidenciaba lo poco que conocían la funcionalidad de una camisa aloheña táctica. No te proporcionaba los mejores elementos para el combate, ni siquiera solían ser elementos útiles para realmente nada que pudiera coincidir en una frase con la palabra "táctico", pero... ¡Joder, que bien sentaba un malito habano en aquel jodido momento!

Momento jodido por otra parte. Sobre todo, cuando a un convencido pacifista le caía en las manos un maldito rilfe de pulsos con un +1 al ataque y un daño de 1D12+1 con modo ráfaga de +3 al ataque y +3 al daño. Por suerte, aunque pacifista, era buen tirador y eso le proporcionaría alguna posibilidad de abatir a sus enemigos, porque que fuera pacifista no quería decir que no supiera aplicar la justa violencia en el momento oportuno, pues como todo el mundo bien sabía el dicho romano: Si vis pacem, para bellum. Una máxima latina que significa «Si quieres la paz, prepara la guerra». Aunque a veces se atribuye erróneamente a Julio César, en realidad deriva de un pasaje del escritor romano de temas militares Vegencio, aunque de eso MAX STAR no tenía ni la más remota idea, como de casi nada.

- Es mi hora... - Pensó MAX STAR. - Es la hora del jodido MAX STAR. - Se repitió a si mismo.

- ¡Vosotros lo habéis querido! - Exclamó. - ¡Nadie toca a mis coleguitas! - Alzó la voz a la vez que alzaba el rifle de pulsos y entonces comenzó a abrir fuego contra aquellos androides de color rojo que tanto se habían cebado con él con sus porras eléctricas. 

Faizer corrió con toda la potencia que le permitían sus piernas hacia aquel engendro del infierno que se hacía pasar por humano. Solo hacía falta un rápido vistazo a sus ojos para darse cuenta de que allí dentro no había alma. La chromita no se engañaba. Era consciente de que estaba a punto de enfrentarse a la mayor batalla que había librado hasta la fecha. Aquel hijo de puta era un sucio y un rastrero. Era el jodido Almirante Hellstorm. Pero el odio que consumía a la joven la propulsaba hacia delante. Preferiría morir allí a permitir que aquel ególatra con ínfulas de grandeza consiguiera salirse con la suya. Por una vez había encontrado una causa por la que daría su vida sin pensarlo y estaba dispuesta a llegar hasta el final. 

Faizer Adhara era hija de su padre y por eso mientras corría percibió una debilidad en la defensa de Hellstorm. Aquel cabrón suponía que se lanzaría contra él a pegarle un puñetazo. Aprovechando el impulso de la carrera, Faizer saltó lanzando una patada voladora mientras gritaba al más puro estilo nipón. - ¡¡¡KIIIAAAAAAHHH!!!  - Giró sobre sí misma rápidamente y comenzó a dar pequeños saltitos de izquierda a derecha. Vuela como una mariposa, pica como una abeja. - ¡VAMOS, CAPULLO! LET´S GET SERIOUS! -