Partida Rol por web

El pasillo seguía y seguía más allá de unas puertas metálicas contra las que Adrien chocó al encabezar la marcha. Estaban entreabiertas, pero había que hacer cierto esfuerzo por empujarlas. La oscuridad se hacía mayor... Solo algunos podían vislumbrar camino entre la densa penumbra, pero para Farenheitt, Sebastian y Lene fue adentrarse en la mismísima ceguera. Adivinaban olor rancio a plástico viejo, pero nada les protegía de los desconocidos que les rodeaban pese a ser compañeros de penuria...

Parecía un interminable guardarropas en el que alguien colgara trajes de seguridad, aislantes de contaminación... Protección bacteriológica, incluyendo mascarillas de gas. Habría decenas de trajes, pero tan solo unas quince máscaras, desmontadas y apiladas en una leja que había justo encima de las perchas...

Tan solo Evangeline y Jake perciben más allá de las siluetas de los trajes. Uno parece más abultado, lleno. Al fijarse bien, descubren pelo asomar debajo de la máscara de gas montada, era el único traje completado. Largo, oscuro y algo ondulado... Tras las lentes puede verse la sombra de unos ojos, pero fuera quien fuera, estaba totalmente inmóvil. Unos pies calzados con tacones colgaban de la bolsa...

Ahí, ahí delante hay alguien! exclamo con voz nerviosa y entrecortada ¿es que nadie mas puede verlo? digo tirando de la mano del viejo

En ese traje de allí delante hay alguien, pero no se mueve trato de señalar con el dedo pero parece que los demás no consiguen verlo Estúpidos adultos, que se pongan gafas! a pesar de mi enfado por la falta de percepción de mis compañeros me coloco tras Walter para evitar sorpresas desagradables

La imagen me aturde. No soy capaz de adaptarme a este entorno. Por mi cabeza desfilan las imágenes del campo, de la naturaleza a la que estoy acostumbrado... el tirón del pequeño Jake me hace volver en mí. Retrocedo dos pasos, desconfiado, protegiendo al niño con mi cuerpo. (Pensamiento 1). Susurro prudentemente.

- No veo a nadie... Mi vista no es lo que era...

¿Por qué está todo eso ahí? ¿Quién es toda esta gente? ¿Qué hago en este sitio?... mis pulsaciones se aceleran... respiro profundamente para mantener la calma. Si alguien ha puesto eso ahí, por algún motivo será... en algún momento habrá sido necesario... quizá sea buena idea... (Pensamiento 2)... luego. No es el momento.

Pensamiento 1

Se ha acercado a mí... por su propia iniciativa... buscando protección... El niño ha cogido mi mano, ha tirado de ella... su piel contra la mía...

Cuando pego mi cuerpo al niño en actitud protectora, siento un principio de erección. Su cuerpo suave, frágil... debe ser mío...

Céntrate... no es momento... no es lugar... esta gente es peligroso... necesitas... ¡privacidad!

La mente de Lene permaneció en blanco mientras caminaba por aquel pasillo sacado de la pesadilla de un demente. Sola, como un alma perdida en los círculos del infierno, caminó en pos de Evangeline y Esther al tiempo que el frío y la humedad de aquel sitio le hacían estremecerse. Sabía que detrás de ella quizás viniesen Sebastián y el pelirrojo pero ni una sola vez se volvió para comprobarlo. Sus ojos, de pupilas desquiciadas y abiertos al máximo en un intento de ver más, permanecían clavados al frente, en la oscuridad que le aguardaba al fondo del pasillo y hacia la que caminaba con decisión, como si el llegar allí constituyese su salvación. La piel de sus brazos se erizó mientras en un gesto desamparado se rodeaba el cuerpo con ellos e intentaba entrar en calor. El frío, la humedad, el silencio y el saberse rodeada de extraños le hacía sentir su soledad como un cuchillo clavado en su alma que, poco a poco iba profundizando más y más, debilitándola.

El arremolinarse de la gente entorno a las puertas le hizo detenerse. Acercándose abrió los ojos a una oscuridad densa, impenetrable, y, aterrada, dio un paso atrás chocando quizás con alguien.

(Pensamiento 1)

- ¿Qué ves...?- preguntó a su pesar al niño con voz estrangulada.- Yo...yo no veo nada...todo está tan oscuro...- sintiendo cómo la realidad comenzaba a difuminarse a su alredor apretó los puños con fuerza y las heridas de sus palmas que habían comenzado a cerrarse se abrieron de nuevo. El dolor la trajo de vuelta y, a pesar de que su respiración continuó alterada, al menos no perdió el control.

Pensamiento 1: ¿Cómo pueden ver algo? Yo no veo nada...este olor...está tan oscuro...cualquier cosa puede acechar ahí dentro...

Clonk!*

Instintivamente se llevo una mano a la cabeza poniendo cara de dolor y la otra palpó la metálica puerta que acababa de aparecer frente a el sin esperarlo. Por un momento dudo si entrar al asomarse un poco por la obertura... pero recordando lo que dejaron atrás prefirió internarse en aquel pasillo - al menos si algo aparece aquí... no lo veré venir - pensó para sus adentros completamente acojonado.*pensamiento* No paraba de pensar en su vida, en que diablos había hecho el para estar ahí, y ese hilo en su cabeza le estaba provocando tal ovillo en su cabeza que le empezaba a doler las sienes. Las presiono con fuerza entrecerrando los ojos y en ese momento miró al frente...

- Oh... estupendo... ¿Alguien tiene una cerilla? - preguntó de manera automática, como si alguien fuera a tener una o un misero encendedor... que estúpidos somos los humanos a veces, aferrándonos a vanas esperanzas cuando la realidad se despierta ante nosotros y nos atrevemos a negarla

Y yo que solo era un pobre imbécil... que solo quería ser feliz con una mujer a quien amara y me amara... solo quería eso joder, vivir mi vida, formar una familia, envejecer... pero noooo, me tiene que tocar ser el estrellado de turno y aparte de toda la mierda que he tragado en mi jodida vida... ahora me toca esta tortura... a veces da la sensación de que el cabrón de Dios no para de tirar los dados por mi y se parte el puto culo... cerdo barbilampiño...

Lene, Walter y Adrien, al igual que Evangeline y Jake, perciben más allá de las siluetas de los trajes al fijarse. Uno parece más abultado, lleno. Al fijarse bien, descubren pelo asomar debajo de la máscara de gas montada, era el único traje completado. Largo, oscuro y algo ondulado... Tras las lentes pueden verse unos ojos, pero fuera quien fuera, estaba totalmente inmóvil. Unos pies calzados con tacones colgaban de la bolsa más allá de las botas pinzadas al pantalón...

Aún pegado al pequeño Jake, procurando darle seguridad, entrecierro los ojos para ver mejor la forma que hay en el traje...

- Un momento, caballeros... algo falla... Esa figura está estática... se diría que alguien ha guardado un cadáver en la bolsa... Si me permiten...

Por primera vez, me alejo del niño y de los demás y, con las piernas algo temblorosas de miedo, me acerco cauteloso hacia la figura metida en el traje. Sea lo que sea, parece muerto. No creo que los muertos puedan hacernos daño; los que realmente me asustan son los vivos, los que voy dejando atrás a medida que me acerco.

Giro un segundo la mirada, asegurándome de que el niño se encuentre a salvo y haciéndole una seña para que no venga conmigo; si me estoy metiendo en una situación peligrosa, no quiero que el pequeño sufra daño ni corra riesgos. (Pensamiento 1). Mis manos empiezan a sudar. Me acerco cada vez más. Levanto los brazos para abrir el traje y comprobar qué es lo que hay dentro...

Pensamiento 1

¿Qué les pasa? Eran todos muy valientes hace un rato. Jóvenes, arrogantes, dispuestos a todo... Cada uno con su locura, pero todos ellos muertos por demostrar quién es el más fuerte. Sólo hace falta un pasillo oscuro y desagradable para que queden paralizados de terror. No quiero ser yo el que muera esta vez, no quiero irme al otro lado sin probar la carne de este adorable niñito. ¿Por qué se han vuelto todos tan cobardes? ¿Tienen que esperar a que el abuelo arranque para mostrar su coraje? Me dan asco y lástima. Si yo hubiera sido así de joven, jamás habría llegado hasta donde he llegado... pero ¿dónde he llegado? Malditos cobardes con alma de superviviente, malditos tibios de corazón... sus lenguas son calientes, sus corazones parecen fríos pero, a la hora de la acción, sólo demuestran ser niños mimados... qué fácil parece todo cuando todo te lo han dado hecho. Al final, los que crecemos pagando el impuesto de la vida, morimos pagando el mismo impuesto. Esta gente es un virus, y no dejan de demostrarlo cada vez que tratan de mostrar lo contrario. Me dan asco. Cuando abra este traje y demuestre que no hay peligro, no dudarán en cubrirse de flores, en vanaglorirarse de su estúpido éxito, dejando de lado al abuelito. Ya lo verán. Sólo necesito una oportunidad para enseñarles, para demostrarles que toda su charlatanería y su falsedad new age hardcore es pura fachada, que detrás no hay nada en abosluto... cáscaras humanas... os vaciaré.

No me asustaba la oscuridad, nunca lo había hecho, en mi interior conozco el camino, lo que me rodea, sólo son situaciones que dificultan llegar a nuestro destino, pero también son oportunidades para no llegar sólo, para llevar conmigo a aquellos que así lo deseen, ansiosos de liberarse del sufrimiento que les atenaza.

Sebastian aún sostenía a Candice entre sus brazos mientras caminaban, era un contraste curioso, pues la mujer, aunque delgada, era alta, y casi abultaba más que el propio chico, pero este parecía llevarla sin esfuerzo.

No tengas miedo, junto a mi nunca debes tenerlo

Aquellas palabras iban dirigidas a Lene, que había chocado con el joven albino, que esbozó una sonrisa invisible debido a la escasez de luz, también provocaron una pequeña sacudida en el cuerpo de Candice, que poco a poco, comenzó por fin a recuperar la consciencia.

Ayudad a Walter, todos merecen ser ayudados, dada la oportunidad de redimirse, aunque no lo merezcan.

Todos los hombres tienen sus defectos, sin excepción, pero no todos quieren eliminarlos, no todos quieren salvarse.

Sí, ella también lo veía; lo que gritaba el niño... Esa melena... ¿Esos.. son ojos? Le entran escalofríos por el cuerpo, pero no por miedo, sino por curiosidad. ¿Qué es? ¿Un maniquí o una persona de verdad?

Luego mira a su alrededor... ¿Qué sitio es éste? Inquietante...

Vuelve a fijar su atención al cuerpo inerte. Walter se acerca y hace ademán de levantar el traje. Por precaución y casi sin darse cuenta, Evangeline da un paso hacia atrás. Aún tenía la espada en la mano...

Las palabras de Walter hicieron que Lene se fijase más en lo que había al otro lado de la puerta. Sus ojos enrojecidos y de expresión atormentada recorrieron uno por uno los trajes que se hallaban allí colgados y su mente adormecida aún tardó unos segundos de más en registrar lo que estaba viendo. Finalmente, su mirada se detuvo en la figura desmadejada que pendía de uno de ellos, el cabello asomando por el borde, los ojos desencajados, abiertos al silencio eterno a través de la máscara que le cubría la cara. La joven no oyó ninguna de las palabras que se pronunciaban a su alrededor y apenas fue consciente del avance de Walter. Con su mente asomando al precipicio de la locura, comenzó a hiperventilar al tiempo que sus manos se cerraban espasmódicamente en un puño. (Pensamiento 1) Un lloriqueo estrangulado se escapó de su garganta contraída. (Pensamiento 2). De repente, como movido por un resorte su cuerpo se movió. Con expresión obsesionada apartó de un empujón a quién pudiera estar estorbándola y comenzó a registrar el cuarto en penumbra.

Pensamiento 1: Está muerta…vamos a morir todos…él…él me hizo esto…

Pensamiento 2: Nadie lo entiende, nadie lo entendía, el vacío, la caída….no hay  nada…frío…cortante…¡sí! Algo que nos haga olvidar…

“En la noche terrible, sustancia natural de todas las noches,

En la noche del insomnio, sustancia natural de todas mis noches,

Recuerdo lo que hice y lo que podía haber hecho en la vida.

Recuerdo, y una angustia

Se derrama sobre mí como un frío del cuerpo o un miedo.

Lo irreparable de mi pasado: ¡Ése es el cadáver!

Todos los cadáveres quizá sean ilusiones.

Todos los muertos quizá estén vivos en otra parte.

Todos mis propios momentos pasados quizá existan por allí,

En la ilusión del espacio y el tiempo,

En la falsedad del devenir.

Pero lo que yo no fui, lo que yo no hice, lo que ni siquiera soñé;

Lo que sólo ahora veo que debería haber hecho,

Lo que sólo ahora claramente veo que debería haber sido…

Es lo que está muerto más allá de todos los Dioses,

Eso –y fue al fin lo mejor de mí –es lo que ni los Dioses hacen vivir…”

***

Aquel cuerpo en los brazos de otro cuerpo que exhala palabras que quizá nadie escucha se mueve suavemente, se desenreda con muchísima lentitud, se estira y extiende sus frágiles y delgadas extremidades; le da forma a un cuerpo grácil y trémulo y a un pálido rostro que asoma detrás de una larga cabellera rubia. Abre los ojos y una triste mirada azul se enciende entre los párpados, recorre cada rincón de aquel lóbrego y hediondo pasillo, en cada rostro, en cada gesto, en cada mirada. Aquellos ojos se abren aún más, sus pupilas se dilatan y su mirada se torna acuosa y asustada.

Aquel cuerpo se yergue sobre sus pies lenta, muy lentamente, como si pesara toneladas. La palidez de aquel semblante se acentúa, su respiración se torna frenética como los latidos de su corazón. Contempla aquellos cuerpos, todos extraños, todos tan confundidos como ella. Su respiración se precipita aún más y aquel puño cerrado al que llaman corazón se comprime. Una voz invoca su nombre desde las lóbregas sombras del pasado, una voz repite su nombre en un eco lejano.

—Candice. Candice. Candice…

Aquel cuerpo deshabitado que responde al nombre de Candice gira la mirada hacia atrás, hacia el pasado y busca a aquella voz que articula su nombre. Olvidó que el pasado se extiende desde el futuro, desde más allá de la muerte, y que toda muerte –incluso las pretéritas- está en el futuro, como un depredador acechándonos.

—Denisse. ¿Denisse…?

Sus pasos vuelven hacia atrás, vacilantes.