Partida Rol por web

—No te preocupes, cielo —dijo, tratando de tranquilizar a su hijo—. Ya verás como a partir de ahora empieza a irnos todo bien. ¿Lo veis? Parece que hoy vamos a tener una noche tranquila.

Arabella respiró aliviada. No era supersticiosa y tampoco creía en casas encantadas ni cuentos por el estilo. En su lugar, intuía que se debía a algún tipo de avería que el fontanero no había sabido encontrar. Su huraño vecino parecía saber algo, pero no se le daba demasiado bien socializar.

—Si colaboramos todos, podremos hacer de esta casa nuestro nuevo hogar. Ya lo veréis. 

Pronto se fueron a dormir, Hilda cayó rendida antes de que terminaran de ver el programa en la televisión y Eber tuvo que subirla hasta su cuarto y acostarla en su cama. Dormía plácidamente cuando la arropó y le plantó un beso de buenas noches en la frente, tal vez Hilda fuera quien mejor estaba llevando aquella situación, a pesar de todo.

A Eber en cambio le costó conciliar el sueño, todavía dándole vueltas en su cabeza a todo lo que había sucedido desde que se mudaran a aquella casa. Además, a los pensamientos sobre que diablos le estaba pasando a aquella casa y cuáles podían ser los orígenes de las múltiples averías, se sumaron pensamientos de culpa por haber arrastrado a su familia hasta aquel lugar, y también de añoranza de su vida anterior y de los lujos que podía conseguir por su antigua posición. Hasta que terminó probando de su propia medicina.

Arabella en cambio, intentaba manejar todo con el mayor optimismo posible, pensando que las cosas se arreglarían pronto y que todo saldría bien. Confiando en que aquel sería el último día de desdichas en aquella casa, y que todo saldría a pedir de boca a continuación. Por su parte, Edward intentó repasar antes del examen del día siguiente pero todavía sentía en su cuerpo el susto de la tarde cuando había visto a su hermana caer desde el tejado de la casa del vecino. Cerró los libros y se fue a dormir, ya estudiaría en los minutos previos al examen.