Partida Rol por web

O echamos el muro abajo o nos largamos... pero no podemos pasar mas tiempo aqui.

Saco el sable laser y lo clavo en el hielo. Intentando, si tiene potencia suficiente, ir cortando una linea vertical.

Quizas no sea necesario tumbar todo el muro. Con hacer un agujero lo suficientemente amplio para pasar seria suficiente.

El padawan Jerec fue quien reaccionó a la helada, que caía escasos metros atras (en el exterior). Aún estando al comienzo del túnel de los Chiss, la ventisca se hacía notar aún demasiado. El joven miraluka activó su sable láser e hizo un tajo vertical. Con tan sólo acercar la hoja a la superficie del muro éste iba derritiéndose bastante bien, como cuando unos dedos arrastran el barro de un charco... El corte fue perfecto, de abajo a arriba, y aunque le hielo no cauterizaba como podría hacerlo la carne quemada de cualquier desdichado que probase tal arma, la hendidura producida pareció que aguantaba sin problemas.

Acto seguido avanzásteis, sientiendo aún frío (pues las paredes interiores de los túneles estaban heladas), pero nada comparable a estar a la intemperie y al raso. Las paredes rocosas estaban cuajadas de hielo, y notábais el buen trabajo que hacían los Chiss en el subsuelo. Al avanzar, la luz de la entrada iba descendiendo, y tuvísteis que confiar en vuestros sentidos con la Fuerza presente, y también mantener encendido alguno de los sables de luz para guiaros con más prudencia y atino.

Agradeciendo que Jerec abriera un boquete en la pared que nos permite entrar, sigo adelante con mis compañeros de misión.

Sigo notando frío, aunque al menos el aire helado ya no golpea mi rostro. Aun así, las bajas temperaturas han mermado algo mis sentidos y no puedo evitar moverme de manera torpe a cada paso que doy.

Me pregunto si, de algun modo, los Chiss podrian estar ayudando a nuestro enemigo. Quizas no la faccion entera pero no seria de extrañar que el Sith hubiese reclutado algunos.

Justo al lado de Jerec, Ragaht sacó su sable para poder iluminar la zona, dado que llevaban un buen rato adentrándose en la cueva y apenas podían ver nada.

Quizá mantenerse en sigilo en aquel entorno helado no era demasiado sencillo. El hielo crujía bajo vuestras botas, y mantener la cautela sin ruido alguno se hacía tremendamente difícil. Avanzábais haciendo cierto eco con el chasquido del hielo del piso, y éste retumbaba en a varios metros en el interior del túnel (donde aún no habíais llegado).

Avanzásteis un poco más, y entonces la ráfaga de luz de vuestros sables láser que hacían de antorchas improvisadas ya no golpeó en las paredes cercanas, sino que éstas se abrían ahora en forma de cavidad: habíais llegado a una sala bastante más amplia que un simple pasillo.

Notásteis una pequeña turbación, la Fuerza os había alertado de ello. No lográbais ver el techo de la sala, ni tampoco sus paredes; eso sí: estaba también helada, puesto que formaba parte de las galerias subterrenales de Csilla. Justo entonces oísteis un crujido de maquinaria y de pistones como moviéndose.

¡FASH! ¡FASH! ¡FASH! ¡FASH!

Varias luces colocadas en los laterales de la cavidad se encendieron y vísteis ahora una sala excavada, como circular, con numerosas instalaciones de iluminación en ella. Pero lo que tenía más importancia era dos grandes torretas de armamento, las cuáles se habían activado nada más llegásteis (los sonidos de la maquinaria era el producido en su activación). Su base sobresalía del suelo y su único brazo armado era un gran bláster de gran calibre.

¡Éstas comenzaron a dispararos!

Levanté mi sable láser, lo cogí a dos manos y comencé a intentar bloquear los disparos láser mientras hacía lo que tenía en mente, que era avanzar hasta uno de los cañonenes allí instalados y comenzar a derretir su circuitería a base de espadazo de luz. Sentía la determinación en mi mente, que viajaba desde mi hombro, brazo y muñeca hasta mi mano y la empuñadura. No podía fallar al maestro Qwan.

La verdad es que muy discretos no somos. Hacemos algo de ruido mientras nos aventuramos por el túnel, aunque nada parece indicar que nuestra presencia sea conocida... hasta que entramos en la enorme sala y dos torretas láser hacen su aparición.

- !Cuidado! - chillo mientras enarbolo mi sable láser para esquivar los disparos que recibimos.

Pero otra vez me quedo clavada en mi sitio, incapaz de reaccionar de otra manera. No me atrevo a avanzar para intentar inutilizar las torretas.

¡Torretas! Esta potencia de fuego podría ser peligrosa si las dejamos disparar el tiempo suficiente.

​Avanzo hasta las torretas lo mas rápido que puedo e intento eliminar una con mi sable laser.
​
Afortunadamente las torretas no se mueven y son fáciles de impactar. Me preocupaba no poder causar daño suficiente para atravesar su blindaje.

A Ragaht le pillaron esas torres por sorpresa, lo que le jugó una mala pasada. Corrió hacia una de las torres para cubrirse de la segunda y tratar de evitar el fuego enemigo, para acto seguido clavar su sable láser en esta torre.

Las torretas disparaban primero. Sus sensores os habían percibido (y al ruido de vuestras botas sobre el crujido del hielo), y ello les facilitó su "despertar". Los cañones se repulsaban hacia atrás tras cada disparo. Una de ellas comenzó a disparar contra Ragaht indiscriminadamente y la otra contra contra Jerec. El joven padawan barabel fue herido, al igual que el miraluka, y ambos fueron alcanzado por los disparos bláster de cada uno de los pequeños turboláseres acoplados en la cueva. No obstante, éstos se levantaron, y mientras Jezal se adelantó para impactar con su sable en ellas y Kayla parecía más precavida esperando esquivar posibles impactos con su rayo de luz, los dos padawans heridos se lanzaron contra las armas. Sus sables brillaron en mitad de la cueva como dos filamentos rápidos y casi fugaces. Ragaht no consiguió acertar a niguna de la torreta pero, Jerec empleó toda su fuerza y determinación para asestarle ciertos cortes en puntos muy concretos: la base, una gran placa en la que asomaban cables de seguramente circuitos importantes y también al cañón de disparo...

...y la torre contra la que cargó se vino abajo.

Una gran humareda (momentánea) acompañada de chispas y chirridos de aceite cayendo y cortocircuitos emanando de las placas derretidas y destrozadas de la misma... La torre quedó partida casi en dos, a punto de caer su parte superior. No obstante, ¡¡la segunda torreta siguió disparando!!

Jerec y Ragaht, pese a recibir sendos disparos, no dudan en proseguir su ataque. Y Jerec consigue destruir una de las torretas. ¿Por qué yo no puedo ser así? Valiente, decidida, sin miedos...

La otra torreta aún sigue en pie, y parece que se prepara para volver a atacarnos. Pero le superamos en número y seguro que entre todos podremos con ella. Como si tuviera un resorte, avanzo hacia la torreta, esquivando e intentando asestar un golpe fulminante.

El dolor de un impacto arde en mi pecho. Es una herida muy grave y había tenido suerte de sobrevivir al ataque.

​Había sido descuidado. Mi dominio del sable laser no era suficiente. Una simple torreta automatizada, el mas simple y estúpido de los enemigos, había logrado superar mis defensas. Una vez mas mis emociones me habían dominado y casi supone mi muerte. Calma... debía mantener la calma. Solo existe el ahora, este mismo instante, y en este momento estoy en paz y soy uno con la fuerza. La fuerza me guía y la fuerza decide si debo vivir o morir. No tengo miedo, ni ira, ni dolor ni angustia.

​Soy uno con la fuerza...

​Me abalanzo rápidamente sobre la segunda torreta intentando abatirla antes de que haga daño a alguien mas. No obstante el dolor de la herida me impide moverme con soltura y no consigo impactar en la placa base. Mis ataques arañan el blindaje sin causar mas que unas feas manchas negras.

Aún no habíamos tenido ninguna prueba real sobre nuestro nivel de poder, sobre el grado de adquisición de la fuerza ni el manejo del sable láser. Éste encuentro significaba parte de ese primer contacto, y si ésto significaba el principio para toda vida jedi ahora veía cuan peligroso era aquella vida. Sin embargo, la Fuerza proveería. Y una vez más, viendo que Kayla y Jerec no cejaban en su empeño, no podía quedarme atrás. Volví a enarbolar el sable de luz e intenté chamuscar la base de la torreta.

A pesar del gran impacto del láser, Ragaht se levantó rápidamente sin pensar si había sido herido o no, primero había que acabar con esas torres y luego ya se preocuparía de su estado. Afortunadamente la gran armadura que llevaba absorbió casi todo el daño.

Se abalanzó sobre la torre que aún quedaba en pie, aún aturdido por el impacto recibido, lo que le hizo fallar su primer ataque. No obstante recuperó la compostura rápidamente, se concentró únicamente en su objetivo y en un segundo intento consiguió hacer mella en sus circuitos.

La segunda torreta comenzó a dispara indiscriminadamente sobre Ragaht. El padawan, quizá venido arriba por saber que uno de los dos peligros había sido destruido, fue alcanzado por los láseres de la segunda torreta. Los disparos le impactaron en el hombro, y un grito de dolor resonó en la caverna helada. Eso sí, logró recomponerse mientras Jezal avanzaba hasta la base de la misma y clavaba varias veces su espada en los circuitos inferiores de ésta. Acto seguido, el propio Ragaht sembró de espadazos el brazo armado y lo acabó de reducir a cenizas con su compañero padawan. Jerec no había logrado acertar al blanco (pensando quizá más en no ser alcanzado) y la joven Kayla, con ciertas dudas sobre su cabeza, sentía no tener ese ímpetu de sus compañeros masculinos (aunque todo se vería).

Fue entonces cuando las dos torretas quedaron allí, postradas sobre el suelo helado. De ellas salían chispas producidas por cortocircuitos internos y sus cañones ahora aguardaban caídos en el suelo de sala helada, inertes y aún calientes...

Tras comprobar el estado de las mismas, ya no había ningún peligro, y aún en mitad de la oscuridad supusísteis que aquellas torretas habían sido instaladas allí por alguien que no quería que nadie avanzase por el tunel Chiss. El caso es que os movísteis para no quedaros helados a través de un nuevo conducto (un pasillo excavado) que había en el fondo del hueco donde habías luchado.

El nuevo pasillo era igual de oscuro y algo tétrico (como el anterior), y vuestros sables de luz seguían como improvisadas linternas y focos. El tunel zigzagueaba a izquierda y derecha y de no ser por vuestras armas, ninguna luz ya penetraba allí dentro: debíais estar avanzando profundamente y hacia abajo en el interior de la tierra de Csilla.

Después de unos cuantos disparos de las torretas, logramos dar cuenta de ellas, aunque gracias a mis compañeros y no a mi pericia, que no logro impactar en ningún momento a ninguna de las dos.

Tras comprobar que ya no representan ningún peligro, proseguimos la marcha por los túneles. Cada vez nos adentramos más y ya no hay ningún tipo de luz a parte de la de nuestros sables. Aun estando a cubierto, la sensación de frío sigue dentro de mi y me cuesta entrar en calor por mucho que abroche mis ropajes.

Intento buscar alguna distracción para alejar pensamientos oscuros de mi mente.

- Chicos, ¿cómo vais con las heridas? Si queréis puedo haceros algunas curas, llevo medpacs y no conviene que esteis lesionados.

Por mas que intentara mantener la calma y soportar el dolor lo cierto era que las palabras de Kayla sonaban como un lecho de algodones.

Te lo agradecería mucho kayla. Pero tendrás que echarme una mano. Creo que no sabría utilizarlos.
Soy un absoluto negado para la tecnología.