Partida Rol por web

Miré la fotografía una vez la habíamos hecho... Guau, nunca había visto... tan poca química entre las tres -¿Como puedo salir tan seria...? No se como lo hago pero nunca salgo bien en las fotos- pense mientras la observaba... y entonces vi como Rubí se iba sin decirnos nada -Ay... ¿no le ha gu-gustado mi fo-foto?- dije para mi misma... bastante decepcionada. ¿Porque no había dicho nada? Eso me dolió más que incluso me hubiera dicho algo malo. Y se notaba en mi mirada.

Después mire a Rebecca con cierto rubor y algo triste -Bu-bueno... yo ya i-iré yendo para el colegio... su-supongo que será po-por el ca-camino del medio... a-a lo me-mejor ahí se re-recoge el uniforme... y po-por eso las a-alumnas con el n-no van por a-ahi- le fui diciendo cortada mientras me frotaba el brazo con timidez. Quizás la explicación lo hacía por... o bien para excusarme e irme sola... o por si le interesaba seguirme... no se. Me parece de mala educación dejar a alguien sin avisar o sin saber si ella se quiere quedar conmigo... dudo eso, pero por si acaso.

...

Vale, esos fueron quizás los instantes más incómodos en su vida o al menos los más confusos. No solo la foto se desvió enormemente de lo que intentaba, sino que incluso culminó con la inesperada partida de la misteriosa Rubí. Tras despedirse de aquella con un gesto no muy efusivo, BK devuelve su atención al punto inicial.

— Ok, eso fue extraño... — murmura, luego suspira. Intenta seguir hablando con Yuki pero se detiene antes de lograrlo pues nota la expresión en el rostro ajeno. — ¿Sabes? yo también iré allí, creo que es lo mejor por ahora — un instante después vuelve a unirse a la plática pero solo porque la azabache parece estar dispuesta, eso sí, también a punto de llorar; inevitablemente la pelirosa se siente molesta en su interior por este hecho, pero teme que si trata de arreglar la situación de alguna forma termine empeorándola...

— ¿Puedo ir contigo? La verdad no tengo muy buena orientación y dicen que dos cabezas piensan mejor que una. Prometo no arrastrarte a más fotos... — haciendo acopio de buen rollo y confianza Rebecca propone, esforzándose por dejar atrás lo que pasó — Aunque ciertamente eres buena con la cámara, digo yo — más su personalidad sale a relucir un poco de nuevo, esta vez en forma de un guiño travieso hacia la otra chica; eso si, ahora espera la respuesta ajena antes de simplemente darla por hecho...

-Umh...claro, si te es más cómodo podemos llamarnos por los apellidos- dije sin perder la sonrisa antes de mirar a Fran y aumentarla al sentirme alagada cuando comentó que creía que tenía razón -lo cierto es que no iremos a clase juntas, yo iré a tercero- comenté apenada mientras me giraba para tomar el camino que la peliblanca había propuesto a la vez que trataba de iniciar una conversación retomando un tema que habíamos dejado atrás unos minutos antes, pero pronto me quedé quieta como una estatua y en silencio por un momento al escuchar las palabras de nuestra otra compañera -¿Fa-fantasmas?- pronuncié con la voz temblorosa -¿hay fantasmas?- pregunté girándome de nuevo, esta vez hacia aquella que había afirmado verlos, con el rostro pálido por el miedo y las energías diezmadas -¿pero que tipo de fantasmas? ¿buenos o malos?- dije acercándome cuidadosamente a ella y siguiéndola mientras miraba a mi alrededor asustada.

Mire a la chica mientras hablaba... ay no, creo que estaba a punto de llorar y por eso me miraba asi -Ay... ¡ahora pensará que aparte de rara soy una llorona!- pensé mientras rápidamente me limpiaba la cara con la manga de mi chaqueta. Ella dijo que haría lo mismo, supongo que es lógico.

Pero entonces me sorprendió con su pregunta... ¿de verdad... que quería venir conmigo? ¿A pesar de lo rara que seguramente le habría parecido? Con su halago sobre la fotografía y su guiño me sonroje... pero por una vez sólo eso -Si cla-claro... po-podemos ir ju-juntas- le terminé diciendo poniéndome a su lado tímidamente, para avanzar las dos por ese camino que nadie tomaba, a ver si era el correcto -Y... gra-gracias por el cu-cumplido- le termine agradeciendo cortada pero sincera.

- Eeh... como quieras. No me importan mucho los formalismos. Prefiero que me llamen por mi nombre, pero si eso te incomoda, puedes llamarme por mi apellido. - Le explicó a la joven de cabello oscuro, antes de encogerse de hombros por algo que ella no le daba mucha importancia, la verdad. Francesca consideraba que la educación radicaba en otros aspectos y no en la forma de llamar a alguien... bueno, al menos que insultaras a esa persona con algún apodo ofensivo, claro. Por otro lado, detestaba los honoríficos. Por la única razón que había decidido utilizar "chan" con Ayami, había sido principalmente porque le parecía bastante adorable y que le quedaba bien a la chica que era tan mona con su forma de ser. De lo contrario, la habría llamado "Ami", directamente y sin dar muchas vueltas al respecto.

- ¿Puedo llamarte Tomo? Me parece bastante bonito así. Bueno, Tomoyo es un nombre hermoso, pero Tomo suena más mono. - Le preguntó a la muchacha, esperando que ésta aceptara, por más que hubiera dejado en claro antes que consideraba un tanto descortés el hecho de llamar a alguien, que apenas conocías, por su nombre. Eso no quería decir que a la peliblanco le importara mucho, era demasiado directa como para que le importara realmente. Además, aquello de llamar a alguien por su nombre, siempre fue la costumbre de su madre que es italiana, a diferencia de su padre que es japonés, y que por ende no tardó en pegársele a la joven rebelde.  - Si eres buena conmigo, para mí ya eres mi amiga. Así que eres libre de llamarme Fran cuando lo prefieras. - Aseguró en un tono amable, mientras continuaban caminando por el camino del centro, esperando encontrarse con alguien que pudiera explicarles lo que debían de hacer, o dónde podían encontrar sus dormitorios.

- Que pena, me hubiera gustado ser tu compañera, Ami-chan. Bueno, siempre podemos hablar fuera de clases. - No era como si no pudieran ser amigas por más que no pertenecieran al mismo año de cursado. Además, la chica le había caído en gracia como para que dejaran de hablar por algo tan tonto como eso. Había imaginado que Ayami era más joven que ella, aunque pensaba que era un par de años más joven, y no sólo de tercer año. Parecía que las apariencias engañaban un poco, aunque tampoco se había equivocado demasiado. De cualquier manera, esperaba que la muchacha de apariencia extravagante aceptara continuar siendo su amiga, si a ésta no le molestaba, claro.

No obstante, lo siguiente que dijo Tomoyo, tomó por sorpresa a la guitarrista, aunque, a diferencia de Ayami, ésta no se mostró asustadiza, simplemente sorprendida ante el hecho de que alguien que ya no era una niña, hablara de cosas así. Lo peor era que no parecía que estuviera hablando en broma, sino más bien en serio, como si realmente creyera en ello. Era probable que la joven fuera una fanática de lo oculto, pero era claro que estaba asustando a Ayami, por lo que era mejor calmar un poco la situación, ya que ésta parecía que también creía en esas cosas, aunque Francesca no lo hiciera. - No te preocupes, Ami-chan. Los fantasmas no pueden hacerte nada, si es que existen realmente. - Aseguró en un tono de cierta tranquilidad, intentando calmar a su kouhai para que ésta no se asustara demasiado. - ¿No es verdad? - Le preguntó a Tomoyo, esperando que ésta confirmara lo que ella había dicho, y que comprendiera lo que quería decir con ello. La joven rebelde no creía en esas cosas, pero principalmente no le agradaba que Ayami se asustara por algo que no tenía mucha importancia para ella.

había pasado justamente lo que más temía y que le costó algo de tiempo en su antigua escuela superarlo, y que creía que en aquella escuela privada sería peor. Que dudaran lo que decía y aquella incomodidad fue evidente en el rostro de Tomoyo que se detuvo en seco tras las palabras de la chica de nombre extranjero, asumió que debía ser eso, que al no ser japonesa no entendía mucho la forma de pensar de su cultura y que decir que los fantasmas no existían era negar un elemento vital de la vida de todo japonés, así que se había equivocado, la había juzgado mal, su apellido japonés la hizo pensar que sería más sensible a ese tipo de situaciones y no las negaría de plano, dejándola como mentirosa. 

— no te preocupes Izume-san, había el espíritu de un abuelito que venía a ver a sus nietas, ellas van a primer año y deseaba ver que estuvieran bien, en la mañana ellas le habían pedido a su abuelo que las cuidara y aquí estaba, también estaba el espíritu del perro de otra chica, creo que siempre la sigue y cuida, los fantasmas no solo están para asustar sino que muchas veces están para cuidarnos y son nuestros ángeles guardianes, y no puedo asegurar que no existan espíritus malignos en la escuela, pero no debes temer, si es así, los exorcizaré y buscaré que sus almas descansen en paz, por eso... ummmm — trajo delante de ella su bolso y buscó algo, rebuscando entre sus cosas hasta sacar un pequeño taslimán shinto de color rojo y con letras kanjis pintadas en una tableta de madera — ten, esto te protegerá, lo ha bendecido mi padre, él es el líder de nuestro clan que son los cuidadores del templo Hakugyokurou, el que está en medio de la ciudad, así que esto te protegerá para que no tengas miedo — le entregó´el pequeño saquito y le sonrió, pero solo a ella, pues cuando miró a Francesca, a ella le hizo una nueva inclinación de cabeza.

— le rogaría que me llamara por mi apellido, si no es mucha molestia, Rokuma-san — ¿Tomo?, así la llamaba su mejor amiga en la escuela, Tomo-chan, así que no podía dejar que otra persona que más encima la intentó dejar de mentirosa delante de otra compañera la llamara de esa manera, lo que realmente lamentaba, no quería empezar así pero tampoco sería complaciente con las personas sólo para agradarles. 

La mayoría de las chicas parecen decidir ir por el camino del medio, y justamente con las dos personas que hablaban tomarían ese camino, Tomoyo suspiró y sintió que ya no sería cómodo caminar con las chicas, no por la tierna Ayami, sino por Francesca que seguramente no pasaría por alto lo que acaba de decir, se notaba que era una chica de firmes convicciones pero sin mucho sentido del tacto, así que Tomoyo movió un poco sus labios.

— iré a preguntarle a las alumnas, pero creo que tienen razón, todas están yendo por la ruta del medio — aunque era más bien por descarte — si es por otra ruta, las alcanzo, chicas — les hizo una reverencia antes de apartarse de ellas para ir hacia donde habían chicas con uniforme negro, el mismo que ella usaría una vez que se realizara el ingreso.

Mi cuerpo se relajó tan pronto como me explicó que los fantasmas que había visto eran buenos aunque no pude sentirme completamente aliviada hasta que me dio aquel talismán -¡wah! ¡mil gracias Yoshinobu!¡Tendré que agradecer a tu padre también!- exclamé con energías más que renovadas tras tomarlo con las dos manos en señal de aprecio y levantarlo bien alto para lucirlo -¡Mira Fran! ¡un amuleto!- le explicaba alegremente como si hubiese sido agena a todo lo ocurrido después lo bajé y até a mi mochila. Tras completar aquella acción parpadeé un par de veces sintiéndome confusa por el cambio de actitud de Tomoyo a quien hubiese animado a perderse a con nosotras de no ser por ello, pero si prefería ausentarse lo respetaría... -¡Claro! ¡Nos vemos!- me despedí antes de mirar a Fran para avanzar juntas hacia la aventura de conseguir un uniforme y habitación donde dejar nuestras cosas.

Rebecca sonríe, esta vez mucho más honestamente que en oportunidades anteriores, pues de alguna forma u otra está comenzando a interactuar de manera más eficiente con la otra chica. Claro, no es que sean grandes amigas, pero ahora al menos no están trabadas una frente a la otra.

Comienza así a andar, relajada en comparación a su interlocutora, inclusive capaz de asumir una pose muy típica de chica despreocupada al llevar uno de sus brazos hacia atrás, el que sostiene su pequeña mochila, y recargar esta en su espalda. Por un instante se distrae con la inigualable vista del entorno, pero al enfocar las otras presentes ahí BK vuelve a la realidad.

— A ti, por no huir apenas pudiste... — y ahí suelta otra prueba de su peculiar carácter, con voz y expresión que pueden ser sarcásticas, pesimistas o simplemente honestas de una manera extraña. Lo importante es que mantiene el paso para no alejarse demasiado de Yuki, la cual ciertamente ha captado su interés, por distintas que puedan parecer a la vista de las incautas.

— Me alegra saber que no soy la única llegando de novedad aquí, digo, mis perezosos padres no me trajeron antes, ni me enseñaron ningún mapa del lugar...claro que podría haber intentado buscarlo en internet, pero no se me ocurrió — la BK otrora casi incapaz de reaccionar va desapareciendo a ritmo vertiginoso, dejando en su lugar a una mucho más habladora, si bien poco centrada.

La joven rebelde escuchó en silencio la explicación de Tomoyo, aún un tanto sorprendida por la certeza con la cual la chica hablaba de aquel tema. Sabía que había personas que creían en esas cosas, en especial entre los japoneses que gran parte de su cultura giraba alrededor de los espíritus, no sólo de las personas, sino también de las cosas y la misma naturaleza. Y, si bien, Francesca había nacido en Japón, tenía una mentalidad más occidental, principalmente porque había absorbido más las enseñanzas de su madre que de su padre... además del hecho de que, debido a su actitud y su mentalidad, no era de creer mucho en esa clase de cosas. No le importaba si otros creían en eso, y no iba a forzar a nadie a cambiar de opinión, pero eso no quería decir que ella dudaría, en algún momento, en dejar en claro que no creía en esas cosas, teniendo en cuenta lo directa que era. Rara vez mentía, y por ende, tampoco iba a hablar como si realmente creyera lo que Tomoyo había explicado. Incluso si ésta se molestaba con ella. Prefería decir la verdad, antes que engañar a otros.

Estaba claro que la joven de melena oscura se había enojado con ella, o al menos se había disgustado en cierta forma, por el hecho de que Francesca no hubiera tenido mucho problema en desmentir lo que Tomoyo creía. Por un lado, la guitarrista no pudo evitar maldecir por dentro, principalmente porque no había sido ese su deseo. Simplemente había querido ser lo suficientemente sincera. No obstante, era cierto que no a todos les gustaba que uno siempre dijera la verdad, más en el caso en el que eso significaba que te acusaran, de manera indirecta, de mentirosa, incluso si esa no había sido la intención de la peliblanca. Por otro lado, el error ya había sido cometido, y Francesca rara vez se disculpaba por decir la verdad, o al menos lo que ella consideraba que era la verdad, claro. Tal vez por orgullo, o porque era alguien que no intentaba volver atrás en lo que había dicho. Fuera el motivo que sea, no le quedó otra opción más que aceptar el hecho de que Tomoyo se había enojado con ella, en el momento en el que ésta le dijo que prefería que la llamara por su apellido. Allí se iba la oportunidad de hacerse una amiga en aquel lugar. Aunque bueno, eso ya no la sorprendía demasiado, a la guitarrista se le hacía difícil hacer amigos más de una vez, por más que cuidara mucho de estos.

- Mm, está bien... Yoshinobu. Aunque sin honoríficos... tú puedes hacer lo mismo. No me caes mal. - Le aclaro a la chica, un tanto apenada con el hecho de que ésta se hubiera enojado con ella por sus palabras anteriores. Al menos quería dejarle en claro que no le caía mal, incluso si no creía mucho en las cosas que Tomoyo parecía creer. La idea de fantasmas a su alrededor, era bastante interesante, y parecía algo divertido pero Francesca simplemente no creía en ello. Consideraba que eran cosas más de los videojuegos o los anime, más  que algo que existiera en la realidad. No culpaba a Tomoyo ante el hecho de que le gustara creer en algo así, ya que sin duda habría sido instruida de esa manera por su padre, al estar a cargo de un templo, pero la peliblanca no podía forzarse a creer en algo, ni tampoco mentirle y decir que creía en esas cosas. Era verdad, que, tal vez, lo mejor habría sido permanecer en silencio, ni admitiendo que no creía en los fantasmas, ni tampoco asegurando que creía. Sin embargo, ese era uno de los problemas de la guitarrista... algunas veces le costaba cerrar la boca, principalmente por su convicción.

- ¿Ves? Ahora no tienes nada que temer, Ami-chan. - Le aseguró a su kouhai, dedicándole una sonrisa gentil, en el momento en el que pudo apreciar la expresión de felicidad de Ayami. Al menos ella estaba contenta, por más que Francesca considerara que en realidad no tenía nada que temer de algo que no existía. Lo bueno era que la alegría de la joven, le había permitido mejorar un poco su ánimo, tras descubrir que Tomoyo se había mostrado disgustada con lo que ella había dicho. - Ah, claro, nos vemos... luego. - Se despidió, intentando dedicarle una sonrisa gentil, a pesar de que ésta fuera más una afectada, un poco, por la amargura de saber que probablemente había arruinado la posibilidad de forjar una nueva amistad allí. Aún así... no iba a pensar demasiado en ello, principalmente porque no era propio de Francesca, el torturarse demasiado en su mente por algo que ya había sucedido. Después de todo, o la aceptaban por cómo era, o simplemente no la aceptaban. Era algo inevitable en su caso. Era probable que luego tuviera oportunidad de redimirse un poco con Tomoyo... o no.

- Creo que se enojó conmigo por lo que dije. Bueno... cosas que pasan... Vamos, Ami-chan. Encontremos a alguien que nos guíe. - Le dijo a la dulce chica que, a pesar de lo que había sucedido, permanecía ajena a aquel pequeño conflicto. Estaba un poco feliz ante el hecho de que su kouhai hubiera decidido acompañarla, incluso si Francesca no era una de las jóvenes más agradables que podía haber. Tal vez se debía a que era demasiado brillante, y su sonrisa podía ser bastante contagiosa. No parecía que hubiera muchas cosas que realmente la molestaran... a diferencia de la peliblanca que podía ser una total cabrona en ciertos momentos. - Mm... ¿te gusta el rock?... ¿Los videojuegos? - Le preguntó con cierto interés, mientras continuaban su camino. Teniendo en cuenta lo adorable y buena que se mostraba su kouhai, le interesaba conocerla un poco más. Al menos quería tener una amiga allí, ahora que había perdido la oportunidad de hacer dos, apenas había llegado a la colina.

En lugar de girar por uno de los caminos a izquierda y derecha, algunas de vosotras seguís recto, pero solo para encontraros que en realidad, el camino deja de existir y se adentra en una arboleda que desciende en una pendiente, la cual termina en lo que parece un río o un lago. Cuando miráis atrás, las chicas siguen escogiendo uno de los dos caminos, el de la izquierda o el de la derecha.

-No te preocupes- comenté igual de animada mientras comenzábamos a abrirnos paso por el camino -parecía una persona amable, seguro que no te guarda rencor, por eso ha preferido apartarse que empezar una pelea- expliqué como si se tratase de algo evidente -ahora ya sabes que es un tema delicado en su presencia, si las dos ponéis de vuestra parte ese no será un problema para llevaros bien, quiero decir... no es como si todos tuviésemos que pensar igual- hablaba como si todo aquello fuese lo más simple y normal del mundo, sin perder aquella energía y alegría que me caracterizaba, incluso sin pensarlo había comenzado a caminar dando saltitos.

-Pues creo que he encontrado una posible guía, aunque quizá nos perdamos con ella- señalé entre risas apuntando con el dedo a una chica de cabello azul -Me gusta el rock- afirmé -aunque creo que no tanto como a ti- aclaré rápidamente -de hecho hay pocos estilos de música que no me gusten ¡y claro que me gustan los videojuegos! mis preferidos son los de Nintendo~- explicaba realmente apasionada -¿y a ti?- pregunté esperando por su respuesta mientras me iba desviando claramente hacia la chica que había fijado como misión secundaria pero necesaria antes de cumplir la principal.

Nada más llegar a ella le hice una pregunta mientras mantenía mi sonrisa y positivismo, que la cosa no hubiese acabado como esperaba en los dos últimos casos no quería decir nada -¡Hola! ¿Serías nuestra guía?- 

La guitarrista escuchó en silencio a Ayami, quien parecía querer animarla, tras el hecho de que Tomoyo se hubiera disgustado con ella. A Francesca también se le hacía difícil pensar que la joven de melena oscura le guardara rencor, aunque sin duda habría de estado un poco molesta por lo que ella había dicho, en especial cuando se mostró en contra de que la llamara "Tomo". Estaba claro que no deseaba esa clase de familiaridad con alguien que no creía en las cosas que ella creía, o más bien... con alguien que la había hecho quedar como una mentirosa, incluso si no había sido esa su intención. Tal vez, era posible que Ayami fuera demasiado positiva en algunas cosas, aunque aquel no era un rasgo malo en ella, ya que, incluso si no era verdad lo que decía, servía para alegrar un poco a la joven rebelde, quien al menos sabía que la chica de apariencia extravagante no estaba disgustada con ella por lo que le había dicho a Tomoyo.

- ¿Estás segura? No me pareció que quisiera hablar conmigo nuevamente. Si... supongo que tienes razón. Debería mostrarme un poco más tolerante con su creencia. Lo mejor será que no opine sobre el tema. - La única razón por la cual lo había hecho, había sido para tranquilizar a Ayami, para que ésta no continuara asustada por lo que había dicho la chica de los espíritus. Sin embargo, lo mejor habría sido que simplemente le hubiera dicho que no tenía que temerle a estos. Lo de decir que no existían había estado demás de su parte. Por más que fuera eso lo que realmente pensaba, había sido innecesario. No se disculparía, ya que eso sería igual a admitir que lo que había dicho no era cierto, pero... la próxima vez que conversara con Tomoyo, intentaría hacer las paces de otra forma, por más que ella no hubiera querido que la chica se enojara. - Gracias, Ami-chan. Intentaré llevarme bien con Tomo. No me cae mal... con o sin fantasmas. - Comentó tranquila, ahora de mejor humor, antes de dedicarle una sonrisa de alegría a su compañera de escuela.

Mientras continuaban caminando, pudo notar que el camino parecía terminar en una arboleda, y que no había nada que se asemejara a un camino. No parecía que pudieran continuar por allí, a menos que realmente quisieran perderse. Tendrían que elegir entre la izquierda o la derecha, aunque no estuvieran muy seguras de dónde podrían terminar. Al menos sabían que el resto de las alumnas seguían por alguno de esos caminos. - Mm, parece que no podemos seguir por aquí... tendremos que elegir uno de los caminos... ¿Eh? No parece que sepa mucho más que nosotras pero... si. Creo que no estaría mal ayudarnos entre nosotras. - Afirmó decidida, para luego asentir a Ayami, demostrando que no le parecía una mala idea hablar con la chica que ésta había señalado, incluso si estaba claro que era también nueva y no debería saber mucho sobre lo que debían de hacer. La única que parecía saber algo había decidido ignorarlas casi por completo.

- Mm, si, creo que a mí me gusta bastante. Aunque bueno, me alegra que te guste a ti también. - Expresó un tanto feliz de que a Ayami también le gustara el rock, incluso si no era al nivel que a Francesca le gustaba. Era verdad, que, en su caso, podía ser bastante fanática, algo normal, teniendo en cuenta que aquello la había motivado a aprender a tocar la guitarra desde que era muy joven... aunque no se comportara como una punk cuando era pequeña, claro. - Si quieres, luego podría tocar algo con Revy... eh... mi guitarra. - Le hizo aquella oferta, esperando que su compañera demostrara el entusiasmo que solía demostrar la mayor parte del tiempo. No le molestaba que otras personas la oyeran cuando practicaba con su instrumento, menos aún si se trataba de Ayami, cuya alegría sería más que bien recibida por la peliblanca. - Si, me gustan algunos juegos de Nintendo... en especial Pokemon. Aunque prefiero los juegos de pelea como Blazblue y King of Fighters. Me encanta competir contra otros. Podríamos jugar si quieres. - La invitó a hacer otra cosa, nuevamente, aunque totalmente diferente a escucharla tocar su guitarra. Su kouhai era lo más cercano a una amiga que tenía allí por el momento, por lo que no quería mostrarse como alguien que no disfrutaba de su compañía.

- Hola. Soy Francesca, aunque puedes llamarme Fran. Ella es Ami-chan. Parece que estás igual de perdida que nosotras. ¿Quieres acompañarnos?... Podríamos probar yendo por el camino de la derecha... aunque no sé muy bien a dónde nos lleva. - Se presentó ante la chica de cabello azul, tras seguir a su kouhai, que parecía querer conversar con ésta. La guitarrista no iba a rechazar la posibilidad de hacer otra amiga, por lo que no tuvo problema en seguirla para charlar con la desconocida. Sin embargo, creía que era momento de optar qué camino seguirían, por lo que la derecha no parecía un mal camino, al menos no de acuerdo a lo que decían sus instintos... instintos que se habían equivocado cuando había propuesto la magnífica idea de continuar caminando recto por el camino. No obstante, estaba segura que ésta vez no se equivocaría... o eso pensaba. De cualquier forma, la peliazul parecía una guía tanto como ellas, y Francesca dudaba que supiera muy bien lo que tenía que hacer. Por ende, lo mejor sería que se perdieran juntas... bueno, tal vez no, pero así sería más divertido.

Las tres alumnas se decantan por seguir el camino que serpentea hacia la derecha y que os dais cuenta que en realidad, lo que hace es describir una especie de círculo entorno a lo que hay en el centro, y que ahora podéis ver perfectamente lo que es. Se trata de un lago.

El camino además continúa alrededor del lago, pero tiene otro desvío hacia la derecha. Cuando miráis en esa dirección, veis a lo lejos un edificio que parece tener forma triangular.

''¿Derecha o izquierda? Todas van hacia la derecha, iré por la izquierda...''

Asi pues, sus piernas recibieron la orden dictada por su cerebro y fueron por el camino izquierdo. A pesar de los años allí en aquel lugar, Rubí seguía teniendo un sentido pésimo de orientación. Gadget del oficio.

''¿Sabes, Rubí? Te vas a quedar sola, muy sola. No eres para nada simpática con las personas... ¿Otro año más?''

Se dijo así misma. Los pensamientos negativos eran atribuidos por ella a un ente inventado en forma de 'diablo'.

''No es verdad, cuando llegue a clase, volverá a sociabilizar. Confío en ti, Rubi~chan''.

Y los buenos, como no, a un ente angelical.

Sin embargo, aquella dualidad de pensamientos tanto positivos como , más bien, negativos, provocaron que de sus ojos rojos unas lágrimas saliesen. Se paró en mitad del camino. Odiaba que las personas le viesen llorar, por lo que se apresuró a limpiarse las lágrimas con la manga de la camisa.

Se suponía que debería estar acostumbrada a esos comentarios tan destructivos sobre sí misma. Claro, debería, pues de vez en cuando eran demasiados duros de escuchar hasta para ella misma.

''Estás haciendo el papel, bakka, sigue andando. Te están mirando''.

Mitsuki andaba con porte regio y paso rápido. De algún modo sentía que iba con retraso, algo muy inusual en ella. Para compensar lo que para ella era tardanza, se había esmerado en arreglarse aquella mañana. No llevaba nada de maquillaje, pues sentía que era una falta de respeto en la escuela, pero sí se había perfumado con una fragancia afrutada, y se había dedicado más minutos de los normales en cepillar su melena rubia. 

Todo aquel esfuerzo en parecer perfecta se veía, sin embargo, frustrado por su molesta obsesión en aparentar estar enfadada con el mundo. Aquel día parecía idílico: primer día de escuela, las flores de los árboles dejando caer sus pétalos rosados, el aire fresco, las risas de las chicas entusiasmadas... y ahí estaba ella, Mitsuki Saito, con el ceño fruncido y cara de limón agrio. 

Había un par de grupillos de chicas que llamaban la atención más de lo normal. Bueno, más de lo que ella consideraba normal. Les dedicó una mirada cargada de reproche (y algo de envidia). Qué molestas, se limitó a pensar, a la vez que dejaba escapar un dramático suspiro. En el fondo, le daba rabia no saber cómo iniciar una conversación con una completa desconocida, ni atreverse a hacerse una autofoto, ni ninguna cosa de esas. Pero eso lo sentía muy muy en el fondo, camuflado por un sentimiento de superioridad moral. A Mitsuki eso nunca se le ocurriría. 

La muchacha comenzó entonces a desvariar, pensando en lo que le depararía el curso, y sus pasos la guiaron casi sin darse cuenta hacia el camino de la izquierda. La sacó de su ensoñación el sonido de alguien sollozando, que provenía de una chica pelirroja. Pensó sobre ello unos instantes. Realmente, le importaba más bien poco lo que le pasara, pero su sentido de la responsabilidad le decía que tenía que interesarse por ella, como poco. Se dirigió hacia ella con paso decidido. 

-Perdona, ¿te encuentras bien? -preguntó, sin molestarse en sonreír.   

Sus fosas nasales captaron el aroma dulzón proveniente de algún lado. Justamente cuando se incorporaba en el sitio, escuchó una voz femenina, un tanto 'repipi' para sus oídos. Al girarse contempló una silueta de una joven ,aparentemente, de su edad; rubia de ojos azules.

''Demasiada pureza en sus combinación de ropa''. -Eh... sí ,y... no te...

Justo cuando iba a decir un seco y sentenciado :''No te importa'' se paró y le dió las gracias. Al parecer aquella chica iba por el mismo camino que ella, por lo que rechazarle un acto educado le sabría mal, ya que ambas caminarían por el mismo sendero y la situación se volvería incómoda.

A pesar de no ser muy agradable en el primer contacto con las personas, o , al menos, según cómo se levantase de la cama; Rubí se presentó. Eso sí, sin tenderle manos ninguna.

-Soy Rubí, un saludo.

Sus ojos se encontraban hinchados, pero nada grave y preocupante de lo habitual. Después de todo, había sido un poco 'antiestrés' el haberse mostrado débil en mitad de la nada, con esos cerezos cayendo a cuentagotas.

-¿Sigues el mismo camino?

Las dos chicas se fueron por el camino del medio, Tomoyo las miró alejarse y terminó aquella conversación con un suspiro profundo, siempre se encontraba con personas de ese tipo, lo que era bastante molesto pues realmente los veía, podía sentirlos y a veces se le presentaban delante de ella,  entonces que digan que no existían era igual a decirle que mentía o que estaba loca y era difícil determinar cual de las dos opciones era peor. 

Ya sola caminó hacia unas chicas con uniforme negro a las que saludó con la mayor naturalidad del mundo, levantando un poco su mano y luego haciendo una inclinación de cabeza.

— hola, soy nueva ... quisiera saber por donde ir, — les indicó los dos caminos a las chicas, izquierda o derecha — creo que estoy matriculada en la escuela... — buscó en su bolso una libreta y la abrió — eso, sip... soy de cuarto año de Miatre, — levantó un poco una de sus cejas, mientras leía sus apuntes, pero al volver sus ojos claros hacia las chicas, les sonrió. 

Camine junto a Rebecca por el camino del medio mientras la escuchaba la escuchaba hablar y disculparse -N-no hace falta a-agradecerme eso...- le dije sonrojada... no soy de esas personas que dejan tirada a la gente así porque si -Ya... y-yo también debería ha-haberme informado me-mejor... pe-pero la so-solicitud nos lle-llegó muy re-repentina y n-no nos dio ti-tiempo a mi-mirar mucho- le fui comentando... parecía que Rebecca se iba soltando un poco más... Ojalá hubiera sido mi caso. Yo seguía nerviosa aunque al menos ya no tanto como al principio.

Pero cuando llegamos a la entrada de aquella arboleda... escondi mi mirada bajo mi flequillo -Ay... m-me e-equivoque...- dije algo avergonzada, evitando mirar directamente a Rebecca... a quien había arrastrado a esta dirección equivocada sin querer -N-no creo que por a-aquí hayan u-uniformes... se-será mejor volver a-antes d-de ca-caernos- le dije mirando esa pendiente con cierto miedo -Y... e-elige t-tu e-el camino me-mejor... l-lo siento... de-decidi mal po-por to-tonta...- termine diciendo mirando para abajo.

— Huh — murmura la pelirrosa — Quién habría pensado que caminábamos hacia un punto muerto...deberían poner señalizaciones o algo así, ¿acaso no se dan cuenta de que alguien podría lastimarse por un descuido? — agrega luego como quien reclama, pero si se le pone un mínimo de atención debería ser obvio que lo que pretende es restarle importancia al asunto, después de todo a cualquiera le podría pasar y si hubiese ido sola quizás ahora estaría rodando colina abajo... 

Acto seguido BK se encoge de hombros y mira hacia las dos direcciones que quedan, tan ignorante como al inicio — Eehhh... derecha, supongo... si, derecha — a pesar de ello tarda relativamente poco en decidirse, puesto que en el lado izquierdo observa que está la pelirroja de antes y eso le sugiere dos cosas: que quizás ese camino no las lleve a un "sitio inicial" sino al campus en si, y que después de lo que vivió hace poco no está lista aún para volver a toparse con Rubí; así Rebecca llama a Yuki con la mano y luego vira hacia el nuevo rumbo.

— Y si me equivoco siempre podremos volver sobre nuestros pasos, ¿no? Esto no es cuestión de vida o muerte — asegura. Con tales palabras el nivel de "seguridad" que hay con la pelirrosa debería de quedar claro, o tal vez...¿sigue queriendo calmar la culpa de Yuki? Su rostro aleatoriamente sonriente no ayuda mucho a discernir.