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Celdas de contención

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El concepto de celdas de contención fue redefinido y agregado a la clase NX luego del incidente Xindi, en la cual el NX-01 Enterpise contemplo la necesidad de tales habitáculos en el transcurso del incidente.

La clase NX cuenta con dos celdas de contención fuertemente custodiadas, con capacidad para alojar tres prisioneros en cada habitáculo. Las celdas cumplen la función de prisión temporal para criminales, fugitivos y otros elementos que suponen un riesgo de seguridad y deben ser retenidos dentro de la nave.

 Los compartimentos son de titanio con partes transparentes de plexiglass.

En comparación a las minas de dilitio Breen, las prisiones heladas Klingon, y los mercados de esclavistas Orion, las celdas humanas son habitaciones de lujo.

Ambiente climatizado, agua, comida y una litera acompañan la celda de casi tres metros cuadrados. Solo falta un proyector holografico con bailarinas para que sea el sitio idóneo.

Por otro lado parece que los Klingon han cesado en sus intentos de capturar al mercenario, aunque el contratista podría enfurecer por el contratiempo.

¿Porque demonios quería que Gaheris fuera a la bahía de carga de la nave terrestre?

Ahora es un poco tarde para averiguarlo...

 Con las manos apoyadas detrás de la cabeza, fingía descansar en la litera, mientras observaba alrededor de la celda, buscando cualquier posible punto débil que tuviera la estructura para poder encontrar alguna manera de escapar de a celda. Al mismo tiempo maldecía mi mala suerte, ya que si aquella explosión no me hubiera dejado fuera de combate, hubiera vencido al orión y hubiera podido ir a cumplir mi misión sin problemas...

Gaheris no lo sabia pero las celdas eran habitué para las comunicaciones ilegales y secretas. En esta ocasión el contratista del mercenario entró nuevamente en contacto con el para presentar sus quejas.

Una imagen holográfica poco definida apareció de la nada en la esquina de la celda y comenzó a hablar con el tono de voz distorsionado.

- ¿No debía llegar a la bahía de carga? ¿Porque permitió ser capturado? Deberé rescindir el contrato. Le advierto. - reprocha el sujeto que quiere la joya que Gaheris conserva en su lanzadera Klingon y que es cuestión de tiempo para que la tripulación le eche el guante.

 Aunque me sorprendió la aparición de la imagen, me mantuve impasible, mientras respondí:

 - ¿Que esperaba que ocurriera?. Esto es una nave de la flota estelar. De todas maneras, no es que me dejara capturar, si una explosión no me hubiera dejado fuera de combate, estoy seguro de que hubiera llegado a la bahía de carga. En este negocio, hay cosas que incluso uno no puede controlar, como lo inesperado... De todas maneras, si encuentro la manera de salir de aquí, antes de perder la joya definitivamente, podría cumplir el contrato. Si consiguiera un uniforme...

Jankowsky entró súbito en la zona de celdas, estaba visiblemente enfadado. El hecho de que se hubiera colado un polizón no le agradaba en absoluto, incluso pensaba depurar responsabilidades, como oficial de seguridad que era.

Se acercó a la celda donde mantenían recluído al extraño personaje, y lo miró de arriba a abajo para terminar fijando sus ojos en los de él.

-Quien demonios eres tu y que haces en mi nave.- A Jankowsky le gustaba hacer la tecnica del poli bueno y el poli malo pero con una variante, el poli buen siempre estaba ausente.

 Con una sonrisa descarada, me levanté de mi catre y me situé enfrente de mi interlocutor, con el campo entre nosotros dos:

 - ¿Quien soy yo?. Eso siempre es lo que nos estamos preguntando, ¿verdad?: ¿Quienes somos?. ¿De donde venimos?. ¿A donde vamos?. Y mi razón por la que estaba en esta nave, es que entré un momento para usar el servicio, pero cuando le pregunté a aquella chica por el más cercano, se puso echa una fiera, por la razón que fuera...

- ¿Que esperaba que ocurriera?. Esto es una nave de la flota estelar. De todas maneras, no es que me dejara capturar, si una explosión no me hubiera dejado fuera de combate, estoy seguro de que hubiera llegado a la bahía de carga. En este negocio, hay cosas que incluso uno no puede controlar, como lo inesperado... De todas maneras, si encuentro la manera de salir de aquí, antes de perder la joya definitivamente, podría cumplir el contrato. Si consiguiera un uniforme...

No es mi obligación decirle como hacer su trabajo porque para eso le pago. Ahora deberá improvisar revelando la existencia de “la mercadería” a la capitana De Alba. Entonces tal vez usted pueda terminar su trabajo y cobrar el resto. Adiós. -

Entonces la imagen desaparece cuando un oficial ingresa a las celdas.

El orionita llega caminando tranquilamente. Había solicitado un tiempo para llegar, pero había tardado mucho menos de lo previsto, así que se lo tomó con tranquilidad.

Con una mueca irónica en el rostro saludó con la mano. Solía ser un hombre de acción, más que de palabras, y le picaba mucho la curiosidad de lo que se tenía preparado para el polizón. Una visita no invitada, aunque previsible de que apareciera por allí. Sólo había que localizarle. Lo que le fastidiaba era que las patrullas no lo hubieran detectado antes, pero era mejor así, ya que no hubiera sido de esta manera, tal vez varios hermanos MACO ahora podría estar muertos por este invasor.

- Esperaré. Se calmó a si mismo, con esperanzas de que el comandante no agotase su paciencia.

El desdén y la falta de respeto del recluso en su respuesta enervaron al ya de por sí alterado comandante. Viendo que tenía un apoyo al haber llegado Unger, accedió inmediatamente a una consola cercana y, después de introducir unos códigos que, como jefe de seguridad, poseía, desconectó las cámaras unos minutos. Abrió la celda del indivíduo y con un rápido movimiento lo agarró del cuello golpeándolo contra la pared.

Acercó su rostro a él con un gesto furioso, y apretó. Sabía bien donde llegar, no quería arriesgarse a un consejo de guerra por maltratar a un prisionero pero tampoco le gustaba que le tomaran el pelo.

-Mira niñato, no tengo tiempo para gilipolleces, dime que demonios haces y quien eres si no quieres que parta en dos esa cara de simio.

Se había dejado llevar por la ira, pero debía intimidar al prisionero si quería sacarle algo, era su modo de hacer este tipo de cosas.

No se había dado cuenta que el comandante ya estaba allí, y al ver la "fiesta" se encargó de asegurar la puerta y de que quedara bien cerrada. Tras eso puso un ceño fruncido, ya que esperaba que esto fuer más cómico, y se mosqueó por haber empezado la fiesta de manera tan inadvertida. Eso acrecentaba más aún la cara de mal genio que tenía el grandullón.

Sabía que el líder presente de la "Hermandad de armas" no se podía ensuciar las manos, pero no dudó en colaborar. Crujió los nudillos y se acercó con paciencia, a que el comandante se apartase un poco para empezar el "Reblandecimiento del Pulpo".

 Lejos de intimidarme, la actitud de Jankowsky me dio risa. Ni siquiera noté como su mano apretaba mi cuello o el golpe en la pared, con el cual no me resistí, ya que no me hizo el menor daño. En su lugar, con toda calma, cogí sus manos con las mías y empecé a apretar, con fuerza, mientras le respondí, sonriente y con tono amable y tranquilizador, como si le hablara a un niño pequeño, preso de una rabieta:

 - Vamos, no hay que enfadarse. ¿No querremos que alguien acabe con algo roto, ¿verdad?. No quedaría bien en su expediente...

La insospechada fuerza del prisionero toma por sorpresa al comandante MACO, imposibilitando su acción a favor de tener que pujar por mantener su agarre.

 En ese momento, comenzaba una batalla tanto física como de voluntad y de inteligencia. El Orión deberá entrar a salvar a su superior o de lo contrario lo mataré con mis propias manos...

El joven era decidido y fuerte, se resistía a Jankowsky, pero lo que le sacó de sus casillas era su forma de hablarle, en un tono provocador e irrespetuoso. Y le sorprendió su actitud, confiaba en que viéndose encerrado y con dos MACO acosándolo suavizara un poco su tono, pero no lo hizo.

-Maldita sea chaval, ¿quién demonios te crees?