Partida Rol por web

La primera decisión ya estaba tomada. En el puente de mando podrían intentar hacerse una idea de la distribución de la nave y organizarse. Así, se encaminaron a la puerta de la izquierda, a la proa, para llegar al puente.

Como en cualquier esclusa, las dos puertas estancas, a derecha e izquierda, mantenían la atmósfera en el resto de la nave. La pequeña ventana permitía vislumbrar, a pesar de la penumbra, que al otro lado seguía un largo pasillo que se perdía en la oscuridad. A la altura de la vista, en un lugar de la puerta que no era posible pasara desapercibido, un indicador mecánico mostraba que a ambos lados de la puerta había una atmósfera respirable que permitía el desbloqueo y apertura de la puerta.

Los sistemas automáticos de apertura no permitirían que se abrieran en caso de no estar correctamente presurizada. Sin energía, las puertas quedaban bloqueadas y sólo era posible abrirlas de forma manual. Como mecánico, Jenssar sabía que la apertura manual estaría, como en la escotilla exterior, disimulada cerca de la puerta y que, con las herramientas adecuadas podría acceder al mecanismo y desbloquearlo. En entre el Duros y el Humano abrieron la puerta sin problemas.

El largo pasillo no presentaba daños. Era un pasillo de servicio, sin otros accesos o instalaciones visibles. El pequeño droide sonda avanzaba por delante del grupo, con Jenssar y Rico detrás, con las armas preparadas. Cerrando, Yast y Karnwa, junto a la Nautolana con la lanza en ristre.

Al final del pasillo había otra puerta cerrada. El indicador mecánico indicaba que al otro lado no había presión

Avanzo por el pasillo detrás de los pilotos. Llevo en una mano el blaster, y en la otra mano un cilindro metálico. Es como caminar por una tumba. Un aura inidentificable para mí ocupa todo el lugar, haciéndome sentir intranquila. Al llegar a la puerta cerrada, veo con fastidio que no hay presión. Me acerco a la misma y poso mi mano sobre la puerta. Cierro los ojos y me concentro.

Intento averiguar algo de lo que pasó, dejando las decisiones técnicas para los expertos.

Rezongando en voz baja, Karnwa protesta con pequeños gruñidos por el olor a cerrado de los pasillos, un olor desagradable para alguien acostumbrado al bosque y al aire libre. Avanza sigiloso sin hacer apenas ruido, con la lanza preparada para cualquier sorpresa, olisqueando el aire, intentando distinguir entre el olor rancio y viciado del polvo acumulado algo sospechoso, mientras busca recovecos y agujeros en las paredes de donde puedan surgir problemas... u ocultarse en ellos si aparecen por otro lado. Yast adopta una postura extraña... ¿intentará empujar y abrir la puerta en esa postura? Karnwa la observa con interés un momento, antes de decidir que le toca a él vigilar su retaguardia mientras está... haciendo lo que quiera que esté haciendo. Se coloca detrás de Yast, espalda con espalda, vigilando el pasillo por lo que pueda suceder...

Jenssar observa a Yast realizar otro ademán inexplicable… a esta altura, sus dudas van formándose en certezas, pero no es el momento ahora para conversarlas.

Si no hay presión, debemos buscar una vía alternativa. En una nave de este tamaño hay muchas vías alternativas y sistemas de redundancia. Si no encontramos vías alternativas, siempre podemos usar los trajes de vacío de la nave para avanzar por aquí.

El primer punto muerto no tarda mucho en aparecer, una zona sin presión, es algo peligroso pues seguramente estará expuesta al vacío y frío espacio. Yast hace otro de sus gestos raros, será un tema religioso o algo más extraño, sencillamente puede que le falte un tornillo.

- Haré que el dron de una vuelta alrededor, entre tantos mamparos y pasillos tiene que haber más caminos.

Con este tamaño tienen que existir muchas maneras de llegar.

Posas la mano en la puerta y cierras los ojos. La puerta está fría, muy fría, prueba de que al otro lado está el vacío. Pero no es lo único. Hay muchas sensaciones entremezcladas, oscuras y luminosas.

Los Miraluka te enseñaron a vivir en la Fuerza, pero no fueron la única fuente de las enseñanzas. Recuerdas que una vez llegó al planeta un humano encapuchado. Como tú ahora, iba ligero de equipaje y no estuvo más que unos pocos días. No era raro que llegaran viajeros, con sus negocios, visitas o simplemente de paso, pero recuerdas claramente a éste.

A pesar de que, al contrario que los Miraluka, sí tienes ojos no recuerdas con precisión su rostro. Pero, como tus mentores, sí te fijas, además, en otras sensaciones. Lo recuerdas siempre serio y parco y seco en palabras. Pero también te marcó su seguridad y la calidez que emanaba en los escasos momentos que abría su alma. Tú viviste uno de esos momentos.

Meditabas, con un objeto entre las manos, en un ejercicio similar a lo que tratas de hacer ahora. Llevabas tiempo, quizás horas, intentándolo pero, al contrario que aquí, no había nada. Frustrada, tiraste el objeto y te quitaste el velo. El viajero estaba allí, observando. Los Miraluka decían que era un gris, pero no sabías qué significaba. Quizás algo no muy bueno. Él recogió el objeto y te lo puso en las manos, para tu sorpresa, con gentileza y una sonrisa reconfortante.

- A veces tienes que luchar contra la Fuerza, someterla y dirigirla - dijo colocándote el velo con suavidad. Sólo podías oír su voz grave y suave -; pero otras debes dejar que sea ella quien te muestre lo que necesitas. Sólo espera y escucha.

Escuchaste. Y la Fuerza te mostró.

Tus manos se movían con rapidez y precisión en la consola. La pantalla mostraba los iconos catalogados por la computadora como aliados, hostiles o desconocidos en diferentes colores fáciles de identificar. Pero tú te centras sólo en unos que se acercan a toda velocidad a tu nave. Son misiles. Los puntos van desapareciendo a medida que diriges los sistemas de defensa puntual para destruirlos. Oyes y sientes las explosiones de los impactos que sufre la nave. De momento no se te escapa ninguno. Pero a medida que la batalla recrudece, la cantidad de puntos aumenta. Aumentan demasiado y el sudor empieza a gotear sobre la consola. Son demasiados. Uno supera tus defensas y la consola desaparece para ser sustituida por el dolor y el espacio abierto. El espacio te traga, y te alejas de la nave con rapidez. El dolor desaparece y todo se vuelve oscuro.

La pequeña esfera dio un par de vueltas sobre sí misma antes de volver a recorrer todo el pasillo de vuelta hasta la esclusa de aire.

Era un pasillo de servicio, sin otra puerta a parte de la que ya habían cruzado en la esclusa. En paredes y techo del pasillo, como en cualquier otra nave, se encontraban, a intervalos y disimulados, trampillas de acceso que de seguro revelarían cableados y canalizaciones.

Mi cuerpo se estremece unos instantes. Abro la boca y mi voz surge, quejumbrosa.

-Hubo una batalla. Muchos misiles impactaron en la nave hasta que consiguieron inutilizarla.-  De pronto retiro la mano y me giro hacia mis compañeros.

-Busquemos en el otro túnel. Si no, no quedará más remedio que usar los trajes, pero esta zona quedará también sin aire.

Me giro hacia la exclusa de nuevo, con la esperanza de que por ahí encontremos un camino adecuado.

Jenssar se paró en seco.

Ok ok ok, espera un poco Yast. ¿Cómo sabes eso? Primero tu escena de ojos vendados en la nave, y ahora esto. ¿Eres una especie de médium, una de esas yedis que el imperio ha estado cazando desde hace años? Si vamos a meternos en las tripas de este cadáver flotante, Rico y yo tenemos que saber a qué atenernos y con quien.

-Prefiero que digas que eres una bruja antes que una de esos que se va paseando con un sable láser esperando que les disparen por todos lados.

Acabamos de empezar y poco podemos hacer aparte de buscar el camino, pero mejor aclarar lo de nuestra mística compañera, casi es mejor el ewok, al menos abulta menos y se puede colar por varios sitios.

- ¿ewaka?* - pregunta el ewok, al ver a los dos altos encararse con su nueva amiga, aunque más con curiosidad y perplejidad que enfado. Alza las orejas al oír la palabra Jedi, que suena parecido a Yie-dai, una mago de las estrellas que, según los cuentos de su abuela, bajó a ayudar a los ewoks hace muchas generaciones. No, seguro que están hablando de otra cosa. Aún así, no le ha gustado que se encaren con Yast, que ha sido mucho más simpática y amigable con Karnwa que los otros dos... así que con su lanza preparada, se coloca junto a Yast en actitud defensiva.

Suspiro quedamente. Al ver la reacción del ewok, le trankilizo.-chumaan, per taka tor, hoy lata*- Le digo posando mi mano en su hombro levemente.

-Bien, supongo que os debo una explicación. No soy un jedi, los jedi no existen hace mucho. Pero los Miraluka, con quienes me crié, utilizan la fuerza de forma natural. Es algo innato en ellos. Me enseñaron a utilizarla. Por eso el emperador atacó su planeta.-Miro a Rico- Y que yo sepa no he sacado ningún sable láser a pasear, ni siquiera cuando me perseguían los imperiales.-Digo poniendo una mueca de sonrisa.-Aún.

Bajo la cabeza, mientras miles de recuerdos cruzan mi mente. Mi infancia, mis clases, mis amigos. Todo ello destruido por el mal encarnado en el emperador.

-Espero que eso no sea un inconveniente. Puedo ser de mucha ayuda, e incluso puedo salvaros la vida. Aunque también es cierto que puede ser por mí por lo que esté en peligro. No os miento, compañeros. -Acabado mi discurso, miro a la pequeña bola peluda. ¿Y a él que le digo?

- Prefería lo de bruja la verdad, he visto como han montado cacerías en cuanto detectan a gente con la fuerza, jedis o lo que sean, de momento estamos en esta nave y voy a confiar en ti.

Ojala lleguemos pronto al puesto de mando.

Jenssar habia escuchado historias de los antiguos maestros de la fuerza, capaces de manipular las cosas y la gente a su antojo, pero jamás había interactuado con nadie que afirmara ser una usuaria de la fuerza y no pareciera un claro charlatán. La perspectiva de encontrarse a uno real era fascinante.

Ok Yast, entendemos. Hablas de peligro, y en la Luna errante tuviste un ataque de pánico cuando… hiciste lo que sea que hiciste. Hasta donde sabemos, en esta nave hay solo masa inerte. ¿O no? ¿Sospechas de algún otro peligro?

La compuerta de la esclusa que conducía a popa no fue más difícil de abrir que su compañera. El pasillo de servicio a que daba acceso era similar al que ya habían recorrido; oscuro y sin compuertas n ventanas en sus paredes. De forma similar, en su otro extremo otra compuerta estanca cerraba el paso. Sin embargo, en ésta, el indicador si mostraba que el otro lado no estaba expuesto al vacío espacial.

Tras desbloquear los seguros manuales y forzar su apertura, pudieron acceder al otro lado. El corredor era más amplio. A intervalos regulares, se disponían una docena de estaciones con las consolas de control de las torretas de armamento. Entre ellas, a un intervalo de cada tres estaciones, nuevas compuertas delimitaban el corredor, protegiendo de posibles descompresiones los pasillos perpendiculares que se adentraban en las entrañas de la nave.

Mientras recorremos el camino de vuelta  hacia la otra puerta, Jenssar me hace la pregunta que temía. Miro al suelo. Inspiro. Luego le miro a él.

-Es difícil de explicar. Estaba bucando el origen de la señal que habíamos captado con los sensores. Y entonces vi el casco de la nave. Aunque ver no es la palabra adecuada.-Pienso unos instantes- ¿Sabes cuando estás en un lugar y sientes unos ojos en la nuca, aunque no veas a quien te está observando? Pues algo así, pero mucho más fuerte.

Vuelvo a inspirar.-No detecté peligro, detecté algo enorme, que era esta nave. Y tiene una fuerte presencia de la fuerza, aunque no sé explicar el porqué. Reconozco que me asusté. -Miré de nuevo al suelo avergonzada.-Pero creo que debemos seguir explorando. Si no, haya o no peligro, no saldremos con vida de esta.

Karnwa se relaja un poco. La gente alta habla sin que él entienda del todo que les pasa, es evidente que hay algún tema de tensión entre los dos machos y la hembra, pero no parecen agresivos y lo arreglan con cierta tranquilidad. Acceden a una zona nueva, otro pasillo con más puertas, pero este es más amplio, y nuevos a aparatos cada lado. Tras examinar el pasillo y ver que está tan vacío como el anterior, el ewok se acerca curioso a uno de los paneles. Botones, palancas y pantallas apagadas, sin luces, aparecen como muertas... indagando, pulsa un botón al azar...

Una nave gigante abandonada con presencia de la fuerza? Algo enrevesado, pero eso no nos iba a ayudar a salir de esta, tenemos un objetivo claro y no me voy a desviar de ello por presentimientos.

- Bien en todo caso tenemos que explorar la nave, comprobemos los pasillos que van al interior para ver cual es el más seguro, en cuanto podamos avanzar más rápido podremos reparar nuestra nave, ciertamente no estoy muy cómodo en este esqueleto de metal muerto.

Echa un vistazo a las compuertas para ver cual puede venir mejor para avanzar.

Jenssar asintió ante las palabras de Yast. Por lo menos aparentaba ser sincera.

Tienes razón en que no tenemos otra opción que hacia delante, juntos.

Vayamos revisando estas puertas, empezando la primera. Con las estaciones de tiro aquí, no me sorprendería encontrar las habitaciones y salas comunes de la tripulación, y del otro lado, un corredor similar a este. Si la nave mantiene una lógica de simetría, el corredor gemelo al que encontramos expuesto al vacío puede que aun esté presurizado y nos lleve a proa.

Veo al Ewok jugar con uno de los quadlaser… me pregunto cómo reaccionaría el pequeño si viera el arma realmente disparar.