Partida Rol por web

James sonrió por un momento mientras esperaban la respuesta, la doctora no sería una fuente de información y estaba tan confundida como ellos con todo lo que estaba pasando.

Sí, hemos venido en esa nave aunque no es nuestra originalmente.

James tomo nota del mensaje al ver que se iniciaba nuevamente la comuniación desde el otro lado.

Parece que todo va bien y que la radiación es estable, creen que alguna nave ha podido salir de la bahía.

Cada vez todo era más raro y sin duda algo oscuro sucedía en aquella nave, no era una nave de salvamento o al menos no solo eso.

Echemos un vistazo a ver si econtramos algo de utilidad. Tu traje no tiene mucho óxigeno y cuando salgas de aquí hemos de asegurar tener una salida.

Sin la presencia de un oficial superior y ante la notable ausencia de ellos Hope y Artemisa deciden volver, cruzando por el espacio hasta la Princesa de Nueva Orleans e informar las novedades, que pese a no ser muchas es importante remarcar la perdida de contacto con James y Ellen.

Cuando lleguen Hope irá al puente a hablar con los demás oficiales en busca de asistencia.

La nave, de la cual proviene James y Ellen, es un símil de un ave, cuyas formas básicas recuerdan a también a un avión de pasajeros supersónico y de gran fama en los años ochenta. Es lo primero que recuerda la doctora al ver por la ventana la nave espacial y sus señales luminosas de código morse que llegan en forma de respuesta para James.

También es preocupante el límite de treinta minutos de exposición a la extraña radiación y que el traje de James ha estado indicando hace bastante tiempo. Su ventana de seguridad de achica al punto de quedar solo diez minutos de seguridad. Pasado ese tiempo debería volver hasta el acceso por donde ingresaron. Allí es seguro.

Por lo tanto el comandante de la Franklin decide buscar en el puente y en el cadáver del antiguo astronauta allí encontrado en una de los asientos de la cabina.

Al revisar en uno de los bolsillos del traje espacial del piloto James halla una pequeña moneda de metal, bastante gastada. Su acuñado es primitivo, incluso para los estándares de la era industrial en la Tierra. La moneda, del tamaño de un dedo pulgar, es redonda y su grabado recuerda una flor o una estrella primitiva por su simbolismo básico. En la cara opuesta una animal similar a un león es retratado.

Solo que para sorpresa de ambos la mano de James que sostiene la moneda es atrapada por el difunto astronauta del traje espacial color negro. El desgastado guante negro sujeta con firmeza el puño de James, a la altura de la muñeca.

-E…eso es…m…mío- susurra.

Y la débil voz del piloto se asemeja a un sonido gutural y primitivo, una cacofonía ahogada en desuso por decenios del frio espacial.

Impresionada por las vistas que se contemplan desde aquella ventana, donde una nave imponente parece estar allí a la espera de algo, desvía su mirada caoba hacia James cuando éste responde a sus preguntas y sin poder ofrecer más que interrogantes que revelan su estado de completa confusión, asiente a las palabras del Oficial. - Si eso es posible, hay más sobrevivientes. - responde analizando aquello como si fuera un hálito de esperanza al cual aferrarse. 

Y mientras estando de acuerdo con la sugerencia de aquel hombre, comienza a revolver lo que está en el puente, pero antes de dar un paso más, es aquella rota voz la que en parte la detiene en seco. No podía creer que aquel hombre estaba vivo, así que haciendo uso de sus capacidades médicas, se acercó para revisar sus constantes, y ver si tenía alguna herida visible que pueda atender con la precariedad de elementos que allí se encuentran. Siempre una vida valía la pena, sin importar la condición, para Clem era su prioridad. 

- Lo revisaré, es increíble que haya sobrevivido a esto. - comenta la Doctora mientras se acerca al rostro del astronauta, así puede hacer contacto visual. - Te revisaré, soy Doctora. Intenta mantenerte quieto, por favor. - termina por decir la rusa, ya revisando con la mirada el cuerpo de aquel hombre que escondido dentro del traje se encuentra. 

Primero me dirigí a la consola central de la bahía (2) para recabar información de los logs de actividades. Quizá las funciones primarias del ordenador me dejaran saber qué había sucedido. A continuación, seguí hasta el laboratorio (4), donde comprobaría que habían estado haciendo allí e incluso exploraría el propio computador de la recámara en búsqueda de información histórica y sobre el cubo.

La energía es suficiente para mantener los sistemas secundarios en línea y con algo de maña activar algún computador. En cambio recuperar los registros es tarea del computador central MADO, porque todos los ordenadores actúan como simples terminales tontas de MADO. La única excepción son los ordenadores de navegación de la cabina de mando donde Ellen y su compañero habían logrado recabar un mínimo de información. En la sala de reparaciones la situación fue la misma, sin posibilidad de obtener datos relevantes.

Las opciones se acortaban, llegando a una salida, la única posible. Activar a MADO insertando los módulos lógicos recuperados del difunto piloto.

Nuevamente no conseguía nada. Todo parecía cerrarse en la única opción de reactivar el computador central de la nave: el MADO. No obstante, si había algo que no me gustaba era aquel cubo misterioso que soltaba una radiación leve pero letal en largos períodos de tiempo.

Sopesé la idea de sacarlo de la nave con un Pod. El tiempo que me llevaría la operación era demasiado valioso como para desperdiciarlo en eso, tendríamos que arriesgarnos a reactivar la Discovery con el artefacto dentro.

Regresé a toda velocidad hacia el puente.

James comenzó a registrar el cuerpo del piloto cuando encontró algo en uno de los bolsillos. Al sacarlo del bolsillo el comandante pudo apreciar una especie de moneda grabada pero la sorpresa llegó cuando la mano del piloto pareció aferrarse al brazo de James.

La reacción del militar no se hizó esperar y casi instintivamente su mano fue a parar a su phaser enfundado, tras el primer impulso James no llegó a sacar el arma, era imposible que aquel hombre hubiera sobrevivido expuesto al espacio y sin oxígeno pero fuera lo que fuese sin duda parecía lo suficienemente débil como para no representar una amenaza real.

Clementine se apresuró a revisar el estado del piloto mientras James sin fiarse lo más minimo vigilaba la operación, aquello no tenía sentido pero la mínima posibilidad de encontrar respuestas merecía la pena soñar.

¿Como podemos ayudarle?

Regresé a toda velocidad hacia el puente.

Volviendo sobre sus pasos Ellen llega al nivel de la cabina y puente de mando. Solo que antes de abrir la puerta recuerda que debe avisar antes porque del otro lado hay una atmosfera restablecida con gran esfuerzo. Si abre ahora la puerta el aire escapará y asfixiara a James y a Clementine.

¿Cómo hará Ellen para avisar a sus pares que antes deberían colocarse los cascos?

El astronauta lentamente se incorporó. Primero usando como asidero cualquier superficie hasta finalmente sostenerse del asiento, abrazando el respaldo. Cuando Clementine se acercó a examinarlo el paciente detuvo su avance cuando este usó una de sus manos como una improvisada barrera.

-No necesito doctores. ¿Cuál es vuestro propósito en la nave? – preguntó con mejor compostura pese al anonimato que ofrece el traje espacial. Los conductos de aire al estar rotos ahora permiten el lento ingreso de aire respirable a su traje, y con ello el deshielo que cubría parte de su traje y de su casco. Desde luego todo parece una escena irreal, con un piloto “despertando” luego de haber estado cientos de años expuesto al vacío espacial y a una radiación nociva tanto para maquinas como para hombres.

Detrás del visor la mirada firme de un hombre exige respuestas a James y compañía.

La mirada de Clementine cuando éste se niega a ser revisado, se dirige hacia James preguntándose un montón de cuestiones que a la vista saltan como alarmas dejando en claro la situación de que algo no está bien. Pero lejos de ofrecer resistencia, la Rusa dio unos pasos hacia atrás con tal de brindarle ese espacio que el astronauta requiere y más aún por un sentido de supervivencia ya que nada de todo lo que está sucediendo tiene sentido. 

- Soy una pasajera de esta nave. - responde mientras continúa caminando hacia atrás, la Doctora es capaz de defenderse, pero aún sigue desconfiando de lo que ve. No obstante como en el oficial que la ha rescatado, se ve idóneo para controlar esta situación, prefiere que directamente sea quien se haga cargo de esto mientras ella no le pierde pisada, al desconfiar en demasía, pese a no tener una explicación científica de lo que ve. 

La falta de comunicación era todo un desafío en aquellas circunstancias. Golpeé la puerta sellada varias veces y aguardé alguna respuesta. Mientras lo hacía, tenía que pensar otras posibilidades. Quizá el metal de la escotilla fuera demasiado grueso o por algún motivo mis compañeros ya no estuvieran del otro lado, por lo que, mientras aguardaba que mi rudimentaria acción tuviera el efecto deseado, me dispuse a indacar entre los circuitos y tubos que comunicaban ambas recámaras.

Tal vez podría transmitir algún mensaje en código morse al otro lado de la puerta, mediante algún mecanismo electrónico que pudiera acceder desde este lado o simplemente golpeando alguna tubería que conectara con el puente.

Sin tener tiempo casi a quitarse el asombro de la situación, el astronauta comenzó a hablar pidiendo explicaciones de quienes eran. James empezaba a estar cansado de que todos le pidieran explicaciones y nadie diera una sola respuesta de utilidad, pero aquel ser debía ser diferente. Alguien o algo capaz de aguantar la nada del espacio debía de tener más de una respuesta.

Mi nombre el James Stevenson, hemos encontrado la nave a la deriva y pensamos que podrían tener problemas.

De momento aquello bastaría.

¿Que ha pasado aqui? se que desconectó la computadora de la nave.

Un sonido en la puerta puso un nuevo foco de atención.

Al oir la puerta la James le pidió a la doctora que comprobará quien llamaba

Seguramente será Johnson, pidale que informe de situación a traves de su pad

James lo hubiera hecho el mismo, pero todavía no sabía que podía esperar por lo que prefirió alejar de la amenaza a la doctora.

- O polizones diría yo. aseveró
- Jamás aprenderán. No hay forma de detenerme. No importa cuántas naves envíen por mí, aunque no reconozco tu traje de combate - dijo señalando a James y su traje ev Klingon - pero el de ella es de mi nave - añadió al caminar hacia los ventanales y descubrir la D5 Klingon. Es difícil descubrir los gestos del astronauta vuelto a la vida por milagro, pero al ver el crucero de batalla Klingon su respuesta fue notable. Desde allí también se podía observar el planeta gigante gaseoso y sus muchas lunas.
- Esa nave no es de la tierra. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? No se les ocurra restaurar a MADO. Ha sido pirateado por mi androide sirviente.- advirtió señalando a James y ante la evidente ausencia de los módulos lógicos del ordenador central.
De alguna manera el astronauta no parece tener a los dos presentes. Si en cambio, por el tono de su voz, le preocupa otra cosa.

El astronauta pareció estar mejor de lo que James esperaba pues se levantó de su silla por sus propios medios.

James se echó un paso a tras hacia la puerta para reunirse con la doctora mientras mantenía su mano sobre el arma.

Quien eres?y como has sobrevivido al vacío? dijo James directamente, aquella criatura empezaba a dar mala espina a James quien golpeaba la puerta mientras esperaba respuesta.

doctora, será mejor que se siente susurro James intentado decirle que era más que una sugerencia.

Se oyen golpes en la puerta con un mensaje en morse.

informe

La situación comienza a torcerse como era previsible, más aún cuando las indicaciones del Oficial al principio la desconcertan, pero al comprender de que ve a ese sujeto como una amenaza, le encuentra la absoluta coherencia a todo. Es que si bien, a nivel médico es imposible que este ser humano sobreviva a tanta exposición de radiación sin oxígeno, algo malo hay detrás cuando esas respuestas llegan a los oídos de Clementine. 

Pero lejos de ofrecer resistencia, la Rusa asiente conforme ante la orden de James mientras se sienta en contra de la puerta, ya que estaba allí intentando ver quien era. Pero al no tener ventanas, sólo había que dejarse guiar por el oído y ese lenguaje Morse que de momento ellos utilizaban para comunicarse, algo que desconocía completamente. 

No obstante como ella en realidad tiene un entrenamiento físico de años, aguarda en alerta por si debe hacer algo más, no es una dama en apuros por más que lo aparente. 

La ausencia de atmósfera del lado de Ellen comenzaba a preocuparle. Si del otro lado hacían señales sonoras, por golpe, ella no las escucharía. Aunque sí estaba segura que su llamado había sido escuchado del otro lado. ¿Que haría? La situación no podría ser mas problemática al no contar con las comunicaciones.

Lentamente el “astronauta” abandono la vista exterior de los ventanales y comenzó a andar hacia James, de a un paso a la vez. Alzó sus manos hasta la altura de su pecho, dejando entender su desinterés en actuar con violencia.

-No me agrada que me interroguen desconocidos en mi propia nave. Tal vez deberían abandonar mi nave y seguir su camino. -

Al llegar a la linea de asientos de los pilotos se detuvo.

-Si piensa abrir esa puerta y dejar que el aire se escape debe saber que es una mala idea y que lo tomare como un acto de agresión. Uno inútil porque puedo contener la respiración el tiempo suficiente para destruir sus visores y dejarlos morir por exposición al vacío del espacio. Su arma no puede dañarme, y si lo intenta también lo consideraré un acto de agresión hacia mi y mi nave. - amenazó a James sin tapujos.

Y allí, de pie y completamente erguido, su altura era equiparable a la de James.

Sería imposible esuchar la respuesta del otro lado de la puerta salvo que mantuviera una mano apoyada en su superficie. Mientras rebuscaba entre cables y tuberías, intentando enviar un mensaje, no quitaría la mano de la puerta, de esta forma cualquier respuesta llegaría a mis oídos a través del traje, por más leve y distorcionada que fuese.

Aún así, aguardaría unos minutos. Los suficientes como para darles tiempo a reaccionar y luego, dada la emergencia, abriría la escotilla sin más. Tendría suficiente tiempo como para cruzar al otro lado y volver a cerrar la puerta, mis compañeros se quedarían sin aire pero estaba segura que tendrían la destreza suficiente como para ponerse nuevamente los cascos.