Partida Rol por web

Alan mantiene la cabeza agachada, prefiere no cruzar miradas contigo mientras le "examinas" con aire de profesora o jueza. No tarda ni un suspiro en desnudarse -Sí, Ama, - sin pudor, sin apuro, con una gran sonrisa de satisfacción cuando te diriges a él. 

Deja la ropa bien doblada sobre una silla. Sigue sin mirarte a la cara, aunque tú puedes observar el brillo de excitación en sus ojos. También te desnudas, conservando sujetador y bragas * . Continuas tu examen. A pesar de su delgadez, el cuerpo del chico es fibroso, incluso luce una mínima "tableta" en su abdomen. Tapa su sexo con las manos, inquieto, ahora sí vergonzoso por una incipiente erección. Luce algunos tattoos, va depilado al completo a excepción de un pequeño triángulo muy negro en su pubis.

Alan permanece frente a ti, sin mirarte. Aguardando. Lindsey no ha salido todavía del baño.

-No te he pedido que te desnudes para que te tapes con las manos.- le corrige con desdén cortante y frío como el acero.- ¿Tengo que ser más clara? ¿Acaso no eres un chico listo? Y las gafas fuera también, si quiero darte una bofetada no me apetece pagarte la montura.-no había ni medio ápice de broma en su voz.

Alice está haciendo un poco de tiempo, si, no se atreve a entrar bien en materia sin que Lidsey esté presente, pero aprovecha el tiempo para tomarle el pulso a su "sumiso".

-Y no sonrías. -es mala, ve las "manias" de Alan y las ataca para ponerle nervioso o tal vez, para ver si es la restricción y el férreo control lo que excita al chico.

No le dejas pasar ni una. Alan actúa de forma natural, pero tú eres su ama y quieres las cosas a tu manera. ¿Qué es eso de sonreír? Si sonríe es porque tú lo deseas. Y punto.
Has entrado en modo "Dómina"  con una naturalidad pasmosa.

Le guste o no, el joven aparta las manos. Su media erección te saluda ya. También se quita las gafas. Deja aparcada la sonrisa. 

-Sí, Ama. - No te da la impresión de que se haya puesto más nervioso, sí que parece no saber qué hacer con las manos, acaba por dejarlas pegaditas a las piernas. No te mira y su erección es más evidente. 

Lindsey sale del baño. Va descalza, lleva medias negras, minifalda y corsé, del mismo color, hasta el cuello. Las manos a la espalda, ocultas.

Sonriendo en plan travieso, apoya la espalda y un pie en una pared.

Cuando Sey finalmente sale del lavabo, Alice se siente más segura y tranquila, se levanta de su lugar para buscar algo en la maleta, extrayendo finalmente la vara de ratán del interior. Le gustaba aquella pieza, picaba pero no podía llegar a causar grandes daños y se manejaba sin ningún esfuerzo.

-Abre las piernas. - sin esperar a ser obedecida, descarga un golpe seguido de otro en cada muslo por la parte exterior, mientras da vueltas alrededor de Alan, cual si fuera un cuervo que acecha a su presa.

Directa y sin preámbulos. Sin rodeos ni prólogos. Fría, distante, malvada. ¿Es esta la  personalidad de la Alice dominante?

Con Sey fue otra cosa, pero es que tu "maestra" te dirigió en el principio y se mostró asertiva y decidida. Alan no es así. Es pasivo. Tienes que averiguar hasta dónde, cuánto. Y si te gusta esa pasividad y tu dominio total. Si él quiere o no ser un objeto para tu placer, tu esclavo. Y si esto es lo que deseas y te pone.

Es el inicio de la sesión.

El chico se estremece un poco con los dos golpes. Te gusta la vara de ratán, su tacto, el sonido que obtiene al contacto de su "caricia" en la carne. Notas un ligero temblor en piernas y brazos de Alan. Su miembro se yergue. No pide más, pero baja los párpados por segundos y lees en la expresión de su cara que quiere más. 

¿Se lo vas a dar?  

Da media vuelta más y llueve algún golpe, con mayor intensidad. Su sonrisa es ladina y malintencionada, divertida y peligrosa. Claro que le iba a dar más...y haría que se arrepintiera...

No lo duda y, de improviso uno de esos golpes, descargado con menor ferocidad, cae sobre el miembro erecto de Alan, haciéndolo "bailar" de un lado a otro. Se entretiene con nuevas acometidas en los muslos del chico y aleatoriamente va golpeando el pene del chico con intensidades y trayectorias variables para que no pueda prepararse para el siguiente azote.

-¿Sabes contar, Alan? Pues cuenta...cuéntame cuántos golpes te he dado ya en el pene.- ni ella misma sabía la respuesta pero puso cara de tenerlo muy claro. Cualquier numero que dijera Alan sería erróneo, no había respuesta correcta.

Cada golpe que descargas con una habilidad creciente en tu muñeca, en tu mano, como si hubieses nacido para esto, hace temblar el pequeño cuerpo entero de Alan. Se encoge, se yergue, cada impacto va haciendo mella en su resistencia. 

Tus oídos se deleitan con sus gemidos de dolor y placer. Su sexo se mantiene erecto, más si cabe que antes. Es un miembro de un tamaño "normal", en plena potencia sexual de un chico de poco más de veinte años. 

-Seis, mi Ama.- Podría ser. Pero tanto da.  

Alan no sonríe, claro. A lo más que llega es a tragar saliva y a dejar entreabierta y anhelante su boca. Miras a Sey, parece que va a decir algo, pero al final no. Te señala con la mirada que continúes con lo que tengas en mente. 

-Falso.- recrimina, cas con aire ofendido y descarga un golpe más fuerte en las nalgas del chico.- Así que eres un mentiroso...dices que sabes contar pero creo que mientes...O tal vez no quieres esforzarte lo suficiente. Dime entonces, Alan...eres un mentiroso o un vago ¿cuál de las dos?- disfrutaba muchisimo de la arbitrariedad y de la injusticia que se permitía el lujo de propinar. Su afilada sonrisa demostraba que se estaba excitando ella también con el juego...su juego en el que Ella ganaba...Siempre.- Responde.- un nuevo azote en las nalgas.

-Perdón, Ama. Pensé que eran seis. -Alan boquea un poco. No responde, piensa un poco entretanto azotas de nuevo. 

-No se lo que soy, Ama. Lo que tú quieras que sea.

Lindsey se aparta un poco de la pared. No pierde detalle de la escena. No te frena, acabáis de empezar. Pero sí lees en sus labios silenciosos -"Más despacio. No te aceleres".

Alan humedece sus labios con la lengua. ¿Me das agua, Ama?

Alice se percata del gesto de Lindsey y asiente con la cabeza, tomando nota.

-Aprendes rápido. Ser prudente es una cualidad inteligente.-le felicita, de la una de cal por una de arena.- Puedes beber agua.- le concede, con aire un tanto magnánimo. Se lo permite también en parte para bajar ella misma sus propias revoluciones.

echa el freno...lo vas a estropear todo. Despacio. No sabes hasta donde te aguantará sin romperse. Se recomienda un poco a si misma, deja la vara de ratán en su lugar y empieza a buscar otra cosa mientras Alan bebe agua.

La expresión de Lindsey te da a entender que reflexiona sobre algo. Ella habló de hombres y otras "dominatrix", no se mencionó a sí misma. Pero no interviene.

Alan bebe de la botellita de agua que le pasas. -Gracias, Ama. -Su erección se mantiene, disminuye un poco, su miembro castigado y enrojecido. Tú buscas otro juguete en la maleta. 

Alan sigue sin "pedir" nada. Como ya te informó Sey, es muy pasivo. Se ha excitado con el castigo, con el dolor, tanto como tú impartirlo. 

Comienza otro round. 

Cuando se incorpora, lo hace con las pinzas simples para pezones que van unidas con una cadena.

-Ponte a cuatro patas sobre la cama, con la cabeza hacia Lindsey.- le indica con una sonrisa traviesa en los labios. había que bajar el ritmo que no la diversión. Una vez que Alan se ha colocado como le pide, Alice coloca las pinzas en sus lugares correspondientes y, por la posición del sumiso, la cadena dibujaba un columpio bajo su pecho.

-Ahora vamos a jugar...-Alice busca primero dos bolígrafos, de esos que te dan de cortesía con la habitación del hotel. Los ata entre sí con un hilo y entonces "tiende" el peso de los objetos en la cadena, agregando peso que los pezones habrían de soportar. No contenta con eso, la morena da unos golpecitos divertidos con los dedos para hacer oscilar los pesos en su lugar.

-¿No te parece divertido?

Alan bebe un poco, deja la botella, se permite sonreír un instante, y cuando ordenas, obedece al momento. Sey observa en silencio. Al chico le gusta el dolorcito causado en los pezones, su erección es prueba de ello.

-Es muy divertido, Ama. Eres una buena Ama.

Alan ha disfrutado con los golpes anteriores, y tú también por el dolor que inflingías en cada impacto de la vara. Es un placer singular el poder sobre él y la cierta maldad implícita en tus acciones. Aunque no hay la misma complicidad que con Sey del jueves pasado. Hoy eres tú la que tiene que inventar las reglas del juego, imponerlas, dirigirlas. 

Estiras de la cadena, quizás sueltas algún cachete. Te pone. Es entonces cuando Lindsey toma una decisión.
Se acerca, te rodea por detrás, te da un beso en la espalda -Hasta me dan ganas de jugar yo...Ama.- ¿Lo dice de verdad? ¿Para estimularte y animarte?- Deja que pruebe algo.

Sey toma asiento en la cama, -Mastúrbate, Alan.

-No, no.- la reacción de Alan no se hace esperar-. 

-Yo digo que sí -afirma Sey. Su tono es enérgico. El chico comienza a hacerlo, lentamente.

-No toca...no toca ahora -Alan niega con la cabeza, aunque no se atreve a desobedecer.

Sey le "ayuda" un poco con su propia mano, acariciando sus testículos. Aprieta y el joven da un respingo.

-Tienes razón. Es la Ama quien decide. Puedes parar. -Sey deja de "masajear" al chico, te mira con intención y, despacio y tras otro besito, regresa a su puesto de observación. Alan se detiene y espera. 

-¿Quién ha dicho que tu puedas decir que no a nada?- le espeta Alice con un deje malvado y sensual en la voz, le toma de la barbilla y se la alza violentamente mientras su otra mano cuelga otro objeto de la cadena que une los pezones...esta vez son las pesadas esposas de metal de la maleta de Sey. Las deja caer "de golpe" sobre la cadenita para que tirasen de repente de los pezones de Alan. Finalmente le da un par de sonoras pero no muy duras bofetadas en la mejilla con la mano abierta y golpea las esposas para que oscilen en su particular columpio.

Observa la escena de la masturbación y se relame, deseosa pero aún no era el momento...aunque esa erección era tan apetitosa... y los besitos de Sey no hacen sino acrecentar su libido.

-Continua masturbándote...pero tienes prohibido correrte...-le exige mientras juega en sus manos con otro objeto, esta vez, una fusta.

Alan jadea por el dolor y el placer que le produce. Ahora sí se muerde los labios, cierra los ojos, alza la cabeza y en su cara ves esa tímida sonrisa prohibida, cuando las esposas oscilan de la cadena y los pezones torturados. Hay contradicciones en sus deseos y apetitos y te toca averiguarlos.

Te relames. Tu respiración se acelera.

Ordenas.

Él lo hace. Con reticencia. Se le borra la sonrisa con esas dos bofetadas. Susurra algo…¿ha dicho “más”?

Se masturba poco a poco Así está bien, Ama?, sin imprimir un ritmo rápido para nada. No replica ahora. –Prohibido correrme…Sí, mi Ama. –Su mirada entrecerrada se da cuenta de la fusta. ¿Es un brillo de excitación lo que distingues en sus pupilas?

-Tú sabrás si está bien...¿te estás excitando, Alan?- le pregunta, alzando la fusta para acariciar con la tira de cuero la mejilla derecha del chico, baja luego despacio por su cuello, su pecho...toquetea la cadenita con los pesos, posándose allí, ejerciendo cierta presión...para luego aflojar para liberar la tensión. 

-No me gusta que me repitas...eres capaz de asimilar las órdenes sin repetirlas ¿cierto? ¿O es que si te quitan las gafas ya no eres tan inteligente como parecías con ellas?- se ríe un poco, no espera contestación. De improviso suelta un fustazo que se da en golpear la mano que masturba el pene de Alan. Y espera a ver su reacción.

Alan agacha la cabeza, totalmente serio e intimidado por ti.- ...Lo que tú quieras, Ama...Tú...tú me excitas, Ama...

El chico no parece especialmente excitado por su ligera masturbación, pero sí en esos tirones, en los golpes y en las frases y órdenes con intención de humillarlo. El sigue a lo suyo mientras no exijas otra cosa, y retira la mano cuando restalla la fusta en sus dedos. Se arma de coraje y te mira a los ojos, con el interrogante en los suyos. Parece preguntarse, ¿qué quieres, Ama? 

Durante unos cortos segundos su mano se aparta, se queda quieta. La duda en sus pupilas. No sabe qué decisión tomar. -Eres una Ama caprichosa. -Entonces al final usa su otra mano para seguir masturbándose. 

-¿Eso te molesta?-pregunta mientras observa cómo continua con la otra mano sin decir nada. Si era esa o no la orden implícita que había tras el fustazo, no dijo nada.

-Es suficiente. Para.- le ordena y luego le pone la fusta en la parte alta de la cabeza y empuja hacia abajo.

-La frente en el colchón, las palmas de las manos también y el culo en los talones...eso es. -ordena indicando una postura similar a la que tendría un orante de la religión musulmana. Luego ella rodea la cama y se sitúa tras el chico. Su trasero es tentador a muchos niveles pero ahora le apetecía probar otra cosa.

Alice toma con la mano derecha la fusta por su mango y el otro extremo, la cintilla de cuero, con dos dedos con la izquierda. Ejerce un poco de presión hasta doblar la caña y luego la deja escapar, apuntando bien hacia la planta de los pies de Alan, cual si fuera un tirachinas.

-Cuenta. Y cada 10 diras "gracias mi Ama" ¿entendido?- cae el primer "latigazo".

-Nada en ti me molesta, Ama. Todo me gusta, Ama. -Ni te mira, claro. Y por supuesto que se detiene en cuanto le das la orden. Parece agradecido por ello. También su expresión es de ansiedad. Las pupilas dilatadas, está sudando, y su pecho agitado.

Obedece de nuevo sin pensarlo un segundo ni rechistar nada en esta ocasión. Se coloca en esa posición. A tu capricho.

8...9...10...-Gra...gracias...mi Ama. Mi Ama...

8...9...10...-Gracias...mi...Ama...

Alan gime por el castigo que lleva encima. Jadea. A cada fustazo da un respingo y suelta un leve quejido. El dolor asciende desde los nervios de la planta de los pies y talones hasta los músculos de las piernas. Sus pies acusan los "golpecitos" que vas dejando caer. La sensación de poder es gozosa. Todavía no sabes si mejor o no que cuando le dabas lo suyo a Sey, una mujer. ¿Hay diferencia? También para eso estás aquí. 

Alice no parece sentir ninguna diferencia entre someter a Alan y a Sey, al menos en cuanto a su género se refiere, la sensasión de poder y control es como la sangre que recorre sus venas y la embriaga aunque en todo momento trata de mantener los pies en el suelo, cada poco lanza miradas a Lidsey, no por duda ni por inseguridad, más bien al contrario, para darle a entender que maneja la situación...y a sí misma.

-Bueno bueno...parece que estás espabilando. Tal vez no fueras tan tonto como pensaba...-felicita o algo parecido Alice a su sumiso, le recompensa con una caricias de la fusta en el trasero, recorriendo las marcas anteriormente dejadas.

-¿Cómo están esos pezones?-pregunta con maldad, volviendo a dar vuelta a la cama y se pone delante de él y retira el peso extra de la cadenita, las esposas y los bolígrafos. En su lugar, toma con la fusta los eslabones y tira un poco...y luego más y más.- Recuerda no moverte o me enfadaré...-Alice aumenta muy despacio la fuerza con la que tira.*