Partida Rol por web

Rápidamente marqué el número y esperé a que alguien cogiera el teléfono.

Un toque, dos, tres...

-Sí, oiga, ¿Sheriff? Soy... 

¿Quién demonios soy?, se preguntó Dean, tardando un segundo en completar la frase.

... eh, el agente Darin, del FBI. Mi compañero y yo estamos en la casa de los Sanders y... creo que algunos de los suyos vienen a hacernos una visita. Nos vendría bien algo de ayuda extra.

Dean empezó a oír extraños ruidos fuera, así que soltó el teléfono sobre la mesilla y agarró el rifle con las dos manos. Por último, antes de centrarse en los visitantes, le lanzó un grito al teléfono.

-¡Y será mejor que no tarde demasiado en venir!

Con la escopeta preparada, el vestido anudado a la cintura y las piernas temblándole, Dean echó una última mirada a Sam.

-¡Ya están aquíiiii!*

Dean estaba en el salón mientras planeaba la estrategia de ataque, le había indicado a Sam que se ocultase tras las cortinas, pero éste había mencionado la posibilidad de que fuesen más que un hombre lobo, sino varios. En dicho caso sería favorable tener ayuda y los otros licántropos que conocía era el sheriff y algunos miembros de su familia.

Dean hace la llamada. Sus palabras son concisas y rápidas, lo más rápidas que le es posible dada la situación. El sheriff contesta algo pero ellos no llegan a oírlo...

Una de las ventanas de la sala estalla cuando un enorme lobo gris entra en ella. Sus ojos atentos a todo lo que está alrededor hurgan en la habitación. Sus colmillos sobresalen por entre sus labios retraídos…

Dean tiene ahora la escopeta entre sus manos, Sam también está armado y por los ruidos afuera el lobo no se encuentra solo.

Del otro lado del teléfono se corta la llamada, si el sheriff los ayudará o no, lo sabrán en un rato. Por ahora la pelea final ha dado comienzo. 

Una de las ventanas acababa de estallar, y un lobo de gran tamaño acababa de irrumpir por ella. No sabía qué tipo de criatura era aquella: si un lobo normal o un ser humano que, como yo había hecho durante la noche anterior, había llevado a cabo un hechizo para convertirse en lobuno.

-¡¡Dean!! -le grité a mi hermano, alertándole de la presencia del animal.

Apuntando con mi fusil en dirección al lobo, decidí disparar cuanto antes para tratar de abatir a aquel seguidor de la Bestia de Bray Road.

Y todo se fue al infierno en cuestión de segundos.

Una de las ventanas estalló en mil fragmentos que llenaron todo el lugar, Sam lanzó un grito y disparó a la bestia que acababa de aterrizar en el suelo del salón y yo, reaccionando algo más tarde, y casi sin apuntar, solté el teléfono que aún tenía en la mano, me giré con la escopeta y le disparé a la criatura sin pensármelo dos veces.

-¡JODER! -exclamé, mientras apretaba el gatillo, sintiéndome como el maldito Clint Eastwood.

El disparo de Sam fue a la cabeza, el licántropo gruñó de dolor y rabia. Su cuerpo se sacudió y, con el disparo número dos, en el torso... lo terminó de desbalancear. Dean había acertado también aunque el tiro de su hermano había sido el más dañino. Pero el lobo no era un animal común, uno que hubiera muerto con semejante daño. Intentó herir a Sam, corriendo hacia él con las fauces abiertas. El dolor, sin embargo, lo hizo desviar su ataque y terminó golpeando una de las paredes, cercanas a la cortina tras la cual se había escondido Sam hacia unos momentos.

Crash!!!

Un segundo lobo irrumpió en la sala, negro como la noche. A ll lejos se oía la sirena cercana de un patrullero. 

-¡Este no es un lobo cualquiera, Dean! -exclamé, asombrado de que aquella criatura hubiera logrado aguantar semejantes disparos y aún siguiera con vida-. ¡Hay que matar a estos dos antes de que puedan llegar más!

Un segundo lobo, de colo negro, había conseguido entrar detrás del primero. Volví a apuntar con el rifle al primero de los dos lobos, sabiendo que, pese a sus heridas, aún podía atacarnos y realicé un segundo disparo, apuntando en este caso al torso de la criatura.

Los disparos de ambos dieron en el blanco y aún así, el maldito lobo continuaba vivo. La llegada de un segundo lobo dejó claro además que se trataba de una manada que actuaba junta y eso significaba que teníamos problemas de verdad.

¡Este no es un lobo cualquiera, Dean! 

¡No me digas, listillo! -comentó sarcásticamente Dean, mientras expulsaba los cartuchos de su escopeta y volvía a disparar, esta vez contra el segundo de los lobos.

¡Hay que matar a estos dos antes de que puedan llegar más!

-Lo que hay que hacer es salir de aquí o no podremos contarlo. Retrocedamos. ¡Vamos a las escaleras! -sugirió, mientras veía como ambos impactaban en el recién llegado, sin llegar a matarlo.

-¿Te he dicho alguna vez que nunca he visto "Un hombre lobo americano en Londres"? -le dijo Dean, sin dejar de caminar hacia atrás y prepararse para volver a disparar.

El segundo impacto de Sam dio en el lobo, quien se volvió a tambalear con fuerza. La sangre borboteaba de la herida abierta en su torso, así como media oreja y parte de la frente estaba hundida. La poca vida que le quedaba lo hacía seguir embistiendo. Como si estuviera manejando por un poder mayor.

Los disparos de Dean dan en una de las patas del segundo lobo, que se dobla de dolor en el suelo. Los muchachos van subiendo las escaleras para buscar cobertura a los embates de aquellos animales.

El sonido de un chirriar de frenos indica que los refuerzos han llegado, y no podría ser en mejor momento porque dos lobos más entran en la sala por las ventanas detalladas. Además de eso se oye aquel canto que habían sentido en el bosque aquella vez.

Esa maldita bestia, que una vez fue un muchacho, estaba controlando a los lobos extraños para atacar a Sam y Dean

La situación empezaba a ponerse complicada, así que en mitad de la escalera, Dean tomó una decisión.

-Sammy, dispara a discreción. Yo voy a decantarme más por el cuerpo a cuerpo. En cuanto puedas, dispárales sin parar.

Los disparos eran efectivos, pero no tanto como debían y estaba claro que con dos lobos, las cosas estaban bastante complicadas, así que luchar contra ellos directamente era quizás la mejor solución. Tenía una espada, así que la desenvainó y se preparó para recibir al primero de los lobos que saltase sobre él. Quizás así, acabase con él de una sola vez.

-¡Venga, venir aquí, que os estoy esperando! -les gritó Dean, arrepintiéndose casi al momento de lo que había dicho.

Observar la resistencia de aquel lobo, quien continuaba atacando pese a sus heridas y estar prácticamente a las puertas de la muerte, me hizo comprender que los animales estaban siendo controlados. Cualquier animal o monstruo, por duro que fuera, huía cuando sus heridas empezaban a ser graves para salvar la vida. Pero ese lobo no lo hacía, no huía pese al disparo que le había abierto el torso y destrozándole media oreja.

Alguien los estaba controlando.

Pude ver que Dean optaba por enfrentarse cuerpo a cuerpo contra los lobos utilizando su espada y quizá aquel fuera el mejor momento para cambiar de táctica, pero decidí decantarme por seguir usando el rifle como me había indicado mi hermano. Apuntando con mi rifle a una de las patas traseras del primer lobo que había entrado, decidí disparar para intentar dejarlo incapacitado.