Partida Rol por web

La base Cid quedó atrás, y con ella una posibilidad muy real de poder sobrevivir. Todos mirasteis con cierta aprehensión el terreno conforme el cougar se iba alejando. La Cid estaba bien defendida, mejorable si, pero era un bastión importante. Para algunos de los que íbais a bordo llegó a ser vuestro hogar. En cambio, en el horizonte solo había el futuro incierto de un viaje imposible, como el que emprendió el capitán Ahab tras la enorme Moby Dick. Las Tierras Altas de Escocia… ese era vuestro cachalote particular.

Excepto el piloto, ninguno de los que ibais atrás habíais tenido ocasión de contemplar desde arriba la devastación que el virus había supuesto para la raza humana. Pese a no haber pasado mucho tiempo, ya se veían muestras de cómo la naturaleza ganaba terreno al hombre. Carreteras destrozadas, literalmente comidas por la vegetación. Pueblos arrasados por el abandono. La decadencia se hacía mucho más evidente a vista de pájaro.

Vuestro piloto Victor Díaz, al que apodaban Apache, mantuvo el hilo musical, lo cual era de agradecer aunque la mayoría ibais sumidos en vuestros propios y oscuros pensamientos…

Silvia se acomodó en el cougar tras haberse cambiado, por supuesto al lado de una ventanilla, viendo como posteriormente Marc entraba en el transporte para hacer precisamente lo mismo.

- Vas a echar de menos a Lucas, aunque sabes tan bien como yo de que el chico es de los que prefieren tener una vida tranquila... - dice ella observando al hombre -...y eso me plantea... ¿por qué quieres ir tú a Escocia?... ¿Sólo acompañar o es por cambiar de aires?... Dicen que en las tierras altas hace mucho frío..., a mi me interesa para conservar bien el cutis... - bromeó de manera insustancial, quizás así comenzase algún tipo de diálogo

La política se fijó entonces en Speer pensando que los extranjeros estaban muy buenos. Comparar el producto nacional, Marc o Yisus con Cox  y Speer determinaba un incentivo para salir de casa.

La alegría de Eilean fue muy marcada, la mujer cuando vio a Spear le dio un cálido abrazo, uno tan sentido que hicieron brotar lágrimas de sus ojos, pensó que jamás volvería a ver a su compañero y amigo.

- You´re tough... We can all see that.... (Eres un tipo duro.... Todos podemos verlo)...You can´t imagine how much I have wanted to see you again..., safe and sound... Talking to us... (no puedes imaginar cuánto he deseado verte de nuevo, sano y salvo...Hablando con nosotros...)... - dijo emocionada sin apartar su mirada de él, al menos hasta que un soldado se acercó a facilitarle su equipaje. Ella no necesitaba mucho, era de ir con poco e imaginar mucho en caso de necesidad. Su mochila no pesaría ni estaba abultada.

Una vez hubo revisado el equipo dio las gracias al hombre por su servicio y le devolvió el saludo militar cuando correspondía. Quería aprovechar sus últimos minutos al lado de Friederich antes de subir al cougar, lamentando una vez más que en este viaje no les acompañase. ¿Volverían a verse?.... Deseaba que si, pero tal y como la situación estaba era todo muy poco previsible. 

Eilean se subió al cougar en último lugar, abrazando una vez más a Speer, dándole un beso en la mejilla y cruzando sus miradas en un momento de conexión profunda entre amigos.

- This is not the end, we´ll meet again, I´m sure.... (No es el final, seguro que volveremos a vernos....)... - le dio un beso en la mejilla y subió al transporte, pero miró atrás, en una nueva despedida.

Pacheco recibió el equipamiento por parte de un militar que le tendió un subfusil, una pistola Colt, el traje militar suburbano y una mochila. El hombre le comentó que esperaba que no tuviera que utilizar la mitad de las cosas que llevaba, y el profesor no pudo evitar darle la razón.

-Ojalá tengamos esa suerte -afirmó el catedrático, que no pudo evitar pensar en la Ley de Murphy. Si algo podía salir mal, solía salir mal. Su manejo con las armas de fuego era prácticamente nulo, manejándose mejor en las distancias cortas usando su espada-. Espero que no encontremos muchos cabezas de pús.

Antes de subir al Cougar, Benito estrechó la mano de Velez, sabiendo que al menos su Land Rover quedaba en buenas manos y, durante el viaje, no pudo evitar acordarse con una sonrisa de los intentos de Yisus, Marc, Lucas y él mismo de tratar de sacar el vehículo cuando había quedado aprisionado en el barro, días atrás, sin demasiado éxito.

Tras varias horas de vuelo, la mayoría estabais cansados. El cougar, pese a ser un helicóptero nuevo, las comodidades a bordo distaban mucho de las recomendables. Los asientos eran duros y estrechos, la ventilación mala… No se parecía en nada a esos aparatos que salen en la tele en la que los pasajeros van super a gusto, relajados y con una maldita copa de champán en la mano. Nada. En esos momentos el respeto de los civiles hacia los militares subió un punto, pues aguantar las diferentes misiones que se hacían de manera ordinaria en esas condiciones no eran para nada fácil.

El trayecto se desarrolló sin incidentes bordeando la costa oeste… el teniente Fernández os informó que restaban unos 40 minutos de vuelo.

Una llamada del teniente al personal de tierra del aeródromo de Landivisiau reportó tan solo silencio. Probó nuevamente en francés, nada. Cox cambió varias veces de frecuencia, en varios idiomas… nada. Al sobrevolar la zona la realidad os golpeó con total crudeza… una masa ingente de no-muertos habían tomado las pistas y los aledaños de la torre de control, los hangares, como si todos los moradores de las pequeñas poblaciones que rodeaban la base aérea hubiese confluido aquí… algo debía de haber que los atrajera. Por tanto, había que olvidarse de tomar tierra ahí, y mucho menos de tratar de hacer el abastecimiento de combustible.

Se formó un pequeño gabinete de crisis en cabina, barajando cualquier posibilidad alternativa. Eliminadas las obvias, aterrizar ahí o volver, había combustible para 120 o 140 millas como máximo. El problema era encontrar una opción viable. Cox desplegó unos mapas sobre los mandos, aeródromo de Brest-Bretagne, al oeste, una opción viable aunque demasiado cercana a Landivisiau, y si esta había caído… Aeródromo de Morlaix-Ploujean, hacia el este… esa podía ser una excelente posibilidad, más cercana a la costa… o lejos ya en la isla de Guernsey, al norte, distante unas 100 millas que se podía poner como plan C, poco poblado y aislado del continente.

Los pilotos os comentaron las noticias y pidieron opinión al sargento De Toledo y Eilean Forrester… La mejor alternativa parecía ser sobrevolar Morlaix y si no se podía aterrizar volar ya a Guernsey. Iñigo estaba de acuerdo… Eilean…
 

Le entró sueño... el ruido cíclico de la hélice era monótono... y omnipresente... era como ver un documental de la 2 después de comer un cocidazo... imposible resistirse... así que se tiró durmiendo unas cuantas horas... Se despertó al oir conversaciones, porque tenía puesto un poco el radar... vale, en modo "culos y tetas", o sea, que si se comentaba algo de fornicio, era capaz de despertarse de ese suelo ligero, pero no... el tema es que estaban debatiendo sobre qué hacer...

... Un par de preguntas rápidas y se enteró de la movida... el sitio al que iban, se había ido a la mierda... Le preocupó, porque asumió que debieron seguir unas pautas similares a las del Cid... y si esta cayó... aquella...  Mierda... ¿es que no veían documentales de romanos? Un foso, un puto foso con estacas; por lo menos, que se lo ponga complicado, joer... Aunque... quizá lo que guió a una masa de muertos a esta base, fuese el movimiento de aeronaves, no tanto de despegue, porque los muertos ven algo que se mueven, y lo siguen, alejándose de su origen, sino el aterrizaje de alguna... quizá siguieron la dirección de un helicóptero, y.... mejor ni pensarlo...

Estiró el cuello... le daba igual lo que comentaban los de la cabina... el no tenía ni puta idea... pero lo de la isla no pintaba mal... un número finito de zombis, no una horda; el problema, la distancia... eso sí que sería una jodienda... En fín, terminó pensando en voz alta ...

-Pues vayamos a donde vayamos, nos tocará currar...

... y no se refería a trabajo de oficina precisamente...

Eilean estaba atenta al pilotaje, tan acostumbrada estaba a esos vuelos que no se permitió el lujo de descansar. Varias llamadas del teniente recibían silencio a cambio, provocando que la pelirroja observara con preocupación por la ventanilla, la situación no pintaba bien, confirmadas sus sospechas cuando se fijó en la marabunta que asediaba la torre de control, ojalá no lo hubiera visto, aquella imagen desanimaba a cualquiera.

- The best option is Morlaix, the aerodrome is near here, I agree with you... (La mejor opción es Morlaix, el aeródromo está cerca de aquí, estoy de acuerdo con vosotros...)... - dijo ella tras analizar la situación, quizás en esa región tuvieran más suerte, de lo contrario su siguiente propuesta sería parada de emergencia en un descampado, sospechaba que la torre de control habría emitido algún sonido que hubiera atraído a tanto zombie, de lo contrario aquel enjambre era impensable que se hubieran reunido justo allí y estuvieran tan excitados.

El plan propuesto por el teniente Fernández contó con el visto bueno tanto de Cox como del sargento De Toledo y Forrester… al resto de civiles no se les pidió opinión aunque por sus caras tanto daba lo que se decidiera.

El aparato cruzó las 15 millas que separaban ambos aeródromos en apenas unos minutos. Lamentablemente la imagen que visteis de Morlaix fue similar a Landivisiau… unas pistas repletas de no-muertos donde era inviable tomar tierra. El helicóptero podría hacerlo, por supuesto, ahí y en mil sitios, pero el problema no era ese, era abastecerse… y para eso el cougar necesitaba cierta infraestructura… y aquí no la ibais a encontrar en condiciones mínimas de seguridad.

El teniente Fernández hizo lo que ya se había acordado antes, dirigir el aparato a Guernsey, 43° noreste y 80 millas de distancia… siguiente parada o última… 

A 130 nudos el trayecto apenas si les llevó unos minutos. La isla apareció en el horizonte, Cox le cantó las coordenadas al teniente y éste sin titubeos puso el morro en el vector apropiado, alcanzando el aeródromo con presteza…

Un rápido reconocimiento y el teniente os habló a todos – amigos, aparentemente tenemos vía libre, no se ven muertos… voy a tomar tierra, revisad que tengáis los cinturones abrochados… tampoco se ve el perímetro reforzado, así que no es descabellado que en un plazo de 55 a 90 minutos esto se vea infectado…

Con extrema suavidad el cougar quedó posado en tierra, a unos 200 metros del edificio más cercano. 

Aun con todos a bordo, el sargento De Toledo tomó la palabra, pues era el responsable de la operación cuando esta se desarrollase en tierra.

Bien, damas y caballeros… haremos 3 grupos. El primero – dijo, haciendo el gesto con la mano izquierda – permanecerá junto al cougar, Victor, Cox, Gabi, Diana y Donald. Teniente Fernandez, intente descansar un poco.

Dos – dijo, alzando dos dedos esta vez – Elena, Marc y Benito. Se desplegarán hacia el norte, los edificios más cercanos. Los pilotos dicen que en un aeródromo de estas características debe haber al menos dos puntos de avituallamiento de las aeronaves. Cree, aunque no lo puede confirmar que es posible que sea uno de los edificios a continuación del hangar – en ese momento os señaló unos edificios.

Tres, Jesús, Eilean y un servidor, nos desplegaremos al noreste. Hay un buen trecho… así que toca andar. Cojan solo lo imprescindible. Llevamos las radios, el primer equipo que localice el combustible, avisará por radio.

Señorita Belmonte, ¿quiere unirse o prefiere quedarse en el cougar? Usted elije...

Buena suerte. Adelante...

Asintió con la cabeza; empezaba el jaleo, pero... joder... no había aparentemente señales de nadie vivo por los alrededores... daba un poco de grima; cogió fuerte el fusil de asalto... si no había vivos dando la bienvenida... es que habría de los otros; todavía no había probado a reventar cabezas con el H&K, y la munición era un bien escaso. ¿Ventajas? La distancia... ¿desventaja? El efecto llamada... cualquier zombi que estuviese por ahí tocándose los güevos... acudiría... pero claro...

-Por cierto, tened cuidado; el ruido del helicóptero habrá llamado la atención de algunos.... Vendrán... y ya supondréis, que en esta base alguno habrá, y encontrará el camino hasta este punto... Vigilad y no descuidéis el culo.

Hizo una seña a Elián y a Íñigo, en dirección a los edificios más lejanos... si había que ir.... mejor no perder tiempo...

Sargento, le recibo, los he encontrado... y también el tesoro de Willie el Tuerto, señor. Regresamos. Cambio y corto.

Tras cortarse la comunicación de Elena con Íñigo se hizo el silencio en las ondas... Alguno que otro sonrió ante el comentario de Elena, ¿por qué habría dicho eso?

Enseguida una nueva voz sonó por el comunicador... una voz de mujer. Sonó educada, respetuosa y serena. Pero a la vez firme.

A las personas que se encuentran en el helicóptero. Por favor, terminen el repostaje, recojan a sus amigos y abandonen nuestro aeropuerto, ya han hecho suficiente daño. Es un aviso.

Se hizo un pesado silencio... tanto en el grupo que estaba junto al Cougar como los que estaban en el hangar. Fue algo inesperado.

Íñigo miró a los demás, como esperando alguna idea... ¿qué habría querido decir con "suficiente daño"? Y lo del aviso... ¿era una amenaza? Pensó, mientras miraba los diferentes fusiles que todos tenían...

Por su parte Elena miró a los demás, como implorando que se dejaran de jueguecitos y volvieran junto a los demás.

Los miembros del equipo que permanecían junto al Cougar jamás lo reconocerían, pero comenzaban a ponerse nerviosos. El críptico mensaje llegado por radio sumado a la injustificada tardanza del grupo que había partido hacia las naves al noroeste había causado una sensación de intranquilidad aun mayor que la normal en estos tiempos...

El sargento interrogó con la mirada a todos los que tenía enfrente... Victor Díaz, el piloto... Brendan Cox, MacGuinness, el Yisus, la teniente Forrester o la doctora Muñoz, incluso el cabo González... nadie proponía nada. Todos habían oído el mensaje, que se largaran de una puta vez, venía a decir, que ya habían hecho mucho daño... el sargento no se caracterizaba por su diplomacia. Estaba bien entrenado, pero no para eso... ¿qué se supone que debía hacer? No se le ocurría nada, pese a... bajo su criterio... no haber hecho nada que hubiese podido ofender a los afincados en el aeropuerto...

Con su mirada les preguntaba qué harían ellos. Cualquier consejo sería bien recibido... En defecto de opinión, en cuanto estuvieran todos y tuviera el OK de los pilotos... saldrían echando hostias de allí.

En esos momento Gabi, que se encontraba en la posición más elevada del helicóptero, dio el aviso de que se acercaban sus amigos. Abría la marcha Marc, con la cabeza alta, orgulloso. Le seguía Elena, tensa, apretando el fusil contra su pecho con demasiada fuerza... se la podía ver nerviosa. Benito, el antes pacífico catedrático en historia y ahora temible con su espada sica colgada al cinto y el subfusil en la mano. Cerraba la marcha Silvia Belmonte... cuyo aspecto era una oda a lo absurdo, con el mono militar manchado de café, una sonrisa bien dibujada en la cara (pero que no parecía que estuviese sonriendo realmente) y una diadema en la cabeza que no se hubiera atrevido a llevarla ni la misma Sissi.

Marc dio parte, adelantándose a Elena, de que habían encontrado suministros allá en la nave más alejada. Al menos un airbus con cuatro cuerpos que ya no se levantarían más tenía una cantidad considerable de combustible, suficiente para llenar el cougar. El sargento les informó que no era necesario extraer dicho combustible, pues como bien podían ver, habían encontrado dos camiones cisterna en un almacén, y el reabastecimiento del vehículo estaba ya casi completado. Solo faltaba comprobar los demás niveles y salir pitando de la jodida Guernsey...

El sargento, no obstante, trató de comunicar nuevamente a través de la radio... sin éxito.

Saludó con un gesto de cabeza a los recién llegados.

A ser sinceros, se sentía aliviado; prefería que el grupo se mantuviese juntos: más bocas de fuego para cargarse zombis, y más chismes para repartir hostias como panes si se acercaban demasiado. En este caso, el número daba seguridad, pues también serían más ojos para vigilar los alrededores.

... Y es que ya estaban teniendo mucha suerte; aterrizar en un aeródromo, y que no apareciese ni un zombi intentando venderles la moto de que la vida zombi es la vida mejor... no dejaba de ser curioso; agradable, pero curioso.

No evaluó lo gestos de cada cual; no conocía lo suficiente las sutilezas de los respectivos lenguajes corporales, pero... tampoco iban a ponerse a tomar unas birras en un garito allí mismo, así que ese tipo de movidas sociales de manada quedaba aparcado, y muy al fondo del parking. Por lo menos, venían todos, y enteritos.

No dijo nada... porque el tema de comprobar el Cougar... le venía grande como los bragones de una señora de 250 kilos, así que se preocupó de estorbar lo menos posible.

Cuando Benito se reúne con sus compañeros, esperaba encontrarse alguna escena tensa que justificase el tenso mensaje que había llegado por radio. Como por ejemplo, que el Yisus hubiera matado a un trapichero escocés, o a un zombie escocés, o un trapichero zombie escocés, si es que eso existía, claro. En cualquier caso, le sorprendía comprobar que aparentemente no había sucedido nada malo.

-¿Qué diablos ha pasado? -preguntó, extrañado-. ¿A qué venía el mensaje de esa mujer? ¿Sabéis a qué se refería con que habíamos hecho mucho daño?

Íñigo continuaba junto a los pilotos, prácticamente habían terminado con todo, solo quedaban un par de comprobaciones (según dijo Victor) y estarían en condiciones de partir... además, estaban ya todos reunidos... que no era poca cosa.

Pese a los problemas encontrados en Landivisiau y tener que buscar un lugar alternativo donde repostar, podía decirse que la primera fase de la misión había sido completada con éxito.

Seguía, no obstante, dándole vueltas al mensaje captado por radio... "ya han hecho suficiente daño"... por más que lo pensaba, no alcanzaba a ver a qué se referían... y no era el único. Benito también pensaba sobre ello... y eso le gustaba al sargento, que estuvieran implicados. Pese a ser civiles, tenía que reconocer que era un grupo bastante competente.

No lo se, señor Pacheco... por más que pienso en ello... no se a qué pueden referirse... nosotros no rompimos nada, no hemos vulnerado ningún espacio que estuviese restringido, ni echado abajo alguna posible barricada o chivato que pudieran tener. Tuvimos mucha suerte, encontramos los cisterna pronto, muy pronto, y solo tuvimos que deshacernos de unos pocos zombies para poder coger las llaves. No hemos cogido nada que no necesitáramos... Así que no se... - dijo Íñigo, medio para si medio contestando a Benito.

Teniente, ¿usted que piensa? - preguntó a Eilean

En ese momento Íñigo tomó nuevamente la radio y lo volvió a intentar.

¿Hola? ¿Alguien me recibe? Soy el sargento Íñigo de Toledo, del ejercito español, hablo a la persona que comunicó con nosotros antes... ¿me recibe? - abrió el canal con la esperanza de que contestaran. Dejó pasar alrededor de 30 segundos y lo volvió a intentar - aquí el sargento de Toledo, por favor respondan... hemos acabado el repostaje, partiremos en cuestión de minutos. No entendemos el daño que les hemos podido causar, en cualquier caso, le pedimos disculpas por ello y dígannos si podemos compensarlo, cambio - el sargento levantó la mirada hacia los demás, como buscando aprobación a sus palabras... por la radio no llegaba ninguna réplica...

Teniente Díaz, nos vamos, en cuanto esté arranque...

Señores... despídanse de tierra, nos vamos en breve.

-eeehhh! que esta vez no he sido yo -dijo al sentir la mirada inquisitica de Benito- Tampoco me he tirado a ninguna muerta, ni dejado un zuruño indigerible por inodoro alguno atascando ningún sitio inadecuado; soy inocente, y tengo testigos

... por si acaso, enumeró las dos liadas más gordas que podría haber hecho recientemente, y no, ciertamente no tenía constancia de haberla liado parda...

En esas estaba cuando fijó la mirada en un punto lejano, como el podenco que mira al conejo a distancia...ç

-hooostias!... a lo mejor se referían a eso...

Señaló hacia el sudeste, junto a una gran nave blanca que había más allá de la valla que separaba los terrenos del aeropuerto del resto de la isla... había figuras en movimiento... varios cuerpos junto a la valla... y más que se acercaban...

-... no creo que la valla resista una masa de esos empujándose como para entrar al metro...

- Sargento no quisiera faltar de tacto, pero deberíamos salir cagando leches. No sólo al sudeste donde marca Yisus también hay decenas de cuerpos a las 3 en punto donde acaban las pistas. Dudo mucho que la vaya resista mucho tiempo.-

Seguí observando el perímetro con la mira del fusil hasta que todos estuvieran dentro y a salvo.

¡Joder! - exclamó el sargento mientras se acercaba a donde estaba el Yisus y miraba el punto que éste señalaba - la hostia... bien visto, Jesús...

Familia... si tienen que mear o vomitar, háganlo... nos vamos... Victor... ¿qué resta? - dijo, con firmeza, dirigiéndose al resto de la expedición.

En ese momento el cabo González llamó la atención sobre otro grupo de no-muertos que se acercaba por otro lado...

¡¡joder, joder!! - y si, tras mirar a donde señalaba el soldado Íñigo pudo comprobar como otro montón de cuerpos se apiñaba sobre las vallas al este... 

Dos minutos, sargento...

Contestó el teniente Díaz, mientras tocaba unas manivelas que al resto no le decían nada, y cerraba la tapa...

Brendan, ayúdeme, queda comprobar el cuadro de fusibles y nos vamos...

Forrester, ¿le importa mover el cisterna fuera del rango del cougar? - finalizó, dirigiéndose a la teniente escocesa mientras saltaba al interior de la cabina del cougar...

Las palabras de Elena la sorprendieron, entre otras cosas porque se suponía que era su amiga y el comentario de dar parte de ella, lo cual era una amenaza en toda regla, jamás lo hubiera esperado de su persona, determinando que por su parte, cualquier tipo de ayuda que pudiera proporcionarle se había acabado. Había elegido y posicionado al lado de Marc, que lo disfrutase.

- No guapa, follatelo tú, así alguien te mete mano... - le respondió Silvia girándose y yendo al encuentro de los demás, sin dirigirles la palabra.

Tras reunirse con el resto del personal escuchó que la gente que habitaba en ese lugar estaba cabreada y les acusaban de haber hecho daño. Silvia pensó en la diadema, pero si esa era la molestia, no pensaba devolverla. La mujer la cogió y la guardó en su mochila con cuidado, subiéndose al cougar nada más dieran la orden. No estaba dispuesta a quedarse en tierra y menos con la gran cantidad de no muertos que parecían ir en su dirección.

Silvia llegó a su sitio y se acomodó en el asiento, callada, indignada y rumiando las maldades que iba a cometer, porque se vengaría de Marc, por supuesto que lo haría, y a lo grande.