Partida Rol por web

Drev, claro, tenía otros planes.

—Me temo que el juego... —Drevlin enseñó sus dientes y mostró su más pérfida sonrisa. —...se ha terminado, simpático gordito. SAYITONEMORETIIIIME! CHO-CHO-CHO-CHORYUUUUUUUKEN!!!

Drevlin voló sobre el nido del cuco, expresión metafórica para reflejar un acrobático salto hacia Ehrmentraup y propinarle un uppercut ascendente, derribando al acroquetado genio del mal, que dio un barquinazo -en francés, barquinaire- que, de nuevo, hizo temblar todas las instalaciones como si un cachalote astral con cuatro elefantes a cuestas coronados por un mundo ideal para los terraplanistas se estrellase contra la astronave.

—¡La dieta del melocotón no te vendría nada mal, ballenato! ¡ESTÁS DETENIDO! ¡JA! ¡Funkotrón 2, Morsa criminal 0! —dijo Drevlin mientras recobraba el equilibrio y buscaba a sus amigos con la mirada para vanagloriarse de su acto de heroísmo sin precedentes.

Entonces se horrorizó.

Alguien había osado acribillar la camisa hawaiana táctica de su colega MAX. Por supuesto, MAX ni se había inmutado. Ilusos. Creían que podían matar a MAX ST...

Un momento... ¿¡Por qué Pinky exudaba oro líquido por la nariz!? ¿¡DÓNDE ESTABA LEIA!? ¿¡Por qué brillaba el cuarzo rosa inserto en el ombligo de MAXIE!?

Pero qué... ¿¡Por qué Faizer estaba recibiendo una soberana paliza!? ¡Si su chromita favorita era una albina anaranjada de armas tomar! ¡HELLSTORM ERA UN PARGUELAS! ¿_No?

¿¡Y dónde estaba Petrucciani!?

Oh, no.

Oh, please, God, no.

No...

Nooooo...

Drevlin inspiró.

—¡¡¡NUUUUUUUUUUUUUUUUUUUOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

Su equipo tenía una baja inesperada para él.

Atractivo Boogie abatido.

Por si todo esto fuese poco, la horda mutante despertaba de su letargo en un cruel giro del destino.

Lo lógico era pensar que Petri desenfundaría primero porque, seamos sinceros, era el bueno de la película.

Solo había que echarle un vistazo a su pelaje leonado, a sus simpáticos ojillos, a su bondad congénita, a su amor incondicional por una asesina psicótica, a su relación de amor/odio para con su tío Alister, a la sincera pérdida que había sentido cuando Boogie se había sacrificado para evitar darle una muerte ordenada por el maléfico Yamaguchi, el villano en la sombra que toda historia de acción y suspense espacial que se precie debe tener... Y un largo etcétera más.

Petri era el prototipo de héroe que necesitaba aquella galaxia. Entonces, ¿por qué desenfundó Yamaguchi primero?

A veces, el Mal gana.

¡BLAM!

El arma vomitó una ráfaga de muerte ardiente. Petri sintió el mordisco de fuego en el vientre y supo que sus posibilidades de salir ileso de allí se habían reducido de un modo drástico y súbito.

—Es triste que el sacrificio de un amigo sea inútil, ¿verdad? —Yamaguchi se ajustó sus gafas mientras esbozaba una sonrisa maquiavélica. —Este androide es un pequeño proyecto personal. Un operativo de reconocimiento. Un centinela implacable. Su función era mantener vigilada a Andrómeda durante su estancia en la Stellaris, motivo por el que probé en él un módulo de personalidad bastante convincente. Su rendimiento ha estado cerca de ser óptimo... Desafortunadamente, debo decir que me siento decepcionado de que no haya acabado contigo a mi señal. Debo investigar esta molesta anomalía...

Yamaguchi apuntó de nuevo a Petri, dispuesto a regalarle el golpe de gracia.

—Buen intento, chico.

Y entonces, un haz de energía separó la mano del científico de la muñeca con un cegador tajo descendente.

—¿Qué parte de "No toques a mi sobrino" no has captado, hijo de puta?

Alpha Echo in the House.

Una interferencia mental penetró en las mentes de los allí presentes.

Un mutado Brainiac, lejos de estar Braindead, sorprendió a propios y extraños enviando un mensaje sucinto.

—Escapad mientras podáis... Son una horda ansiosa de venganza... No conocen el miedo... Hay pruebas de estos experimentos en la consola principal... La clave es... Marshmallow.

—Andrómeda... Ella tiene... El... Código...

Salir de allí debía ser en ese momento su principal prioridad. Salir con vida claro. Cosa compleja ante el curso que estaban tomando los acontecimientos. ¿Quién iba a suponer que un maniaco y demente director de juego iba a poner sobre la mesa un total nada más y nada menos que setenta y ocho feos y peligrosos mutantes? No, eso no lo esperaba el bueno de MAX STAR. Pero como solía decir su padre: "Hay un montón de cosas horribles en las que podríamos estar pensando, pero solo por un día, ¡pensemos solo en el amor!".

Viendo la desolación que habían causado Hellstorm y la estúpida bola de sebo que respondía al nombre de Ehrmentraup, viendo a sus amigos sufriendo en el suelo malheridos y ante una muerte inminente, el fin de todo, la oscura e infinita nada, MAX STAR sólo podía pensar en una cosa, sacarlos a todos de allí con vida. Ese era el motivo por el que estaba allí. No lo sabía hasta ese preciso momento, pero ahora lo sabía. Se necesitaba un jodido héroe y por eso él estaba allí.

El hombre de cuarzo rosa salió a la carrera en busca de una salida. En su carrera debía echarse al hombro al peluche peludo, a su buen amigo Petri y tirar de Fraizer para salvar la vida. Eso era ahora lo más importante. Cada zancada que daba era una zancada menos hacia la libertad, no obstante, los mutantes le pisaban los talones y lo peor era que la amenaza de Hellstorm no estaba todavía neutralizada. Sin embargo, MAX STAR albergaba un arma más poderosa que cualquier puño, fáser, o estrella de la muerte. El arma con la que MAX STAR contaba era la más poderosa de todo el multiverso, el amor.

Y es que aunque a veces pareciera que el amor que podía ofrecer MAX STAR únicamente era en forma de eficiente y emocionante amor sexual, por encima de todo, MAX STAR era un buen amigo y como tal podía ofrecerles amor fraternal. Ese era el poder de su gema, el poder del amor. Y fue el amor el que agarró de la pechera a Petri y lo subió sobre el hombro de MAX STAR, como también fue el amor el que agarró del brazo a Faizer y tiró de ella para sacarla de allí.

- No vale la pena. - Le dijo a la anaranjada albina con seductora mirada. - Ven conmigo. - Todo dependía de ella. Si quería vivir, debía seguirle, si pesaba más el odio y le venganza en su corazón, esa sería su tumba.

Pinky hizo un barrido rápido de la sala tratando de encontrar algo con lo que poder paliar el que ya hubiese gastado casi del todo sus puntos psiónicos, y parecía que había dado con lo que necesitaba: Uno de los aerosoles regeneradores del Dr. Yamaguchi había rodado por el suelo lejos de su infausto usuario, descansaba entre las piernas de uno de esos soldados universales de Ali Express y la pobre piloto tuvo que hacer de tripas corazón, saltando sobre las cabezas de unos, fintando a otros, esquivando disparos y deslizándose por aquel estrecho hueco, alargando sus dedos para alcanzar el ansiado depósito de graffiti vital.

Tras hacerse con él continuó saltando como el puñetero caballo de aquel juego de omniherramienta con el que la distraían para que se olvidase de la teta materna. Max no iba a ser el único hortera de la sala, ella también tenía sus momentos, y más cuando veía todo cayendo a su alrededor.

- Hold on to the night, there will be no shame... - Masculló entre dientes antes de conseguir alcanzar a Max, cargando con sus compañeros.

Sin pensárselo dos veces roció a Faizer con el aerosol-euforizante-autoregenerativo-non-autoerotic-asphiciationed esperando que aquello hiciese efecto a la biología cromita, y comenzó a emitir más zumo dorado por sus orejas, nariz y probablemente ojos (Peor estos seguían ocultos bajo sus molonas gafas) mientras trataba de darle a Pietro unas gotas de inestimable vida.

Al mismo tiempo, trataba de localizar la cabeza de Boogie, con la esperanza de que un buen reparador de tostadoras pudiese recuperar algo de su amigo y... A Andrómeda... Si alguien le hubiese dicho hacía dos minutos que iba a terminar poniendo en peligro su culo para tratar de salvar las divinas posaderas de la morena, posiblemente le habría roto la nariz de un cabezazo, pero había escuchado a Brainiac y algo se tenía que hacer.

- TODO HA SIDO UNA TRAMPA, TITO CROWLEY.- Gritó a Alister. - Y ESPERO HABER LLEGADO A TIEMPO PARA PODER SLAVAR SU HERÓICO Y PELUDO CULO, PERO EL MUNDO DEBE DE SABER POR QUÉ SE LA JUGÓ, LOS OSCUROS SECRETOS DE ESTOS DEGENERADOS QUE SOLO BUSCAN DAR MAL NOMBRE ALA VIDA MARCIAL Y HONORÍFICA, AYÚDENOS A CARGAR CON ESTA MÁQUINA DE MATAR PSICOQUINÉTICA QUE TIENE EL PASSWORD DE PORNHUB DE ESTOS SAPIENTINES MIENTRAS TRATO DE HACERME CON LOS CARTUCHOS DE LA GAMA-BOY QUE CONTIENEN ESA INFO.- No sabía ni si tan siquiera le estaban escuchando, pero Pazuzu necesitaba darse ánimos como fuera.

—That's not gonna happen, chick...

Faizer intentó golpear con la cabeza a Hellstorm sin éxito mientras sentía que la presión que ejercía sobre su brazo crecía por momentos. De repente sintió que su brazo crujía a su espalda. La visión se le emborronó. El muy cabrón de Hellstorm le había partido el brazo. Su gemido de dolor se transformó en un grito de absoluta frustración mientras caía al suelo. Había perdido. Algo profundo y salvaje se desató en su interior, una vergüenza inconmensurable invadió su pecho mientras el peso de su herencia chromita caía sobre ella con la fuerza de un yunque. Hellstorm lo había conseguido por segunda vez. La había humillado. De nuevo. Pensó en la profunda decepción que habría supuesto para su padre si pudiera verla en aquel momento. 

- Puede que aún no lo sepas, pero da igual cuantos caigan junto a Faizer hoy. Muchos más se alzarán. Se ha descubierto vuestra mierda. Ya has perdido, cabronazo - le dijo Faizer notando el sabor de la sangre en la boca. Con horror contempló a aquella horda de seres experimentales que se abalanzaban sobre ellos y sus palabras le sonaron vacías. Nada estaba bien y no volvería a estarlo en mucho tiempo. Aquellos seres eran sus compañeros. Estudiantes de la Stellaris cuyos cuerpos habían sido profanados y alterados para crear abominaciones al servicio de unos hijos de puta sin escrúpulos que harían cualquier cosa para ganar dinero y poder. La joven sintió que una náusea subía por su tráquea. 

La voz de Max le llegó desde algún lugar que parecía muy lejano. - No merece la pena -  Pero Max Starr se equivocaba. Sí que merecía la pena. Matar a Hellstorm era necesario. No solo por todo lo que había hecho, sino por todo el daño que podría hacer si conseguía salir de allí. Aquello no era una venganza. Era la única forma de garantizar la seguridad del universo tal y como lo conocían. Entonces lo supo. Estaba dispuesta a morir. Faizer miró a su alrededor y vio la pistola junto al cuerpo de Boogie. Con sus últimas fuerzas se lanzó a por el arma y desde el suelo disparó con odio. Para su consternación el tiro pasó junto al hombre sin rozarlo. Soltó la pistola y se recostó sobre su amigo caído. Había preparado su alma. No tenía miedo. Faizer observó a la horda a punto de llegar hasta ella y una triste sonrisa afloró a sus labios. 

En su mente, había sido la jugada perfecta. Yamaguchi caía por sus certeros disparos, salvando a Andrómeda de su manipulación y dándole una vida perfecta junto a él. Pero por desgracia, el destino tenía otros planes para él. Y es que, por muy bien planeado que el lombax tuviera la estrategia en su cabeza, Yamaguchi fue más rápido.

Escuchó claramente el sonido del disparo, pero no fue consciente totalmente de lo que había pasado hasta que vio a su tío Alister cortando la mano del doctor que empuñaba la pistola de Boogie. Pietro cayó de rodillas mientras sentía que le subía una náusea de sabor metálico a la boca. Entonces sintió el dolor, agudo, ardiente, desgarrador. Podía sentir cómo se le escapaba la vida por la herida del vientre. Quiso gritar. ¡Se iba a morir como no recibiera sistencia médica inmediata! Pero, ¿a dónde ir? Estaban enfrentándose a los dirigentes de la academia y cualquier otro centro médico que quisiera atenderles estaba demasiado lejos como para poder llegar allí con vida.

El mensaje de Brainiac le llegó alto y claro, pero en su estado, ¿qué podía hacer? Casi no podía ni ponerse en pie y sentía que se iba a desmayar en cualquier momento. Afortunadamente, sus compañeros vinieron al rescate. Max apareció para cargar con él al hombro mientras que Pinky se acercó a él para hacer no se qué demonios que le cerró un poco la herida. Aún necesitaba asistencia médica, pero al menos ahora tenía una oportunidad de sobrevivir.

Con toda la rapidez de la que fue capaz, Pietro echó la mano a uno de sus bolsillos, sacando un lápiz de memoria portátil que entregó a Pinky.

 -Guárdalo todo ahí, preciosa, está vacío y tiene capacidad de sobra. Y por favor, no te mueras.

Porque aunque apenas había podido verlos en condiciones, sabía que un jodido ejército de mutantes estaba recién despertado y listo para desayunarselos a ellos y al resto de la academia de paso. Se alegró sobremanera de que Pinky estuviera dando las órdenes pertinentes, ya que a él las fuerzas no le daban para mucho más. Si salía de aquella con vida, iba a tener sendas largas conversaciones con Andrómeda y con su tío. Tenía demasiado que decirles a ambos.

We're approaching to DA RED ZONE, Boss.

But...

AT THE SAME TIME...

We're reaching the top of the LOVE-Meter...

Daaaamn... Debo haberme pasado con mi ración de CUTIE PIE...

* * * * *

La situación estaba más tensa que el final de la tercera parte del Padrino.

Petri estaba herido de muerte con una mano cercenada a modo de boina. No era una prenda de diseño, claro. Se trataba de la mano del Dr. Yamaguchi, el cual se había visto mutilado por un acrobático tajo de la lanza de energía de Tío Alister. Faizer estaba hecha un cromo -proveniente del planeta Chromos ¡JA!- y, para su deshonra personal, había fallado un disparo a bocajarro contra el villano deweyano más recalcitrante de la galaxia. Pinky casi había gastado sus reservas psiónicas sanando las heridas de MAXIE STAR y ahora se había llevado la cabeza -lo que quedaba de ella, al menos- de su siempre Atractivo Boogie, no quedaba claro si como funesto recuerdo o en el deseo de que el maléfico narrador le reservase una última sorpresa para alabar el sacrificio heroico del androide favorito de esta panda de incipientes forajidos espaciales. Y para terminar, MAX STAR, ahora conocido como EL RENASIDO^TM apelaba al LOVING POWER, para salvar a sus amigos justo cuando una horda mutante se abalanzaba contra el Escuadrón Rojo. El cuarzo rosa se le había subido al mostacho, no había duda.

Pero el DRAMA, amigos... ¡ESTABA A PUNTO DE ESTALLAR!

Los integrantes del Escuadrón Rojo sufrían bajas de modo imparable mientras tiroteaban a la imparable horda mutante.

Se escucharon lamentos robóticos de todo tipo.

—¡No podemos contenerlos! ¡Son demasiados! —dijo Elvis491 vaciando el cargador de fusil de plasma en un feo adalid de Nurgle con un vomitivo tentáculo bucal agitándose con aviesas intenciones que se le acercaba con aparente inmunidad ante su armamento.

—¡Roger, Roger! ¡Nos están fagocitando! —confirmó un moribundo Elvis783 mientras un mutante de torso dentado devoraba su brazo mecánico.

—¡Yo aún diría más! ¡Nos están engullendo! —añadió a mayor abundamiento un semicorroído Elvis067.

—¡JA! ¡Has fallado, mamonaso! —dijo Elvis444, el más suertudo de todo el escuadrón asesino, cuando esquivó un salivazo de un traicionero mutante que pretendía, no se sabe bien por qué, acertarle con un escupitajo en la testa. —Si hemos de morir... Moriremos como el auténtico Escuadrón Rojo. ¡GRANAAADAAAAAA!

¿He dicho antes que Elvis444 era el más suertudo del escuadrón asesino?

Mentí.

—Oh, mierda^TM.

Elvis444, granadero de la leyenda.

Fue una condenada explosión de la hostia, ¿os lo he comentado?

Quiero decir, un jodido bombazo cuya potencia se vio incrementada por la cantidad de productos químicos y sustancias inflamables que había en aquel turbio laboratorio subterráneo.

Fue un estallido de tal violencia que habría podido matar a más de 78 mutantes.

Con eso lo digo todo.

Y salvando todos los metachistes que incluye este pequeño mensaje, conviene señalar que la estúpida y ridícula muerte de Elvis444 sirvió para algo, pues abrió tal destrozo en la estructura de la pared por la que descendía el elevador que, ahora, de hecho, se atisbaba una salida real de aquel infierno de llamas, muerte y mutantes encolerizados.

Yamaguchi, ahora apodado El Manco de Ojos Rasgados, maldijo su suerte entre gritos de dolor y, preso de la desesperación, trató de escabullirse entre aquella masacre recuperando su mano cauterizada aprovechando la distracción del lómbax armado con la lanza de plasma. Aquel cabronazo se la había jugado bien apareciendo de la nada como un montón de algo poco higiénico y bastante ninja y cortándole la mano con aquel arma a todas luces extraída de algún hack & slash futurista. Asquerosos y peludos lómbax.

Miró un último momento a la inconsciente Andrómeda mientras gruñía para sus adentros y se deslizaba entre el caos hasta el corredor de emergencia. No le costó demasiado. Los tipos como él son escurridizos por naturaleza.

Dejó atrás su obra maestra, pero no se olvidaría fácilmente de ella.

Tío Alister notó que la nubia de Pandorika le gritaba un mensaje algo incoherente, pero entendió lo más importante.

Le estaba pidiendo cobertura.

—¡Recibido! ¡Cubriré tu sinuoso trasero, chica! ¡Sé que eres la que le pasa sustancias opiáceas a mi sobrino! ¡Sácalo de aquí! ¡Tendremos una conversación más tarde! ¡Eh, bigotudo! ¡Llévatelos de aquí! —Alister trataba de discernir entre el caos dónde estaba Yamaguchi, pero le había perdido de vista.

—¡Mierda! —no tardó en comprender que Pinky jamás llegaría a la consola central si no paraban a esa diabólica POWERHOUSE que era el descamisado, hipermusculado y sospechosamente aceitoso Almirante Hellstorm. Alister Equinox sonrió para sus adentros mientras sentía una ligera aceleración en su pulso sanguíneo. Una carnicería como aquella o la abrasiva caricia del fuego indómito devorándolo todo entre aquel caos no le habían socavado el ánimo ni lo más mínimo. Ni siquiera ver a su sobrino malherido por un disparo a quemarropa. Alister era un veterano. Él danzaba con la Muerte desde largo tiempo y había aprendido a aceptarla como una amante fría e impredecible. De algún modo, el lómbax estaba preparado desde largo tiempo para lo peor. 

Preparó su entrada en acción.

Y esperó.

En dramáticos Capítulos anteriores...

@Faizer: - Puede que aún no lo sepas, pero da igual cuantos caigan junto a Faizer hoy. Muchos más se alzarán. Se ha descubierto vuestra mierda. Ya has perdido, cabronazo - le dijo Faizer notando el sabor de la sangre en la boca.

Con Faizer errando un disparo que habría cambiado el curso de la historia, Hellstorm avanzó incólume entre la terrible explosión, el fuego adornando el horizonte a su espalda mientras el cabrón sonreía con superioridad manifiesta.

—No has entendido nada, jodida estúpida... Yo... Nunca... Pierdo. —Hellstorm parecía dispuesto a rematar el trabajo con el mismo entusiasmo con el que quebraría una rama bajo la bota. La chromita había luchado con valor, pero el Almirante era un rival superior, más curtido en innumerables campos de batalla. Con el brazo roto, Faizer ya no tenía opción. Aún pudo escuchar a MAX entre las llamas decirle que aún tenía una opción... Vivir hoy, luchar mañana.

La chromita no aceptó. ¿Orgullo? Muy probablemente. Chromos criaba guerreros, no pussies. Caer en batalla como había hecho Faizer y sobrevivir podía suponer un destino peor que la muerte.

—Antes de hacer arder tu puto planeta en la guerra que está por venir, me aseguraré de que tu padre sepa la mierda de luchadora que eras, Faizer Adara. —Hellstorm bajó el tono de voz mientras lanzaba un mortal susurro.

—Al menos le haré un favor y sabrá que hicieron bien desterrándote.

<Cambio de ritmo>

Un haz de luz verde centelleó en el aire.

Hellstorm se apartó por inercia, por puro instinto de veterano, evitando así lo que habría sido una espectacular decapitación.

Ante él, un ser pequeño, con unas orejas descomunales de aspecto apeluchado y mirada cargada de resolución se erguía con orgullo, su lanza de energía dispuesta para el combate. 

Hellstorm sabía reconocer a un guerrero en el fragor del combate.

Tenía delante de él a un hijo de puta peligroso.

—Me cago en la leche... Qué jodido gran día. —Hellstorm alzó los puños, listo para el segundo asalto. —Quédate el arma si quieres, muchacho. Te va a hacer falta.

—Seré rápido... Considéralo una cortesía profesional. —deslizó Tío Alister mirando de reojo a Pinky y aguardando que la nubia se pusiese en movimiento a la voz de ya.

En el fragor de la batalla, justo cuando las fuerzas le fallaban y la consciencia le resultaba escurridiza, Faizer notó dos brazos muy flacos rodearla por las axilas.

Se trataba de su funkotroniano favorito.

—¡No puedes rendirte ahora, tontacaaaaa! ¡MAXIE tiene razón! Tu sacrificio será en vano si mueres aquí y ahora. Dejarás que ese psicópata metrosexual gane. Y corrígeme si me equivoco pero... ¿¡No eras tú la que odiabas perder!? Si pierdes, no podrás reclamar revancha. Es algo que me has enseñado, estúpida chromita cabezahueca. ¿Quieres que además de Boogie te pierda a ti también? —Drevlin miró con suma intensidad a la chromita con sus enormes globos oculares, como retándola a responderle. —¡Tenemos que salir de aquí como sea con las pruebas! ¡Ayúdame y ponte en pie! ¡Nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnng! ¡Uf, uf, uf! ¡Pesas mucho más de lo que aparentas! ¿Has estado abusando de las magdalenas? —El funkotroniano esbozó una sonrisa de diamante para animar a la destrozada Faizer.

¿Conseguiría Drevlin sacar a Faizzy de allí a tiempo?