Partida Rol por web

Las palabras del licántropo sobre el destino de Karen tenían interés únicamenet porque acababa de decirles en dónde se encontraba, pero no supuso ninguna diferencia para el mayor de los Winchester, que estaba decidido a acabar con él.

Dean retiró rápidamente la hoja del cuerpo de Joey, se agachó y se lanzó hacia el lado opuesto, viendo con alivio como el gigantesco y peludo brazo de Joey pasaba por encima de él mientras se deslizaba por el suelo, a cámara lenta, como si de una película de John Woo se tratara. Una vez en el otro lado, Dean sonrió y dijo lo que tantas veces había soñado decir.

-¡Yipikayei, cabrón!

Entonces, le clavó de nuevo la daga, pero en el otro costado, apretando los dientes tanto como la hoja.

Confiado como estaba, Joey Brown había revelado dónde se encontraba Karen: encerrada en el sótano de su casa. Eso era todo lo que necesitábamos saber para salvarla. Podíamos matar ya a la Bestia de Bray Road, y Dean no lo dudó. Joey estaba confiado y esa fue su perdición. Mi hermano le apuñaló en el otro costado, provocando que la bestia se desplomara.

Lo habíamos logrado. Habíamos derrotado a aquel monstruo. Sin embargo, recordaba las palabras de Varhenia: después de apuñalarlo en el corazón, era necesario decapitarlo mientras el corazón de la Bestia aún se encontraba adormecido.

Me lancé sobre Joey para descargar mi espada contra su cuello y darle el golpe mortal mientras aún estaba debilitado.

La daga de Dean fue lo que se necesitaba para aturdir a Joey que cayó de espaldas al suelo. Sabían que, si no lo terminaban decapitándole, sus poderes harían que las heridas comiencen a sanar en cuestión de minutos. Tenían que terminarlo. Así que Sam se dispuso a hacerlo y aplicó la fuerza de la espada sobre el cuello del joven.

Al principio la resistencia era dura, impenetrable. Mas el joven Winchester comprendió que esto se debía a que no estaba aplicando toda la presión que necesitaba. Sobre todo ahora que el rostro lupino había vuelo a ser el de un muchacho. Al final de cuentas era un chico estúpido que no sabía el precio de su alma.

Mientras el filo de la espada comenzaba a cercenar la cabeza, se oían a lo lejos los ladridos de los sabuesos infernales que venían a por su presa.

Debían recordar lo de la gema, se supone que el chico tenía una gema que era muy importante. Además de rescatar a la chica, que ya sabían en donde se hallaba, era necesario encontrar esa piedra y dársela a Bobby.

Los perros ladraban más fuerte… el alma de Joey estaba jugada.

Es una nueva presión que ejerce el joven Winchester para finalizar su trabajo. Asi, con un último empujón, la cabeza se separa del cuerpo. Los sabuesos infernales ahora se sienten cercanos, casi encima de los dos. Y, con la misma prisa con la que han llegado, se van dejando huellas de patas sobre la tierra mientras se oye el grito del alma de Joey que va directa al infierno.

Muy triste la estupidez de algunas personas.

Herido pero satisfecho, así se sentía Dean cuando se puso en pie y vio el cuerpo descapitado de Joey y a su hermano lleno de sangre.

-Buen trabajo, rey de corazones. Ahora solo nos queda encontrar a Karen y la gema. 

El mayor de los Winchester, con una mano cubriendo sus heridas, se dirigió hacia el impala, dando a entender que no pensaba esperar a nada ni a nadie. Lo cierto era que la herida era profunda y quemaba y dolía como el infierno, pero con o sin ella, iba a conseguir la gema y averiguar la razón por la cual habían montado todo aquello. No pensaba permitir que las muertes de todos los chicos del pueblo, quedase sin respuesta.

-Tú espéranos aquí a que volvamos -le dijo a la demonio, mirando a su hermano de reojo.

Habíamos finalizado parte de nuestro trabajo en el pueblo. La Bestia de Bray Road estaba muerta y ahora únicamente nos quedaba rescatar a Karen y encontrar aquella gema que había causado tanto interés a la demonio.

-No tardaremos -le espeté a la demonio del cruce de caminos, en tono seco.

En cuanto liberásemos a Karen y obtuviéramos la gema, tendríamos que pensar qué hacer con aquella criatura infernal. No habíamos firmado ningún tipo de acuerdo con ella, pero aunque nos había provisto con información, no dejaba de ser un monstruo peligroso.

Monté en el asiento del copiloto del Impala, retorciéndome de dolor por el mordisco que me había propinado la Bestia de Bray Road en el brazo derecho, y aguardando a que mi hermano pusiera el vehículo en marcha.

La primera parte, y la más difícil, estaba terminada: la Bestia estaba muerta. Pero ahora había que sacar a Karen de su prisión y hallar esa gema, así como ver qué hacer con ella.

Hablaron con el sheriff para averiguar lo primero, después de todo se trataba de descubrir el domicilio de alguien del pueblo y él sabía aquello. Así que luego de que la esposa les hiciera a ambos una cura superficial de sus heridas, un poco a regañadientes de los muchachos que tenían prisa, se dirigieron a la calle Melbourne 32, en donde habitaba Joey.

La vivienda era simplona, de hechura precaria. Una cabaña de una planta, la mayoría de las ventanas rotas y un porche que había visto tiempos mejores.

Según lo que sabían la chica estaba allí, en el sótano. Entraron por la puerta principal que igualmente no estaba cerrada con llave. El interior solo estaba iluminado por la luna. Una escalera iba hacia arriba y la otra para el sótano.

La casa estaba llena de silencio y del olor a perro mojado. Cuando intentaron prender las luces comprobaron que Joey no había pagado a la compañía hace tiempo… por eso había unas cuentas velas en algunos puntos que apenas daban luz, la mayoría se habían extinguido durante la noche.

El tiempo no estaba de su parte, pero tuvieron que detenerse al menos para hacerse unas curas de emergencia. En teoría, no debían tener más problemas, pero tampoco podían fiarse. Dean no protestó. Sabía que llevaría aquellas marcas como tantas otras, hasta el fin de sus días, pero no le daría la satisfacción a nadie de que le viera quejarse.

-Está bien. Listo para el rock & roll.

Cuando llegaron a la casa, el mayor de los Winchester empezó a tener malas sensaciones.

-Está claro que esta no es la Mansión Playboy -comentó, mientras exploraban la planta baja. Acto seguido, se dirigieron hacia la puerta del sótano. Dean iluminó todo el lugar con la linterna*, pero lo cierto es que no esperaba encontrar nada -. Bueno, supongo que habrá que bajar.

Llevaba la escopeta en la mano, además de las mismas dagas que había usado con Joey y que había recuperado. ¿Estaría Karen con vida o... le habría sucedido algo? ¿Y la gema? Demasiadas preguntas, pensó Dean.

-Esto no me gusta. Lo mismo nos salta encima Karen transformada en una deadite**. 

-Qué mal huele -declaré, al percibir aquel hedor a perro mojado que envolvía toda la cabaña.

Una desagradable imagen se le vino a la mente al captar ese olor, y fue imaginarse al bueno de Joey, bajo su forma lobuna, haciendo sus necesidades en una esquina o agitando su cuerpo cuando se había mojado como solían hacer los perros. Era evidente que la cabaña no estaba precisamente en buenas condiciones y que Brown no recibía visitas desde hacía tiempo.

-Bajemos -accedí, cuando mi hermano decide intentar abrir la puerta del sótano para ir a buscar a Karen.

Aún quedaban algunas dudas en mi mente, como por ejemplo qué había sucedido con los jóvenes desaparecidos o si Brown habría sellado el pacto con aquel tal Crowley porque tenía información acerca del poder de la Bestia de Bray Road original que había atemorizado el pueblo durante los años ochenta.

Los flashes de la linterna de Dean barrieron la oscuridad. Sam estaba a su lado, como siempre, uno más atento que el otro a cualquier indicio de peligro. La casa dejaba mucho que desear en cuanto a su estado en general y era pesaroso pensar en todo lo que sus paredes pudieran haber visto.

Faltaba poco para el amanecer, pero todavía no era de día y tampoco sería inteligente no tener un poco de precaución al respecto.

Sam dijo que bajaran así que comenzaron a descender por los escalones de madera, mientras la luz de las linternas, alumbraba las penumbras. Lo primero que notaron era un sótano bastante amplio, con algunos animales disecados y colgados en las paredes como trofeos. Unas ventanas alargadas y angostas daban al exterior, estaban a la altura de lo que sería el suelo desde el exterior.

Un montón de muebles estaban amontonados en el fondo, incluso un enorme armario. Todos ellos, o la mayoría, se encontraban cubiertos por sábanas que en otro tiempo fueron blancas.

Observé los animales disecados que tenía Joey Brown en el interior de su cabaña y arrugué el ceño.

-Y encima de todo, le gustaba la taxidermia -murmuré, poniendo los ojos en blanco-. Empiezo alegrarme mucho de que nos lo hayamos cargado...

Dirigí una breve mirada a mi hermano mientras echábamos un vistazo a nuestro alrededor para intentar percibir cualquier detalle que pudiese indicarnos dónde se encontraba Karen.

El sótano no era precisamente de las estancias favoritas de Dean, pero estaban allí por lo que estaban y no era el momento de pensarse las cosas. Sin embargo, al bajar las escaleras, tropezó y se dio de cabeza con el pasamanos, y cuando se puso en pie, su cabeza se golpeó con una lámpara que, por supuesto, no funcionaba.

-Tío, odio los sótanos.

La visión de lo que había allí tampoco mejoró la opinión que él tenía de Joey. 

-Se puede decir que tenía todos los defectos y ninguna virtud -consiguió decir, mientras se frotaba en la frente, en donde se había golpeado, e iluminaba con la linterna en todas direcciones. 

Por lo demás, allí no parecía haber nadie y eso le preocupaba. Todavía debían encontrar la gema y encargarse de la demonio, y no habían conseguido hacer lo más sencillo, que era encontrar a la chica. Algo olía verdaderamente mal allí y no era la humedad.

-¡Eh, Karen! -gritó Dean, rompiendo el silencio. Al mirar a Sam, que parecía recriminárselo, Dean se encogió de hombros -. Tenía que probar. 

La secuencia de circunstancias se dio de la siguiente forma: Sam primero, con un pantallazo de su luz, barrió el fondo del sótano y notó que uno de los bultos cubiertos por las sábanas se movían. Dean, entonces, con una seguidilla de mala suerte que lo había acompañado desde el primer día, resbaló por las escaleras y…al levantarse, golpeó su cabeza con una de las lámparas que seguían sin alumbrar la noche.

En ese momento gritó el nombre de Karen, a pesar de que su hermano estaba tratando de chequear, en un principio, mejor el lugar.

Al grito de Karen, ese bulto se movió más y dos piernas femeninas asomaron por debajo. Pero, al mismo tiempo, del armario salió una figura oscura. Era un lobo, no la bestia de Bray sino un lobo que antes había sido controlado por él.

Se lo notaba asustado, mostraba los dientes pero se alejaba de los hermanos al mismo tiempo. Seguramente era uno de esa manada que obedecía a Joey cuando aun estaba sobre esta tierra.

-¡Karen! -exclamé, alegrándome de ver que la chica en efecto se encontraba viva y no parecía haber sufrido ningún tipo de daño, al menos aparentemente.

Al divisar al lobo, lo apunté con mi pistola inicialmente pero advertí que el animal parecía encontrarse bastante asustado, casi tanto o más que Karen. Lo más probable es que Joey Brown lo hubiera controlado de alguna forma, ya que ahora que la Bestia de Bray Road había muerto, el animal no mostraba la agresividad que habían exhibido los lobos que nos atacaron en la casa de Karen.

-Está asustado, Dean. No creo que sea necesario disparar -le indiqué a mi hermano, señalando el estado del animal-. Solo intentemos no acercarnos a él y saquemos de aquí a Karen. Supongo que no atacará si no se siente amenazado.

Al grito de Dean, salió un lobo, haciendo que me tensara y se preparase para disparar. Sam fue rápido y le llamó la atención para que no disparase, bajando la escopeta y resoplando, aliviado. Si podía evitar un enfrentamiento, mucho mejor.

-Sí, lo que sea. Ya he tenido bastante pelea para una noche.

Entonces vimos las piernas de Karen, porque no podían ser de nadie más. Dean se abalanzó sobre ella, quitando las sábanas de encima.

-¡Karen! ¡Karen! ¿Estás bien? -le preguntó, zarandeándola un poco y girándola para verle la cara.

Karen estaba bien, solamente rasguñada y con la boca tapada por un pañuelo que le impidía responderles. Ni bien le sacaron esto, y desataron sus muñecas, los envolvió en un gran abrazo.

-Me contó lo que le hizo a mi a mi abuela… ¡maldito!

Lloraba de rabia pero también estaba inmensamente agradecida con sus rescatadores.

Respecto al lobo, mientras ellos marcaron un límite, el animal lo respetó. Ni bien pudo salió huyendo por las escaleras hacia la libertad.

El bosque tragó sus aullidos, lo último que oyeron de él fue aquello y el sonido de sus patas escapando.

Lo habían logrado, casi todo estaba terminado. Excepto la gema, necesitaban la piedra roja que la demonio había exigido como pago. Y, sobre todo, primero enseñársela a Bobby.

-Mi vida es poco precio por lo que han hecho por mí. Ustedes… no tengo manera de decir lo mucho que significan para mí.

La joven temblaba de emoción, sus ojos expresaban un consuelo enorme, pese a todo lo malo que igualmente había sufrido.

Habíamos logrado salvar a Karen, pero aún nos quedaba algo por hacer. Teníamos que encontrar la gema y decidir qué hacer con ella. Lo más probable es que perderíamos mucho tiempo si nos poníamos a registrar toda la cabaña de Brown, por lo que pensé que tal vez Karen podría ayudarnos al respecto.

-Karen... Cuando Joey Brown te trajo aquí, ¿llegaste a ver en algún momento si llevaba consigo una especie de gema roja? -le pregunté a la chica, pensando si ella podía haber visto la gema durante su secuestro.

Ella se puso a pensar, intentando ser de toda ayuda para esos dos jóvenes que la habían salvado. Una luz iluminó su mirada cuando recordó algo que le pareció importante:

-Después que me ató y mandó a unos lobos afuera, lo vi guardar una cosa en el armario. Era una caja de música, o eso me parecía. Por la forma en que protegía esa posesión… creo que se trataba de algo importante para él… algo querido.

Dean se puso en pie como un resorte. Se alegró al ve que Karen estaba bien, pero también tenían otras cosas en que pensar. Todo aquello al final había sido provocado por un tío con exceso de estupidez, lo que le había llevado a transformarse en lo que era, y una demonio que... como todos, solo sabía hacer una cosa: joder a la gente.

-Vale. Entonces tú estás bien, comprobado. Ahora necesitamos esa caja de música o puede que todo esto ocurra de nuevo, no a ti, pero si a otros.

Dean se giró y se dirigió hacia el armario. En un principio, pensó en abrirlo y ya está, pero habiéndolo colocado Joey allí dentro...  a saber si había alguna trampa.

-Karen,s erá mejor que te apartes. Sam, ¿preparado? -preguntó, antes de abrirlo.