Partida Rol por web

Andrews miró un momento a su superior en el grupo. Si claro, como que los demás estamos encantados con esta situación y estamos buscando unas copas. Todos estaban crispados por la situación, lo fácil que era comunicarse con tantos idiomas que se dominaban, hasta ese momento no habían sido conscientes de la necesidad de comunicarse fluidamente. No había nada que les permitiese cargar el equipo alienígena y no había nada para hacer modificaciones, sin las herramientas adecuadas poco podían hacer. Se dirigió hacia el extraño. -¿Hay alguna herramienta que nos permita alterar nuestros equipos para hacerlos encajar?, necesitamos equipos electrónicos para tratar de hacer compatibles nuestros sistemas.

- No creo que ninguno de aquí esté encantado con tener que recibir información de esta manera, puede incluso que haya cierta simbología que nos sea difícil de entender ya que no existe en nuestro planeta, ni en nuestra era - dijo el lingüista -. Y para jugar al Pictionary, deberíamos haber ido enumerando los elementos que fue dibujando y en realidad lo que hemos hecho ha sido explicar la situación, sin desgranar los dibujos antes, lo cual es cierto que nos está poniendo las cosas más complicadas... pero por suerte, nuestro amigo nos entiende...

Aquello pareció activar algo en la cabeza de Aldo.

- ¿Y si...? - dijo y pidió al anfitrión del SG-4 el papel.

Comenzó a escribir en la hoja las letras del abecedario, escritas con el suficiente espacio por arriba, abajo y los lados, como para que algo más pudiera escribirse ahí.

- Creo que podemos hacer algo para intentar entendernos - le explicó -. Este es nuestro alfabeto, yo te iré diciendo las letras y tu deberías escribir la misma letra en vuestro alfabeto, esto nos ayudaría a entendernos mil veces mejor.

Comenzó entonces por la A diciendo esta en alto y compartiendo el papel con aquel hombre.

Su anfitrión pareció entender lo que Aldo pretendía pero, una vez más, hizo el movimiento lateral tajante con uno de sus brazos extendidos. Se separó del lingüista al tiempo que, por gestos, invitaba a Fern (aunque, en realidad, los hizo a todos los tau'ri) a que le siguiera hasta la habitación de la que había traído el dispositivo.

La estancia era más amplia que la anterior y estaba dividida por la mitad con una suerte de red de carga, hecha de un material metálico pero flexible, que iba desde el techo al suelo y desde la pared del fondo hasta la de las dos puertas. En la mitad en la que se encontraban había apilada una serie de contenedores, repartidos en hileras entre las que se podía pasar de uno en uno y ligeramente ladeados. Al otro lado, a través de la "red", se podían ver troncos almacenados, así como planchas de metal apoyadas contra la pared, unas sobre otras.

El alienígena de mono azul rebuscó dentro de uno de los contenedores próximos a la puerta, que no estaba apilado como el resto. De aquel cajón extrajo una especie de manual, de casi cincuenta centrímetros de alto, algo menos de ancho y la mitad de grosor. Lo llevó hasta la habitación "vestuario" y lo depositó en el suelo, junto a la puerta. Al abrirlo, el SG-4 pudo ver que se trataba de una colección de hojas de un material plástico o plastificado, llenas de símbolos como los que habían visto en las taquillas laterales y diagramas. Su anfitrión pasó varias hojas apresuradamente hasta detenerse en una página; su dedo recorrió rápidamente una columna de texto hasta que se detuvo junto a un grupo concreto de aquellas letras. Su dedo trazó repetidas veces un círculo imaginario sobre aquel conjunto, lo señaló primero, luego apuntó a la habitación con los contenedores y, por último, se indicó un ojo mientras que el dedo que se apoyaba sobre el párpado inferior empujaba esa piel arriba y abajo.

- ¿Tenemos que buscar el contenedor con estas letras? - le preguntó a aquel hombre - ¿Conoces la lengua de signos? Quizá nos sería más sencillo entendernos, estoy algo oxidado, y no la estudié demasiado en profundidad, pero quizá así...

- Cualquier cosa puede ser, pero se me ocurre que todo eso sea para un intento para cargar la energía de... ¿esta nave?, creo que tendríamos que inspeccionar detenidamente todo para ver lo que puede ser útil, especialmente lo que nuestro amigo pueda indicarnos con más intensidad. Andrews se rascaba la cabeza intentando pensar lo que podría ser todo aquello, algo fascinante, una tecnología desconocida, pero de poco nos servía si no entendíamos nada. -¿Era lo que hemos visto, esa especie de vela, el sistema de recarga de energía? ¿Suponemos que está estropeada y que necesita reparación? ¿Sabes si hay herramientas que puedan servir? ¿Es esto un manual de instrucciones de la nave? En cuanto pase la tormenta podemos ir a buscar ayuda para que puedas salir de aquí o para conocernos un poco más. Opino que deberíamos grabar nuestras acciones para que nos ayude a revisar y detectar lo que podemos estar haciendo mal y los errores que cometamos.

Mientras los dos científicos se entendían con el alienígena, miré las cosas que se amontonaban en la nueva habitación, destrás de aquella red tan extraña.

Miré los troncos y los contenedores, para ver si algo en ellos podía identificar su contenido. No había manera de entenderme con aquel individuo y ya me estaba poniendo nervioso de no poder sacar nada en claro. Lo mejor sería mirar de averiguar qué se ocultaba en aquel lugar antes de que amainara la tormenta y pudieran salir de allí.

Haced lo que creáis necesario para averiguar de una vez qué intenta decirnos. A ver si podeis averiguar qué se esconde en estos contenedores. No voy a abrir ninguno sin saberlo.

La interrogación primera de Aldo fue recibida con moderado optimismo por su anfitrión, quien movió su mano con el índice levantado de arriba a abajo varias veces mientras que la otra mano la hacía oscilar. Ya se disponía a dirigirse a la otra estancia cuando Fern lo "asaltó" con varias preguntas; las tres primeras fueran respondidas con el movimiento lateral de un brazo extendido y de forma muy enérgica. Las dos últimas recibieron el gesto de la mano con el índice levantado y sacudida de arriba a abajo varias veces. Tras eso, y con una impaciencia ya evidente, les hizo señas de que le acompañasen. Sin esperar a los tau'ri, el alienígena entró en la otra estancia.

- Pues Alan, sería de gran ayuda tu par de ojos para tratar de encontrar el contenedor con esos símbolos - dijo Aldo antes de pasar a la otra estancia y seguir a su anfitrión.

Buscar en los contenedores podía parecer una idea simple pero, a la vista del contenido variopinto y ecléctico, prometía ser una tarea compleja. Los contenedores en cuestión eran unos cajones metálicos con aristas y vertices rematados por un revestimiento de polímero, excepto en las partes móviles. Con un metro de altura y una anchura y profundidad similares, cada una de aquellas cajas contenía un surtido de recipientes más pequeños, bolsas de distintos tamaños, pequeñas piezas de repuesto, tornillería,... Y lo peor, a la vista de que su anfitrión no parecío dirigirse a ningún contenedor en concreto, es que el alienígena podía saber que había algo útil pero no tenía la certeza de dónde buscarlo.

Siguieron rápidamente al hombre ya que se movió con cierta velocidad que los pilló desprevenidos, así que tenían que ir a la otra sala a rebuscar entre los contenedores buscando entre los contenedores los que podían ser los que buscaban, que posiblemente sería equipo para cargar o reparar la batería. Tras mirar los símbolos en el manual, Andrews se puso a la tarea de encontrar el cajón o contenedor que los tuviese, ya verían lo que encontraban. -Busquemos esos símbolos en el cuarto, a ver lo que hay y si nos sirve para poner en funcionamiento ese equipo.

Coloqué mi arma a la espalda y me uní a los demás en la búsqueda del símbolo. Cuantos más ojos hubiera en aquella tarea, más deprisa averiguaríamos algo, si es que había algo entre tanto contenedor.

- Esto me recuerda a cuando acabas una mudanza y tienes que buscar algo en todas esas cajas que todavía no has desempaquetado - dijo el lingüista preparándose para zambullirse en el apasionante mundo de la búsqueda en cajas.

Como pudieron comprobar cuando abrieron sucesivos contenedores para rebuscar en ellos, el contenido era realmente heterogéneo, cuando no directamente caótico. Pero los tau'ri se las ingeniaron para coordinarse y, cuando uno de ellos veía a su compañero registrar uno de aquellos cajones metálicos, pasaba al siguiente. Al menos tenían la suerte de contar con una referencia, por eso a Aldo se le iluminó la cara cuando se encontró sosteniendo entre sus manos un maletín cuya cubierta estaba elaborada con un polímero desconocido; en uno de los laterales alargados del objeto había grabados unos símbolos metalizados idénticos a los que su anfitrión había señalado. Y, al contrario de lo que cabía esperar, sólo habían tardado un minuto aproximadamente en localizarlo.

En su interior se podía ver una serie de instrumentos y aparatos, cuidadosamente alineados en bandejas de material esponjoso o sujetos por cintas de seguridad. Algunos de ellos eran mínimamente reconocibles, por sus formas similares a herramientas de la Tierra, pero la mayoría les resultaban desconocidos a los tau'ri aunque era de suponer que sus funciones si les serían familiares... una vez descubriesen para qué servía cada uno.

- ¡Eureka! - dijo en alto Aldo casi levantando el maletín como si fuera un trofeo para luego presentárselo a sus compañeros y al conocido desconocido.

Al abrirlo pudieron ver varias herramientas.

- ¿Nos servirán para adaptar nuestras baterías a tu aparato? - le preguntó con cierta curiosidad.

Por toda respuesta a la interpelación de Aldo, el hombre del mono azulado levantó la mano derecha con la palma hacia arriba y la agitó un par de veces de arriba a abajo. El gesto tenía cierta similitud con el vigoroso movimiento ¿afirmativo? que hacía con el índice levantado pero, en esta ocasión, la mano se movía de forma más sosegada, quizás dubitativa. Aquella expresión corporal se vió complementada con un gesto de la otra mano, con la que apuntó alternativamente al artefacto que había traído y a las baterías recuperadas por el lingüista.

- ¿Qué tal llevamos la electrónica? - le preguntó al resto del equipo - Yo os puedo echar un cable, pasando herramientas pero no me pidáis demasiado, lo mío es entenderme con otros - añadió con una sonrisa.

Poco sé yo de electrónica, pero si necesitais ayuda, puedo echaros una mano. No soy torpe del todo con eso.

Tenía la impresión de que finalmente aquella conversación tan extraña había dado algún fruto. Entre todas aquellas cosas habíamos encontrado algo que posiblemente podríamos encender. Esperaba que los científicos del grupo supieran encenderlo y ver si podíamos sacar información de ello.

Solo con los signos del desconocido no habíamos tenido mucha suerte. Esperaba que aquello acabaría allí y podrían irse con algo de utilidad.

- A mi no me mire. Si se trata de desenvolverse al aire libre o de ayudar con la desactivación de un explosivo, soy su marine, doctor Evans. Pero desmontar televisores y cosas más complejas no está en mi lista de aficiones. - La sargento se encogió de hombros antes de retomar la posición de guardia y vigilancia que había asumido a falta de ordenes más concretas.

Andrews miraba todo lo que la maleta contenía, para verlo mejor se hizo paso entre los compañeros, tocando los diferentes aparatos con cuidado, casi con miedo a romper algo. Algunas cosas le eran muy familiares, aunque eso era un posible engaño ya que aunque fuesen parecidos, el funcionamiento podía ser completamente diferente. - Veamos detenidamente el contenido y esos aparatos. Ummm, interesante, no es fácil averiguar lo que hace cada cosa, pero podemos probarlo. Veamos lo que podemos saber lo que hacen. Examinando los terminales y las posibles conexiones, quizás podamos saber lo que pueden llegar a hacer. Mirando detenidamente cada utensilio, como si fuese un estudiante ante una herramienta nueva con la que tenía que familiarizarse, pero ahora no tenía ningún profesor que le explicase el funcionamiento.

Fern estuvo varios minutos revisando el material encontrado. Dejando de lado las herramientas más obvias por su parecido con algunas empleadas por los tau'ri, el doctor Andrews examinó concienzudamente las más extrañas en un intento por averiguar su cometido o funcionalidad. La falta de referencias (o, al menos, de referencias en su idioma) alargó de forma extraordinaria aquella tarea. No importó las prisas que el mayor Whiteface quisiera meterle al científico, no ayudó en la labor. La asistencia de Aldo tampoco es que fuera muy fructífera pero era menos molesta que la insistencia del militar. Por su parte, el alienígena del mono azul se había recostado contra una de las paredes y esperaba, pacientemente, al dictamen del biólogo.

Pero, por fin, Fern estuvo seguro en la medida de sus habilidades de poder usar la mayoría de aquellos útiles para ayudarse en labores de modificación electrónica. Y la ergonomía del diseño de las herramientas sugería que estaban pensadas para sacar aun más provecho de ellas... si estuviera totalmente seguro de que las usaba para el menéster adecuado.