Partida Rol por web

Desesperación

Es el único sentimiento que puede definir aquella noche que marcaría un antes y un después de una gloriosa época para los caballeros Jedi.

De ser comandantes y generales de ejércitos a convertirse en mártires y espectadoras de primera mano de una imagen dantesca: la traición de los soldados con los que lucharon codo con codo.

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Las explosiones de los blásters destrozando la arquitectura que durante siglos había cobijado a los Jedi servía como banda sonora de una cruel batalla que se había improvisado en un lugar dedicado al estudio, la meditación y el entrenamiento.

Fy-Tor-Ana, Misii y Qual Thek eran tres caballeros Jedi que habían servido brevemente en las guerras clon al igual que muchos de sus compañeros y amigos. Lucharon para liberar otros sistemas, para defender al débil, para preservar la república... pero justo en esos momentos parecía que la mismísima república estaba siendo golpeada desde dentro.

Varios columnas cayeron separando el camino de los tres caballeros. Por un lado estaban Fy-Tor-Ana y Qual Thek, que por buen azar aún estaban vivos. Por otro lado, más allá de la barricada formada por escombros y cadáveres se encontraba Misii, que había quedado atrapada en el ala oriental con algún que otro rasguño.

Los tres caballeros habían conseguido el entrenamiento necesario para sobrevivir en solitario, ¿pero y el resto? todos sabían que allí no solo había adultos, sino también decenas de niños que entrenaban y a los que el Maestro Yoda siempre consideró el futuro brillante de la generación Jedi.

Fue entonces cuando las prioridades quedaron claras: había que proteger a los más débiles y después encontrar una forma de salir de allí. Si existió alguna diferencia entre los tres supervivientes ahora iban a quedar de lado puesto que eran tiempos turbulentos que requerían la máxima compenetración.

Tarde o temprano lograrían reencontrarse los tres, solo era cuestión de tiempo y algo de suerte.

Fy-Tor-Ana había participado en el Asedio de Saleucami estando casi hasta el final de este pero resultó herida por la explosión de un blindado de la federación de comercio y fue devuelta a Corusant ya que la batalla parecía próxima a terminar. 

Habían pasado dos semanas de eso y estaba plenamente recuperada y lista para el servicio, le habían comunicado que mañana sería dada de alta y mandada de vuelta a una misión. Tenía esa tarde y noche para descansar pero no lograba conciliar la paz interna, así qué buscó refugiarse en la lectura y tras sacar una libro de la biblioteca estuvo leyendo mientras paseaba por los pasillos del templo.

Entonces lo sintió, el lado oscuro, acercándose como una amenaza invisible pero ominosa y casi palpable, no sentía algo así desde su entrenamiento para controlar sus propias emociones o enfrentarse a Asajj Ventress pero esto era mucho peor. Llegó el sonido, el de cientos de botas de soldado clón liderados por la figura de un jedi. Nada tenía sentido mientras miraba desde lo alto del templo, a través del ventanal.

A todos nos causó curiosidad y desconcierto, centinelas, guardianes y maestros se asomaron como yo para enterarse de que sucedía de primera mano y entonces comenzó el combate, abrieron fuego a traición y nos pillaron con la guardia baja, nos costó entender si era algún tipo de error y por ello reaccionamos tarde y sin la dureza adecuada. Tener que matar a los que hace muy poco eran nuestros compañeros creó un torbellino de sensaciones encontradas que ponían en jaque la paz y armonía con la que se nos enseñó a luchar.

Llegados al punto actual ya no era un combate, era una lucha por la supervivencia. 

Llevaba ya un tiempo enfrentando a su nuevo enemigo y acabado con varios cuando las columnas cayeron dejándome sola con Qual Thek, los guijarros salieron disparados y varios  impactaron en el cuerpo pero resistió los golpes. Fue entonces con cuando caí en la cuenta de algo. 

-¡Los padawans! Hay que buscar una manera de evacuarlos. -Dijo mientras desviaba un disparo blaster  -Según el protocolo de seguridad deben estar refugiados o escondidos en un lugar seguro.  -Aunque el camino estaba cortado había mas de un ruta para llegar hasta donde se supone que estarían, aunque no iba a ser fácil.

Hacía tiempo que Missi había regresado de aquella estrepitosa misión en el planeta Haruun Kal, dónde perdieron la batalla y con ello una gran cantidad de soldados a manos, si es que se podían llamar así, del General Grievous. La jedi todavía no se había recuperado emocionalmente de todas aquellas muertes. Clones o no, eran formas de vida sensibles. Y con algunos había llegado a entablar cierta amistad.

Aquel ataque, inesperado, la tomó tratando infructuosamente de conciliar el sueño. 

Era desolador. Totalmente confusa, no podía evitar ver, con su particular visión, como sus compañeros del templo caían por los disparos de los blaster de los que hace escasas horas eran sus fieles compañeros mientras se preparaba y acudía a la entrada del templo. Lugar en el que se desarrollaba la mal llamada batalla.

No tuvo ni siquiera tiempo de encender el sable de luz. Nada más llegar, casi fue aplastada por una de las columnas. Tuvo suerte, pero aun así, algunos escombros si lograron herirla.

Al otro lado podía distinguir la presencias de Fy-Tor-Ana y Qual Thek. Era un alivio que estuvieran bien. Entonces su compañera habló acerca de salvar a los padawans. Y tenía toda la razón. El templo sin duda estaba perdido. Lo único que podían hacer por la Orden era salvar a los más jóvenes.

-¡Entendido!- Respondió tratando de refugiarse de los disparos usando la columna que casi la aplasta. -Buscaré por este lado y los llevaré a los hangares. Tal vez aun quede algún transporte operativo-

Qual Thek lo había sentido desde la batalla en el planeta Dorin. El lado oscuro. Durante mucho tiempo lo había achacado al miedo que extendía por la galaxia, algo normal teniendo en cuenta la situación en la que esta se encontraba. Pero en los últimos días, su presencia se había ido incrementando. Y ahora... ahora todo encontraba sentido.

El kel dor paseaba por el templo jedi meditando, buscando una respuesta a aquello que compungía su corazón. Los pasillos del templo estaban más vacíos de lo normal. Sólo se escuchaba el rítmico repiquetear del choque de su bastón contra el suelo. Quizás por eso lo primero que le llamó la atención, incluso antes de la terrible conmoción en la fuerza, fue el sonido de los cientos de pasos de los soldados clon. Y antes de que pudiera darse cuenta, ¡se encontraba luchando por su vida!

Llegado el momento se encontraba repeliendo disparos de bláster junto con Fy-Tor-Ana.

—Pongámonos en marcha—le respondió a su compañera.

El kel dor repasó mentalmente todo lo que sabía sobre la seguridad del templo. A lo largo de las guerras, el templo había sido varias veces objetivo de las conspiraciones separatistas, así que su seguridad y su protocolo se habían ido actualizando. Pero él sólo era un caballero recién nombrado. No era mucho lo que sabía.

Así que confiaría en la Fuerza para que guiara sus pasos.

Fy-Tor-Ana y Qual'thek, tras comunicarse por última vez con su compañera, emprendieron la búsqueda de cualquier otro Jedi que necesitase su ayuda.

A medida que iban recorriendo los pasillos y esquivando los combate innecesarios se preguntaban cómo había sido posible algo así. El desánimo era fácil que nublase sus mentes teniendo en cuenta que un núcleo tan poderoso como era aquel templo no podría resistir durante mucho tiempo tal intensidad de ataque.

De repente sentisteis una leve conmoción en la fuerza. Os mirasteis y entendisteis la situación: había heridos cerca.

Os desplazasteis a gran velocidad allá donde os llevaron vuestros sentidos para comprobar horrorizados como un par de pequeños aprendices estaban intentando liberarse de unas columnas que habían caído encima de ellos.

Ya sea empleando vuestro músculo o la conexión que tenéis con la Fuerza, debíais hacer todo lo posible por rescatar a esos críos antes de que fuese demasiado tarde... a fin de cuentas estabais expuestos a cualquier emboscada por parte de los soldados.

Misii, tras comunicarse por última vez con sus compañeros,  emprendió la búsqueda de cualquier otro Jedi que necesitase su ayuda a la par que intentaba salir de allí.

A medida que iba recorriendo los pasillos y esquivando los combate innecesarios se preguntaba cómo había sido posible algo así. El desánimo era fácil que nublase su mente teniendo en cuenta que un núcleo tan poderoso como aquel templo no podría resistir durante mucho tiempo tal intensidad de ataque.

De repente algo sucedió. Lo sentiste como un escalofrío: acababas de pasar por al lado de la Gran Biblioteca.

No sabías porqué, o quizás no querías reconocerlo, pero sabías que había algo dentro de esa sala que anhelabas y que por cuestiones de código nunca te hubieses planteado vulnerar... pero ahora la situación había cambiado.

Era evidente que el templo caería bajo los traidores de la república... eso implicaría que se perderán innumerables archivos... y artefactos. Nadie te culparía si pierdes unos minutos en intentar buscar aquellos artefactos prohibidos... y más cuando sabes que uno de ellos estaba especialmente vetado por contener secretos Sith relacionados con la resurrección.

Notabas como tu corazón palpitaba cada vez más rápido.

Un sudor frío demostró que una parte de ti quería entrar.

Otra en cambio, prefería seguir con la huida del templo.

Antes de que te dieses cuenta, te encontrabas dentro de la Biblioteca buscando aquel holocrón Sith... sabías que de encontrarlo podrías hallar la respuesta a tu mayor anhelo... si no morías en el intento.

Se alejó del combate en la entrada del templo tan rápido como pudo. Y los que se iban sucediendo por los pasillos y algunas cámaras trataba de evitarlos. Missi tenía bien claro su objetivo.

Avanzaba por los corredores, confusa, mirando en todas las salas, sin encontrar ni uno solo de los más jóvenes. ¿Qué había pasado? ¿Cómo habían pasado de estar a punto de acabar la guerra a tenerla en casa? ¿Y por qué los clones se habían vuelto contra los jedis tan repentinamente? De aliados de total confianza a verdugos.

Demasiadas preguntas y ninguna respuesta que obtener en esos momentos.

Casi había ignorado las puertas de la biblioteca cuando sintió ese escalofrío recorrer su cuerpo. Entró, nerviosa, meditabunda. Sintiéndose hasta mal por seguir sus impulsos egoístas en lugar de estar buscando a los padawans.  Pero...

Pero la oportunidad era demasiado buena. Demasiado tentadora. Los archivos estaban desprotegidos. Los maestros habían desaparecido. Y con el caos y la destrucción... Nadie echaría en falta uno o dos holocrones. Y de hacerlo, achacarían el robo a los asaltantes.

Con el corazón en la garganta, palpitando tan fuerte que creía que en cualquier momento estallaría, Missi fue a buscar ese holocron sith

Comenzaste a mirar de un lado para otro, entre las estanterías y los contenedores. Observabas reliquias del pasado, tomos escritos a mano, holocrones de los Jedi perfectamente apilados, pero tú te guiabas por algo superior.

Por desgracia, no estaba siendo una búsqueda fructuosa. Notabas como la paciencia se agotaba, o mejor dicho el tiempo antes de que tu "desliz" en la Biblioteca durase más de lo necesario.

Escuchaste explosiones que provenían del exterior y eso te hizo salir de tu ensimismamiento. Si no lograbas ahora encontrar el artefacto probablemente habrías perdido la única oportunidad de hacerte con ese poder.

Tenías que concentrarte.

La búsqueda del dichoso holocron le estaba llevando más tiempo del esperado. ¿Por qué estaba tan bien guardado? Se preguntó a sí misma como si no supiese la respuesta.

Las explosiones sonaban cada vez más cerca. Missi no podía permitirse perder mucho más tiempo en la biblioteca. Se detuvo un par de segundos. Respiró. Se calmó. Y con la mente menos atribulada, volvió a mirar.

Tras darse cuenta de que no podía encontrar el holocrón en una situación así, Misii abandonó la Biblioteca con intención de reagruparse con sus compañeros y encontrar así una salida segura del templo.

Por desgracia, su avance fue abruptamente interrumpido por un grupo de soldados clon que tras girar una esquina se toparon de lleno la Jedi.

¡Ejecutad al Jedi!

La orden fue clara, aquellos soldados no se andaban con rodeos y eso provocó que tus sentidos se agudizaran... estabas a punto de enfrentarte directamente a los traidores.

No pudo encontrarlo, estaba demasiado bien guardado. Factor que no era del todo malo, pues tal vez Missi podría volver ya pasado el ataque a buscarlo con más calma.

Abandonó sin perder más tiempo la biblioteca. Los padawans la necesitaban y sus compañeros no podrían esperarla eternamente.

Desagradable fue la sorpresa cuando se topó con los tres clones. Apenas sí tuvo tiempo de encender su sable láser cuando estos dieron la orden.

Sin dudarlo se lanzó a abatir a sus antiguos aliados.

En cuanto vio a los muchachos que necesitaba ayuda fue a por ellos, pero no sin bajar la guardia ante un posible cebo o que hubiese clones cerca. 

En cuanto estuvo a su altura se arrodilló para tenderles las mano o simplemente tocarles y trasmitirles uno poco de seguridad. -Aguantad, vamos a sacaros de aqui. Pero vamos a necesitar que os calméis y uséis la fuerza a la vez que nosotros ¿De acuerdo? Todo va a salir bien. -

Dicho eso miró a su compañero con un asentimiento de que estaba decidida a no dejarlos allí sin hacer todo lo que pudiese. Era un riesgo, podían dispararles por la espalda pero no había otra opción, antes acaban con eso antes se ponían en marcha. Se puso en la postura adecuada de cargar peso.

-A la de tres todos. Una, dos y Treeees.-

Recordó su entrenamiento. Y sobre todo, su experiencia adquirida en la guerra. Cómo solían desenvolverse los clones en formación. Y utilizó todos esos conocimientos contra sus oponentes.

Acercarse de buenas a primeras sería un suicido. Comenzó desviando los primeros disparos y redirigiendo los que pudo a las armas de sus oponentes. No los desarmaría a todos, pero si lo suficiente como para poder acercarse furtivamente.

Y así lo hizo. Haciendo gala de la agilidad propia de un jedi, en un pestañeo había tomado la ventaja llevando el combate a corta distancia. El primero cayó en esa acometida, cuando Missi aprovechó el impulso para cortarle a la altura del vientre. Al segundo, primer lo aturdió momentáneamente con una acrobática patada en el caso, aprovechando la voltereta para propinar un tajo al tercero. Para cuando el segundo se volvió a recomponer era tarde. La jedi le había atravesado el pecho.

Missi no bajó la guardia nada más abatir al último de los clones. Se mantuvo alerta varios instantes, tratando de sentir mediante la fuerza si habían más aproximándose.

Una vez se cercioró de que estaba segura, apagó el sable láser y lo colgó de vuelta en el cinto, mientras recuperaba su compostura y porte sereno habitual.

Iba a seguir pasillo a delante, sin embargo, al saber que estaba segura por el momento, volvió a sentir la tentación de volver a echar un tercer y último vistazo a la biblioteca. Tal vez a la tercera fuera la vencida, como les gustaba decir a los no sensibles a la fuerza.

—Mantened la calma—fueron las únicas palabras de Qual Thek a los aprendices atrapados.

El keldoriano cerró los ojos, inspiró profundamente y buscó su conexión en la fuerza. Nunca la había sentido tan lejana. El miedo, el caos y la muerte desatada por los clones traidores, habían roto el equilibrio. Entonces, un pensamiento sombrío cruzó la mente del jedi. ¿Y Zaressa? Estaría su maestra en la misma situación.

Con el esfuerzo necesario, los pilares derrumbados junto con el resto de los escombros fueron retirados de la zona donde estaban los críos atrapados.

Os sorprendió comprobar como pese a su edad, aquellas personas estaban concentradas, serias, no mostraban miedo. Os recordó cómo el ser un Jedi era mucho más que el entrenamiento en la Fuerza, era el entrenamiento a vencer al miedo, a las emociones que puedan llevar al lado oscuro.

Pocos minutos más tarde los pequeños padawan estaban totalmente a salvo. Hicieron una reverencia y esperaron atentos vuestras indicaciones.

Estabais a punto de explicarles un plan de huida hasta que se escuchó una fuerte explosión. Provenía de la zona donde supuestamente debería estar vuestra compañera Misii. Tuvisteis un mal presentimiento... ¿estaría en apuros? Contabais con vuestro apoyo mutuo, pero ella se encontraba en solitario y no sabíais si realmente estaba herida tras la anterior explosión que os separó.

No teníais mucho tiempo para tomar una decisión, ¿seguir buscando supervivientes por la zona actual? ¿o ir a explorar la zona de la última explosión? 

Teníais presente que ahora vuestra mayor ventaja es que estabais unidos frente a cualquier amenaza.