Partida Rol por web

Perlas de sudor no solo recorren la frente y las mejillas de Alan, sino todo su cuerpo. No responde a tu primer comentario, sí lo hace a tu pregunta.

-Duele mucho, Ama. –pero te queda claro por cierto deje en su tono, que lo está gozando.

El chico regresa a la posición a cuatro patas. Aprieta los dientes, cierra los ojos, jadea, mientras vas tirando lentamente de los eslabones con la fusta. El temblor ligero de sus piernas y brazos, y la reacción de su miembro reflejan la excitación que se está apoderando de él. 

Las pinzas saltan, Alan deja escapar un muy ligero suspiro de alivio. Sey asiente con la mirada a la tuya. Se relame los labios, está de supervisora pero eso no evita que la escena le ponga.

Se te ve más segura en esta ocasión, más calmada incluso, a pesar de que por dentro, tu entrañas se están revolviendo como brasas en un volcán.

-Ay...¿te hice daño? Uy cuánto lo siento...-dice con un falso tono meloso mientras recoge las pinzas para volverse a Sey y sonríe con maldad.- ¿Quieres usarlas tu un ratito?-le bromea, tal vez un tanto en serio por picarla, tal vez se estaba viniendo arriba o tal vez solo se estaba quedando con ella.

-Muy bien Alan...vamos a subir el nivel  el calentamiento estuvo bien pero...-va al maletín y saca una soga, la cual sujeta sugerentemente entre los dientes mientras usa la fusta para indicarle a Alan que se tumbe bocabajo totalmente estirado y luego procede a trepar por su cuerpo, rozándose innecesariamente contra su espalda con sus pechos y su entrepierna, dejando notar su calor mientras ata las muñecas de Alan juntas dejando que sobre un poco de soga entre éstas y el cabecero para que pudiera girarse cuando ella lo ordenara. Pero por ahora le hace permanecer bocabajo y vuelve a trepar hacia abajo de su cuerpo, reptando por la espalda del chico, mordiendo aquí y arañando allá con cierta violencia.

-¿Estás cómodo Alan?- pregunta mientras le guiña un ojo a Sey y entonces, como Alan no puede verla, cambia la fusta por el látigo y se relame los labios.

Lindsey te mira con aire incierto tras tu propuesta. No pilla si vas en serio o la estás vacilando. Ella conserva todavía las marcas de la última sesión, las puedes ver en brazos y piernas. Y sus pezones no deben de estar sanados, es lento el proceso. Como sea, no parece que le haya gustado tu sugerencia.

Da igual, lo estás pasando fenomenal. Es verdad que esto es incomparable a lo que tienes con Frisbee, o que no hay la misma complicidad que con Sey. No es una sesión "divertida", Alan es muy pasivo, pero sí que es entretenida, puedes probar lo que quieras. Puedes darte el gusto de dominar, someter y hacer que se cumpla cualquiera de tus deseos. Eso te excita y te moja.

Los latigazos se siguen unos a otros, no en plan brutal, constantes, desde la espalda a tus nalgas, piernas y brazos. Tú misma estás ya sudando, excitadísima a cada golpe de látigo que sueltas. 

Alan acaba por correrse. Sus gemidos son diferentes, más apagados, Lo ha hecho sin tu permiso, ¿o esa orden ya no era efectiva? La agitación de su cuerpo estremece la cama hasta que se tranquiliza. Eso no impide que el látigo restalle una vez más en sus costillas. 

Eres la Ama. Esto continua. Volverá a empalmarse. Tú harás que se ponga duro de nuevo.

Eres su Ama. Tienes el control. El poder de ordenar y que te obedezca.

-No te he dado permiso para eso...-hace notar con un tono peligroso para cuando Alan termina de correrse y su mueca es de disgusto- Date la vuelta.- le ordena, sabiendo que podría sin duda alguna por cómo estaba asegurada la cuerda. Cuando Alan obedece, Alice ya tiene preparado el antifaz para cubrir los ojos del chico y privarle del sentido de la vista.

-Así mucho más guapo...- se acerca despacio a Sey dejando "relegado" a Alan un instante, sabiendo que la expectativa por no saber lo que vendría después le mantendría alerta y excitado por varios minutos, igual que le pasaba a ella con Frisbee cuado ésta la había dejado atada y se había ido en busca de algo.

-¿Cómo lo ves? ¿Crees que lo está disfrutando? O sea, ¿más que en otras ocasiones? ¿O para él esto sigue siendo un paseo?

Ves a Sey dubitativa.-Lo está pasando bien, le gusta lo que le das. No se…no creo que sea un paseo, pero no estoy segura. Está siendo una sesión sencilla, tú eres novel, no hay que forzar.

Te mira, animándote con los ojos.- A ver, también tienes que pensar que estás aquí para soltar a la Alice dominante, ¿no?

Es cierto, y el deseo de lo que está por llegar y liberar a ese “demonio” te consume. Pero a ti te molaría llegar hasta Alanl. ¿Sesión estándar? Sey podría innovar, claro que te está dejando a ti…

Recuerdas el inicio, las manías del chico, la restricción y el férreo control en el que pensabas. No le gustó que Sey le “tocase”, tampoco quería masturbarse él. Le ofreciste el agua.

¿Quizá va por ahí el tema? ¿Control, prohibición, negación?¿Qué vas a hacer, Alice? El chico ya ha tenido su orgasmo, es tu turno, ¿no? Una depredadora no tiene dudas, ¿y tú?

La morena asiente con la cabeza, no le disgustaba lo que había dicho Sey, se sentía bien, sentía que estaba haciendo bien, pero deseaba más...no es que temiera perder el control, eso estaba descartado pero quería ir en la dirección que Alan deseara...

¿Y porqué? ¿Desde cuando esto se trata de lo que Alan desea? No...eso va de lo que Alice desea y de lo que puede obtener del chico, quiera o no quiera dárselo.

-Vamos con tu castigo por correrte sin permiso...a ver si la próxima vez te lo piensas mejor...- Alice vuelve a colocar las pinzas en los pezones de Alan y acto seguido empieza a golpear con el flogguer sobre las pinzas, sabiendo que las "colas" envolverían la cadena a cada azote y tironearían de ella al retirarse. Y además las puntas de esas mismas cintas se sentirían en los aprisionados trozos de sensible piel, haciendo que fuera más difícil olvidar su presencia. Los azotes vuelan, cuatro o cinco seguidos incidiendo simétricamente en cada pezón.

Su sonrisa se torna malévola.

-No pude contenerme, Ama - casi solloza Alan, su expresión ansiosa y nerviosa al no saber qué se le viene encima. Las pinzas le hacer dar un nuevo respingo y un pequeño grito de dolor. 

El chico arquea su espalda deliciosamente a cada azote que tu mano descarga en su pecho. Aprieta los dedos contra la cama, la reacción en su entrepierna no se hace esperar, prácticamente la erección no ha disminuido. Lo disfruta. Tú también. Otro latigazo.

Dios. Te gusta. Te produce un placer malsano causar dolor. Por suerte solo es en este ambiente, en este círculo de seguridad, en la intimidad de una habitación con personas de tu mismo rollo. El siguiente latigazo es más furioso, te contienes de no golpear una vez más con auténtica rabia.

Esto va de lo que Alice desea.

-Muy mal muy mal...sabías que yo no quería y aun así lo hiciste...¿querías enfadarme, Alan? ¿Era eso? ¿Pretendes hacer que me enfade para que te golpee más fuerte? Eso está muy mal...- continua golpeándole. Ahora baja sus azotes hacia el sexo del chico, calentando toda la zona de alrededor con unas ráfagas rápidas pero no demasiado dolorosas pero si algo picantes. La frecuencia aumenta en sacrificio de la dureza pero no importa porque las ingles y el vientre enrojecen rápidamente y algún que otro azote cae en el pene erecto de Alan.

-Aprenderás a controlarte...a ser verdaderamente obediente...aunque no quieras...-le dice y para un instante, nota que ella misma está jadeando y que tiene un calambre en el brazo. No se había dado cuenta hasta ahora y al notarlo busca la mirada cómplice de Sey. Suponía que ella sabía la sensación que Alice estaba experimentando por primera vez. El sudor perla su frente y deja el flogguer para ir a tomar algo de agua, acalorada.

Tus "caricias" te ponen a mil. Y a tu sumiso. Se retuerce sobre la cama, sus boca jadea, pero sus ojos, bajo el antifaz seguro que te "miran" con una intensidad anhelante de más. No importa el castigo, de momento no hay palabra de seguridad.

-Aprenderé. Enséñame, Ama. 

Tú necesitas tomar aliento. Bebes agua. Sey se te acerca, también bebe un poco. La "maestra" no pierde detalle, te parece ver un brillo de deseo en sus pupilas, aunque ella se está manteniendo más o menos al margen. 

-¿Cómo estás? -te acaricia un brazo- Me estás poniendo hasta a mí, jaja. -se rasca una mejilla. -Le estás dando castigo. Y eso es lo que quiere. Ya se que tú también. Pero eso no te va a hacer diferente de otras Amas.

Da otro trago. -Por hoy creo que su cuerpo ya ha tenido bastante. Relájate y disfruta de tu momento. Estás cerca.  

-¿Te estoy poniendo? ay...a mi me vuelves loca así vestida, me dan unas ganas de follarte...-le asegura con un susurro al tiempo que se mordía el labio inferior- pero lo cierto es que tengo muchas ganas de la polla de Alan...no se si eso me hará diferente de otras Amas, pero voy a tomar lo que quiero de él antes de seguir dándole lo que él desea...-comenta dejando el flogguer en la mesita como señal de que no lo va a usar más- Es muy obediente eso me gusta pero no se si él es mi estilo...tan pasivo...-confiesa torciendo el gesto, en clara señal de ligero disgusto, no con Alan, sino con ella misma por no "encontrarse". Toma un sorbo de agua para relajarse, la caricia de Sey en su brazo la ha puesto a mil y lo cierto es que pese a su "queja" estaba muy encendida.

-¿Cerca de qué?- pregunta tras volver a dejar la botella en su lugar.

-Las mismas que tengo yo...Ama -su lengua acaricia el dorso de la mano que manejaba momentos antes el látigo, hasta alcanzar la muñeca -El jueves próximo -te propone.

Luego mira hacia Alan, mientras comentas con ella. El chico está quieto, su bandera a media asta, expectante. -Coge de él lo que quieras. No le des nada más de lo que desea. Al contrario. Adelante con su polla, creo que eso no le va a gustar. Pero demostrarás que eres la que mandas. 

Sey se va a alejar cuando llega tu pregunta. Te mira, se alza un poco para unir su lengua a la tuya y lamerla un poquito.- Cerca de tu "éxtasis". Vamos.

Aquella idea de una cita de nuevo con Sey la semana próxima hace erizar el vello de los brazos y la nuca de Alice, que sonríe sesgadamente ante sus provocaciones.

-Vamos...-musita luego de su conato de beso, el cual ella se toma el placer de finalizar devorando sus labios.- esta vez no pude encontrar los bombones, pero la próxima vez los tendré.- promete antes de volver su atención al chico y a su ansiado premio.

-Entonces...¿cuál es tu secreto, Alan?- pregunta, melosa y malvada, acariciando con las yemas de sus dedos los muslos del sumiso, desde las rodillas hacia arriba, poniendo especial atención a la cara interna del muslo- ¿No te gusta correrte?- sus dedos llegaron hasta el pene de Alan y lo acarician lo justo para hacerlo erguirse totalmente- ¿No te gusta la masturbación? Que pena...-dice mientras aumenta un poco el ritmo para dejarle bien duro.

Alan se removería y apartaría si tuviese valor o coraje para desobedecerte. Tan solo mueve un poco las piernas, estira sus brazos. Tampoco te responde, atemorizado si te enfureces con su posible respuesta negativa. El único que reacciona de manera positiva es su miembro, erguido, duro y tembloroso a tus malvadas caricias.

Sey abre las piernas del chico, coloca tobilleras de cuero en sus tobillos y con sogas ata los pies a la cama. Después se sienta al lado de Alan -Solo te gusta el dolor, ¿es eso Alan? Solo quieres dolor. 

La mujer besa sus pezones y los lame delicadamente, aliviando su tortura anterior. Alan niega con la cabeza.

Después de eso, Sey se retira una vez más a su rincón. 

-Pero...no estamos aquí por lo que quiere Alan ¿verdad?- opina tras la intervención de Sey, tras cuya figura se escapaban los ojos de Alice sin poder evitarlo. Se sube a la cama y se sitúa a horcajadas sobre la cadera del chico, restregándose un poco su sexo desnudo contra su firmeza, probándola, empujándola, removiéndola sin perder detalle del gesto de disgusto de Alan.

-Dime Alan...¿te gusta complacer? Pues entonces aceptarás de tu ama lo que ella quiera darte...¿vas a rechistar?- pregunta mientras se inclina y posa sus manos a ambos lados del cuerpo de Alan, rozando sus pechos contra su cuerpo arquea su espalda como si fuera un gato para retrasar y alargar el contacto. Sus labios rozan los del chico pero no le besa y se mantiene a distancia para que él tampoco pueda.- ¿Vas a...rechistar?- vuelve a preguntar.

-No, Ama, no rechisto. Lo que tú quieras. Dame lo que desees -el tono de Alan es algo lastimero, entre gemidos. Su cara no es de felicidad, neutra, sudorosas las mejillas y la frente.

-¿Cómo te puedo complacer? -atrevido el chico.

Tú sobre él. Alan no aparta la boca de la tuya. Su aliento arde. Jadea. Te rozas con su miembro. ¿Cuánto hace que no estás con un hombre? Eres la Ama pero no de piedra. Y entre eso y la propuesta y el cuerpo de Sey te nubla el entendimiento. Recuerda que tienes que controlar. 

Tu sumiso no puede escapar. Se retuerce de nuevo. Quiere hacerlo, sin embargo no dice la palabra de seguridad. 

Miras a Sey. Tienes la sensación de que quiere participar, pero se contiene. 

¿Estás cerca del éxtasis, Alice? 

No espera más...se monta sobre el chico y comienza su sensual danza de cadera, haciendo que su ereccion entre en ella casi de golpe, con avidez, en su sexo hambriento y deseoso que babeaba hace rato por obtener las tan necesitadas atenciones. Y éstas por fin habían llegado. Alice baila sin música sobre la cadera de Alan, posa sus manos en el vientre de éste y dibuja suaves y no tan suaves, arañazos en su blanca piel, marcando enseguida leves rojeces a medida que su cuerpo subía y bajaba para autocomplacerse.

-Ni...se te ocurra...correrte...-le advierte, entre jadeos, se muerde el labio inferior y todo en ella es tentación y lujuria, sus ojos ruedan para ver "como lo está llevando" Sey. ¿Aguantará? ¿Se contendrá? ¿Debería?

Tu momento llega, la Ama tiene su premio. Un hombre dentro de ti, tú llevas el ritmo, tú controlas la acción. Rápido, lento, al fondo, sin preocuparte de Alan, de su placer, de su goce o lo contrario. El chico de nuevo se aferra con los dedos como garfios al colchón de la cama. Aprieta dientes y solo abre la boca para jadear al compás que tú marcas. 

Sey no participa, observa, se come las ganas. Tú vas bien, controlas, en una sesión que no es que haya sido lo máximo, sin embargo lo estás pasando bien, aprendiendo. No vas a darle por detrás, no te vas a volver loca con eso o a sumergirte en el domspace. Para la próxima.

Te llega el primero. Es fuerte, potente. Él no se ha corrido, obediente o simplemente que aguanta más en su segundo round. Sigues a por más, hambrienta de esa polla dura e incombustible. Sey se coloca detrás de ti, casi ni te das cuenta, en tu galope frenético. Las yemas de sus dedos acarician tus pezones, su boca roza tu cuello. Y a ese contacto efímero, te corres de nuevo. 

Pero empiezas a estar ida, inclinándote un poco hacia delante, clavando las uñas en el estómago de Alan.

Estás empapada en sudor. Vas a por el tercero. Tu sumiso aguanta, lo sientes dentro como una barra de hierro. Los gemidos de ambos se confunden y mezclan en la pequeña habitación. No buscabas esto, pero tu cuerpo te sorprende con su reacción. 

Lindsey se aparta un poco de ti. Retira sus caricias, observadora de nuevo. Te susurra al oído.

-Ya...Relaja...suave...suave...vesparando...Ya, Alice... Suave...Que tu cuerpo sea un ronroneo…marea serena en la playa...

Las palabras de Lindsey entran por un oído...y salen por otro de la morena.

Era SU momento. Alan era SUYO. ¿Porqué parar? Alan ni siquiera había dicho la palabra de seguridad, estaba claro que quería ser utilizado MÁS y por MÁS tiempo.

Reanuda la cabalgadura, sus uñas laceran los costados del jadeante y entregado sumiso. Imcombustible...por dios, no era de este mundo, increíble su resistencia ¿cómo desaprovechar aquello? Impensable...no pasaba nada, era un poco de sexo duro pero nada que fuera a hacerles daño a ninguno...

Ella no quería ser una marea suave en la playa. Ella era una tormenta, un oleaje imparable que se estrellaba contra el faro* que, enhiesto, parecía desafiarla a tumbarlo. ¿Eso era para ella esto? ¿Un desafío? Si...si puede que si, sin duda Alan estaba retándola, competiendo, se mostraba altivo con su aguante...y Alice no iba a ser menos.

O no puedes o no quieres detenerte. No escuchas a Sey. Y no estás perdida en tu mundo, es, simplemente, que no quieres seguir su consejo, su sugerencia. Que eres la Ama. Incluso de ella. Si le pides que se ponga en pompa para ti, seguro que lo hace. ¿Sentirá algo semejante Frisbee cuando te domina? Hum. Ella es más…¿más fría? No, qué dices, fría…¿con más capacidad de control, de dominio? Probablemente es eso. 

La imagen evocadora de la tatuadora te enardece. Aviva el rugir de tu tormenta interior, la alimenta con el deseo de ella. Te posee incluso aquí, ahora. 

¿Te estás follando a Frisbee? Ese impulso hace que tus caderas dancen con salvaje dinamismo. Si no le rompes el culo a Alan, le vas a romper su miembro. 

El grito sublime que sueltas con tu tercer orgasmo retumba en las cuatro paredes. Sey no ha vuelto a intervenir, observando a ver cómo termina esto.