Partida Rol por web

Erika tras haber dado las opciones, esperó a que el resto diera su opinión no sin antes fruncir el ceño por la actitud de La Capitán.  No estábamos en la Excalibur y de alguna manera debía recordarlo, más que nada porque Erika es su superior. 

-De Alba, recuerde la cadena de mando. No por nada sucedió lo que sucedió dentro del interrogatorio con ud y el primer oficial. - aseveró mientras analizaba la posibilidad de ir separados. Era la mejor opción, la más segura inclusive, aunque ella había pensado en salir a la superficie. A Erika le gustaba la adrenalina, el riesgo y sabía defenderse muy bien. 

Tras meditarlo no muy convencida, pensó en que mejor seria proteger a la Capitán de la Excalibur antes de que a ella, a sabiendas de que si lo estaban esperando en la Sala de control de vigilancia, se pondría muy áspero dado que ese grupo pasó de largo sin saber que dirección había tomado. -Justamente ahí ya veo que están. - pensó al morderse el labio. 

- No, mejor la Capitán y yo por los conductos. Somos más pequeñas y haremos el menor ruido posible. -  ordenó tras pensarlo mejor mientras coge una silla y habilidosamente comienza a trepar,  no era la primera vez que hacia algo semejante, pero si que estaba expuesta a un riesgo real. 

Les quedaba llegar ahí, buscar las armas y abrir paso algunos pisos. Confiaba en las habilidades de Cristina, tenían que avanzar a cada punto como sea.  

El vulcano asintió mientras tomaba una de las sillas en su mano, comenzó a retorcer una de las patas metálicas haciendo palanca en una de las mesas para desprender una de las barras metálicas y dársela a la capitán.

Recomiendo separarnos igualmente para aumentar nuestras posibilidades, puedo avanzar por el pasillo principal hacía el hall, mientras usted avanza por el pasillo interior (303). Si hay vigilantes, lo más lógico es que estén en el hall a fin de controlar los accesos a la planta y los ascensores. De esta forma iré directamente hacía ellos atrayendolos hacía mi, en ese momento desde su posición (303) podría tomar su retaguardia.

A Aakesh no le hacía mucha gracia separarse, pero tenía que reconocer que tampoco era una mala opción, así tendrían más posibilidades de éxito, aunque cuando le tocó ir con el vulcano, no pudo evitar torcer el gesto.

-Señor Sirril, deme otra pata, y si me permite la sugerencia, llevemos una más de repuesto, por lo que pueda pasar. Ayude a la comodoro y la capitán a subir, cuanto antes estén en los conductos antes saldremos.

Aakesh se colocó al lado de la puerta y se puso a escuchar por si oía algo, preparado con la pata de la silla por si la tuviese que usar.

A Cristina no le hacía mucha gracia tener que arrastrarse por los conductos pero lo cierto es que la comodoro tenía razón, ambas eran las más menudas y aptas para realizar aquella tarea. Así pues terminó por asentir.

- Tiene razón señora Schmidt- accedió- gracias señor Sirril- aceptó de buen grado el ofrecimiento del vulcano usando uno de los bolsillos con cremallera para sujetar y guardar la barra- Tengan cuidado caballeros- les dijo seria pero con cierta preocupación mirando a ambos, eran sus hombres al fin y al cabo y su prioridad era protegerlos- en marcha- resolvió esperando a que subiera la comodoro para trepar hacia los conductos.

Erika cuando está dispuesta a trepar, se topa con la tapa del conducto, momento en el cual comienza a ejercer fuerza hacia ella para quitarlo de allí. Ya ocupada con ello, escucha lo que Sirril propone mientras le dedica una mirada un tanto pensativa. - Ellos provienen por la escalera que se encuentra cercana a la Sala donde tuve el interrogatorio con el Oficial, al menos ese acceso ya lo confirmamos con lo que vimos. Lo que resta por saber es si las otras escaleras, las que están cerca de la Sala de Control también están en la misma circunstancia algo que nos dará un parámetro de la situación. Bueno... ya nos enteraremos con la Capitán en cuanto salgamos de los conductos. -  afirma ya al aferrarse con sus manos en los bordes del conducto. 

- Recuerden que el acceso al exterior está a unos metros de aquí, una sala por medio. Tengan cuidado. -  afirma tras contemplar por un segundo a los dos, preocupada pero consciente de que estaban acostumbrados a esto. Se despide al adentrarse definitivamente, cuesta al principio al no tener base para hacer pie pero de alguna forma se lo va ingeniando hasta poder quedar dentro. 

Cristina que estaba justo debajo de Erika se apresuró a echarle una mano. Se posicionó justo debajo de ella. Subió a la silla que había utilizado y la ayudó a subir empujándole los pies con las manos y haciendo un poco de fuerza. Cuando llegó su turno la capitana dio un ligero salto para agarrarse a la trampilla y proceder a entrar en ella.

Todo indicaba que los cuarteles de la Flota Estelar estaban recibiendo un ataque pero ¿como era posible? a Jankowsky le costó salir de su estupefacción. No tenía armas ni manera de comunicarse con el exterior, la seguridad ahí era muy estricta.

Un grupo bloqueó la única salida dejándonos encerrados y fuera se habían oído disparos por lo que si los atacantes tenían armas tendrían que evitar encontrarse con ellos o sería una masacre.

-Espere Ollander, si salimos ahí nos podrán freír a tiros antes de que podamos hacer nada, estamos en clara desventaja, nuestra única posibilidad es si nos damos movido sin ser vistos, no sabemos a quién nos estamos enfrentando o si es un golpe desde dentro. Lo que si se es que no me dejaron entrar con el phaser. Quizá no sea mala idea mantener bloqueada esa entrada. ¿Hay alguna manera de comunicarse con el exterior?.

Sirril asintió a la petición del primer oficial y le facilitó dos de las barras de metal junto una última para Erika quien ya se disponía a introducirse en el circuito de ventilación.

Una vez ambas oficiales se habían introducido en el conducto Sirril se situó en la puerta dispuesto a salir aparentando normalidad, mientras el primer oficial iría por el pasillo interior a fin de poder sorprender por la retaguardia a quien se encontrará el vulcano.

¿Preparado?

Pregunto, mientras abría una rendija la puerta para ver si se divisaba alguien a simple vista.

Jankowsky quería detener mis impulsos, pero mi cerebro racional no estaba de acuerdo. 

-La salida no da al pasillo principal, Jan -indiqué, mientras echaba un vistazo por la ventana más próxima-. Podríamos escabullirnos hacia las oficinas que están a la izquierda. No creo que encontremos armas pero puede que sí una terminal.

Las ideas se agotaban pero estaba decidido a no quedarme allí, de hacerlo sería la muerte para todos.

Ollander insitía en levantar la barricada pero Eduard no lo veía seguro.

-Tienes razon Jack pero no estaría de más que antes echáramos un vistazo. Creo que alguien se podría colar por un conducto de ventilación y arrojar luz sobre la ubicación de los atacantes, si no hay moros en la costa saldremos por la puerta.- también estaba allí el Sargento Urmoz, era un hombre duro y frio, Jankowsky se permitió confiar en él - ¿Tu qué opinas Unger?

Le estaba explicando a Jack Sparrow de mantenimiento de sistemas la noche anterior y justo llego al momento del evento de chupitos cuando nos quedamos a oscuras.

- ¿Pero que diablos...?

Apenas tenemos tiempo de decir nada más. Se oyen disparos, mucho ruido y algunos atrancan las puertas y buscan cobijo. Rápidamente Jack y Jan buscan opciones, la cuestión es no quedarnos con los brazos cruzados, y eso me parece genial.

- Puede ser buena idea, señor Jankwosky. Si es necesario puedo intentarlo yo mismo.

Si de normal Diane nunca se había caracterizado por su alegría y extroversión, aquel día tenía verdaderamente un humor de perros a consecuencia de haber dormido poco y mal. La Excalibur todavía no había zarpado, pero en lo que a ella le tocaba, su trabajo había comenzado la noche anterior y ya había comenzado a quitarle horas de sueño. Evidentemente, el hecho de sufrir un ataque inesperado en el corazón de la Tierra tampoco hizo demasiado por levantarle la moral.

Aunque apenas podía ver nada y menos comprender del todo qué era lo que estaba pasando, se las arregló para acercarse a las ventanas y lanzar una ojeada al exterior. Podían escucharse gritos y disparos desde el pasillo, pero eso no bastaba para descubrir qué estaba pasando. -No puede haber romulanos en los cuarteles de la Flota; sus naves no habrían podido llegar tan lejos sin ser detectadas y mucho menos lograr desembarcar tripulantes... ¿verdad?- No las tenía todas consigo, pero su mente estaba trabajando mucho más lentamente de lo que le gustaría.

Con la luz que se filtraba, distinguió el rostro del señor Ollander mirando igualmente a través del cristal y discutiendo con el que por la voz reconoció como Jankowski. En aquellos meses había olvidado lo lento que podía llegar a ser en ocasiones. -Mis disculpas, pero dudo mucho que los atacantes, sean quienes sean, vayan a darnos tiempo para realizar una votación democrática acerca de cuál es el mejor curso de acción a seguir. Es el Oficial de Seguridad: si tiene un plan, dé la orden y póngalo en práctica y, si sobrevivimos, ya tendremos tiempo de formalizar una queja acerca de su absolutismo.- Le apremió con dureza, confiando en su juicio pero sin poder creer que realmente se estuviera planteando comenzar a pedir opiniones a los presentes. ​-Si el conducto de ventilación es una opción viable, debemos aprovecharlo antes de que nos encuentren y como parece que ya tenemos voluntario no veo la necesidad de prolongar esta discusión.

La opción de enviar a uno de nosotros mediante alguno de los conductos de ventilación parecía no solo viable sino inteligente. Asentí ante el comentario de Jankowsky y el aporte del piloto.

-Señor Lightman -dije-, me parece que jamás habían gustado tanto sus palabras. ¡Adelante!

Tomé una silla y me aproximé hasta el conducto con la intención de retirar la reja que lo protegía. La Doctora Walker arremetía contra Edward y sus buenas formas en tiempos de crisis. Poco había interactuado con ella, por lo que su personalidad no era algo conocido para mí.

Aakesh observó como las dos oficiales superiores ascendían y se metían por los tubos de ventilación

Suerte -pensó

Observó al vulcano, cogió con fuerza la pata de la silla y asintió

Allá vamos

Cita:

- No lo tomemos como una costumbre...- farfullo mientras ayudo a quitar el panel que cubre el conducto de ventilación. - Y esperemos que aguanten mi peso...

Unger, tras la experiencia acumulada, había sido designado para un curso de promoción, pero la lealtad hacia su mentor Silky Mursat, siempre había sido mayor. Este siempre le había pedido que estudiara y se promocionara. Siempre le dio largas, pero ... a un muerto no se le puede decir que no. Así que a su llegada, y tras el duelo pertinente por el compañero perdido, fue a cumplir con una promesa que no hizo. Desde su llegada había estado en la academia, para la promoción y ascenso, pero los útlimos días, ya graduado, se tenía que hacer cargo de su pelotón. Unos 20 "hermanos de armas" entre los que incluso había uno de los supervivientes de la anterior misión. Un chico que había sido un hijo más para el Comandante. Uno que le recordaba mucho a él. Un ojo avispado, una agilidad increíble y una puntería sobresaliente. Ahora era él su mentor, y lo tomaría como protegido. Veía en sus ojos a Mursat, y para el orionita sería como no haberle perdido. El día anterior regresaban de unas maniobras de adiestramiento en el campo. Una semana comiendo lagartijas, mojándose bajo el monzón del sudeste asiático y deseando comer algo caliente. Pero las maniobras no terminan tan fácil. Era el responsable del grupo, así que les tocó hacer recuento de material y equipo, limpiarlo, estibarlo y dar las novedades pertinentes. Tras eso, todos se fueron a la compañía, y los más atrevidos, o inconscientes, se sirvieron una cerveza tras las pertinentes duchas. Nadie se la terminó. Todos quedaban dormidos por todas partes.

Menos mal que tenía una alarma puesta. Si no, habría llegado tarde. Aún así, fue el último en llegar.

No le alegró lo más mínimo ver a todos aquellos conocidos. Incluso le irritó. Le hacían recordar al compañero caido. Al "Hermano de Aras" con el que no podría hablar o servir nunca más. Estaba resentido con ello. Estaba resentido con ellos, e incluso les echaba un poco la culpa. - El dio la vida por ustedes. ¿Qué dieron por él? Ni si quiera la mayoría asistió a su funeral. Un héroe enterrado ... casi solo.

Se sentó alejado del resto. No quería dirigirles la palabra, y menos aún que se la dirigieran a él. Ygual su contestación sería un puñetazo relajante en los dientes para que rápidamente la impertinente voz desapareciera de su espectro auditivo. Incluso alguno tenía un debe, en positivo, y tenía interés en saldar la deuda. - Alguno compró todas las papeletas para un guantazo, y yo le daré su "merecido premio".

Navegando por sus pensamientos empezaron los disparos. No dudó en apartar sus pensamiento y aprestarse a la acción. Empezó a arrancar uno de los asientos, para usarlo de escudo, y mientras el comandante MACO le hizo una pregunta. Miró hacia los conductos de ventilación y sacudió la cabeza, mostrando un rostro de incredulidad. - ¿Pero tú me has visto? Tendrían que hacer ese caño tres veces más ancho y aún así no me cabría la polla. Sus pensamientos acumulaban más odio por momentos. Tanto que si no es porque se estaba descargando en arrancar la bancada de asientos, igual el comandante tendría que ir a buscar un cirujano maxilofacial para que le reconstruyera la cara. Eso, que era comandante y que estaba lejos. Sobre todo, que estaba lejos. Arrancando algunas fundas improvisó algo con lo que atarse en el pecho lo que había conseguido "rescatar" de los asientos, y tomó uno en el brazo, cual escudo.

Sacó la linterna que tenía en el bolsillo y fue hacia la puerta. Protecciones delante y linterna en mano se plantó ante la barricada de juguete. Comprobó dos veces que funcionaba la linterna y se dispuso a salir sin dudarlo. Sin preguntar. Sin esperar a nadie.

La cantidad de elecciones es limitada. Media docena de ventanas ubicadas a dos metros de altura del suelo sirven de tragaluces, que para llegar a ellas es necesario apilar algunos taburetes o ser muy atlético y colgarse de un salto.

La única salida se encuentra bloqueada por sillas y algunos de los presentes que intentan salir en contradicción con las acciones y consejos.

Por otro lado el sistema de ventilación posee cuatro accesos desde el techo y parte alta de las paredes, pudiendo llegar a estos unicamente por medio de torres improvisadas de pupitres y taburetes en trabajo conjunto de dos o tres personas. Quizás el tamaño de los conductos de ventilación sea suficientemente grande para permitir el paso a gatas de una persona a la vez.

Todo aquello fue en lastre cuando el coloso Orionita -con mirada de odio por lo sucedido en el puente con Silky – actúa por cuenta propia y sale al pasillo como una tromba luego de quitar la “barricada” y a aquellos que estaban en medio.

Al salir al pasillo un agente de seguridad interna de los Cuarteles generales se aproxima desde lejos, por la intersección de los pasillos que llevan al corredor principal.

Para ese momento Lightman, con ayuda de Ollander, se encuentra con medio cuerpo dentro del conducto de ventilación. Diane por otro lado al mirar hacia el exterior no encontraba nada inusual, ni en el campus ni en el cielo. Ni naves de guerra Romulanas ni nada fuera de lo común.

Sirril y Aakesh salen al pasillo y toman dos caminos separados con la única finalidad de sorprender al enemigo en la posibilidad de un encuentro sorpresivo.

La verdad no se encuentra tan lejos, porque un guarda se encuentra en la intersección central, junto a las dos salas de conferencia que ahora están completamente vacías.

El guardia al descubrirlos por un instante apunta a los dos con su pistola pero finalmente decide abrir fuego sobre el hindú, el cual estaba saliendo del pasillo situado a casi siete metros.