23 de diciembre - 13.23

El mayordomo les acompañó hasta el hall de entrada, todos pasaron el detector de metales sin añadir ningún otro contratiempo, así que todo se desarrolló de forma rápida y efectiva.

La sala de recepción era enorme, una lámpara de araña colgaba en el centro de la misma con cristales hermosos iluminándolo todo. El suelo estaba cubierto de una alfombra roja que parecía excesivamente cara. Los cuadros que decoraban la estancia eran pinturas de lo más variadas cuyas firmas eran la de artistas antiguos y contemporáneos. Los Rocks no escatimaban en detalles a la hora de decorar su casa, o quizá solo la entrada. Además, todo olía a madera envejecida, olía como la casa de la abuela, pero sin ese olor a anciano, más bien a casa antigua bien cuidada. Un lugar maravilloso no solo para la vista. 

En el fondo de la misma había una mesa con varios objetos tapados con varias sábanas de color negro. Los objetos se mantenían ocultos para que los presentes no pudieran verlos a simple vista, pero dado que el mayordomo se había marchado para avisar a los Rocks, nadie impedía aprovechar esos momentos para ver qué es lo que había debajo de cada una de ellas. 

Había un total de diez objetos numerados. La mayoría tenían tamaños parecidos, pero uno de ellos parecía tan alto como una persona, incluso más, éste estaba junto a la mesa y era el que estaba marcado con el número diez. Los otros nueve eran mucho más pequeños, tres de ellos apenas medían más que un puño, y el resto tenían tamaños diferentes.

Pero el hecho de tener esos minutos de soledad para echar un vistazo a alguno de los objetos era tentador. Quizá, si cada uno viera uno de los objetos, podríais hablar sobre lo que había debajo y llegar algún tipo de conclusión sobre ello. O incluso negociar antes de apostar demasiado dinero y así los Rocks no se hacían con cantidades desorbitadas. En el fondo tampoco sabíais cuáles eran las normas de la subasta, pero total, tampoco nadie les impedía echar mano de alguno de esos objetos y llevárselos. Qué necesidad había de pujar por ellos si uno podía llevárselos de allí sin pagar.

Eran muchas las posibilidades, y muchas más las necesidades que implicaban aquellos objetos. Con suerte, y al ritmo que se movía el anciano mayordomo, tendrían tiempo para investigar y echar un ojo a los objetos antes de que alguno de la familia Rock se presentase en la estancia. 

Acabado todo el protocolo, por fin parecía que el grupo avanzaría al interior de la mansión. Anna se movió junto con el resto, mirando con curiosidad todo lo que les rodeaba. Realmente era un lugar que merecía el nombre de mansión, eso quedaba claro. Miró con curiosidad la araña de cristal pensando en lo complicado que debía ser limpiarla. Al final llegaron a donde debían esperar, y el mayordomo desapareció. La rusa se sentía curiosa, nerviosa, y miraba hacia las sábanas como si esperara poder mirar a través de ellas y descubrir lo que había.

-Excitante, ¿no lo crreen?- Dijo, mostrando una sonrisa gatuna, sus ojos deteniéndose ante cada uno de ellos, y luego hacia la puerta. -Bien, luego de la larrga esperra que nos han hecho pasarr, crreo que merrecemos saberr si ha valido la pena, ¿no?- Sugirió, haciendo un leve guiño al grupo y acercándose a la mesa del objeto numerado con un siete. -Lucky numberr seven.-

Faustina estaba entusiasmada, ¡por fin dentro de la mansión!

Nada allí era ni medio parecido a la austera casa en la que ella vivía, todo era brillo y lujo. Mirara donde mirara estaba eclipsada por la belleza del lugar.

Quería una casa así y un montón de sirvientes como lo que había visto hasta el momento. ¡Hasta la cerveza le había sabido mejor! Así que lo quería todo.

Vio que la chica Rusa estaba mirando el objeto numero 7, que podía ser lo que ella buscaba así que se asomó por debajo de la manta que estaba levantando la chica para ver ella también qué había debajo.

• Sube, sube el trapo ese, niña. Veamos que hay dentro

Tras pasar la seguridad del lugar, todos fueron dirigidos a los objetos que supuso serían los subastados. Al parecer les dejaban curiosear un poco por allí. 10 objetos, quien sabe si todos interesantes.

Iago sentía curiosidad, por saber qué se escondía debajo de cada lona, si había alguno que destacara en especial sobre los otros. Se fijó en el grande, si casi podría haber una persona allí. Pero Avascal no era de los del burro grande, a menos que hablaran de armas, así que se fijó en los dos que tenían el tamaño de una botella. Quien sabe si alguno sería de verdad una botella... de vino o algún licor aún más valioso.

Se acercó al número 3 y puso su mano en la tela que lo cubría, con intención de quitarlo y echarle un buen vistazo. Si le llamaba la atención seguramente se atrevería a cogerlo una vez hecho el primer vistazo. Era difícil resistirse a la tentación de no toquetear objetos presumiblemente tan preciados.

-A ver qué hay detrás de la número 3- dijo entre dientes más a sí mismo que al resto.

Roland se acercó a la mesa donde estaban los objetos a subastar sin decir nada. La chica rusa se fue directa a por el que ella llamó el "lucky number seven", a lo que pocos instantes después se unió la granjera intentando levantar la sábana. El político español se dirigió sin dudar a por el número 3, con un rostro que indicaba que, sin duda, se le había pasado por la cabeza hurtar el objeto en cuestión.

Por su parte, él lo tenía claro: Roland se encaminó hacia el objeto número 5.

Ojalá me hubiese acompañado alguno de mis "amigos" de los bajos fondos. Podríamos salir de aquí con cualquier objeto que quisiésemos en menos que canta un gallo...- pensó.

Mientras que 4 de sus acompañantes se dirigían decididos hacia los objetos Aryn se dedicó a revisar el techo, repisas y paredes de la habitación, todo parecía demasiado bueno para ser cierto. -Yo que ustedes no lo intentaría, no me parece lógico que nos hagan esperar tanto y luego nos dejen solos con los objetos que queremos.- Miraba en busca de cámaras con las que pudieran controlar sus movimientos. 

También tenía curiosidad, sobretodo por los objetos tan pequeños que casi pasaban desapercibidos con la tela que los cubría, pero algo le decía que no se fiara.

Debajo de la sábana 7 pudieron encontrar lo que parecía ser una simple taza antigua de porcelana.

Debajo de la sábana 3 había una botella de vino abierta pero con el corcho puesto.

Su añada era 1984.

Debajo de la sábana 5 había una máquina de escribir

Efectivamente la casa tenía cámaras de seguridad. Pero probablemente serían las del sistema de alarma contratado en caso de robo.

23 de diciembre - 13.33

Después de mirar exhaustivamente la habitación Aryn encontró las cámaras que tanto andaba buscando pero no sabía discernir a ciencia cierta si se trataban de cámaras de seguridad o antirrobos. 

Dándose por satisfecha se acercó a los demás invitados que andaban husmeando entre los objetos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca le tomó el brazo por la muñeca a Voska deteniéndola antes de que descubriese el objeto. -Señorita Voska, replantéese esto por favor.- Del inglés estirado y del hombre raro con barba no me fio y me da igual lo que les pase. Pensó mientras miraba de reojo a los otros dos. -No me agradaría ver como la echan de la subasta por un error. También va para usted señora Faustina.-

Maligna había aprovechado para ir al baño a hacer sus necesidades, para cuando volvió al hall de entrada ya varios de los presentes estaban disuelto a mirar debajo de las telas que ocultaban los objetos. 
 

Adelante no se corten, curioseen, qué sentido tiene esto sino. 
 

Dicho lo cual ella se dispuso a ir decidida hacia el objeto número 4 y descubrir que ocultaba baja esa tela negra. Sin importarle lo más mínimo las posibles cámaras. 

Puede que el vino fuera caro, quien sabe, pero tampoco parecía muy espectacular, las cosas como fueran.

-Hay una botella abierta de los años 80- dijo señalando la dirección donde había quitado la cobertura- como no tenga ambrosía de los mismos ángeles no creo que nadie puje mucho por ella.

Casi se veía tentado a pegar un buche de ese vino aunque estando abierto, por mucho que le hubieran puesto otra vez el corcho, podría estar más agrio que sus comentarios sobre la inmigración.

Se había equivocado, el objeto 5 no era lo que él creía. Aun así, parece que nadie se dio cuenta de lo que había bajo la tela, así que Roland decidió mantenerlo en secreto.

-Hay una botella abierta de los años 80- dijo señalando la dirección donde había quitado la cobertura- como no tenga ambrosía de los mismos ángeles no creo que nadie puje mucho por ella.

Señor Abascal, ¿por qué no le da un trago a la botella? Lo mismo sí que es ambrosía y no querrá usted desperdiciar la oportunidad de pujar, ¿no?- dijo con tono burlón 

El gesto de la señorita Fraser tomó por sorpresa a Anna, quien soltó la tela de inmediato, volviendo a dejar oculto el objeto número tres. La rusa bajó los ojos con una expresión sumisa, casi servicial, mientras la otra mujer le sostenía la muñeca. -L-l-lo siento.- Murmuró, sin intentar soltarse de la dama, quedando así unos segundos, con el rostro bajo y casi inmóvil como una estatua.

Al pasar el momento pareció recuperar su aplomo. -Ha sido un momento de curriosidad, nada más, señorrita Frraserr.- Dijo, tirando suavemente su brazo hacia atrás para que la mujer la soltara.

23 de diciembre - 13.38h

El inglés, que decía no importarle demasiado la gente de allí volvía a contradecirse a sí mismo con las pullas hacia su persona.

-Soy católico, pero no muy practicante... mejor se lo dejo a otro más devoto.

Volvió a poner la sábana sobre el objeto un poco mosqueado. ¿Y si no era una subasta tan especial después de todo?

-Espero que el resto de objetos sean un poco más glamurosos si quieren que pujemos bien. 

Se paseó por la sala y se detuvo en el estante del objeto 9, para echarle un vistazo si le daba tiempo antes de que regresase el mayordomo.

- ¡Vaya por Dios! ¿No se "pue" mirar? Pues encontrá no sé para qué nos dejan aquí... Podemos compartir lo que sabemos hasta ahora. El político ha visto una botella de vino, pero como es político seguro que es mentira. ¿Que ha visto usted?

dijo apuntando directamente a Roland.

-Échele un vistazo si no se fía usted.

En realidad, nunca había dicho que fuera vino. Aunque eso le hubiera parecido.