Partida Rol por web

Ya has oído sus palabras..., ¡SUELTA TU ARMA y ríndete! -añadió con ferocidad Qwan Mundi a las palabras de Jerec-.
 

¿¡Soltar mi espada!? -respondió a Jerec-. ¡Infame imprudencia! Parece que sois tan viles como él -señalando a Qwan con la cabeza- o no tenéis ni  idea de sus intenciones... ¡Confiad en mí! ¡ÉL ES EL MAL!

No acabo de entender porqué dice que nuestro maestro es malo. Nos ha ayudado, enseñado, nos acogió para formarnos como Jedi. - ¡No! - chillo - ¡El mal eres tú! Quieres confundirnos. Sin saber exactamente por qué, alzo mi sable láser e intento darle una estacada, lanzándome contra Alaak en un ataque fallido.

-¡Ya basta Kayla! - gritó Ragaht.

Decidió envainar su sable láser, pero se quedó con él en las manos por si tenía que defenderse.

-No percibo el lado oscuro en él, creo que ambos nos debéis una explicación de qué está ocurriendo aquí realmente...

La situación daba un nuevo vuelco con la aparición del maestro. ¿Qué estaba pasando aquí realmente? ¿para que nos había enviado a nosotros, si el podía llegar hasta aquí? muchas preguntas surgían en mi mente, sin encontrar ninguna respuesta lógica a ellas. Las palabras de Jan parecían sinceras, pero Qwan era mi maestro ¿Qué debía hacer?

Las ultimas palabras de Qwan terminaron de descentrarme, desprendían odio y egoísmo y eso no era propio de un maestro ¿podía haber estado equivocado respecto a el tanto tiempo?

Tomando ejemplo de Radaht apago mi sable de luz y me coloco en una posición intermedia entre Qwan y Jan.

-Estoy con Radaht nos debéis una explicación de lo que esta pasando-

Aun con la espada apagada mantengo una posición defensiva.

En esos momentos de incertidumbre, la joven Kayla se lanzó contra Jan, elevando su sable e intentado descargarlo sobre él. En su mal movimiento partió en dos el monitor que había en el centro de la sala, y Alaak no tuvo que hacer ningún aspaviento para esquivar el ataque. Fue en esos momentos cuando el zabrak elevó su mano sobre la joven padawan, y sin que ésta pudiera hacer nada, arrebató por sorpresa el sable de luz de su mano con la telekinésis de la Fuerza. La empuñadura se apagó en el aire, y una vez en su poder, el zabrak no hizo nada por devolverle el golpe a la joven.

Por su parte el el miraluka Jerec intentó discernir la Fuerza fluyente por su maestro, y los otros dos padawans, Jezal y Ragaht, mostraban su incomprensión por la escena. Desde luego todo era bastante confuso. ¿Cuáles eran las intenciones de ambos?

No pienso luchar contra tí, muchacha... -le dijo, a modo de reprimenda, el zabrak a Kayla-.

¡¡SIN DUDA ERES LA MÁS DÉBIL!! -gritó entonces Qwan al tiempo que levantaba sus manos hacia Kayla y expulsaba de sus dedos rayos de la Fuerza. ¡¡AAAAAAGGGGGGGHHHHHHH!!

El maestro que os había aparentemente cuidado, amado, mostrado y adoctrinado en los caminos de la Fuerza se revelaba ante vosotros. Sus rayos alcanzaron al momento el cuerpo de la joven Kayla y ésta comenzó a tambalearse.

Tras unos segundos de incertidumbre, Jan Alaak se lanzó se interpuso entre Qwan y la padawan, activando el sable de luz de ésta y el suyo propio. Con ambos sables, cruzados entre sí, comenzó a repeler los rayos de la Fuerza a través de la hoja de las espadas.

¡¡Aaaaahghghh!! -gritó Jan mientras protegía a Kayla-, ¡¡OS ADVERTÍ!! -decía ahora resignado e impotente mientras comprobábais que sus advertencias eran verdad.

Y mientras estaba apretando sus espadas contra los rayos (y los dientres entre sí), logró musitaros unas pocas palabras en plena lucha-: Qwan se dejó atrapar por el Lado Oscuro mucho tiempo atrás... ¡Tuve que huir, al igual que mis compañeros! -debía referirse al resto de "los Cinco"-. ¡Si Qwan se apodera de la información del holocrón y los descubre, no dudará en matarlos hasta alcanzar sus propósitos!

Kayla cayó al suelo, electrocutada por aquella cantidad ingente de Fuerza despositada por momentos en su cuerpo... Los rayos entonces cesaron, y una cruenta batallas de sables de luz tuvo lugar. El zabrak y el kel dor comenzaron a repelerse ataques entre sí en una perfecta coreografía de ataques dirigidos a todas la partes del cuerpo (cabeza, extremidades, espadas, etc.). Vosotros estábais atónitos presenciando aquella lucha en la que de momeno no se os ocurrió participar (lo cierto es que notábais ligeramente el fluir de sus poderes de la Fuerza entrechocando entre sí. Uno era luz, y ahora brillaba cuanto más cerca estaba del Oscuro, vuestro hasta ahora maestro.

Tras varios golpes críticos, Qwan Mundi se giró imprevisiblemente y atravesó con el láser el pecho de Jan Alaak, haciéndole salir la punta de la hoja por su espalda. El zabrak abrió los ojos, tragó saliva y os miró, mientras Qwan, con su telekinesis, atrapó al instante un holocrón concreto de la sala.

Finalmente, sin que pudiérais hacer mucho fruto de la impresión (lo cierto es que ver comportarse así a aquel Kel Dor al que teníais como referencia os causó estragos interiores) vísteis como éste huída por donde había venido. Con su mano derecha, mientras corría, comenzó a teclear en su brazal metálico (que era un pequeño coputador) algunos comandos. Lo conocíais muy bien, y aquella retahíla era para hacer que el Mentor Huracanado, vuestra nave, aterrizara cerca del Maestro. Acaba de programar su aterrizaba en el mismo cañón del templo, a la salida de éste (junto al gran precipicio que saltásteis...).

¡Auuughhh! -musitó mientras se arrodillaba, una vez Mundi hubo sacado su sable del cuerpo de su enemigo-. Éste rival os supera a cada uno de vosotros, pero no en conjunto... ¡ID TRAS ÉL! Qwan ahora sabe dónde están los demás jedi -había tomado el holocrón de información-; sólo es tiempo que recupere los fragmentos que antaño nos repartimos entre los cinco compañeros. ¡Tomad el mío! -cuando estaba de rodillas, a Jan Alaak aún le quedaba algo de fuerza para lanzároslo-: perseguid a Qwan y ... y ... ¡acabad con él! ¡DEBIMOS MATARLE CUANDO SE VOLVIÓ LOCO! ¡Separarnos sólo le dió tiempo para hacerse más poderoso! Mi nave... mi nave está tras esos muros: sus sitemas os permitirán seguir a ese monstruo...

Entonces, en un último hálito de vida, el zabrak usó su dominio de la Fuerza para abrir una pared oculta en la roca, lo cual hacía acceder a un túnel. Al final de éste se vislumbraba una luz y la leve silueta de un carguero ligero.

Que la Fuerza os acomp...

Finalmente, Jan Alaak murió postrado en el suelo del templo.

Herida en cuerpo y alma, veo como Jan, al que he atacado en un arrebato de mi ira incontrolable, da su vida para defenderme de quien creíamos que era nuestro mentor. Nos ha traicionado, engañado, manipulado... y yo he atacado a quien nos decía la verdad e intentaba ayudarnos.

Casi a rastras me acerco al cuerpo ya inerte del Jedi, mientras gruesas lágrimas caían de mis ojos, resbalando por mis mejillas.

- Lo... lo siento - logro farfullar entre mis lloros, mientras acaricio la cara de Jan - Si te hubiera escuchado tal vez ahora aun seguirías vivo...

La rabia, la vergüenza, el arrepentimiento invade mis sentidos, no logro pensar con claridad, sólo se que tengo odio y rabia hacia quien se ha hecho pasar por nuestro maestro, por mentirnos y por utilizarnos. A duras penas logro ponerme en pie, no se si me duelen más las heridas del corazón o las de mi cuerpo.

Serás vengado. Pienso mientras recupero mi sable láser.

Hemos sido engañados. El lado oscuro de la fuerza es mentiroso, traicionero y, al parecer, tan tentador como para que cualquiera caiga en sus redes. Si algo hemos aprendido de este fracaso es que los sentimientos son uno de los caminos que nos llevara a la perdición.

Encontraremos a Qwan y detendremos sus planes.

No existe emoción, sólo existe paz. No existe ignorancia, sólo existe conocimiento. No existe pasión, sólo existe serenidad. No existe caos, sólo existe armonía. No existe muerte, sólo existe la Fuerza.

Que la fuerza te acompañe hermano.

El odio crecía poco a poco en Ragaht… No sabía cuánto tiempo iba a ser capaz de contenerse, pero debía conseguirlo, por Jan, por sus compañeros, por él mismo.  Habían cometido el error de perseguir a un verdadero jedi y poner en bandeja a los sith la información que necesitaban para encontrar al resto de sus hermanos. Habían sido engañados, pero una nueva cacería comenzaba para ellos.

-No tenemos tiempo de lamentarnos, debemos ir tras Qwan antes de que encuentre al resto de nuestros hermanos –dijo Ragaht tratando de sobreponerse a la situación -. Jan ahora es uno con la fuerza, debemos cumplir su misión y proteger al resto de jedi, se lo debemos.

No era lo apropiado pero el odio y las ganas de venganza empezaban a correr por mis venas. No había peor traición que la de la confianza, como la que hay entre un maestro y un alumno. Me turbaba el haber estado tan ciego de no darme cuenta de como me utilizaba para sus propios fines el maestro. Pero esto de una o de otra manera me lo iba a pagar.

Ya no se podía hacer nada por Jan, salvo cumplir la misión que el tenia encomendada.

-Partamos sin mas demora- dirgiendome a mis compañeros

La traición había sido desvelada. Comenzásteis a entender, entonces, los verdaderos propositos de Qwan. Toda vuestra "crianza" en la Fuerza había sido un fiasco. No es que todos los conocimientos fueran una gran mentira, sino más bien las intenciones finales del vuestro hasta ahora maestro. Su intención, y visible era ya, era haceros de vanguardia contra Jan Alaak. ¿Qué mejor que enviar a alisar el terreno que a cuatro jóvenes antes de una triunfal aparición?

Tomásteis la nave de Jan Alaak. Su compuerta cayó hasta el frío suelo, y veíais un tramo de pasillo alargado, que finalmente saldría a la superficie de alguna manera. Tras encender los controles y computadores de mando, comenzásteis a orbitar, despegando finalmente y avanzando lento por el pasillo excavado del templo. Jan Alaak no debió haber usado aquel carguero en cierto tiempo, pues el registro de actividad databa de años atrás... La nave, no obstante, se conservaba en perfecto estado.

Mientras mis compañeros pilotan la nave de Alaak, examino mis heridas. No tienen buen aspecto, pero espero que curen pronto. Cojo uno de mis medpacks y me dispongo a hacer buen uso de el.

Ragaht tomó rápidamente los mandos de la nave, pero se sentía un poco descolocado, estos controles le resultaban desconocidos y no sabía si iba a ser capaz de conseguir sacar a sus amigos sanos y salvos.

- Tenemos que salir de aquí sea como sea - dijo mirando a Jerec, que junto con él tomó los mandos de la nave -.

Cuando salgamos de aqui me gustaria recuperar mi nave. Seguro que mis androides me echan de menos.

Si es que los androides pueden hacer eso...

Cojo los mandos y hacemos lo mejor por vencer el horrible viento del planeta. No obstante parecia que habiamos subestimado aquel entorno tan hostil.

Mientras Jerec y Ragaht dan cuenta de los controles de vuelo, me siento en la zona de pasajeros y saco uno de los medpacks para curarme. La lucha contra nuestro antiguo maestro me ha dejado bastante malherida, y no se si me duele más las heridas físicas o el dolor en mi alma por verme traicionada por quién en tanto confié.

Me gustaría tener el temple de mis compañeros, ellos parecen tan seguros de sí mismos, se mantienen tan firmes y saben que hacer en todo momento. Yo no. Hasta ahora no he hecho nada bien y me corroe el sentimiento de culpa. Si no hubiera sido tan estúpida Jan Alaak aun viviría. Y está muerto, por mi culpa.

Me limpio la lágrima que me cae mejilla abajo mientras desinfecto y curo mis heridas lo mejor que puedo hacerlo, dadas las circunstancias.