Partida Rol por web

Esta ciudad se ha transformado en un verdadero caos debido a lo ocurrido en las últimas horas. La sola amenaza ha hecho que la gente común y corriente se lance a las calles como locos. Están ocurriendo toda clase de actos de vandalismo y no falta algún predicador loco parado en una esquina vociferando acerca del fin del mundo. La policia no está dando abasto para todo lo que ocurre y las autoridades aún no dicen nada.

Aí, cruzan con problema la ciudad hasta llegr al lugar en la periferia en que se supone que fue asesinado Eduard. La sorpresa de ustedes es ver que aún no han levantado el cuerpo. El pobre Eduard sigue tirado en la calle y rodeado de los curiosos de siempre.

¡Pero qué hijos de puta! exclamó Charles ofendido realmente Ni siquiera han tenido la decencia de taparlo con una sábana o algo...

Charles se acercó a grandes zancadas, furioso, hasta el corrillo de curiosos que había alrededor del cadáver, buscando al típico chivato, el debilucho que canta en cuanto se le presiona un poco...

Me abrí paso entre el gentío, sin decir nada. A mí no me importaba demasiado el estado en el que habían dejado el cuerpo, pues no tenía más vinculo con el contable que haberle pegado un rodillazo en la entrepierna. Me parecía raro que lo hubiesen dejado tanto tiempo así, sin que la policía viniese, pero en una situación cómo ésta tampoco era lo más extraño del mundo. Con los guantes puestos, examiné el cuerpo, los bolsillos, si veía algo raro, qué heridas habían podido acabar con él.

El cuerpo de Eduard se encuentra ahí, tirado y ni siquiera tapado con una manta para protegerlo de las miradas de los transeuntes. En su cara aún se ve la sorpresa del momento de la muerte, con un pequeño agujero de entrada por la frente y una gran explosión de sesos en la parte de atrás.

La llegada de Charles pone en guardia a los curiosos, pero antes de que pudieran escapar avergonzados, en los cielos de la ciudad se proyecta la señal de emergencia de la BBC. Ahí se dirigía a la nación la primera ministra:

- En vista de los graves sicesos acaecidos esta mañana en Piccadilly Circus, con la venia de Su Majestad se ha decido decretar el estado de sitio en la sona metropolitana de Londres, también se suspenden las elecciones generales en esa misma zona y los festejos de navidad y año nuevo hasta. Las salidas de la ciudad por cualquier vía serán controladas por las fuerzas armadas, así como la seguridad de las calles. Este gobierno no descansará hasta terminar con con la amenaza terrorista y no nos dejaremos amedrentar por ellos.

Charles sonrió. Ya había visto al pajarito que iba a cantar para ellos. Se alegraba de que su compañera fuera Diana y no Alex, pues sin duda la muchachita rica hubiera tenido serios problemas para dormir con lo que se avecinaba.

El gigante se acercó hasta un muchacho rubio, de unos 19 o 20 años, cuya cara estaba repleta de granos producto de consumir compulsivamente bolsas de gusanitos, de esos naranjas que parecen tan adictivos. Pero sobre todo, se acercó a él porque cuando cruzó su mirada con la de Charles, bajó los ojos avergonzado.

Alguien así no tiene ni huevos ni nada...

El enorme bruto se deslizó tras el chaval mientras las palabras de la primera ministro resonaban por todas partes, y esperó a que el mensaje terminara para que calara hondo en todos los presentes. Así se asustarían aún más.

Charles golpeo con u dedo, con firmeza, el hombro del muchacho.

Eh, tú. dijo, mientras que, al darse la vuelta, aferraba con su monstruosa manaza el hombro del adolescente de la calle. Vas a contarme qué coño ha pasdo aquí. Y vas a hacerlo rapidito si quieres volver a ver a tu mami con los dos ojos. Y si tardas mucho, igual te vas sin ninguno de ellos...

"Así que le volaron la sesera..." - pensé mientras examinaba con curiosidad el amasijo de sesos que cubrían el asfalto.

¿Acabaría así yo también, algún día? La verdad es que era una perspectiva poco agradable. Había decenas de maneras más decentes de palmarla y de no parecer una piñata abierta. Ignoré con elegancia el mensaje de la tullida, cómo si fuese sorda de verdad. Tan sólo levanté mi mirada cuándo vi que Charles empezaba a interrogar a un chaval, sonriendo maliciosa por unos instantes.

Me fijé en el resto del gentío y su reacción ante la amenaza de Charles.*

El chico al que aborda Charles abre grandes ojos como plato y en un principio no puede articular palabra alguna. Luego, escupiendo en la cara de Charles mientras hablaba, dice:

- Yo no ví cuando sucedió, lo juro por Dios. Cuando vine a ver el tipo ya estaba tirado con los sesos reventados. La señora Hilton de la tienda de la esquina dice que vino en busca de los Prescott del 314 de esta calle. Dicen que lo an visto antes y que era el ex esposo de la señora Prescott... ¡Por favor! ¡No me haga daño! ¡Es todo lo que sé!.

A pesar que muchos no miravban con buenos ojos lo que Charles hacía con el chico, ninguno de los presentes se atrevió a protestar. De por si el gigante era bastante intimidante sin necesidad dde recurrir a sus poderes.

En vista de nadie se meterá, Diana revisa con cuidado los papeles que ha encontrado en los bolsillos de Eduard. Estaban sus documentos de identificación, tres pasajes de tren con destino a París y un cuarto a Berlín. Por último, había un recibo de una casa de empeño por un reloj de oro maciso.

La señora Hilton ¿eh? gruñó Charles soltando al crío y dejando s¡que se alejara asustado, para volverse hacia el resto de los mirones

¡Ultima oportunidad! Si alguno de vosotros sabe algo de esta mierda y me entero de que no me lo ha contado, ¡juro por Dios que lo encontraré y le arrancaré las orejas a mordiscos! amenazó mirando muy despacio las caras de los presentes. Era imposible acordarse de todos ellos, pero eso no lo sabían.

Los tipos están realmente intimidados por el gigante con el traje sin mangas, pero por lo visto ninguno sabe más datos acerca de lo ocurrido. No obstante, un anciano con ascento irlandes lo mira sin mostrar signos de miedo y dice:

- Fueron tipos desde un automovil gris y sin matricula quienes le dispararon mientras estaba parado en esta esquina como si no supiera donde ir. Yo lo vi desde la ventana de mi casa a eso de las 5 AM.

El matón se acercó hasta el anciano según éste hablaba, pero sin realizar ningún además brusco o que pudiera intimidar al hombrecillo. Que uno era un matón, sí, pero su madre siempre le había inculcado el respeto por los mayores.

Cuando estuvo junto a él, Charles le puso una mano en el hombro de modo amistoso, y le habló con respeto.

Gracias, anciano. ¿por casualidad sabría decirme el modelo del auto? ¿O sabe si su familia preguntó refiriéndose al muerto estaba en la casa, o si llegaron a verse? Parece ser que lo único que él deseaba era reunirse con ellas.

"Gris y sin matrícula..."

Los del MI5 habían dicho que ellos no habían sido y que querían al contable entre sus tropas, pero no podía evitar que mi vena escéptica ante cualquier autoridad o semejantes me dijese que ellos seguían siendo sospechos.

"También pueden haber sido los rusos, es un poco como en las mafias. O los fachas, por supuesto. Monos sin cerebro o no lo cierto es que hay algunos que mueven bien los hilos..."

Me guardé los billetes de Eduard en el bolsillo. Tres a París y uno a Berlín. ¿Quería proteger a su familia pero también huir? Seguramente no confiaba en que el MI5 lo dejase en paz si se fugaba, o a su familia. O puede que todo esto tuviese que ver con otros motivos que desconocíamos. Tal vez el contable no era tan contable y tenía enemigos (aparte de los que cualquier nova podría tener). Me acerqué a Charles mientras hablaba con el anciano.

- Tal vez deberíamos ir a ver a su familia. Si Eduard escapó para reunirse con ellos puede que supiese algo que nosotros no. Y con suerte ellos lo sabrán también, o nos darán pistas para descubrirlo.

No era por cumplir órdenes, pero la curiosidad me picaba... mucho.

Para ese momento son las 10 de la mañana y la gente comienza a irse a sus casas debido a la implantación del estado de sitio. La propuesta de Diana de ir a hablar con la familia de Eduard es bastante simple de llevar a cabo, pues con tan solo cruzar la calle estarían en la dirección que les habían indicado.

No obstanta, en ese momento una patrulla militar montada en un vehículo blindado aparecen en la esquina. De inmediato se acercan a ustedes al ver el cadaver de Eduard y uno de los soldados, apuntándoles con la ametralladora de la torreta y preguntándoles qué era lo que había ocurrido ahí.

Será mejor que apuntes al suelo con eso, chico, no sea que te hagas daño gruñó Charles al ver al soldado armado apuntando el fusil contra él. 

Lo que ha pasado es que ese pobre diablo ha sido asesinado. respondió buscando con la mirada al que apreciera ser el íder el destacamento Vinimos a buscarle porque vive ahí enfrente, ya que habíamos quedado y no se presentó. Ahora está claro porqué.

Los vecinos dicen que alguien le disparó desde un coche gris sin matrícula, pero pueden preguntárselo ustedes mismos si no me creen. afirmó con confianza. Seguramente era mejor que hablara él, dados los problemas de Diana con la autoridad, pero por el momento no diría que trabajaban para el MI6, no si no se hacía necesario.

El soldado los mira de pies a cabeza y luego al muerto. Sin dejar de apuntarles, les dice:

- ¿Y ustedes qué? ¿Son la versión moderna de Sherlock y Watson? Han declarado estado de sitio y si tú, gigante, y la chica guapa no justifican que estén en la calle ahora, será mejor que levanten las manos y suban al carro sin dar problemas.

Sí, ¿no me ves el bigote, listillo? dijo Charles llevandose la mano, despacio, sin ademanes bruscos, al bolsillo interior del traje sin mangas. De allí extrajo la cartera de cuero con las credenciales que Kennedy les había proporcionado para un caso como aquel.

No quería tener que descubrirse tan pronto, pero ya que lo había hecho, iba a divertirse con ello. Agentes McCoy y Walker, en misión para el servicio secreto de su majestad. ¿algún problema? enarcó una ceja con aires de superioridad.

Que no iba a desaprovechar la ocasión de ser él quien vacilara en su encuentro con la ley.

Una chispa de malicia asomó en mi mirada cuándo el soldado "se puso chulo". Sí, era la excusa perfecta para jugar con él... obviamente al juego de la sutileza. Aunque no fuera tan divertido como el de las ostias, bien vendría un tipo como ese siguiendo mis órdenes. Pero Charles se me adelantó y nos descubrió como agentes, para darnos permiso en el lugar.

"La próxima... O si no le convence."

Me levanté y me acerqué con una sonrisa que poco desvelaba un poco más al armatoste del soldado, preparada para entrar en "acción", si hacía falta.

La actitud del soldado cambia al ver sus papeles. Se fija bien en que no sean una falsificación y cuando se los devuelve el tono cambie:

- Disculpen, pero pensé que eran de esos fascinerosos que se la llevan viendo estos espectáculos ¿ESte hombre a muerto debido a los disturbios? ¿Podemos ayudarles en algo?.

La verdad es que el cambio era bastante bueno, pues al ser ustedes agentes del MI5, esos militares estaban bajo sus ordenes.

Charles sonrió levemente. Le gustaba estar al mando para variar, aunque no tenía ni idea de cómo proceder ahora. Lo habitual en él  hubiera sido arrancarse a puñetazos con los soldados, por lo que ahora estaba descolocado.

Bien, pueden continuar desalojando a los mirones, soldado  respondió mirando a Diana por si ella tuviera algo que añadir Mientras tanto mi colega y yo seguiremos indagando. ¡Ah! Y si encuentran un coche gris sin matrícula, avísenos, es el vehículo sospechoso, y sus ocupantes son peligrosos.

Charles aguardó a que el soldado se alejara un poco, para susurrar a su compañera, acercándose a ella para no ser oído.

Vale, ¿y ahora qué hacemos?

Con cierta decepción porque el papeleo y la burocracia nos había sacado de los problemas, escuché la pregunta de Charles y me quedé dubitativa unos segundos. Cuándo decía "Qué hacemos" se refería obviamente a los dos, pero ¿cómo agentes o cómo personas? Suponía que cómo agentes deberíamos ir a buscar a los asesinos y darles su merecido (o tal vez enviarlos al jefe...), pero cómo personas... estaban la curiosidad, el escepticismo, y al menos en mi caso, las ganas de hacer lo que no debía.

- Voto por ir a buscar la familia del contable y darles los billetes que le han costado la vida. Tal vez sepan porqué quería huir, y si no lo saben...ya buscaremos cómo averiguarlo. Seguramente tiene que ver con lo tipos que han acabado con él, pero tal vez por eso mismo debemos ayudar a la familia del contable.

No es que fuese una salvadora ni nada por el estilo, más bien era un poco misántropa, pero si el contable había arriesgado su vida por su familia tal vez se merecían escapar. Tal vez eran buena gente, no como la mayoría de subnormales de este país, apoyando al gordo Mosbi y sus  gorilas hormonados.

Pues con uno que vote, ya nos vale, en marcha respondió Charles, agradecido porque la mujer tomara la iniciativa.

El gigantón escoltó a Diana hasta la entrada de la que se suponía sería la casa del finado Edward, y una vez ante ella, llamó sonoramente golpeándola con los nudillos.

Era muy posible que allí no hubiera nadie, o que no quisieran abrirles. Acababan de perder a un ser querido. O al menos, eso se suponía que era, ya que tampoco es que Edward se prodigara en detalles sobre su vida privada.

Como todos...