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Establo de la posada del Jabalí Verrugoso

Pueblo de Tamar

Mediodía.

Ely se dejó caer en el suelo del establo, parecía agotada después de atravesar la pequeña distancia que separaba el establo de la posada. La fragancia de flores lunares pareció potenciarse por el calor del sol y la joven despedía un olor tan dulce que la cuadra parecía una jabonería.

-No puedo más Jess, no soy Morrigan. No me gusta el sol, ni los niños. Solo quiero meterme en algún sitio oscuro hasta que se me pase este dolor de cabeza-.

Ely almohazó la paja del suelo para acomodarse un rincón donde descansar y se tumbó con los ojos cerrados. Como no respiraba, parecía haber caído muerta al instante pero entonces volvió a hablar en voz baja: -¿Tendré que dormir en un ataúd?- suspiró y añadió: -Echo de menos a Morrigan, no me digas porqué pero ahora me encantaría abrazarla y preguntarle todas estas cosas-.

Ely seguía sumida en sus propias necesidades: -Tengo que comer algo…En cuanto anochezca saldré a buscar algo-

Jagga refunfuñó en voz baja. Incluso para una orco resultaba incomprensible que Ely dijera eso de Morrigan cuando era Jess la que había corrido todo tipo de peligros para salvarla.

La minera se acercó a la puerta del establo y vigiló el exterior.

-Un nuz han zeguido, pero han viztu a Ely en er zalún- Explicó con preocupación.

Eso es bueno, Jagga. Si la vieron en el salón, no buscarán en el establo. ¡Ánimo! ¡Tenemos que ser más positivas! Y tú también, Ely. No digas si tendrás que dormir en un ataúd, di: ¡puedo dormir en donde yo quiera, incluído en un ataúd si me da la gana! Libre albedrío, empoderamiento de las chicas y esas cosas.

Jess se acunclilló junto al cuerpo de Botones y acarició su pelaje, haciendo gruñir a la toporrata. Formaban una cuadrilla supermarchosa que por las noches era la caña, pero por el día eran una chufa: los ojos de Jagga tenía sensibilidad a la luz diurna, la toporrata estaba completamente fuera de su hábitat subterráneo de permanente oscuridad y Ely se destruía.

¡No podemos quedarnos de brazos cruzados, queda aún mucho por hacer! Jagga, prepara el carro de Sandor por si hay que salir de aquí echando leches. Engancha los caballos, o lo que sea que se haga cuando se prepara un carro. Yo voy a salir un momento. Me voy a llevar la sombrillita de Morrigan para... para...-para que Ely no pueda salir del establo-Bueno, que es muy chula y me la llevo prestada. Yo voy a salir, volveré en un rato.

Jess salió de los establos. La próxima vez que sacase a Morrigan de la mochilita mágica, no iba a abrir la sombrilla para taparla. Quién sabe, si Mugarius encontraba un cuerpo abrasado de la complexión de Ely, puede que dejase de buscarla.

La orco asintió obediente a las instrucciones de su salvadora y comenzó a preparar los arreos de inmediato. Ely por su parte se quedó tendida, ensimismada en sus pensamientos.

Jess volvía de nuevo hacia la posada cuando escuchó unos pasos apresurados por el pasillo. Si no hubiera mandado a Ryn de vuelta a la bolsa de trucos, habría apostado a que aparecería la rinoceronta de nuevo. La joven se apostó en una esquina del muro exterior y vio salir a uno de los matones de Mugarius con un hacha en la mano. Su expresión sedienta y pendenciera hizo temer que encontrase el rastro de Ely. El encapuchado se encorvó como un buitre y no tardó en acariciar con sus dedos las recientes huellas de Jess, Elyzabeth y Jagga.

-La he encontrado y no está sola- Dijo volviendo la cabeza por encima del hombro. El rastreador se incorporó de nuevo apoyándose en su hacha y entonces se dio cuenta de que había un gato negro detrás suyo. El pequeño felino agitó su despeluchada cola y sostuvo su mirada con actitud desafiante. El hombre ignoró al animal y se giró para encaminarse hacia el establo, pero se topó de bruces con otra presencia.

Jess abrió los ojos de par en par y sintió que las piernas le flaqueaban. Allí, delante de ese hombre, ¡había aparecido Tergrar!…O algo que se le parecía. Su expresión era triste y cansada. Sus rasgos se habían vuelto más angulosos, casi decrépitos y sus ojos, que en vida eran tiernos y divertidos, ahora soportaban un velo blanco que lo distanciaban de este mundo. Su cuerpo desdibujado no arrojaba sombra alguna bajo el nítido sol del mediodía. El fanático no se lo pensó un segundo y descargó un hachazo sobre el viejo aventurero, pero el arma atravesó a Tergrar sin hacerle daño alguno como si fuera un elemental de aire. Tergrar reaccionó con tranquilidad, ladeando la cabeza y susurrando:

-Es mi niña, tenéis que entenderlo-

El interior de su boca estaba llena de gusanos que se agitaban enfurecidos y su voz sonó áspera e inhumana. Tergrar dio un paso al frente y fusionó su etérea silueta con el cuerpo del fanático, quien se estremeció con alarido de pánico.

Los demás fanáticos no tardaron en aparecer por la ventana por la que Jess había sacado a Ely, pero solo encontraron a su compañero junto a un gato negro. El hombre se giró hacia los recién llegados con paso vacilante, como si tuviera los pies enterrados en el barro y señaló la linde del bosque:

-¡Correr! Han huido por ahí- Señaló hacia el Norte con su hacha.

Sin pensarlo, los encapuchados se lanzaron a la carrera en dirección opuesta a Jess.

El hombre se volvió hacia la joven agazapada, la guiñó un ojo, y siguió a los peloritas acompañado del misterioso gato negro.

Jess pestañeó.

Ah. Vale. Gusanosenlaboca... Qué bien. Estoooooo... ¿Gracias? Ajá. Gracias, Gran Tergrar. Me has salvado, y eso. Tienes...-hizo un gesto con el dedo delante de la boca-Se te quedó un gusano entre los dientes de tu nuevo cuerpo... Ah... Sí, así está mejor. Bueno, buena suerte y eso.

¡Ostras! Ojalá Shanshar estuviese aquí para ver esto. O me hubiera lanzado un conjuro para ver através de mis ojos, o algo por el estilo. Lo que se acaba de perder.

Aún fascinada por la imagen, sacudió la cabeza para no pensar más en ello, y volvió a su buen propósito del día: sacar a Morrigan de la mochilita y exponerla a la luz del sol. Miró hacia la izquierda para hacerle una señal con el pulgar a Jagga, pero no estaba en la entrada del establo, sino preparando los arreos. Ya no había vuelta atrás. Jess metió la mano en el morral práctico de Heward y tiró del brazo de la vampiresa mala hacia afuera.

Jess metió la mano en el morral práctico de Heward y tiró del brazo de la vampiresa mala hacia afuera.

    Tan pronto como la pálida piel de Morrigan vio la luz del sol, comenzó a despedir un aroma floral. Jess continuó sacando el brazo de la vampira fuera del morral y entonces la dulce fragancia se tornó intensa, como a lentejas agarradas. La mano se estaba dorando…Casi tenía buen color pensó Jess, entonces empezó a cuartearse y un momento después la piel colapsó hacia adentro con un ruido hueco. Por el agujero salieron flotando brasas y cenizas como si la vampira estuviera rellena de pergaminos en llamas.

En el interior del Morral aún quedaba el resto del cuerpo de Morrigan. Mientras los dioses, se preguntaban si la joven destruiría por completo a la vampira o solo estaba experimentando con ella como una niña con un insecto.

Miró a izquierda y derecha. En el fondo había esperado que un montón de malosos corriesen hacia ella para evitar que Jess matara a Morrigan. Quien sí vino a incordiar fue Yrlinand, revoloteando para intentar posarse en el hombro de Jess, o cagarle encima, o vete tú a saber qué canallada.

Jess trató de espantar a Yrlinand con la mochila, agitándola en el aire. Cada vez se iba escurriendo más y más el cuerpo de Morrigan, exponiéndose a la luz, ardiendo... Pero el maldito pájarillo seguía dándole el coñazo. Finalmente, todo el cuerpo de la vampiresa cayó al suelo, mientras Jess intentaba derribar a Yrlinand de un mochilazo.

En un momento dado, Jess lo perdió de vista.

Ufff...-dijo, secándose el sudor de la frente-Menos mal que el Guapo Shanshar no me ha visto. ¡Menudo cariño le cogió al pajarito del demonio!

Bajó la vista al cuerpo de Morrigan mientras se quemaba, asegurándose de que no quedase nada. Cómo la odiaba. ¡La odiaba tanto! Por su culpa, el Gran Tergrar había muerto y Ely estaba rara. ¡Maldita Morrigan! ¡Todo esto era por su culpa!

Mi amo te ha visto - dice el petirrojo con voz dulce pero petulante -¡pero rápido! viene el cortador de alas a atraparos, hay que volar rápido, lejos... - se detuvo mientras revoloteaba en el aire fuera del alcance de sus manotazos antes de añadir -de... de... la polluela de... - ¿que palabra era? En su mente se encontraba todo el inmenso conocimiento de Shanshar, otro asunto era comprenderlo o que lo comprendiese la polluela en celo con el amo, rebuscó paralelismos frenéticamente hasta que finalmente dijo -la polluela que puede cantar pero ya no puede hacer huevos.

Si el cuerpo de un pájaro hubiese admitido suspiros Yrlinand lo hubiese hecho, aunque el leve y breve canturreo que emitió se le parecía bastante. Por lo menos sentía la alegría de su amo y le había prometido encontrar una hembra para él, quizá las cosas saliesen bien, seguro que saldrían bien, la mente de los petirrojos aún la potenciada mediante vínculos mágicos insondables, no estaba hecha para preocuparse demasiado tiempo.

Posada del Jabalí Verrugoso

Pueblo de Tamar

Mediodía.

    El brazo de Morrigan se había consumido y la joven palpó en el interior de su bolsa para sacar el resto de aquella perversión de su equipaje. Con un tirón de la hermosa melena azabache expuso el torso a la luz, despidiendo de nuevo una gran variedad de fragancias, desde las florales a las tostadas. La piel de la nuca y la espalda, donde la vampira no habría podido untarse con su protección alquímica, fueron las primeras en cuartearse. El sonido chisporrotante sorprendió a la joven y Morrigan se consumió de cintura para arriba con un último fogonazo. La tarea de acabar con ella por completo se tornó más engorrosa de lo esperado. Jess dio otro tirón más para sacar las piernas, que de nuevo se consumieron de dentro hacia afuera, hasta que finalmente solo quedaron algunos botones y girones de ropa chamuscada sobre la hierba. Morrigan había sido destruida. Ni canarcontes ni demonios vinieron a ayudarla o a aplaudir su muerte. Solo el pequeño petirrojo y la derviche fueron testigos de su final.

Jess se sacudió las cenizas de las manos y regresó al establo. El interior estaba oscuro y sus ojos tardaron en acostumbrarse a la escasa luz que se filtraba entre los tablones de madera.

  Ely seguía tumbada boca arriba con los ojos cerrados. Como no respiraba parecía estar muerta. Jagga se peleaba con los arreos cuando se le escapó una de las hebillas y se arañó la muñeca. Un hilillo de sangre verdosa asomó en la herida.

Ely arrugó la nariz y olisqueó el aire. Jagga se chupó el rasguño y siguió colocando la cincha alrededor de uno de los caballos ajena a la reacción de la joven vampira. La tripa de Elyzabeth rugió hambrienta. La joven se llevó las manos al vientre y abrió los ojos de par en par con gesto ruborizado… Aunque tan pálida como siempre.

Ely se levantó de un salto levantando una nube de paja y se acurrucó en la esquina más alejada del establo antes de que las virutas se depositaran de nuevo en el suelo.

-Esto no va a funcionar Jess…No puedo controlarlo- Musitó desde su rincón.

Entonces levantó sus ojos que radiaban un fulgor inhumano y los clavó en su amiga de la infancia:

  -Morrigan ha muerto-

Yrlinand escuchaba a Ely, para él todo era una cuestión de magnitudes. Podía comer insectos y semillas y a nadie parecía importarle pero seguro que si hubiese podido comerse a otro petirrojo habría causado impresión en el mal sentido.

Claro que sugerirle a la Nueva Ely que se comiese algo mas pequeño estando él presente como única opción no le parecía la mejor de las soluciones... Y él también tenía hambre, con tantas cosas importantes que a él le daban igual pero a su amo no, hacía tiempo que no comía y dormía y cantaba como un petirrojo decente debía hacer.

Puedes comer zarpas largas, cuernos largos y dientes largos, ¿verdad?- el pequeño petirrojo buceó en los conocimientos incomprensibles que poblaban su cabecita buscando el correcto, por una vez pareció acertar cuando dijo -¡ursidaes, canis lupus, cérvidos?- empezó casi cantándolo pero algo parecía incorrecto, por lo que terminó con una interrogativa.

Jess notó la mirada a Ely. Sus ojos eran preocupantes.

Estás completamente equivocada, Ely. Morrigan no era como tú o como yo. Morrigan era una no muerta. Un cadáver andante. Como un zombi pero en chica. Se tenía que echar onzas y onzas de perfume para no oler a carne podrida y pegotes enteros de maquillaje para que no se le cuartease la piel y le quedase colgando. El tiempo verbal correcto es: "Morrigan murió hace mucho, mucho tiempo", de la conjugación pasado remoto del verbo morir.

También estás equivocada en lo otro. ¡Sí funcionará! Tan solo tenemos que encontrar una comida que te guste más que la carne... Uhm...-escuchó la propuesta del pajarito sabelotodo-Puaj... Comerse dientes, uñas y cuernos me parece casi tan asqueroso como comer brócoli o los restos de Sandor. ¿Y qué guarradas son esas de úrsidaes, cérvidos...? Lo de lupus casi suena a enfermedad. No, no... Mi Ely va a comer solo lo mejor. Cazaremos osos, lobos y ciervos para ti, Ely. No te preocupes, bonita.

Ahora debemos decidir a dónde ir para esconderte. Yo no conozco la zona. Hice parte del camino hasta aquí subiéndome al carro de un extraño, así que no me fijé muy bien en el camino. El único lugar al que se me ocurre ir es al Santuario de Pelor, al observatorio, con el mago Corvinus. Las bestias que están buscando a Morrigan se han dispersado para buscarla, así que se habrán alejado de allí. Es, literalmente, el lugar más seguro sobre la faz de la tierra. Salvo por el tema del demonio gigante que come lobos, claro.

Jagga, Ely... ¿se os ocurre algún otro sitio al que ir?

No preguntó a Yrlinand. Ese chismoso prestará su opinión aunque Jess no se la pida.

Las tres “chicas” escucharon al petirrojo hablar, Solo Jess no se sorprendió.

-¡Yu ze fazer zupa de uñas!- Se acercó Jagga, contenta de poder ayudar. Después arrugó el morro al oír hablar del brócoli. -¡Venenu…Puaj! ¡…Mejur muéte por lobus!- Escupió al suelo.

¿se os ocurre algún otro sitio al que ir?

-Jagga Minera. Jagga conoce caminu baju la montaña. Dijo orgullosa. -Ya no fungos, ni Grux, ni Yazlik- Sonrió mostrando sus sucios dientes. La orcó miró a la puerta pensativa y apostó definitivamente por el camino subterráneo: -…Ni zul- Dijo señalando hacia arriba.

     Ely negó con la cabeza: -¿Y si me quedo en el sótano?...Es mi casa, sé donde tengo todo y si tengo algún problema puedo ir a casa de los abue…- La joven dudó pero terminó la frase. -Mamá está asustada pero el abuelo es fuerte, lo entenderá- Apostó, tratando de llenar el inmenso vacío que sentía. -Y si es de día puedo pedirle cosas a Erik. Mi hermano no le tiene miedo a nada. Una vez le metí una zarigüella muerta en su cama mientras dormía y cuando se despertó se echó a reír-

Mientras hablaba sus ojos recuperaron sus hermosos iris redondos y su voz se suavizó hasta recordar la alegre joven que había sido en vida. Se volvió a recostar contra la pared y susurró mientras se le cerraban los ojos. -Tengo hambre, pero tengo aún más sueño. Luego lo pensamos ¿Vale?-

Sin problemas, Ely. Túmbate un rato en el interior del carro. Puedes hacerte una almohada con heno del establo si ves que estás más cómoda. Veamos... Posada, casa del abuelo, minas... Haremos una lista de pros y contras. Usaremos los tablones de la pared del establo como pizarra. Creo que tenía una tiza guardada por aquí...

Sacó del bolsillo la tiza con olor a azufre. La que no debía ser usada.

Mejor me la guardo-dijo, devolviéndola al bolsillo-. Contaremos con los dedos. Mano derecha para los pros, mano izquierda para los contras.

Posada. Pros: es la casa de Ely. Contras: también es la casa de Isabella, y está enfadada con Ely. Pros: tiene habitaciones cómodas para todo el grupo y un establo para Botones. Contras: nuestros enemigos ya nos han atacado aquí, y saben dónde estamos. Pros... ehm... Contras: está al borde del bosque, mal ubicada para la defensa. Pros. Contras... está al borde de la ciudad, y mucha gente podría venir a incordiarnos.

Total de la posada: dos pros, cuatro contras-dijo, mostrándole los dedos a Jagga.

Casa del abuelo. Pros: es la casa del abuelo de Ely. Contras: también es la casa del papá de Isabella, e Isabella está enfadada con Ely. Pros. Contras: no tengo ni idea de dónde puñetas está la casa del abuelo, ni como es. ¿Tiene sitio para esconder un carro? ¿Tiene habitaciones de sobra? ¿Está en el centro de la ciudad, rodeada de miradas indiscretas?-trató cada pregunta como un nuevo contra.

Uh... La casa del abuelo tiene demasiados contras.

Mina. Pros: es la casa de Botones. Contras: la entrada cercana tiene un camino muy estrecho para el carro, y la última vez Sandor tuvo que llevárselo y dar un rodeo. Pros: Jagga conoce las minas, y es un laberinto de túneles en los que es muy fácil esconderse. Contras: había una entrada en las minas que llevaba al abismo, donde vive el malvado papá de Morrigan. Pros: no tendremos problemas con los aldeanos. Contras: si vamos por el camino largo tenemos que sortear al demonio gigante. Pros: si vamos por el camino largo, el observatorio del templo de Pelor nos cuadra de paso, y podemos preguntarle por cómo ayudar a Ely. Contras: está humeda y oscura, y da miedito. Pros: está oscura y el sol no puede hacer daño a Ely. Contras: no hay cerveza para Jagga, motivo por el cual las orquitas se escapaban de las minas de vez en cuando para venir a beber a la taberna del Gran Tergrar...

No me quedan más dedos, pero es la propuesta más igualada, así que por mí vale. Iremos por el camino largo hasta el templo de Pelor, aprovechando que todavía es de día, y luego iremos al observatorio. Hacemos noche en el observatorio, y luego vamos a las minas por el agujero del suelo, por dónde nos guió el zombi mayordomo de Morrigan. ¡Ay, no! Si hacemos eso, el carro se nos queda atrás también.

Miró su mochila, y el carro. ¿Cabría dentro...? Nah, demasiado grande.

Vale, nuevo plan: vamos por el camino corto, acampamos en el bosque, y al caer la noche vamos andando hasta la cueva. Así por lo menos el carro no queda solo en terreno enemigo. ¡Nos vamos a la mina! Jagga, tú conduce el carro. Yo cabalgaré a lomos de Botones.

¡Nonononono! ¡Hay que volar! ¡Rápido! ¡Viene el cortador de alas!- y es que el petirrojo se había acordado de para que había venido. Volvería a olvidarse hasta que la sensación de aprensión de su amo le hiciese pensar en que tenía que hacer.

La concepción del tiempo de un pájaro podía ser algo distinta a la de un humano, además desde arriba todos se veían muy lentos si subías lo suficiente, claro debía de ser eso, si bajaba Jess y Ely se moverían mas rápido.

El petirrojo bajó un poco hasta que se detuvo y volvió a subir -¡nononono! Abajo no es seguro, ¡hay que volar!

El día que la carencia de sentido del peligro de su amo dominase su mente sería posiblemente su último día, pero aún quedaba suficiente instinto de supervivencia y el familiar se mantuvo fuera del alcance de cualquier atado en tierra.

Jess entrecerró los ojos, para tratar de atisbar qué trataba de decirles el pajarito. De pronto, toda esa gente que había usado la expresión "me lo contó un pajarito" quedó en entredicho: Yrlinand demostró que los pajaritos no se saben explicar. ¿En serio tu fuente de información es un pajarito? Entonces déjame decirte que no tienes la menor idea de lo que estás hablando. Hasta en el caso de que Yrlinand se refiriese a que evitaran las cuevas, cosa bastante pausible, Jess habría necesitado un croquis para entenderlo.

El cortador de alas, ¿eh? Entiendo...-miró a Jagga y se encogió de hombros negando con la cabeza-Este es el plan, pajarito. ¿Por qué no te vas tú volando, y luego, ya si tal, empezamos a volar el resto para seguirte? No mires atrás. Tú... tú vuela-dijo, tratando de sacarse de encima a la molesta ave.

El malentendido no tenía mayor importancia. Como el carro era demasiado ancho para llegar hasta la boca de la cueva por el atajo, y no era muy seguro llevar a Ely y que se le cayese la sombrilla en pleno día, iban a tener que acampar a mitad de camino. No se pondrían en marcha hasta el anochecer, y lo harían andando, dejando el carro atrás. Sus amigos tendrían tiempo suficiente para dar con ella, bien durante el día, con la zona de campamento, o durante la noche, apurando el paso. Después de todo, el tipo raro con cara de serpiente tenía pinta de saber seguir rastros, ¿verdad?

El petirrojo resoplaría irritado si pudiese, en vez de eso replica -tengo mas sesos que todas las Clavadas a Tierra verdes juntas. ¡Inteligencia! El Cortador de Alas odia a la... la... ¡polluela que puede cantar pero no poner huevos!- le estaba costando memorizar tantos nombres importantes. Su amo le había dicho que los nombres cortos que tenían eran mas útiles, pero él no lo tenía claro. ¿Cómo podía alguien saber a que te referías si su mismo nombre no lo describía?

El amo odia al Cortador de Alas, si nos atrapa podría pasar algo malo, muy muy malo. Amo enfadado, polluela muerta, ¡hay que volar! ¡escapar!- ¡ese era el infinitivo simple! El petirrojo empezó a conjugar mentalmente el verbo para encontrar la forma adecuada de convencer a Jess de que saliese por alas con Ely, ya, ipsofacto.

Puffff... Sí, ya... "Clavadas", qué me vas a contar a mí...-miró otra vez a Jagga y volvió a negar con la cabeza encogiéndose de hombros.

Jess le dió la espalda al pesado pajarito, que más que pajarito era aquerena de lo pesado que era. Ignorarle era lo mejor que podían hacer. Señaló el pescante a Jagga para que se subiese al carro, y se acunclilló junto a un dormido Botones, frotándole la tripita para hacerle cosquillas y que se pusiese en pie.

Vamos, venga... Arriba, perezoso, que te vamos a llevar de nuevo a casa. ¡A casita, toporrata guapa!

    Jagga asintió a todo lo que decía Jess, pero quedó claro que era por saldar la deuda de vida que mantenía con la humana y no por que estuviese siguiendo el frenético razonamiento de la joven. Aun así sonrió cuando planteó viajar por las minas, lejos de la molesta luz del sol. La orco subió al carro y lo dispuso para la marcha.

   Ely no se mostró tan entusiasmada. Los recuerdos del santuario le resultaban lejanos y nada le ataba a ese lugar salvo el magnetismo que sentía hacia Mórrigan, pero el inmenso vacío que sentía en su interior le decía que la gran vampiresa había muerto para siempre.

-En el pueblo todo el mundo me quería…Creo- Protestó somnolienta. -¿Porqué me iban a  atacar?- Se encogió de hombros. -La casa del abuelo es muy grande, está junto al ayuntamiento, cerca de la plaza, cabe el carro y…- Pero se dejó caer de nuevo en el heno al ver que Jess ya la había descartado y concretado su plan:

vamos por el camino corto, acampamos en el bosque, y al caer la noche vamos andando hasta la cueva. Así por lo menos el carro no queda solo en terreno enemigo. ¡Nos vamos a la mina! Jagga, tú conduce el carro. Yo cabalgaré a lomos de Botones.

Ely, estaba a punto de lanzarle algo al pájaro para que la dejase dormir cuando escuchó:

El Cortador de Alas odia a la... la... ¡polluela que puede cantar pero no poner huevos!-

-¿Qué quieres decir con eso? ¿Que ya no podré tener niños?- Dijo agarrándose el vientre con aprensión. Sus ojos se quedaron perdidos en la nada recordando a Mórrigan rodeada de chiquillos y de pronto estalló enfurecida. -¡¿Por qué todo el mundo me odia?! ¡Yo nunca le he deseado mal a nadie!-

Jess despertó a Botones. La toporrata se desperezó con un gemido pero agradeció de inmediato las caricias con un gorgoteo.

A regañadientes Ely se subió a la parte posterior del carro. Antes de enterrarse con todo el heno que Jagga había preparado dijo a Yrlinand. -¿Querrás decirle a mi madre que no la guardo rencor? Sé que antes o después se sentirá mal por todo esto…Ya se siente mal ahora, pero quiero decir…Bueno, seguro que sabes como decírselo- Se ocultó en el heno pero volvió a sacar la cabeza: -Y a mi hermano, que le quiero, que estoy con Jess y que no se preocupe-

Jagga puso los ojos en blanco y abrió las puertas del establo. La luz penetró a raudales forzando a Ely a ocultarse una vez más. Saltó al banco de la parte delantera del carro y arreó a la pareja de jamelgos que aceleraron prestos a alejarse de la toporrata. Jagga tomó el camino a la entrada de la base de la montaña acordándose de la primera vez que Köyu las llevó por ese atajo hasta la posada.

¡Jia!-azuzó a Botones después de subirse en el lomo de la más mejor toporrata del mundo.

Jess se puso tras el carro para salir del establo. Así pudo hablar por última vez con Ely antes de que se quedase dormida.

Pero vamos a ver... Si cuando te conté que vi a Morrigan jugando con niños bajo la luz del sol me dijiste que no te gustaban los niños ni el sol, ¿en qué quedamos? ¿Y ahora te pones triste porque crees que no vas a poder traer al mundo a una pequeña Ely? Y olvida todo lo que te haya podido decir Yrlinand, que a saber qué quería decir. Si la gente te ve haciéndole caso a un pajarito parlante va a creer que estás como un cencerro.

No podemos ir a casa de tu abuelo... Ya sabes cómo son los adultos, siempre queriendo abrir ventanas para ventilar las habitaciones. Y por las ventanas abiertas entran todos esos "flush" de sol a raudales que tan poco te gustan, iluminándolo todo.

Esta tarde acamparemos en el bosque, y al caer la noche iremos andando a la cueva. Ahora duerme un rato, guapa.

En cuanto salieron del establo, Jess adelantó a Jagga con su montura toporratil y encabezó la marcha por delante del carro.