Partida Rol por web

Con gesto adusto, y cara de pocos amigos, CHarles siguió metido en el papel que Diana le había otorgado. Ya era demasiado tarde para echarsea trás, y no quería estropear la jugada de la muchacha.

Aunque por Dios que ésta me invita a una buena botella de whisky cuando todo acabe...

Sin despistarse ni un momento de los matones que controlaban el lugar, el matón inglés siguió a Diana hasta la mesa del capo ruso, y una vez allí, sin necesidad de señal alguna, Charles retiró una silla para que Diana pudiera sentarse, como si realmente fuera su guardaespaldas y criado.

El magnate del futbol y señor del crimen ruso apura un trago de vodka y saca un havano, prendiendolo con parsimonía. Después de dar una calada y dejar salir de su boca el humo, Kurshunov agrega:

- No sé quien le dijo que esa era una forma de romper el hielo, señorita. Si hubiera jugado a la mujer misteriosa contaría con toda mi atención; incluso estaría obsesionado por saber más de una mujer tan guapa. Ahora usted y su gigante tienen hasta que termine mi puro para llamr mi atención o les haré sacar de acá.

Era un sujeto desagradable que les miraba como si les estuviera haciendo un favor al hablarles. Las mujeres que están con el sonríen y cuchichean entre ellas mientras que los matones miran todo con cara de poker.

Vaya. Había sobrevalorado al pez gordo. Resulta que las prefería calientabraguetas, digo, misteriosas, a directas y con poder.  Deprimente. Quizá había ido un poco demasiado rápido dando mi nombre, aunque falso. La paciencia no era mi mayor virtud. 

Así que ahora el señor "soy un super magnate de la mafia" quería que le llamase la atención o me fuese... Podría haberme levantado la blusa (dos tetas tiran más que dos carretas), pero no era lo adecuado. Sobretodo con tanto escote alrededor. Pero, que me amenazase veladamente... Oh, eso no se le hacía a Diana Walker.

Encendida y con la paciencia agotada, cogí el puro del hombre y lo saqué de sus labios con un tirón, delicado (era una señorita) pero firme. Habiéndome desecho del apestoso cigarro que se interponía entre nosotros, me acerqué hasta que mi cara estuvo a apenas unos centímetros de la suya.

- No se haga el duro, señor Kurshunov. Las mujeres misteriosas pueden ser directas, no es necesario que se dediquen al silencio y las miradas. Tan sólo intentaba ser amable diciéndole que quería que sus acompañantes me hiciesen un hueco y se fuesen a tomar el aire. Va a mandarles a dar una vuelta, ¿verdad? -Y acercándome a su oreja, dejando apenas unos milímetros entre mis labios y ésta, ante la seguramente atónita mirada de sus putitas y guardaespaldas, susurré mi último comentario. - Por que usted quiere conocerme, y dejarse conocer.

Charles sonrió. Se acercaba su momento. Sin lugar a dudas aquel tipo, si era tan importante como parecía ser, tendría a uno o dos novas a sueldo listos para fregar el suelo con cualquier metepatas que osara levantarle la voz. Podría ser incluso que el ruso de los cojones tuviera algún tipo de protección contra las artes de Diana.

Oh, Dios bendito, si existes, que tenga alguna protección. Pienso fregar el suelo con su cabeza como mocho... pensaba sonriente el gigante mientras se giraba para no perder de vista al resto de matones soviéticos.

Kurshunov se queda por un rato mirando a la chica y pestañea, como si algo nublara su vista. Su actitud de fría autosuficiencia cambia a un notable interés como por arte de magia.

Con una seca orden, las maniquíes que estaban al lado del mafioso se ponen de pie y se retiran con el gesto de gatas remolonas no dispuestas a salir de el lugar que han elegido para echarse.

Luego, descorchando una botella de champagne, invita a Diana a sentarse, ofreciéndole caviar  y una copa. Después le dice:

- Y dígame, señorita Svärd ¿En que puedo serle de ayuda?.

Como ha ocurrido durante todo lo que va del día, Charles queda completamente en un segundo plano. No obstante, un par de esas supermodelos, al pasar a su lado, le dicen:

- Y tú, grandote ¿Vienes solo a mirar a tu amiga? ¿No nos acompañas con una copa?.

Guiñándole con disimulo un ojo a Charles cuándo me senté, concentré mi atención en el ruso y la copa que me ofrecía. Procuré mantenerle cerca y atento a mis ojos, mis palabras y mis movimientos. No quería "romper el hechizo". Y hablando de hechizo...¿Debería cuidar mis palabras para no hacer saltar sus sospechas, aunque estuviese entre "mis zarpas"? Nunca había tenido nadie bajo mis encantos especiales para sacarle información de este tipo. O al menos no rodeado de tantos matones, y putitas (y ropa). Era una chica directa y me faltaba algo de paciencia, con lo que esperaba no forzarlo mucho.

Aceptando con delicadeza la copa de champagne, pero sin llegar a beber, jugueteé unos segundos meintras le miraba directamente a los ojos. Después, acercándome más (mataba dos pájaros de un tiro: hablaba más bajo para evitar oídos "no encantados" y le tenía más cerca para no perder mi poder en esos momentos), me decidí a hablar.

- No llevo mucho tiempo aquí, pero parece que he llegado en mal momento. Hoy me he enterado de dos cosas que me han puesto muy triste... - dije teatralmente - El primero es una minucia, pero tan inesperado que no se me va de la cabeza. Parece ser que alguien acabó con uno de mis soplones. Había conseguido meterle en interesantes círculos y hoy me han informado de que ha aparecido muerto en medio de la calle. Usted tiene muchos informantes, pensaba que tal vez podía ayudarme a encontrar más rápidamente quién lo había hecho. No era nadie importante, pero tenía una misión que cumplir y ahora se ha ido al garete. Un hombre de mediana edad, ha muerto a unas calles de aquí*.

Mojé mis labios con la copa, bebiendo apenas un sorbo. El champagne era muy "snob" para mí, no me gustaba mucho, aunque lo que quería era básicamente mantener los labios rosados y carnosos, no secos por la charla.

- Y sobre lo segundo... Bueno, tiene que ver con esta fiesta.

Esperé a ver qué me decía sobre el asunto de Edward y a ver si mi sutileza sobre el segundo tema era suficiente, o tenía que ir más al centro del asunto. Aprovechando el silencio para ver lo que me decía, abrí mi bolsa con cuidado, sacando un simple pañuelo para "limpiarme los labios". En realidad era una excusa para tener el bolso ya abierto en caso de tener que sacar alguno de los cuchillos. Esperaba que Charles estuviese tan alerta cómo yo, pues en cualquier momento esto podía girarse en nuestra contra y no quería que le pillase por sorpresa. Mantuve el bolso cerca y lejos de miradas indiscretas mientras con una sonrisa esperaba la respuesta del pez gordo.

El guiño que Diana le dedicó dejaba muy calro que pretendía seguir camelándose a aquel payaso ricachón, de modo que, puestos a no pintar nada, CHarles aceptó con mucho gusto la oferta de las muy poco vestidas jovencitas rusas.

Claro, pequeñas respondió sonriendo, con ese gesto suyo que ni de lejos le hacía parecer amable o divertido, sino más bien un perturbado. ¿por qué no?   dijo mientras cada braazo rodeaba con facilidad las contoneantes cinturas de ambas aspirantes a modelos, y las conducía hacía una de las mesas cercanas, ahora vacías de gente pero repletas de bebida. A ver qué bebeis los ruskis...

Kurshunov mira con interés cada movimiento de Diana, como si la devorara con la mirada. Por ello cuando le da las razones para estar ahí, demora un momento en responder, obnuvilado como estaba or la chica. Después, apurando un trago, le dice:

- La verdad es que matan a tanta gente últimamente en la ciudad que no veo nada raro acerca de lo que le pasó a su amigo. Esos locos nazis que andan por la calle son malos para el negocio, ponen a la gente nerviosa y llaman la atención sobre nosotros, los honestos inmigrantes que deseamos trabajar en esta hermosa nación. Ahora, acerca del insidente en esa calle, escuche que fue de madrugada y fueron unos tipos en un automóvil gris sin matrícula. Nazis, una banda rival, esos caribeños locos. Puedo ser cualquiera, excepto yo; se lo puedo jurar.

Luego, acerca de la pregunta de la fiesta, de dice con una sonrisa:

- Es que somos rusos, señorita Svärd. Celebramos en todas las ocaciones, incluido el fin del mundo... ¿No me dirá que usted cree en toda esa historia de la bomba que volará Londres?.

Por su lado, en una mesa suficientemente cercana como para no perder de vista a Diana, a Charles esas barbies eslavas le dan de beber vodka. Una de ellas, de ojos verdes y llamativos como los de un gato, le dice:

- Y dime, gigante ingles ¿Siempre cuidas de la virtud de chicas o tienes una relación especial con la que está con el jefe?... Me pregunto por si alguna vez necesitamos que cuiden de nosotras.

Tras beberse el vaso de vodka de un trago, como si de agua se tratara, Charles se quedó mirando el cristal vacío.

Aaaaah... no está mal este licor de patata... se relamió, mientras se encogía de hombros ante la pregunta de la chica.

Mira ojazos, yo voy con quién me paga. La dama señaló con un ademán de cabeza a Diana me dio un sobre lleno de verdes, morados y azules, de modo que no pude rechazar la oferta. ¿Me la calzaría de no ser así? Por supuesto, soy un hombre. sonrió echéndose atrás en el sofá, apoyando sus gigantescos brazos en el cabecero y cruzando una pierna sobre la otra. Pero ya sabeis el dicho, donde tengas la olla no metas la polla.

Dicho lo cual, puedo empezar a cuidar de vosotras ahora mismo, y gratis si osportais bien, gatitas...

Bueno, parecía que no eran los rusos y puede que tampoco el MI5. Los nazis, la respuesta fácil, era probablemente la acertada. Unos caribeños. Curioso para el estándar nazi, pero eh: no destacaban precisamente por su inteligencia. Si el MI% quería más información que usase Google.

Ahora él me preguntaba a mí. Podía ser una pregunta inocente, o podía ser parte de un juego de detectives en el que yo no era la única haciendo preguntas. Debía ir con cuidado, pero no estaba acostumbrada a tratar con tipos que parecían inteligentes. 

- Los rumores son rumores hasta que se demuestra lo contrario. ¿Verdad? ¿Pero porqué celebrar entonces si no están seguros si es el fin del mundo? No es agradable tener resaca en día laboral... - añadí con una sonrisa, cómo quitándole importancia al asunto de la pregunta indirecta "si celebras es porque sabes que es verdad...o tienes miedo".

No pude evitar escuchar la voz de Charles sobre los murmullos de la sala. No sólo su aspecto era imponente, su voz era igual de "explosiva". Casi empiezo a reírme a carcajadas escuchando las vulgaridades que el hombre soltaba. ¿Estaba haciendo un papel? Algo dentro de mí me decía que el gigante Charles era tan basto cómo su aspecto, no un simple papel.

Volviendo a concentrarme en mi objetivo deslicé una mano sobre su corbata hasta llegar al nudo del cuello, jugueteando con los dedos...y teniendo la garganta preparada en caso de que se torciesen las cosas.

- ¿Celebrará más fiestas en Londres, señor Kurshunov? - ¿o habréis volado la ciudad para entonces?

Kurshunov se ríe ante tus insinuaciones. Es una risa profunda y algo desagradable, como un ruido más animal que humano. Luego, te dice:

- Verá, no tengo nada que ver con todo este asunto de la bomba, no me meto con fanáticos de ningún lado. Por otro lado, conozco muy bien el mercado de armas y sé muy bien que construir una bomba nuclear, por simple que esta sea, es imposible. Verá, conseguir material radiactivo es simple, incluso partes para el detonador. Puede raptar a un físico que le construya el artefacto, pero las grandes potencias han ideado una forma de control, un elemento secreto que solo ellas conocen y que es primordial para que la bomba funcione ¿O caso cree que si fuera tan fácil los fundamentalistas de la religión que sea o los terroristas y organizaciones de todo tipo no hubieran conseguido una hace tiempo? Incluso Corea del Norte gastó 30 años y varios espías para conseguir su bomba. No, el mundo no se acaba hoy y eso es lo que celebramos.

Por su lado, a Charles el trabajo se le acaba de confundir con el placer. Esas maniquies estan cada vez más cerca de él y no digamos que esto le incomoda. Luego siente una mano que le acaricia la pierna por debajo de la mesa y se acerca a sus partes nobles. Las dos mujeres se rien con complicidad y una de ellas pregunta:

-Y dime ¿Todo tu cuerpo es tan grande como parece?.

¡Zorras! La perdición de todo hombre.

- Celebremos un futuro cercano, entonces... - dije mientras le daba un sorbo al champán y meditaba lo que decía. Solté su corbata y me acurruqué un poco más en el sillón. Estaba bastante convencida de que no me mentía. Aún notaba en su mirada y su buena voluntad para colaborar que seguía hechizado. Eso quería decir dos cosas: O bien la bomba era un farol, cosa que no demasiado extraña; o bien algo mucho más rebuscado a la par que interesante... El "terrorista" era alguien muchísimo más importante que incluso las mayores mafias.

"Un elemento secreto que solo las grandes potencias conocen." 

Las palabras no dejaban de resonar en mi cabeza... ¿qué tipo de secreto? Sabía que los gobiernos eran unos bastardos... ¿pero hasta que punto tenían a toda la puta humanidad controlada?

- Secretos... la curiosidad mató al gato, dicen... - susurré más para mi misma que para el ruso, aunque sabía que me oiría si quisiese. 

Podía ver de reojo lo bien que se lo estaba pasando Charles... ¿debería dejarle entretenerse un rato más y seguir camelando al ruso, a ver si me decía algo interesante? Lo que el MI5 quería, ya lo tenía. Pero a lo mejor no era tan mala idea formar equipo con la mafia rusa... Al fin y al cabo cuando volví no era el MI5 lo que esperaba encontrarme como aliados (aunque cada vez era más escéptica en cuanto a la organización). De ese modo, cambiando totalmente de tema y dejándolo caer cómo si no tuviese la más mínima importancia, empecé mi propia investigación.

- Qué piensa de los novas, señor Kurshunov.

Hehehe -rio sonoramente el gigante, que notaba como su virilidad iba in crescendo- veras pequeña, en ki barrio las tias dicen que el tamaño no importa, que lo importante es saber como usar la herramienta -comenzo a explicar, reclinandose mas aun en el sofa. - Claro que eso es hasta que se topan con alguien cuya herramienta es grande y sabe usarla bien, como yo. - alardeo sin pudor. - De todos modos ahora estoy trabajando para la muñequita, asi que tendreis que esperar a que acabe sus asuntos para jugar en serio.

Ante la pregunta de Diana acerca de los novas hace que Kurshunov levante una ceja y le contesté:

- Verá, señorita Svärd, yo no soy un racista y creo que el dinero nos sirve a todos, negros o blancos, amarillos, rojos, humanos o novas. Si yo puedo comprar los servicios de esos chicos con poderes mágicos, entonces soy feliz y ellos también, porque opago bien. Pero si intentan meterse conmigo, soy un hombre de muy poca paciencia.

Como todo matón barato, Kurshunov solo conocía dos formas de interactuar: Dinero o violencia.

Pero por otro lado, Charles se lo seguía pasando de maravilla. Esas dos barbies no se andaban con rodeos y por debajo de la mesa le metían mano por todos lados. Las chicas se miraban entre ellas y al gigante, riendo con malicia.

¿Sabeis que chicas? siguio riendo Charles como si los tocamientos impudicos fueran una simple diversion Tengo una historia divertidisima sobre una tia, una preciosidad que me tire una vez. Era un encanto y una fiera en la cama. Hacia unas cosas con las manos... Explicaba como sumido en los recuerdos. Lo malo fue que intento robarme. Fue una lastima. Nunca mas pudo usar las manos igual despues de que la rompiese cada dedo... Termino diciendo, ahora muy serio, con una ceja enarcada, vigilante...

En resumen: No tenía a mi lado a un aliado simpatizante, pero podría darse la ocasión de colaborar puesto que no estaba en contra. No era ideal, pero tal vez en el futuro era útil.

Miré por el rabillo del ojo a Charles, que cada vez parecía más entretenido. Si ya lo dicen que los hombres piensan con la polla. Decidí que le dejaría...5 minutos más, cómo a los niños antes de mandarlos a la cama.

- Es usted un hombre la mar de agradable señor Kurshunov. ¿Por qué no habré venido antes a Inglaterra? - dije mientras seguía flirteando con él con la mirada. Tal vez si aún cuándo mi "encanto" no estuviese activo mantenía un buen recuerdo no sería escéptico a futuros contactos.

La sola amenaza del gigante Charles hace que ambas mujeres saquen las manos de su bolsillo y asustadas se pongan de pie. Pero una vez en esta posición sus caras de miedo desaparecen y vuelven a sonreir maliciosas. Una de ellas dice en voz alta, de tal manera de que escuchen todos:

- ¿Y le rompiste los dedos antes o despues de unirte al MI5, agente McCoy?.

La mujer muestra de forma burlona la credencial de Charles mientras Kurshunov miraba a Diana esperando una explicación.