Partida Rol por web

Observé a Joey, entrecerrando los ojos con desagrado. Era un monstruo poderoso gracias a aquella gema, aunque no muy distinto a cualquiera de las criaturas a las que nos habíamos enfrentado en el pasado. No obstante, me preocupaba advertir que Karen no se encontraba junto a él.

-¿Dónde está Karen? -le espeté, con odio, mientras sujetaba la espada, preparado para enfrentarme con la Bestia de Bray Road-. ¿Qué has hecho con ella, Brown?

Tanto Sam como Dean querían saber en dónde estaba Karen, era imperativo lograrlo porque si mataban a la bestia no tendrían forma luego de dar con ella.

-Karen, karen, karen… Repitió Joey con tono burlón. -No le he hecho nada… todavía.

La sonrisa supina se marcó en su rostro mientras se deleitaba sabiendo que ocasionaba angustia con esas palabras.

-Les diré esto, prometo darles dicha información mientras estéis sangrando en el suelo.

De pronto el aire a su alrededor comenzó a cambiar y se oyó un tronar de huesos. Esta vez no adoptó la forma de champán sino que su boca se alargó hasta adoptar la forma de un hocico infernal. Sus brazos se estiraron y deformaron, finalizando en garras. Sus orejas se alargaron hacia atrás y se hicieron puntiagudas. Un aullido gutural llenó el espacio.

Se había acabado el tiempo de conversar...

Debían aprovechar este instante para atacar, antes de que la Bestia lo hiciera. Si morían de todos modos nadie podría salvar a aquella pobre muchacha.

A Dean todo aquel juego no le gustaba, pero no podían escoger y cuando Joey empezó a transformarse... supo que ya no había nada más que decir. El chico, que tenía hasta un rostro agradable, se transformó en una bestia ante el disgusto de Dean.

-¡Guauu! ¡Alguien debería dejar de inyectarse tantos esteroides! -comentó, entrecerrando los ojos.

Sus huesos comenzaron a doblarse de forma anormal y todo su cuerpo inició un cambio terrible, que empezó a transformarlo en un lobo gigantesco.

Dean miró a Sam y asintió con la cabeza, antes de lanzarse a toda velocidad con sus dos dagas en ambas manos, dispuesto a clavárselas en el cuello y no darle ninguna oportunidad. Era o eso, o esperar a que tuviese las garras más grandes que  Freddy Krueger, lo cual no era muy buena idea.

Joey Brown había hecho acto de aparición y, afortunadamente, acababa de indicarnos que Karen aún seguía con vida, por lo que teníamos una oportunidad de detener a ese psicópata sin que se hubiese cobrado ninguna víctima inocente más.

-Serás tú el que acabe sangrando en el suelo, Joey... -mascullé, observando cómo el joven adoptaba en esos instantes la forma de la Bestia de Bray Road.

Viendo que Dean ya tomaba la iniciativa, lanzándose al ataque armado con sus dagas, decidí hacer lo mismo. Armado con mi espada, decidí correr en dirección a Joey, intentando descargar el acero de mi arma sobre la pierna del monstruo para lograr hacerlo trastabillar y que cayera al suelo.

Dean empuñó las dagas mientras Sam portaba la espada. Era preciso que fuese Joey el que sangrara y no ellos, por el bien del pueblo pero, sobre todo por Karen. Así que el ataque se produjo desde dos flancos.

Dean movió sus armas hábilmente pero el licántropo chamán o lo que fuese que era esa criatura pudo bloquear parte del ataque. Con el antebrazo detuvo uno daga y recibió una gruesa herido que hizo manar un buen chorro de sangre oscura. La otra daga fue recibida en el costado y lo hizo gruñir de dolor.

Sam levantó su espada y el filo cortó una oreja completa de la bestia que se agachaba con la esperanza de evadir el golpe mortal.

Sus movimientos eran rápidos como un relámpago así que no fue muerto de entrada, como habría acontecido de tratarse de un licántropo normal. Sus fauces se abrieron y fue a por ellos con tota la furia.

-Karen morirá cuando os acabe… pero primero haré que sufra tanto que me pida la muerte…!!!

Dean era su objetivo primordial debido a que le había ocasionado un poco más de dolor y humillación.

El ataque hacia él fue con sarna.

Dean se lanzó al ataque casi al mismo tiempo que lo hacía su hermano, y eso impidió que pudiera defenderse de ambos a la vez, permitiendo además que el mayor de los Winchester aprovechase la confusión para ocasionarle daño de verdad.

Aunque una de sus dagas fue detenida con el brazo, la otra se incrustó profundamente en uno de los costados, arrancándole un gruñido, de dolor, no de rabia.

-¿Duele verdad? Pues ve acostumbrándote -le dijo Dean. Cuando además vio como la espada de Sam le cortaba una oreja, se separó con una sonrisa en los labios -. Seguro que ahora eres todo oídos.

Seguramente por eso, no se esperaba el poderoso ataque del licántropo, del cual no pudo defenderse.

El licántropo no era como ninguno de los otros que los hermanos habían enfrentado. Aunque seguía sangrando por el costado que Dean había conseguido herir, no se amedrentaba en su ataque. El mayor de los Winchesters fue su objetivo y le dio un zarpazo que abrió su camisa a la mitad y le dejo sendas líneas rojas en carne viva en el pecho. Dean sintió un dolor lacerante y cayó sobre el pasto. 

Pero lejos estaba de haber perdido la batalla, era un hueso duro de roer. Además de eso, Sam contaba con la ventaja de que Joey estaba demasiado encabronado con su hermano para prestarle atención...

El maldito licántropo se lanzó sobre Dean, que sintió como su pecho parecía ser atravesado por cada una de sus garras como si estuviesen arañándolo con varios garfios a la vez.

Su grito fue lo de menos. Cuando cayó al suelo, con la camiseta hecha jirones y ensangrentada y miró al lobo, supo que aquella batalla, y todas las que estaban por llegar, se habían acabado para él.

Eso era algo que siempre había sabido, que moriría en batalla, antes o después, y que su destino no era envejecer y ayudar a otros cazadores como hacía Bobby, sino agotar toda su resistencia y aceptar que su vida iba a ser corta, pero intensa. Nunca había pensado otra cosa que no fuese aquello, así que no le resultó demasiado difícil de aceptar la situación en la cual se encontraba.

No obstante, Dean era un guerrero y continuaría hasta el final. Al ver a su hermano detrás de Joey, apretó los dientes e intentó atraer su atención para darle tiempo a Sammy.

-He visto a ancianas manejar el ganchillo con más peligro que tú, Joey. ¿Qué ocurre, es que Karen te ha quitado toda la energía?

Armado con mi espada, intenté descargar el acero contra el pecho del licántropo, pero no fui lo bastante rápido. Aquella bestia era más veloz de lo que pensaba. Para colmo, había conseguido herir a Dean en el pecho, rasgando su camiseta con sus afiladas garras.

-¡Dean! -exclamé, esperando que aquel zarpazo no fuera demasiado grave e intentar, con mi grito, captar la atención del hombre lobo en mi dirección.

Sabía que Dean era mejor con las armas cuerpo a cuerpo, por lo que era posible que si Joey se entretenía girándose hacia mí, él tuviera el tiempo suficiente como para apuñalarlo por la espalda.

Joey se puso feliz de haber ocasionado semejante herida en su oponente, pero la lengua filosa de Dean hizo que su rabia fuese en aumento. Sam iba a aprovechar el momento como distracción, sin embargo la situación de su hermano lo tenía más nervioso de lo que quisiera admitir así que, sin quererlo, pisó una rama caída antes de dar el golpe de gracia y la bestia lo vio. 

Su reacción fue canalizar toda aquella ira contenida ahora en el menor de los Winchester a la vez que recibía apenas un rasguño de parte del mayor.

Todo iba bien, hasta que Sammy pisó una rama y se descubrió. Entonces, todo lo que había hecho para atraer la atención de Joey se fue al infierno y se giró hacia él. El pecho le dolía a Dean como si se hubiese tomado cuatro bolsas de palomitas de chocolate y cinco refrescos súpergigantes, pero es no era suficiente para detenerle, sobre todo cuando era su hermano quien estaba en peligro.

Se incorporó rápidamente, doblando la cintura e ignorando el dolor, y clavó una de las dagas en la espalda de Joey-versión lobezna. Al instante, sintió como una especie de calambre atravesaba el arma y le recorría todo el brazo. El hijo de su madre tenía la piel más dura que una maldita armadura. Pero aún así, se la había clavado.

-¡Olé! -exclamó Dean, al ver que atravesaba el lomo y la hoja se adentraba en la carne.

Sam recibió un mordisco en el brazo derecho, por parte de la Bestia. Aunque intentó cubrirse, no fue lo suficientemente rápido y la dentellada lo hizo tambalear de dolor. La sangre corría por su antebrazo, lo que le hizo creer a Joey que la suerte estaba echada a su favor,

Se mofó del muchacho con sorna, pensando que su hermano estaba acabado igual y, de esta manera, soltando información extra, enceguecido por su orgullo:

-Karen va a sufrir sabiendo que sus dos adoradores están muertos. Le pienso decir ni vuelva a casa… debe seguir atada en el sótano.¡Pobre, Karen…!

Su sonrisa se cortó en seco por un dolor punzante. Una de las dagas lo había alcanzado. Seguía clavada en su costado derecho y un borbotón de sangre salía de ella. Estaba sorprendido y su vista se nublaba.

Era esta la chance de acabar con él, de terminar este sufrimiento. Era tiempo de ajustar la balanza a favor del bien.