Partida Rol por web

A la cabaña. Aquel era el objetivo que se habían marcado cuando los monitores habían mencionado la choza semiderruida que se hallaba en un claro del bosque y que eventualmente se utilizaba para asustar a los chicos del campamento con sus historias de fantasmas.

Lo peor había sido decidirse a salir. Los murciélagos atacando, las extrañas sombras, las escenas dantescas que habían contemplado... todo se unía para formar una imagen nada apetecible del exterior. Si a eso se le sumaba la extraña omnipresencia de Hugo, que parecía estar observándolos a cada momento, la situación sólo podía definirse como tensa. Sin embargo eran conscientes de que si no actuaban pronto los ataques volverían a empezar, y quién sabía si aquel chico les daría otra oportunidad. No parecía demasiado dispuesto a darles tregua.

Aunque era precisamente eso lo que parecía cuando salieron del edificio polivalente para encontrarse con una tranquila y pasada por agua noche de verano. Caminaron con prisa y paranoia por el suelo embarrado del campamento hasta internarse en el bosque, donde el suelo, que no se presentaba aún en su aspecto más resbaladizo, les permitió moverse con un ligero trote.

Sin embargo, seguían alertas. ¿Cuándo atacaría? ¿A qué esperaba? Le sentían acechando con innumerables ojos en la oscuridad y sin embargo, nada surgía de ésta. Nada se escuchaba excepto el sonido de un millar de gotas atravesando la espesura formada por los árboles hasta alcanzar el suelo.

El entumecimiento provocado por el cansancio tanto físico como mental y el frío de la lluvia había calado en ellos cuando por fin los árboles se abrieron para mostrar ante sí lo que en su momento debió ser un acogedor claro. En aquel momento era un cuadro ciertamente terrorífico que desaconsejaba a cualquier incauto acercarse. Un pozo se encontraba a la izquierda de un pequeño edificio de piedra semiderruido, sin que hubiera ya ningún sistema de recogida de agua. Las ventanas, pequeñas, parecían feas cicatrices en una vieja cara, llorando moho desde hacía décadas.

La puerta estaba, sin duda, tapiada.

La joven se adelantó unos pasos, observando con calculadora precisión la destartalada fachada de la cabaña. La puerta tapiada, las ventanas poco más que rendijas ocultas por tablones podridos por la humedad. Si la madera estaba lo suficientemente deteriorada no tendría porque hacer falta mucha fuerza para romperla y abrirse paso hacia el interior.

Se mordió el labio inferior, centrada en encontrar la manera más fácil de salvar aquellos obstáculos. Pero seguramente toda posible entrada se vería como aquellas que tenían delante. Definitivamente lo más sencillo parecía romper las tablas que bloqueaban la puerta.

- Podríamos echar un vistazo por el otro lado a ver si hay una puerta trasera.- Comentó en voz alta, para que todos la oyeran.- Pero lo más seguro es que también esté tapiada. Quizá los más fuertes podáis romper las tablas y abrir un hueco lo suficientemente grande para entrar.

Los ojos verdes de Alex se dirigieron directamente hacia Bobby. El monitor era alto y sus músculos se perfilaban a la perfección bajo la camiseta de manga corta, la elección perfecta para el trabajo que la pelirroja tenía en mente. Se colocó un mechón de pelo rebelde tras la oreja, y con una mirada suplicante, volvió a dirigirse al monitor.

- ¿Por favor?

No les quedaba más remedio que salir a buscar la maldita foto, aunque el espectáculo de fuera no era precisamente el más halagüeño por lo menos no tenían delante cuerpos deshechos, ni el aire estaba impregnado del olor a sangre. Caminó junto a sus compañeros bajo la lluvia, empezaba a tener frío ya que estaba completamente empapada, y caminar por el barro no facilitaba que su estado de ánimo mejorara ni una pizca. Después de algún que otro resbalón, apartando mechones de pelo mojado de su cara, Lizzy intentaba ver el camino que seguían, pero la oscuridad y la tensión de pensar que estaban siendo observados sólo conseguían que viera fantasmas entre las sombras.

No volveré a pisar un campamento en mi vida.

Lo que antaño debió ser un hogar acogedor, se mostró a ojos de Lizzy como la típica casa encantada de las películas, convencida de que, una vez que entraran en ella, sería imposible volver a salir, pero si no entraban y encontraban la fotografía entonces... entonces sí que nunca más volverían a ver otro día.

Suspirando con resignación se fijó en la puerta tapiada y, mientras escuchaba la idea de Alex, se dedicó a buscar algún lugar que les permitiera o bien colarse dentro a través de cualquier hueco, o bien romper lo que impedía acceder a la puerta.

Todo estaba sucediendo demasiado... ¿cuál sería la palabra?, ¿inverosímil?, ¿raro?, ¿terrible?, ¿horrible? Hugo, el dulce y simpático chico fotógrafo que había conocido esa misma mañana se había convertido en una especie de chico poseído morboso, al que le lucía ponerles pruebas y matarlos uno a uno... ¿por qué? 

Eva no era una experta para saber cómo pensaban los fantasmas, ni siquiera creía en ellos hasta esa misma noche. Todo se había vuelto del revés, aunque seguramente ni siquiera había estado al derecho. 

Al principio no se atrevía a salir de la zona donde estaban. Creía el lugar más "seguro", aunque estaba claro que no lo era. Ningún sitio lo era. 

El miedo no era una de sus debilidades, por lo menos no hasta ese momento. A pesar de ser una niña, le gustaba mostrar que era fuerte, que no la infravalorasen, aunque ahora era ella misma la que lo hacía. No se veía capaz de seguir adelante. Aun así, apretando los dientes y sacando valor de donde ya creía que no había, siguió al grupo. Algo que tenía claro es que no quería ir al principio, y aun menos al final del grupo. ¿Por qué sentía que la observaban? Un sudor frío le recorrió la espina dorsal, obligándose a reprimir un escalofrío, mirando hacia todos lados, viendo simplemente oscuridad. 

La cabaña "parece la casa de Shrek" se abría ante sus ojos, los ojos de un grupo de jóvenes (quienes más y quienes menos) calados hasta los huesos, llenos de barro, cansados, aterrados... Al menos sentía que no era la única que se sentía así, aunque... "mal de muchos, consuelo de tontos", ¿no?

"Al pozo no me pienso acercar ni de coña" -pero... -Había estado demasiado tiempo callada, ahora notaba su voz débil, sin fuerza, por lo que tuvo que carraspear un poco para seguir hablando, exponiendo sus propias ideas- si hay puerta de atrás tiene que estar más o menos igual que esta, ¿no? Digo yo... que si ha pasado taaanto tiempo, no tiene que costar demasiado echarla abajo... ¿pero podrá venirse abajo la cabaña entera?

Guiamos a los niños hasta la casa. Iba delante, por si acaso algo nos atacaba. No quería que nadie más resultase herido. El mal tiempo me caló la ropa y el pelo se me pegó a la frente, pero mi resistencia era bastante buena y mi objetivo muy claro. Tenía que protegerlos.

Al llegar a la casa eché un breve vistazo. No parecía estar en muy buenas condiciones, no debería ser difícil entrar. Evalué la resistencia de los tablones y, tras escuchar a las chicas, me dispuse a golpear los tablones. Atrás. Dije, mientras me preparaba para lanzar una patada contra ellos.

Los tablones no estaban tan podridos como creía, resistieron el impacto sin romperse. Fruncí el ceño, preguntándome si debería volver a golpearlos o si deberíamos probar suerte con las ventanas. Son más fuertes de lo que pareces. Comenté en voz alta mirando a Bobby.

Y de nuevo están a la intemperie. Tantas cosas han pasado... ¿ha servido de algo que abandonasen la enfermería en busca de un lugar más cómodo? Muchas vidas se han perdido por esa decisión y ahora deben poner en riesgo la suya para poder encontrar una solución.

Si no fuese por todo lo que han vivido, el campamento podría pasar por uno normal y corriente, de esos que salen en las pelis de adolescentes romanticonas o cómicas porque parece un lugar demasiado tranquilo para lo que realmente ha pasado. Tras una caminata pasada por lluvia y barro, llegan a una cabaña abandonada. Habría sido encantadora en otro tiempo, pero ahora solo trae malas vibraciones.

Y ese pozo... da unos pasos para alejarse todo lo que puede del pozo. Mejor dejar cierta distancia entre el pozo y ellos, no vaya a ser que salga del pozo Samara* y les deje a todos secos como momias.

-Solo podemos entrar por la puerta - dice no muy convencida de lo que van a hacer.

A pesar de todos los esfuerzos de Jake por abrirse paso a golpes contra las tablas de madera, estas no cedieron ni un poco.

Los supervivientes se encontraban en medio de un pequeño problema en pleno bosque oscuro, un lugar para nada recomendable visto lo visto. Bobby se preparó para intentarlo también. Se suponía que era uno de los más fuertes del grupo y debía probar suerte. Cogió carrerilla y se dirigió con fuerza contra los tablones de madera. Chocó con el hombro y el sonido fue muy seco. Nada.

Se apartó de allí, frotándose el hombro dolorido tras el golpe, algo desesperado. ¿Qué podían hacer?

Algo apartada del grupo, Lizzy empezó a buscar más soluciones, dando con la clave.
 

Lizzy pudo observar cómo en el interior del pozo cercano al lugar y bastante escondida había una escalera. Quizás de poco habría servido aquella observación si no fuera porque también había vislumbrado que en el tejado de la casa había una gran agujero.

Sin darse casi cuenta de lo que hacía y mientras seguía buscando cualquier cosa que les pudiera ayudar, Lizzy acabó separándose de la casa dirigiéndose hasta el pozo. Con los nervios de punta se asomó al borde, al principio con precaución por si algo raro salía de aquella oscuridad, pero cuando sus ojos se fueron adaptando captó algo que los podría ayudar.

-Ey chicos... Ayudadme, aquí hay una escalera.

Justo cuando llamaba al resto para que la ayudaran a cargar la escalera que se escondía en el interior del pozo, miró hacia la casa y... ¡eureka! Allí se encontraba la solución a sus problemas en forma de bonita abertura en el tejado.

-Mirad. -Su dedo apuntaba al tejado de la casa-. Podemos usar la escalera para entrar por ese agujero, quizás demos a un desván y de ahí al resto de la casa.

Penelope no había mediado palabra desde que todo había sucedido, evidentemente asustada y ahogada por el esfuerzo físico que había supuesto aquella carrera para alguien de su baja forma física. Estaba cansada de aquello y no era una persona valiente, a pesar de lo mucho que estaba esforzándose para no sucumbir de nuevo al llanto, a las lágrimas arrasadoras que la dejarían clavada en su sitio mientras la muerte iba a por ella.

Se había mantenido alejada de la casa, pálida y temblorosa, observando aquel edificio que le imponía respeto sin ser imponente. Una lágrima silenciosa se deslizó por su mejilla, pensando en la historia que les había llevado hasta allí. Casi se podía respirar la tristeza de aquel lugar abandonado.

Y entonces Lizzy cometió lo que para ella era una evidente locura: se acercó a aquel pozo, cogiendo la escalera para sacarla.

- ¡No, Lizzy, no hagas eso!

Sucedería algo malo. Estaba segura de ello, estaba convencida.

Lenny corrió hasta donde estaba Lizzy. Si había encontrado algo lo mejor sería ayudar cuanto antes.

- Deja, Lizzy, yo te ayudaré.- entendía el miedo de Penélope a lo que pudiera ocurrir, pero si no se movían no tendrían nada que hacer. ¡Necesitaban esos trozos de foto para salir con vida!- Veamos...

Vio la escalera sobresaliendo del pozo y sin pensarlo mucho más, la sostuvo y empezó a tirar hacia arriba.

- Jo, tío, Dylan... ya podías haberte ofrecido tú... eres más fuerte...

Desde luego las carcomidas tablas eran más sólidas de lo que parecía a primera vista. Pero después de haber visto un fantasma, ¿Porqué iba a sorprenderle aquello? Por suerte, Lizzie había encontrado aquella escalera dentro del pozo, y estaba tratando de sacarla con ayuda del rarito de pelo azul. Se acercaría a ayudar, pero lo más seguro es que acabara entorpeciéndoles.

Se colocó de nuevo al lado de Jane y se rascó la barbilla pensativa. El hueco en el desván era una idea muy buena, probablemente la única forma que tenían de entrar en la casa abandonada, pero antes debían arrastrar la escalera hasta la fachada. Por desgracia tampoco había demasiado que pudiese hacer, demasiada gente alrededor no iba a facilitar la tarea.

Algo impaciente, esperó a que los dos chicos terminaran de sacar la escalera del pozo.

No iba a venirme abajo por el fracaso de la puerta, debía haber otra forma mejor para entrar. Los niños no tardaron demasiado en encontrarla. No me parecía la mejor idea entrar por un agujero del techo, pero si no había mas opción habría que hacerlo. Espera. Dije, llegando hasta donde estaban los chicos. Os ayudo.

Tiré de la escalera, no debía ser demasiado difícil. El agujero del pozo era algo perturbador. La advertencia de Penelope empezó a cobrar sentido cuando me asomé. ¿Acaso estoy empezando a volverme loco? ¿He caído en el juego de ese maniático? Mirase donde mirase veía peligros acechando. El pozo, la puerta, el desván. Todo me parecía mala idea, potencialmente mortal.

Yo seré el primero en bajar. No había réplica posible en mi tono. No dejaría que nadie se arriesgase a entrar a ciegas en aquel lugar... Salvo yo.

Lizzy, Lenny y Jake empezaron a tirar de la escalera bajo la atenta supervisión de los demás, con la lluvia, torrencial en aquel claro, cegándoles la visión. La escalera iba surgiendo poco a poco, larga, y ya casi la tenían cuando, sin previo aviso, Ashley soltó un grito de pánico.

No pudieron evitarlo, todos se giraron para ver a la chica pálida, balbuciendo algo que para los demás no tenía demasiad sentido.

- Creo...creo que he visto algo en el borde del claro...

Señaló en la parte posterior de la casa, donde todos clavaron la vista esperando que algo horrible y mortal surgiera de aquel lugar para darles el último golpe. Lo que surgió fue otro grito... esta vez procedente de Lenny.

Un brazo pálido y descarnado surgido de la oscuridad había empezado a tirar del chico hacia las profundidades del pozo, que intentaba sujetarse sin demasiado éxito al borde, y si nadie hacía nada para evitarlo el adolescente sería llevado inexorablemente hasta el fondo.

El grito de Asley me encogió el corazón. Otra vez no. ¿Había algo al borde del claro? No veía nada. La lluvia nublaba mi visión. Durante unos segundos escruté el busque en busca de algún peligro. Mi respiración y las gotas cayendo contra mi cuerpo era todo lo que podía escuchar. Hasta que escuché el segundo grito. 

Me giré y vi a Lenny, y el brazo, intentando llevarle hasta el fondo del brazo. No lo pensé. Cogí al chico de los hombros y tiré con todas mis fuerzas de él, intentando librarle de aquel horrible final. Aguanta Lenny! Tú también no, por favor.

Todo aquello se está volviendo desquiciante y la lluvia no ayuda demasiado a ver las cosas con claridad. Cualquier cosa puede ser del oscuro bosque o de la oscura cada o del oscuro pozo... cualquier cosa puede hacerles la vida imposible cuando a Hugo le de la gana.

Parece que de momento la cosa va bien hasta que, de pronto Ashley grita señalando hacia el claro del bosque. Jane se gira, asustada, para mirar en la dirección en la que señala, pero allí no parece haber nadie, ni nada, ni bichos diabólicos que quieran comérselos son importar nada.

Y entonces... otro grito. Se aparta de un salto del pozo, aunque ya está bastante apartada, al ver que algo tira de Lenny hacia las profundidades oscuras de ese lugar sacado de las pelis de miedo más terroríficas. Parece que Samara ha querido hacer acto de presencia en esa pesadilla.

-A... ¡ayudadle! - grita mientras se debate entre ir a ayudar o quedarse donde está.

Mira a Alex un momento como preguntando, y luego se decide. No pueden dejar que otra persona muera... en parte, ha sido culpa suya que la monitora muriese así que no puede cargar con más culpa. Corre hacia el pozo y trata de ayudar a sujetar a Lenny. Le sujeta de las piernas, aunque no tiene mucha fuerza.

Agradeció la ayuda de Lenny y después la de Jake, seguro que ahora conseguían sacar la maldita escalera del pozo, pero estaba claro que no iban a ponérselo fácil. Justo cuando comenzaban a tirar de ella el grito de Ashley la desconcentró, girando la cabeza asustada ante lo que fuera que la joven hubiera visto. Los fantasmas parecían estar acosándolos por todas partes, o por lo menos en su imaginación, y con un suspiro de alivio Lizzy pudo comprobar que no había nada... por el momento.

Pero cuando volvió a centrar su atención en el pozo un estremecimiento recorrió su espalda. No, no podía ser... Lenny no. Se quedó paralizada durante unos segundos viendo aquel brazo tirar del cuerpo de su amigo. Al ver cómo acudían en su ayuda reaccionó justo a tiempo de tirar ella también del hombro de Lenny.

-Vamos Lenny, no te pienso dejar...

Por suerte y con mucho esfuerzo, los compañeros de Lenny consiguieron arrancarle de las manos de aquella extraña criatura. ¡Y además habían logrado la escalera!

En cuanto el cuerpo del chico salió por completo del pozo, no se escuchó ni se vio nada sospechoso. Era como si les hubieran dejado tranquilos nuevamente después de aquel inesperado ataque.

- ¡AAAAHHHH! ¡SACADME DE AQUÍ!- Lenny solo veía oscuridad, aferrado a la escalera mientras una mano salida de la nada tiraba de él hacia el interior del pozo.- ¡Suéltame! ¡Suéltame!- le gritaba a la supuesta extraña criatura que tiraba de él hacia abajo.

Finalmente, tirando por sus pies, Lizzy, Jane y Jake lograron sacarle vivo y sin mayor marca que un gran moretón en el antebrazo. Respiraba jadeante, sentado en la hierba y temblando de miedo.

Cuando fue consciente de que el peligro había cesado, se levantó y abrazó con fuerza a Lizzy, dándole besos por la cara mientras repetía:

- ¡Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias!- volvió a abrazarla con fuerza- ¡Eres la mejor Lizzy!

Después miró a Jake y extendió un brazo para acercarlo a los dos.

- ¡Y tú! ¡Tú también!- y le dio un beso en la coronilla.

Después miró a Jane, pero pensando que en su cultura a lo mejor no estaría bien visto, tan solo le dijo mil gracias a la chica.

¡Menuda mierda de noche!

Bobby cogió la escalera que Lenny había dejado en el suelo y empezó a llevarla hacia la casa.

- Venga, no perdamos más tiempo, chicos. Esto cada vez es más espeluznante...

¡Pero mierda! Se suponía que hoy me iba a liar con una tía que estaba buenísima en la enfermería y resulta que se la han comido unos murciélagos carnívoros asesinos. Luego destrozan delante de mí la cabeza de un chaval, matan a la otra, hacen que la historia de fantasmas sea verdad y una mano invisible casi tira a un pozo a otro.

Colocó la escalera para poder subir y no perdió más tiempo.

- Yo voy primero. Seguidme.

Subió sin más. Estaba tan agotado, cabreado y asustado que poco le importaba encontrarse ahí dentro algo que le destrozase. Llegó al tejado y se asomó al interior de la casa. Al ver que no había nada extraño en el interior, saltó hacia abajo. A los pocos segundos les avisó para que le siguieran:

- ¡No hay nada peligroso! ¡Entrad!