Partida Rol por web

Rebuscando entre las cosas de la adolescente, a Dean se le cae una foto. La coge del suelo y la observa con detenimiento: un muchacho y la chica del locker están juntos,  es en ese instante en que Roger, viendo también la foto, comenta:

-Ese es Joey Brown. Eran algo así como novios pero luego estaba buscando otra chica..

El pelirrojo sonríe, con ironía en su voz.

-Joey siempre se anda enamorando de una diferente. Claro que luego conoció a Karen… y el pueblo sabe que está loco por ella.

Dean recordó lo que le dijo Karen cuando la conocieron, eso de que trabajaba en el diario local con un tal Joey, un tipo celoso les había comentado la abuela. A la mujer no le había gustado mucho el tipo.

Si sus cálculos eran correctos Sammy debería estar con Karen en el diario ahora mismo, lo que quería decir también, con Joey.

-Es un poco intenso. Recuerdo que a veces se ponía malo cuando las chicas lo rechazaban. Y lo rechazaban muy seguido hasta que no sé qué brujería hizo.

El pelirrojo siguió sin darse cuenta que realmente estaba dando mucho a Dean en qué pensar.

-Un día ya no lo rechazaron, pero pobre tío…

Hizo una pausa de unos minutos.

-Ahora simplemente se desvanecen…

-Eres la Bestia, ¿verdad, Joey? -le pregunté, suponiendo cuál iba a ser su respuesta-. Has estado detrás de las desapariciones y asesinatos desde que comenzaron, ¿no? ¿Pero qué ganabas con ello? ¿Por qué lo hiciste?

Karen retrocedió pues cuando Sammy dijo eso, los ojos del chico empezaron a llamear, eran dos brasas incandescentes.

-Dios mío!!

Se puso tras del menor de los Winchester, aterrada.

-Tú y tu hermano se meten en donde no los llaman. Mira amigo… los vi hace poco en el cruce de caminos y no les fue bien.

De pronto su rostro comenzó a cambiar, como si su cuerpo empezara a agrandarse y su rostro a madurar. De a poco las facciones del sujeto que había aparecido al mediodía volvían a ser visibles.

-Si quieres algún culpable, ¡búscala a ella!

Gritó, golpeando una pared y dejando un hoyo en el cemento.

-Solo te quise a ti, Karen. TODO LO HICE POR TI!!!

-Sam!!! Salgamos de aquí!!

Karen comenzó a tironear la manga del joven, desesperada, el miedo helaba su piel. Antes de poder actuar Sam recibe un mensaje de texto de Dean, llega a chequearlo con el rabillo del ojo. Dice lo siguiente:

Joder, ya lo tenemos, pensó Dean, guardándose la foto en el interior de la chaqueta.

-Pues... creo que ya tengo lo que necesito. Roger, te estoy muy agradecido. Creo que con tu ayuda podremos salvar unas cuantas vidas -le dijo, volviendo a colocar su mano en el hombro y a adoptar un tono peliculeramente serio.

Sabiendo que además Joey había dado "positivo" en el test de plata, ya tenían a alguien con quien bregar y muy poco tiempo que perder.

-Ahora debo irme. Mi compañero me esta esperando.

Dean se giró y empezó a caminar hacia la salida de la universidad, pero mientras tanto, sacó su teléfono y llamó a Sammy, esperando que respondiera.

Muchas chicas, un tío frustrado y encima licántropo... combinación perfecta del tipo "buscar y destruir".

Sammy, no sé si me estarás oyendo, pero voy ahora mismo para allá. He averiguado que el tal Joey era un tío en plan Atracción Fatal y que lo rechazaban siempre, hasta que hizo algo. No te fíes de él.

Había conseguido leer el mensaje de texto de Dean, pero ya era demasiado tarde. Joey Brown había demostrado ser la Bestia de Bray Road, po lo que la información de mi hermano, aunque útil, llegaba a destiempo.

El cuerpo de Joey comenzó a hacerse más grande y su rostro cambió, convirtiéndose en el del individuo al que Dean y yo nos habíamos enfrentado en el cruce de caminos. Observando el hoyo que había dejado en el cemento, supe que era una criatura poderosa. Quizá demasiado poderosa, y no convenía llegar a enfrentarme a él en el cuerpo a cuerpo.

-¡Corre, Karen, rápido! -le grité a la chica, tomándola de la mano y echando a correr para sacarla de la redacción.

En otras circunstancias, me habría enfrentado a la bestia. No obstante, estando presente la causa de las más recientes obsesiones de Joey, consideré que lo más apropiado era huir para poner a Karen a salvo.

Dean no recibió respuesta de su hermano, ninguna. Conociendo que ahora probablemente estaba junto a la que podría ser la jodida bestia, eso era una mala señal. Después de agradecer a John salió del campus. El conserje seguía fumando su cigarrillo con tranquilidad y lo saludó con la mano cuando salía. El Impala estaba afuera, justo en el sitio donde lo había aparcado. Si no se perdía, y el pueblo de por sí era pequeño para eso, tardaría poco en llegar al periódico local.

El auto ronroneó con gusto cuando apretó el acelerador, algo en su intuición le decía que tenía que apurarse...

Siempre estaban en contacto. Esa era una de las normas que papá les había inculcado. A pesar de que casi siempre había trabajado solo, al ser ellos dos, siempre les había dicho que jamás perdiesen el contacto y que nunca, nunca, entrasen en un nido de vampiros, licántropos o de cualquier tipo, solos.

Y Sammy acababa de hacerlo.

Pero por más que quisiera, el impala tiraba lo que tiraba y no podría estar junto a su hermano hace unas horas, sino dentro de un buen rato.

-¡Vamos, VAMOS! -le exigió al coche, golpeando el volante mientras pisaba el acelerador.

Aunque fuese únicamente por unos minutos, el tiempo era determinante y no quería ni pensar en lo que podía ocurrirle a su hermano.

Ya sabía yo que la universidad no era lo mío, se dijo.

Sam sabía que no era contrincante para esa bestia estando solo, y la seguridad de Karen estaba en sus manos. Así que no lo dudó, la instó a correr y ambos salieron por la puerta de la redacción pasando de largo a Joey que estiró sus brazos, ahora convertidos en una especie de garra para cogerlos.

El pelo de Sammy se ondeó con el aire que produjo el movimiento pero logró salir. La chica estaba junto a él, tomando una de sus manos.

El ascensor estaba al fondo si es que querían usarlo pero también estaban las escaleras.

-Digo de bajar!!

Gritó Karen mientras la puerta de la redacción por la que recién habían salido estallaba a sus espaldas.

-Podemos ir arriba también, pero no sé, tú dime!!

Correr por las escaleras podía ser fatal si se caían, esperar al ascensor parecía poco probable. Meterse en otra oficina y esconderse podría servir, todo dependía del tiempo que tuvieran y de la agilidad.

Dean no conocía al pueblo y en este momento de tensión las calles parecían demasiado parecidas unas a otras, sin decir que a algunas se le había despintado la dirección. El súdor frío recorría su cuello, su sentido del peligro le decía, le gritaba que su hermano estaba en peligro. Su bebé Impala estaba andando a la perfección, tenía que intentar tranquilizarse. Si se equivocaba algo peor podía pasar. Así que se calmó lo mejor que pudo y empezó a ganar nuevamente el sentido de la orientación.

Pronto llegaría, tenía que llegar...

¿Como podía ser? Dean se hizo esta pregunta no menos de cinco veces; o sea, cada vez que giraba una calle para descubrir que no estaba donde quería.

Joder, cómo puede ser. Ni que esto fuese el pueblo de  Hobb's End, pensó Dean, acordándose de que en la película, Sam Neill no era capaz de salir de aquel pueblo de locos.

Además, y para más tensión, a cada segundo que pasaba, imágenes nada agradables rondaban por su cabeza, y en todas ellas, Sam resultaba muerto de una manera horrible por un hombre lobo; decapitado, devorado y con las vísceras fuera, con los miembros arrancados de cuajo uno por uno... Así que la cara de Dean era un poema. Entre el cabreo y el asco, sudaba más que Richard Nixon en la entrevista de David Frost.

Hasta que finalmente...

-¡POR FIN! -exclamó Dean, al ver el letrero del diario del pueblo. Detuvo el impala de cualquier manera y salió a toda velocidad hacia el interior, sin preocuparse por cómo lo había dejado.

-¡Por las escaleras, Karen! -le grité a la chica, apremiándola para que bajásemos por allí.

Si tenía que elegir entre bajar al trote por unas escaleras o utilizar un ascensor, siempre elegiría las escaleras. Había visto demasiadas películas de terror como para saber que los ascensores siempre eran lugares bastante peligrosos y en los que podían suceder toda clase de infortunios.

-¡Arriba no, Karen! ¡Si subimos, al final quedaremos rodeados! ¡Es mejor abajo! -le indiqué, mientras procedía a bajar por las ecaleras todo lo rápido que podía.

Las escaleras parecen la mejor opción así que Sam corre hacia abajo, acompañado por Karen. La chica sigue corriendo mientras un gruñido como ningún otro que haya oído se escucha a sus espaldas. Salen a la puerta de calle justo para ver el Impala de Dean frenando con un chirrido. El mayor de los Winchester había tenido un mal presentimiento sobre esto y no podía estar más acertado.

Por fortuna llegó a tiempo para ver que su pequeño hermano estaba aun respirando, pero la expresión de él y de la dulce Karen, sus ojos aterrorizados, le decían que estaban todavía todos en peligro.

Sam escucha al monstruo aullar de rabia mientras se precipita también por las escaleras. Los últimos rayos de sol se apagan cuando comienza la noche y al aullido de la bestia de bray road le contestan otros tantos desde distintos puntos de la zona.

-Dios mío... dios mío...

Karen se paraliza de terror.

Todavía no están a salvo, no señor...

Dean no se lo podía creer. Al final, estaban haciendo más o menos lo mismo que haría cualquier adolescente en una película de terror. ¡Correr! Pero ellos... ellos eran los Winchester. Solo corrían cuando no podían hacer otra cosa.

-¿Estas bien? -le preguntó saliendo del coche, aunque al escuchar el aullido y todas las respuestas, tuvo clara la idiotez de la pregunta, ladeando la cabeza -. Eeeehhhh... ¡Vamonos!

Dean volvió a entrar rápidamente en el impala y cerró la puerta. Y en cuanto estuviese su hermano y esa chica dentro... a sacarle humo a los neumáticos. No obstante, preparó su arma. No tenía balas de planeta, pero tendría que valer por el momento, al menos para salir de allí.

Un lobo era suficiente, pero aquello demostraba que no era el único y ellos no estaban en disposición de enfrentarse a nada por el momento. No ahora.

Tan pronto su hermano y Karen entraron, pisó el acelerador a fondo, lanzando el coche a toda velocidad.

-¡Dean! -exclamé, entrando rápidamente en el Impala y sentándome en el asiento del copiloto, atento de que Karen pudiera también entrar en el vehículo y que la Bestia no anduviera cerca-. Estoy... bien. ¡Arranca, Dean, arranca! No pude responderte al móvil. Lo teníamos justo con nosotros y ha sido... tenso.

Respiré hondo mientras echaba un vistazo por el retrovisor para asegurarme de que la Bestia de Bray Road no nos estaba persiguiendo justo en esos momentos.

-Es Joey Brown, Dean -le confirmé a mi hermano, pese a que ya podía imaginárselo-. No sé quién sería hace treinta años, pero esta vez... es él.

-No sé, Sammy. Lo mismo es hereditario y su padre fue quien actuó hace treinta años. No tienes más que vernos a nosotros -comentó Dean, sin dejar de conducir y mirar por el retrovisor.

Por muy rápido que fuese el hombre lobo, dudaba que superara al motor V8 de su impala. Era simplemente impensable. Pero en esos momentos, era otra cosa lo que le preocupaba.

-Bueno, y qué hay de los otros lobos. ¿Es que estamos en Wolftown o qué? ¿Se pusieron todos de acuerdo para irse a vivir al mismo sitio y uno de ellos ha salido revoltoso? Pues aquí tengo una noticia interesante. No bastará con darle unos cuantos Milk-Bones*. Este busca algo más.

Sí, para empezar, a todas las tías buenorras del pueblo. Tonto que es el chucho.

-No creo que sea hereditario -reconocí, con un gesto de negación-, aunque hay algo que ha dicho antes que creo que hace referencia a alguien a quien conocimos ayer en el cruce. "Si quieres un culpable, ¡búscala a ella!".

En esos instantes, pensaba en la demonio de los cruces de caminos. A la vista de lo que habíamos vivido, diría que Joey Brown había vendido su alma a cambio de convertirse en la Bestia de Bray Road y, aparentemente, todo para ganarse a Karen. Medía con cuidado mis palabras, dado que Karen no sabía todavía que éramos cazadores de monstruos, sino dos simples chicos que habían ido al pueblo a investigar el caso de la nueva Bestia de Bray Road.

-Dean, quizá deberíamos dirigirnos a casa del sheriff -propuse, pensando en que, dadas las circunstancias, tal vez fuera lo mejor para Karen-. Si hay alguien que podría proteger a Karen, es él.

Sam nunca hablaba por hablar. La idea de que aquella demonio tuviese algo que ver... sonaba bien. Después de todo, el pandemonium era siempre lo que buscaban todos ellos. Eso y almas.

-Está bien, tío, eso suena lógico -reconoció Dean sin dejar de aumentar la velocidad -, pero para qué querría alguien transformarse en una bestia sedienta de sangre y asesina. Eso vale para un día, para una noche loca, pero ¿para toda la vida? No sé, Sammy. Aquí hay algo que aún no me cuadra.

-Dean, quizá deberíamos dirigirnos a casa del sheriff. Si hay alguien que podría proteger a Karen, es él.

-A casa del sheriff entonces -asintió Dean, enfilando la calle para dirigirse hacia ella, porque con esa chica a cuestas, no había mucho que pudieran hacer.