Partida Rol por web

Si por casualidad había creído que una vez fuera de las paredes del templo la situación mejoraría, aunque fuera ligeramente, estaba muy equivocado. Tras arrastrarnos por los malolientes conductos que formaban la intrincada red de sumideros y cloacas, tuvimos la suerte de llegar al exteriro.

Pero allí el panorama no mejoraba. Las patrullas de clones eran constantes y nosotros llamábamos demasiado la atención con nuestros ropajes, tal y como bien había remarcado Oso.

—Tienes razón, debemos conseguir ropas que no nos identifiquen como jedis a simple vista —asentí, pensando cómo o dónde podríamos conseguir lo que necesitábamos.— Y lo más rápido posible.

Seguramente lo mejor era ir descendiendo a los niveles inferiores de la ciudad. Según había oído contar, allí se podía conseguir todo lo que uno deseara, eso sí... con créditos de por medio. Aunque nosotros podríamos utilizar otros recursos, al menos yo no tendría problema de hacer uso de la Fuerza para salir airoso en esa huida.

Sin embargo, no solo eran las patrullas de clones buscando cualquier jedi que se hubiera escurrido como habíamos hecho nosotros lo que más me preocupaba. Lo peor eran las noticias que llegaban hasta nosotros. Noticias nada halagüeñas para el futuro de la galaxia.

—Palpatine emperador —dije, sin poder creerme aún todo lo que escuchaba—. ¿Los jedis traidores?

Cómo podía ser posible si, hasta donde yo sabía, Palpatine había defendido a la Orden; siempre se había considerado un amigo de los jedis.

La imagen del general Skywalker inmerso por completo en el lado oscuro volvió a mi mente, así como todos los clones que hasta el día anterior habían combatido junto a ellos. Algo había sucedido, algo terrible estaba manipulando las mentes y las creencias de todo el mundo.

Habían conseguido escapar del Templo pero ahora tenían que escapar incluso del mismo Coruscant. Y el tiempo jugaba en su contra.

—Y si conseguimos un transporte... ¿Crees que estaremos seguros en algún planeta? —pregunté, empezando a dudar que saliéramos con vida de allí. Porque si ahora formábamos parte de un imperio y nos habían tachado de traidores, lo seríamos en cualquier planeta al que fuéramos. Quizás en el borde exterior...

Negué con la cabeza. Antes de pensar dónde ir deberíamos saber en qué ir.

—Consigamos ropa y descendamos a los niveles inferiores para buscar un transporte. Quizás alguno de mercancías donde podamos escabullirnos o alguno que necesite tripulación... Es lo único que se me ocurre que podamos hacer por el momento.

La huida a pesar de ser bastante desagradable salió bien, que era lo importante. Aunque aquello aún no había acabado para ellos, miraran donde miraran los clones aparecían delante de sus ojos, lo que convirtió aquello en un jugar al escondite constante. 

Estoy de acuerdo. Respondió sobre la ropa. Y no dejéis visible el sable, si nuestras ropas son sospechosas, el sable no deja lugar a dudas. Dijo atándoselo más hacia la espalda de lo que lo llevaba habitualmente. 

La información que fueron descubriendo en su avance hacia los suburbios de la ciudad no fue nada halagüeña. Suka había oído rumores sobre que últimamente Palpatine no gustaba al consejo y ahora quedó patente el porque, por otro lado Skywalker era cercano al canciller. La traición ahora cobraba sentido. El moreno jedi no dijo nada, tan solo intentó asimilar la información.

No lo sabemos. Contestó Meneer a Carlam. Pero seguro que habrá más opciones de estar a salvo que aquí.

Debían darse prisa, cada minuto que pasaba era un minuto en peligro. La cantina suele estar llena de cazarrecompensas a los que la presencia de los soldados no debe hacer mucha gracia, quizás podamos persuadir a alguno que este pensando en huir. Aportó Suka. Seguro que también podríamos conseguir ropa allí de algún modo.

Ahora con algo más de tiempo para trazar un plan, el grupo recopiló las mejores ideas para salir de aquella situación airosos.

No fue difícil encontrar ropa que ocultase por completo su atuendo Jedi, al igual que tampoco fue difícil encontrar información en los bajos fondos gracias a los rumores de cantina y los contactos que aún podían considerarse aliados de los Jedi. La buena noticia es que salir del sistema usando una nave no registrada por los Jedi era viable.

Al parecer había un mercader en el Hangar B-XII que por designio de la Fuerza no estaba demasiado lejos de vuestra posición.

Este tipo tenía un viejo caza Aurek que os permitiría abandonar Coruscant sin llamar demasiado la atención. Habíais escuchado que las nuevas fuerzas del imperio estaban requisando un gran número de naves, lo cual implicaba que el éxito de vuestra huida se había convertido ahora en una carrera contrarreloj.

Avanzasteis tan rápido como os permitió la situación para comprobar con alegría como en dicho hangar estaba un tipo custodiando aquel caza mientras parecía estar haciendo inventario de unos contenedores que tenía almacenados. No había dudas de que sería el mercader.

¿Cómo abordaríais la situación?

Tras buscar unas nuevas ropas, encontré algo que me gustó y pude cambiarme de ropas. 

Tras lo cual el resto hizo lo mismo, además de reunir información para encontrar la mejor manera de salir del planeta. Al final decidimos que la mejor manera era con una nave no registrada. Cerca de nuestra posición habían unos hangares y uno solo con una nave, un viejo caza Aurek que nos sacaría de allí. Lo siguiente que teníamos que hacer era convencer al twi'lek que estaba haciendo inventario para que nos dejara coger su nave y largarnos del planeta. 

.-Intentaré un truco que aprendí del maestro Kenobi una vez, a ver si me funciona igual.-comenté a Carlam y Suka antes de acercarnos al mercader:-Disculpa. Esa nave no es tuya.-dije canalizando mi voluntad a través de la Fuerza, intentando conectar con la mente del twi'lek para que mis palabras fueran su nueva realidad. 

El Twi'lek dejó de hacer lo que estaba haciendo para prestar toda su atención a Oso.

—Reconozco que suenas convincente, pero de no ser porque he pagado yo mismo esta nave, jamás podrías hacerme creer que es tuya —miro al jedi con una sonrisa pícara.

—Ahora con su permiso, necesito terminar de hacer mi trabajo —sonrió al duro de forma artificial y forzada para dejar de prestarle atención.

Por el momento estábamos teniendo suerte, quizás demasiado, pero esperaba que nuestra buena estrella no se apagara de manera repentina. Estábamos vivos, habíamos encontrado ropas que nos permitía pasar más inadvertidos e incluso habíamos conseguido información sobre una nave que nos sacara del planeta.

Aquel caza Aurek era nuestra oportunidad de salvación. Ahora todo consistía en convencer a su dueño de que nos permitiera usarla aunque, tal y como estaban las cosas me parecía una misión bastante difícil. Así que dejé que Oso intentara hacer aquel truco mental que, según él, había aprendido del maestro Kenobi. Pero la suerte parecía empezar a fallarles.

Tenían que buscar otra solución como fuera.

—Disculpe a mi amigo, tiene problemas de comunicación y a veces confunde las palabras a emplear —dije, intentando mostrarme cordial y amistoso—. Lo que en realidad quería saber, bueno, los tres nos preguntábamos si esa nave es suya y, en ese caso, si necesitaría ayuda. No parece que tenga ayudantes para este vuelo y a nosotros se nos da bien la mecánica, el pilotaje y... lo que quiera.

Si aquello tampoco funcionaba quizás tendríamos que plantearnos conseguir aquella nave a la fuerza. Podíamos reducir con facilidad al twi'lek y devolverle la nave cuando estuviéramos a salvo.

 El Twi'lek sonrió —¿Así que era eso, eh? - después se frotó el mentón y os miró a todos. La verdad es que la propuesta es interesante, nunca viene mal algo de mano de obra... pero lamento deciros que esta nave ni por asomo es capaz de alojar a cuatro personas... ya de por sí le costaría llevar a tres. Así que por muy tentadora que fuese la oferta de teneros bajo mi mando, debo declinarla —después se encogió de hombros, como si tampoco le diese una pena excesiva que el trato no haya llegado a buen puerto.

Algo os escamó. A lo lejos de vuestra posición se escuchaba mucho bullicio. Si dedicabais una discreta mirada podríais entender que los soldados clon estaban inspeccionando todos los rincones de Coruscant en busca de jedi... si no encontrabais una solución pronto estaríais atrapados en aquella ratonera.

Con suerte habían conseguido ropas con facilidad y afortunadamente para el moreno jedi las suyas le permitían ocultar la espada láser, pero ofreciéndole facilidad para sacarlo. De hecho, en ese momento agradeció esa suerte, pues tras los intentos de sus Oso y Carlam, debían recurrir a métodos menos ortodoxos.

Tres es un número perfecto. Dijo Suka acompañando sus palabras con una rápido movimiento con el que extrajo su sable láser de la parte de atrás de su nueva chaqueta larga, para golpear con contundencia al Twi'lek con el pomo en la sien, como el que golpea con la culata de una pistola.

No quedaba otra. Se justificó antes sus compañeros señalando con la cabeza hacía el bullicio que se había comenzado a escuchar en las inmediaciones al hangar. Supongo que un cuarto atado si podrá ir en la nave. Dijo cogiendo de los brazos al mercader, esperando que uno de sus compañeros le ayudaran a llevarlo dentro de la nave mientras permanecía inconsciente. Démonos prisa. Les apremió.

Tras un golpe relampagueante, el Twi'lek quedó inconsciente en cuestión de segundos.

Ahora el caza estaba a total disposición de aquel grupo de supervivientes Jedi que hacían todo lo que estaba en su mano para encontrar una solución al problema.

Salir de Coruscant en un periodo tan revuelto no debería ser fácil, pero habíais llegado a un punto de no retorno donde había que apostarlo todo.

Ahora escuchabais con total claridad a los pelotones de soldados clon que peinaban los suburbios, de haber tardado unos pocos minutos más os habrían dado encontronazo directo.

La situación parecía difícil, debido a mi actuación poco convincente y mi fallo al intentar influencia la voluntad del twi'lek con mis poderes. Suerte tenía de estar con Carlam y Suka qui resultaron más efectivos que yo en cuanto "convencer" al twi'lek que nos prestara la nave:-No creo que sea una buena idea. Metámoslo en un contenedor para evitar que nos delate.-comenté tras la intervención de Suka al noquear al twi'lek. Maniatamos al mercader y le tapamos la boca para que no pudiera emitir sonidos. Lo metimos en un contenedor y era momento de subir a la nave. 

.-Dejadme el pilotaje a mi, siempre se me ha dado mejor, es como respirar.-comenté con toda la confianza en mis capacidades como piloto. Des de antes de ingresar en la academia ya estaba a los mandos de cualquier cosa que pudiera conducir o pilotar. Para cuando llegué al templo y, gracias a la ayuda de la Fuerza, mis habilidades mejoraron mucho. 

Entro en la nave y me dirijo hacia la cabina para familiarizarme con ella. Cuatro asientos, piloto, copiloto, sistemas y armamento. Distribución tradicional de los modelos antiguos de naves estelares. Encendí motores y empecé a comprobar los sistemas para verificar que todo estuviera en condiciones para el despegue. 

Era la solución más drástica pero la única que podía funcionar. Nuestra situación no era precisamente la más idónea para andar dudando. Era nuestra vida la que estaba en juego y la de aquel twi'lek, a pesar de que nuestra acción lo dejaba en una posición incómoda, al menos no corría peligro.

A tiempos difíciles y desesperados, medidas desesperadas. Y nosotros estábamos muy desesperados, sobre todo al escuchar a los soldados cada vez más cerca.

—Él lo ha dicho con claridad —dije, señalando al dueño de la nave—. No hay sitio para los cuatro aunque uno vaya atado e inconsciente. Lo mejor es hacer lo que ha dicho Oso, esconámoslo y esperemos que no despierte hasta que nos hayamos ido.

Ayudé a mi compañero a meter al twi'lek en un contenedor antes de subir a la nave, asintiendo a la propuesta de Oso.

—Toda tuya —comenté mientras mis manos hacían un movimiento abarcando tanto el asiento del piloto como los mandos.

Me senté en el asiento trasero, el más incómodo pero donde prefería estar ya que, aunque sabía defenderme con los mandos de una nave siempre había preferido que fueran otros los que pilotaran.

—Será mejor que nos vayamos cuanto antes porque ya están aquí.

El ruido de los soldados buscando cualquier rastro de los jedis, los nuevos traidores del nuevo régimen, era cada vez más notorio lo que indicaba que poco tardarían en llegar hasta nosotros.

A Suka no gustó tener que dejar allí al mercader a su suerte y más contando el hecho de que le estaban robando la nave. Eso no era lo que se supone que hacen los jedi...

Junto a Carlam arrojó el cuerpo al contenedor, intentando eliminar de su mente la mala acción que estaba cometiendo. La situación era extrema y de que ellos y otros jedi como ellos consiguieran escapar podía depender el futuro de la galaxia. Se centró en eso y sus pensamientos negativos se fueron apaciguando. Entró tras sus compañeros en la nave. 

Claro, siempre has sido el mejor. Respondió el moreno jedi a Oso. Él no tenía ningún interés especial en pilotar y menos cuando había un piloto mejor, lo cual podía ser importante si nos localizaban o seguían.

Meneer tomó asiento donde pudo, la nave era para dos, por lo que la zona de carga fue el lugar donde creyó que podría estar más cómodo. Fue una fortuna que el mercader tuviera la nave descargada.

Una vez que Oso tomó la riendas de la nave, el grupo de Jedi se dispuso a alzar el vuelo para salir de Coruscant.

A medida que se iba ganando altura se comprobaba la imagen aterradora de observar el templo en llamas y las hordas de soldados desplegándose por todos lados. Ahora llegaba a vuestra mente la idea de saber cuántos Jedi habrían logrado escapar como vosotros.

Una vez fuera de la órbita comprobasteis que los grandes cruceros de la república estaban generando un bloqueo que impedía a la mayoría entrar o salir del sistema. Aquello complicaría mucho la situación si no se tenían las herramientas necesarias para solventar la situación... y esas herramientas ahora mismo erais vosotros.

Tras una leve inspección os disteis cuenta de varios detalles:

El sistema de hipervelocidad de la nave estaba dañado, se podría apañar algo pero no sabríais cómo de seguro sería.

El generador de escudos era arcaico y no respondía todo lo bien que os gustaría...

La potencia de fuego de aquel caza no era a día de hoy una solución óptima, por suerte seguía siendo muy maniobrable.

Teniendo en cuenta el gran número de obstáculos que había en la órbita, tendríais que dar lo mejor para sacarle el máximo provecho a la nave.

Durante el ascenso a la atmósfera de Coruscant, pudimos ver el templo Jedi en llamas, una sensación de pesar invadió mi cuerpo y alguna lágrima acabé derramando ante aquella escena. Tras llegar al espacio del planeta pudimos ver el despliegue de cruceros que había allí, y como detenían algunas naves.

.-Carlam encárgate del sistema de escudos, voy a hacer una maiobra para evitar que nos detecten pero puede que lo hagan si sale mal y necesitaremos los escudos para salir de una pieza.-comenté mientras calculaba mentalmente la mejor ruta de aproximación a los cruceros:-Suka mira a ver qué puedes hacer con la hiperpropulsión, en cuanto superemos el bloqueo vamos a necesitar saltar a cualquier lugar.-le comenté al otro compañeto jedi, la hiperpropulsión era necesaria en cualquiera de los casos así que dejé que el resto se encargara de sus tareas mientras yo me concentraba en lo que tenía delante.

Con la propulsión al mínimo y con la ayuda de los ajustes, dirigí la nave por debajo de los cruceros que formaban el bloqueo planetario y aprovechando el tráfico que había pude camuflar nuestra nave entre las que hacían cola para salir de allí y dirigirla hacia la parte inferior de los cruceros, dejándola bien pegadita al casco de uno de ellos, era bien sabido que en la parte inferior de los cruceros de la república no habían cañoneras por lo que siempre habrían fuego, colocando los cruceros un poco por debajo de las naves enemigas. Desactive la propulsión y dejando una distancia prudencial con respecto al casco, fui realizando pequeños impulsos para que la nave se moviera sin que se detectara en los escáneres y así dar tiempo suficiente al resto para que trabajara en los sistemas. Tendríamos unos diez minutos para recorrer la longitud del crucero, para entonces deberian haber hecho progresos.

A medida que ascendíamos escapando de Coruscant, la imagen que se nos mostraba era terrible, dantesca incluso. Sentí cómo mi pecho se encogía al ver el Templo pasto de las llamas y pensar en todos aquellos de mis compañeros, de mis amigos, que habían caído a manos de los soldados. Seguía sin poder creerme que el gran general Skywalker hubiera comandado el asalto, aunque en el fondo me preguntaba qué poderosos motivos le habían llevado a caer en el lado oscuro.

Ya nada se podía hacer por aquellos que habían caído, ahora éramos nosotros los que teníamos la oportunidad de escapar al horror y confiaba que muchos otros también lo hubieran conseguido.

Pero no lo íbamos a tener tan fácil. Como era de esperar el recién proclamado Imperio estaba ejerciendo un fuerte control de aquellos que pretendían escapar del planeta ciudad. Y para colmo la nave que habíamos robado no estaba precisamente en sus mejores condiciones.

—Me pongo a ello —dije, una vez Oso se puso a los mandos de la nave con su pericia habitual y empezó a dar órdenes. Él era el que más controlaba de ese tema así que lo mejor que podíamos hacer era confiar en que consiguiera sacarnos de allí.

Eso si no nos detectaban, si el viejo generador de escudos aguantaba y si el sistema de hpervelocidad volvía a funcionar para sacarnos de allí en cuanto pudiéramos.

Así que fui a activar el sistema de escudos. Tal y como estaban las cosas, nada halagüeñas para nosotros, seguramente acabaríamos necesitándolo.

Mirara donde mirara el moreno jedi la situación no le gustaba. Evitó mirar al planeta otra vez después de ver la horrible imagen, aunque mirar al bloqueo que había en la órbita tampoco le resultó más alentador. Estaban en una difícil situación y la nave en la que habían caído no ayudaba...

La nave tenía problemas, una pena que no hubieran tenido tiempo para encontrar algo mejor. Debían apañarse con eso y Meneer se pudo manos a la obra en la tarea que le había tocado. ¿Cómo podía viajar un mercader en este pedazo de chatarra? Pensó encaminándose al cuadro del sistema de hipervelocidad.

Suka no era un experto, pero no era la primera vez que veía uno de estos mecanismos, lo miró unos segundos con atención y creyó saber que le pasaba, por lo que se puso manos a la obra a ver si conseguía repararlo.