Partida Rol por web

Desesperación

Es el único sentimiento que puede definir lo que aquella noche marcaría un antes y un después de una gloriosa época para los caballeros Jedi.

De ser comandantes y generales de ejércitos a convertirse en mártires y espectadoras de primera mano de una imagen dantesca: la traición de los soldados con los que lucharon codo con codo.

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Las explosiones de los blásters destrozando la arquitectura que durante siglos había cobijado a los Jedi servía como banda sonora de una cruel batalla que se había improvisado en un lugar dedicado al estudio, la meditación y el entrenamiento.

Carlam, Oso y Suka eran tres caballeros Jedi que habían servidor brevemente en las guerras clon al igual que muchos de sus compañeros y amigos. Lucharon para liberar otros sistemas, para defender al débil, para preservar la república... pero justo en esos momentos parecía que la mismísima república estaba siendo golpeada desde dentro.

Varios columnas cayeron separando el camino de los tres caballeros. Por un lado estaban Oso y Suka, que por buen azar aún estaban vivos. Por otro lado, más allá de la barricada formada por escombros y cadáveres se encontraba Carlam, que había quedado atrapado en el ala oriental con algún que otro rasguño.

Los tres caballeros habían conseguido el entrenamiento necesario para sobrevivir en solitario, ¿pero y el resto? todos sabían que allí no solo había adultos, sino también decenas de niños que entrenaban y a los que el Maestro Yoda siempre consideró el futuro brillante de la generación Jedi.

Fue entonces cuando las prioridades quedaron claras: había que proteger a los más débiles y después encontrar una forma de salir de allí. Si existió alguna diferencia entre los tres supervivientes ahora iban a quedar de lado puesto que eran tiempos turbulentos que requerían la máxima compenetración.

Tarde o temprano lograrían reencontrarse los tres, solo era cuestión de tiempo y algo de suerte.

Las cosas estaban tranquilas estaban en el templo hasta que dejaron de estarlo. Los clones habían irrumpido en el templo y habían empezado a disparar a todo jedi que vieran. Parecía una pesadilla, gracias al entrenamiento supimos cómo actuar y empezamos a desviar disparos de bláster como si no hubiera un mañana, sobretodo para defender con el grupo de padawans con los que estábamos reunidos hacía escasos momentos. 

Tuvimos un momento de descanso cuando unas columnas cayeron bloqueando los disparos y la visión de los clones acercándose hacia nosotros:-Vale parece que vamos a tener un momento de respiro, Suka, Carlam, vamos a movernos hacia el hangar.... Espera y Carlam?-comenté al notar que no estaba junto a nosotros y saqué el comunicador para contactar con él:-Carlam? Carlam responde soy Oso, si me oyes, vamos a replegarnos con los niños hasta el hangar.-y cerré el comunicador sin esperar respuesta, los clones podrían oírnos. 

.-Suka te encuentras bien?-le dije al compañero Jedi mientras me acercaba a él. 

Había sido todo tan repentino, tan inesperado que a muchos nos cogió por sorpresa aquel ataque. No entendía qué estaba sucediendo, por qué de pronto los clones se volvían en nuestra contra acabando con cualquier jedi que se encontrara a su paso. Sin ninguna distinción, ya fueran caballeros,maestros o padawan; viejos o jóvenes, caían por igual bajo los disparos de los bláster.

Pero no era momento para preguntas que no obtendrían una rápida respuesta y lo más importante en esos momentos era ayudar al máximo número posible de compañeros a salvar la vida. Sobre todo los padawans. Ya habría tiempo para lamentaciones más adelante.

Gracias al duro entrenamiento que habíamos recibido, tanto Oso como Suka, los cuales peleaban a mi lado, como yo mismo rechazamos el ataque a base de desviar los disparos, zafarnos, cercenar algún miembro o atravesar con nuestras espadas a los clones que nos atacaban.

Enzarzado como estaba en defenderme y en atacar, no supe en qué momento me quedé aislado del resto. El Templo se había convertido en un infierno y los escombros estaban repartidos aquí y allá; precisamente parte de las grandes columnas había sido lo que me había aislado de mis compañeros.

Por un instante me volví a sentir solo e indefenso igual que cuando Huma murió. Sentimientos que para la Orden debían ser reprimidos, anulados, alejados de uno para no caer en la oscuridad; pero me resultaba misión casi imposible no sentir...

El sonido de la voz de Oso llegó entrecortado hasta mí a través del comunicador. Apenas llegué a entenderle algunas palabras como «padawan» y «hangar» antes de que la comunicación se cortase impidiéndome contestar.

Respiré hondo un par de veces para tranquilizar mi mente y mi espíritu. Debía encontrar una forma de escapar y debía hacerlo cuanto antes.

Todo parecía tranquilo en el templo, los niños por los que tanto apostaba el maestro Yoda estudiaban con tranquilidad, grupos de Padawan alardeaban de sus primeras misiones junto a sus maestros, mientras sus maestros daban el informe al consejo sobre esas mismas misiones. Suka no llevaba mucho siendo caballero, pero ya había pasado por todo aquello y verlo desde otra perspectiva le llenaba de nostalgia, nostalgia que se frenó de repente por un ejercito de clanes con el objetivo de destruir todo aquello.

En un abrir y cerrar de ojos su sable se movía de lado a lado desviando disparos, Oso y Carlam lo acompañaban y como él hacían lo que podían. El joven Jedi conocía a esos dos muchachos desde hacía mucho, todos habían estudiado en el templo, habían compartido misiones y por ello se respetaban. Sabía de lo que eran capaces y eso le ayudó a seguir hacia delante ante tan dura situación. De repente unas columnas cayeron cortándoles el paso.

Si, si. Estoy bien. Respondió Suka a Oso jadeando. Que Carlam se hubiera separado no era una buena noticia, pero debían seguir adelante. Vamos, hay que salvar a los iniciados, más tarde nos reuniremos con Carlam. Dijo el muchacho preocupado por aquellos que serían el blanco más fácil y el más doloroso para la organización, puesto que eran el futuro de ella.

Oso y Suka, tras comunicarse por última vez con su compañero, emprendieron la búsqueda de cualquier otro Jedi que necesitase su ayuda.

A medida que iban recorriendo los pasillos y esquivando los combate innecesarios se preguntaban cómo había sido posible algo así. El desánimo era fácil que nublase sus mentes teniendo en cuenta que un núcleo tan poderoso como era aquel templo no podría resistir durante mucho tiempo tal intensidad de ataque.

De repente sentisteis una leve conmoción en la fuerza. Os mirasteis y entendisteis la situación: había heridos cerca.

Os desplazasteis a gran velocidad allá donde os llevaron vuestros sentidos para comprobar horrorizados como un par de pequeños aprendices estaban intentando liberarse de un par de columnas que habían caído encima de ellos.

Ya sea empleando vuestro músculo o la conexión que tenéis con la Fuerza, debíais hacer todo lo posible por rescatar a esos críos antes de que fuese demasiado tarde... a fin de cuentas estabais expuestos a cualquier emboscada por parte de los soldados.

Carlam, tras comunicarse por última vez con sus compañeros,  emprendió la búsqueda de cualquier otro Jedi que necesitase su ayuda a la par que intentaba salir de allí.

A medida que iba recorriendo los pasillos y esquivando los combate innecesarios se preguntaba cómo había sido posible algo así. El desánimo era fácil que nublase su mente teniendo en cuenta que un núcleo tan poderoso como aquel templo no podría resistir durante mucho tiempo tal intensidad de ataque.

De repente algo sucedió. Lo sentiste como un escalofrío: acababas de pasar por al lado de la Gran Biblioteca.

No sabías porqué, o quizás no querías reconocerlo, pero sabías que había algo dentro de esa sala que anhelabas y que por cuestiones de código nunca te hubieses planteado vulnerar... pero ahora la situación había cambiado.

Era evidente que el templo caería bajo los traidores de la república... eso implicaría que se perderán innumerables archivos... y artefactos. Nadie te culparía si pierdes unos minutos en intentar buscar aquellos artefactos prohibidos... y más cuando sabes que uno de ellos estaba especialmente vetado por contener secretos Sith relacionados con la resurrección.

Notabas como tu corazón palpitaba cada vez más rápido.

Un sudor frío demostró que una parte de ti quería entrar.

Otra en cambio, prefería seguir con la huida del templo.

Antes de que te dieses cuenta, te encontrabas dentro de la Biblioteca buscando aquel holocrón Sith... sabías que de encontrarlo podrías hallar la respuesta a tu mayor anhelo... si no morías en el intento.

Tras decidir movernos y avanzar por los pasillos del templo como si de sombras se tratara, evitando combates innecesarios y patrullas de clones, tanto Suka como yo sentimos una perturbación, que nos hizo tambalear levemente y nos miramos sabiendo exactamente de qué se trataba. Asentí junto al compañero jedi y nos dirigimos hacia el origen para encontrarnos con una pareja de padawans atrapados bajo unos escombros. 

.-No hagáis ruido, vamos a sacaros de ahí.-les dije a los chicos para que hicieran lo posible por aguantar el dolor:-Suka vigila por si se acercan clones.-tras lo cual me concentré y abrí mi mente a la Fuerza. Extendí los brazos y me concentré en las columnas sobre los padawans pero parecían demasiado pesadas y a pesar que estaba en armonía no podía solo:-Suka no puedo solo, usa tu espada para cortar las columnas.-dije tras un esfuerzo inútil pero manteniendo la conexión con la fuerza a la espera de la acción de Suka. 

La sensación de estar huyendo en su propia casa no resultó nada agradable al joven Jedi de tez morena. Le dio la impresión de que eran ellos los criminales, pues iban esquivando los problemas, sin embargo, se resignó, pues luchar contra aquel multitudinario ataque no era lógico. Intentó obviar ese clase de pensamientos y concentrarse en lo importante, que era salvar al mayor número de compañeros posibles, así como salvarse a ellos mismos, lo cual de por si ya parecía un objetivo bastante ambicioso dada la situación.

De repente lo notó, la fuerza les estaba avisando, había que darse prisa. Corrió junto a Oso guiados por el instinto que alimentaba la fuerza. La situación era desastrosa, no podían perder el tiempo, en un segundo la luz verde del sable de Suka se encendió y cuando Oso no pudo levantar las columnas lo intentó de otra forma, tenía que lograrlo.

Veamos que puedo hacer. Contestó a su compañero.

Con el esfuerzo necesario, los pilares derrumbados junto con el resto de los escombros fueron retirados de la zona donde estaban los críos atrapados.

Os sorprendió comprobar como pese a su edad, aquellas personas estaban concentradas, serias, no mostraban miedo. Os recordó cómo el ser un Jedi era mucho más que el entrenamiento en la Fuerza, era el entrenamiento a vencer al miedo, a las emociones que puedan llevar al lado oscuro.

Pocos minutos más tarde los pequeños padawan estaban totalmente a salvo. Hicieron una reverencia y esperaron atentos vuestras indicaciones.

Estabais a punto de explicarles un plan de huida hasta que se escuchó una fuerte explosión. Provenía de la zona donde supuestamente debería estar vuestro compañero Carlam. Tuvisteis un mal presentimiento... ¿estaría en apuros? Contabais con vuestro apoyo mutuo, pero él se encontraba en solitario y no sabíais si realmente estaba herido tras la anterior explosión que os separó.

No teníais mucho tiempo para tomar una decisión, ¿seguir buscando supervivientes por la zona actual? ¿o ir a explorar la zona de la última explosión? 

Teníais presente que ahora vuestra mayor ventaja es que estabais unidos frente a cualquier amenaza.

Tras el trabajo en conjunto rescatamos a los jóvenes, que resultaron ser tres. Les ayudamos a levantarse y cuando estuvimos a punto de decirles que nos acompañaran hacia el hangar hubo una explosión por encima de nosotros, realicé una barrera con la Fuerza para que el polvo no nos engullera:-Eso venía de donde estaba Carlam.-dije tras comprobar que todos estaban bien. 

.-Niños, id hacia el hangar. Manteneos ocultos todo el tiempo, que no os vean los clones. Suka vamos a comprobar si Carlam está bien.-comenté y esperé la respuesta del compañero. 

Intentaba, siempre que podía, rodear las zonas donde los ataques eran más intensos y sobre todo donde el número de asaltantes me superaba. Pero había ocasiones en las que el encuentro era inevitable y, en esos precisos instantes, era cuando el entrenamiento que había recibido durante tantos años por parte de mi maestra se ponía a prueba. Me abría camino esquivando o desviando los disparos de los bláster, usando mi espada para ello o simplemente para amputar miembros o atravesar corazas. Era un caballero jedi y tenía el suficiente potencial para demostrarlo.

Sin embargo, mientras avanzaba buscando a cualquier compañero que aún estuviera con vida; mientras escapaba de aquel infierno buscando la salvación, no dejaba de pensar en todo lo que estaba sucediendo. En el porqué aquellos con los que hacía unos días luchaban mano con mano, hombro con hombro como compañeros e incluso amigos, ahora se volvían en su contra.

¿La Fuerza habría apartado su mirada de los jedis o todo ello solo era producto de la mano de seres ambiciosos y sin escrúpulos?

Fuera lo que fuera no podía detenerme a buscar respuestas a tantas incógnitas planteadas y lo único que podía hacer era buscar una ruta de escape que me alejara de la masacre. Pero lo que sí hizo que frenara en seco fue sentir un escalofrío recorrer todo mi cuerpo al darme cuenta de lo cerca que me encontraba de la Gran Biblioteca.

Tanto saber almacenado, tantos archivos, holocrones, artefactos y relatos de tiempos antiguos y extraños acumulados. Y todo ello acabaría sepultado bajo los escombros no solo del templo sino de toda la República.

Eran muchos los conocimientos allí guardados que despertaban mi curiosidad pero, desde la muerte de mi amiga y compañera, de aquella que se había mantenido a mi lado en los momentos más duros además de los más divertidos, no dejaba de pensar en la posibilidad de que volviera a mi lado.

Sabía que no debía aferrarme a unos deseos egoístas, que debía soltar lastre y dejar que su espíritu, ahora unido a la Fuerza, vagara con libertad. Pero no podía, me resultaba muy difícil desprenderme de su recuerdo y del sentimiento de culpa que me golpeaba cada noche. Si yo hubiera estado allí quizás la hubiera salvado…

¿Por qué debería dejar pasar la oportunidad que se me brindaba? Allí dentro de la Biblioteca estaba el conocimiento que yo tanto anhelaba para traer de vuelta junto a mí a Huma. Era consciente que empeñarme en conseguir ese saber prohibido me acercaba al lado oscuro de la Fuerza, que debería dar media vuelta alejándome de la tentación; que debía aferrarme a las enseñanzas que mi maestra me había inculcado. Pero ¿por qué? ¿Por qué no aprovechar un conocimiento que tanto bien podía hacer?

Ni siquiera había sido consciente que, mientras todas esas dudas me asaltaban, mis pies ya habían tomado la decisión. Olvidándome de todo lo que sucedía a mi alrededor, de las muertes que se estaban produciendo fuera de las paredes de la Gran Biblioteca, de los escombros del magnífico Templo Jedi, me quedé observando el interior con el mismo asombro que había mostrado la primera vez que accedí a la biblioteca.

Pero no podía perder tiempo, cualquier podía encontrarme y echar por tierra mi esperanza de encontrar el conocimiento sith, prohibido y peligroso, para traer de vuelta a la vida a aquellos que se habían unido a la Fuerza.

Comenzaste a mirar de un lado para otro, entre las estanterías y los contenedores. Observabas reliquias del pasado, tomos escritos a mano, holocrones de los Jedi perfectamente apilados, pero tú te guiabas por algo superior. Sentías una conexión con tu propósito y aquello sirvió de hilo conductor hasta aquella última balda de la estantería más lejana.

Usaste un poco de tu poder para alcanzar aquel pequeño cofre de duracero

Tras abrirlo, reveló la imponente imagen de ese artefacto que anhelabas, de la alternativa que te habían ocultado durante tu adiestramiento...

Pasase la mano por su superficie y notaste el poder que había encerrado en él. Fue inevitable que te viniese la imagen de Huma a la mente, de una forma vívida, clara... si tuvieras el tiempo suficiente para estudiar el contenido seguramente encontrarías el conocimiento necesario para traerla de vuelta pero ese momento no era ahora. Había sido un milagro que nadie te detectase aún, con lo cual lo mejor era esconder tu "botín" y salir lo antes posible para encontrarte con tus compañeros.

Una parte de ti sabía que estabas jugando con fuego, pero sabías también que Huma hubiese hecho lo mismo por ti.

Y ayudad a quien lo necesite por el camino. Añadió Suka a las palabras de su compañero. Ir a la zona de la explosión por si Carlam estaba en apuros podía suponer dejar a otros que necesitaran ayuda indefensos, por lo que mandar a los padawan le dejaba más tranquilo. No dudaba que fueran a hacerlo por ellos mismos, pero prefirió dejarlo claro.

Con un gesto de afirmación con la cabeza confirmó a Oso que esa sería su siguiente acción. El joven de tez morena salió disparado hacia donde se había sucedido la explosión, espada laser en mano, concentrado y dejándose guiar por la fuerza.

Tras dar las instrucciones adecuadas a los Padawan, continuasteis el camino tan rápido como pudisteis con la idea de localizar a Carlam.

Por desgracia, vuestro avance fue abruptamente interrumpido por un grupo de soldados clon que tras girar una esquina se toparon de lleno con vosotros.

¡Ejecutad a los Jedi!

La orden fue clara, aquellos soldados no se andaban con rodeos y eso provocó que vuestros sentidos se agudizaran... estabais a punto de enfrentaros directamente a los traidores.

No se veía a nadie en la Gran Biblioteca, ni siquiera la Maestra Jocasta con su gesto severo se encontraba protegiendo lo que ella consideraba su tesoro. La extrañeza por no ver a ninguno de los bibliotecarios intentando salvaguardar todo lo que podían se convirtió en alivio para mía ante la oportunidad que eso me brindaba de buscar, y esperaba que encontrar, lo que andaba buscando.

Me resultaba difícil no abstraerme de lo que sucedía ante tanto saber recopilado en aquellas estanterías. Mis manos, temblorosas e inquietas, acariciaban objetos, volúmenes y holocrones dejándose guiar por una sensación difícil de describir. Era como si la misma Fuerza me estuviera dirigiendo hacia lo que yo tanto ansiaba. Y si la Fuerza era quien me guiaba, tan malo no podía ser mi propósito...

A pesar de encontrarse en el lugar más lejano, no me resultó tan difícil como yo pensaba dar con el cofre que encerraba aquel saber que tanto anhelaba; aquel conocimiento que podía traer de vuelta a la vida a Huma.

Con su imagen en mi cabeza y dedos nerviosos, abrí el cofre apartando a un lado los temores de estar haciendo algo prohibido, algo que me acercaba al lado oscuro de la Fuerza tan distinto a las enseñanzas que me habían inculcado.

Al pasear mis dedos por la superficie del holocrón sentí el apabullante poder que emanaba de él. Preguntándome porqué los jedis se oponían tan severamente a ese conocimiento. ¿Por qué temían tanto precisamente al conocimiento?

Una fuerte explosión cerca de donde me encontraba me devolvió a la realidad. Aún estaba en peligro, o más concretamente había aumentado el peligro para mí. Si algún jedi veía lo que acababa de robar de la biblioteca, y que en esos momentos escondía entre los pliegues de mi túnica, estaría en graves problemas, tantos como encontrarme con un pelotón de clones dispuestos a acabar conmigo sin hacer ni una sola pregunta.

Intentando fundirme con las sombras, salí a toda prisa de la biblioteca sin volver la vista atrás. Aquel había sido mi hogar todos esos años, pero a partir de ese instante solo serían escombros de un pasado. Un pasado en el que no podía recrearme... Mientras corría buscando escapar, me di cuenta de lo hipócritas que resultaban mis pensamientos, me obligaba a olvidarme de lo vivido en el templo pero era incapaz de olvidarme de Huma aferrándome a la idea de que era por ella y solo por ella por quien hacía todo aquello.

Incluso a riesgo de caer en el lado oscuro...

¡Qué oportunos! Dijo Suka poniendo una pose defensiva para desviar sus disparos mientras se acercaba a los soldados.

El chico esperaba que Carlam pudiera aguantar si es que en verdad estaba en apuros, no podían demorarse mucho en acabar con los clones.

Los disparos rebotaron en el sable del moreno jedi e intentó afinar su puntería para acertar a los soldados con alguno de ellos. Y casi lo consigue, más de uno les pasó rozando. Sin embargo no importaba, en un abrir y cerrar de ojos podría entablar con ellos combate cuerpo a cuerpo, y ahí tenían las de perder.

Tras dejar a los padawans avanzar hacia el hangar y decirles que ayudaran a todo el que encontraran. Junto a Suka, recorrimos los pasillos hasta que nos salieron al encuentro una pareja de clones, gritando la orden de ejecutarnos. Suka activó su sable y empezó a devolver disparos de blaster. Yo realicé el mismo movimiento con una leve diferencia. Realicé dos movimientos en diagonal al tiempo que activaba el sable y desvié dos disparos, viendo como se estrellaban en unas paredes a lo lejos. 

Tras eso me acerqué a toda velocidad para realizar dos ataques mortíferos hacia uno de los clones, primero en su arma para eliminar la inminente amenaza y acto seguido en el cuerpo del clon. 

Uno de los clones ha resistido el desvío de los bláster de Suka gracias a su armadura, sin embargo el segundo cayó irremediablemente ante la estocada mortal de Oso.

Ahora solo quedaba un soldado en pie, el cual no parecía amedrentarse.