Partida Rol por web

Joder, aquí no hay nadie. Ni hostiles ni hospitalarios. ¿Dónde está todo el mundo? ¿Y cuál era la habitación del físico y los otros?

De repente alguien me agarra y dice mi nombre, a lo que sólo puedo responder un ¿Qué?. Pero nadie me responde, miro extrañado el pasillo, la pared y el techo. Nada de nada. Sólo ese susurro. Da qué pensar. ¿Una alucinación? ¿Tal vez un megáfono estropeado? No veo nada de eso por aquí, y aún así lo de la mano. El parpadeo de la luz roja me devuelve al mundo real, o al menos al mundo perceptible, y continúo mi camino. Sin mirar de cuando en cuando mi espalda, no vaya a ser que alguien me suelte otra colleja helada.

Caminas, centrada en llegar a la planta 0, casi de forma automática, cuando te das cuenta de que no hay nadie. Ni en los pasillos, ni en las habitaciones... Simplemente está todo desierto. De repente, notas unos dedos fríos, como la misma mano de la muerte, que te acaricia la nuca. El pelo se eriza, y sientes frío, y una sensación extraña, como cuando una nave espacial desciende de forma brusca en el espacio. Como si te cayeras, pero sin moverte.

-¿Por qué, Emm?- Oyes un susurro a tu espalda, pero al volverte, no hay nadie. Solo el incesante ruido de la alerta roja.  

De nuevo oyes un susurro, y te giras, ahora algo alterado. Allí no hay nadie, pero sientes la presencia de alguien, que te sigue, que te tortura. No ves a nadie, y al volver la vista de nuevo al frente, frente a ti, una mujer, con un mono de trabajo echo jirones, con la cara ensangrentada, como si llorara sangre, te mira, con rabia. 

-¡NOS ABANDONASTE!- Grita, y te lanza al suelo, impulsado por una fuerza invisible. Al chocar contra el suelo, dejar de estar en la base. Estás estirado en un suelo, en una calle abierta. El cielo tiene un extraño color anaranjado, y desde él, varias cápsulas. Alrededor tuyo empiezan a oírse botas, como corren, y voces desesperadas. 

-¡VAMOS, VAMOS, VAMOS!- Son colonos, armados. Una milicia. Uno de ellos te tiende la mano. En su hombro, cubierto por la manga de un mono azul de trabajo, puedes leer perfectamente: "Utopía project". -¿Está usted bien?- Pregunta el colono. En su cabeza, brota un hilo de sangre, y va armado, con un rifle automático. 

Vera asiente, sin demostrar la mínima turbación ante el desmerecimiento de rango al que estaba siendo sometida.

- Interpreto las decisiones como deben interpretarse, señor: aceptándolas. Si se me requiere como psiquiatra, esa será la función que desempeñe - hace una ligera pausa - Pero tal como proveen al Sargento Gibbons de armas para su trabajo, yo necesito que me provean de información para el mío. Espero ser clara en ese sentido.

Los movimientos de la mujer son estables. No parece tener la menor prisa, a pesar que su rostro inteligente da a entender que sabe el ritmo al que se están moviendo las cosas en Terra Antiqua. Lo que ha dicho, puesto en la boca de otro, podría sonar pedante, desubicado, demandante o autoritario: pero de algún modo se las ingenia para anular toda esa carga de sus palabras. En realidad, parece ni siquiera haber hecho esfuerzo para que lo que dice se escuche de una manera tan suave y rutinaria a los oídos del General. Es indudable que Vera está acostumbrada a tratar con todo tipo de personas, pero sobre todo con superiores jerárquicos.

- Si existe una misión específica para mí respecto de alguno de mis asignados, podré desempeñarla mejor cuanto más rápido me la comuniquen - Vera le mira, y se pone más derecha luego de asentir - Si no tiene nada para decirme al respecto ahora, señor, me reuniré con mis compañeros para la misión extraoficial que nos ha asignado.

¿Eh? ¡No! ¡No! ¡Eso es falso! ¡Yo quería luchar! ¡Era joven y quería defender mi planeta! ¡Vosotros me empujasteis a esa chatarra voladora!

Yo no hui, me echaron, me mandaron al exilio. Me salvaron la vida. Pero es mi mundo, nunca he tenido otro planeta que no fuera el de mi niñez, jamás tuve otro hogar. No me gustan los planetas viejos porque ya pertenecen a alguien, el vacío no es de nadie. Yo pertenezco a un mundo extinto.

¡Un mundo que ellos destruyeron! -grito con rabia- ¡Yo no tengo la culpa de nada! ¡Y yo no quise irme! ¡Así que no me digas que os abandoné!

¿Qué estoy haciendo? ¿Con quién hablo? ¡Aquí no hay nadie! ¡Ese tío ya está muerto! Todos esos están muertos. Llevan treinta años muertos. No les hagas caso...Esto es nuevo para mí. Nunca he tenido alucinaciones, sin embargo esto parece muy real. Aunque está claro que no puede serlo.

Rechazo la mano ficticia y me incorporo yo solo del suelo, sin decir ni una sola palabra. Aseguro cada paso ante sd eapoyarlo por completo, en cualquier momento podría tropezar con algo real que no puedo ver. Después camino con los brazos extendidos, de una manera bastante cómica, buscando la pared del pasillo que yo no veo pero que tiene que estar ahí, pues es lo único real.

El colono mira al doctor, extrañado.

-¿Con quien habla?- Dijo, arqueando una ceja, y mirando alrededor. -¿Abandonar a quien? Venga, no se vuelva tarumba y ayude, Teniente. Hay muchos federales que matar.- El colono sonríe. Y de repente, ya no es un colono. De repente, es un soldado, un soldado de la federación. Armado con su equipo, equipado y listo. Se agacha, y le obliga a Borden a hacer lo mismo.

-¡Teniente! ¿Es que quiere que le vuelen la cabeza, señor?- Tras lanzarte al suelo, se levantó un poco del suelo, y disparó un par de veces, para luego agacharse. -Y bien, ¿Que hacemos, señor? Esperamos sus órdenes.- Al mirarse, Borden ya no es Alfred Borden. Según la identificación de su pecho, es Albert Newbäun, Teniente del tercer regimiento, cuarto batallón de la infantería de marina de la federación. Está en una trinchera, con diez soldados más, todos aguardando órdenes. 

que-qué es esto? quién es?... no puede ser, tiene que haber alguien... me detengo luego de escuchar la voz y vuelvo a comprobar si hay alguien a mis espaldas, el frio que sentía no era normal.

porq no hay nadie aquí? maldigo entre dientes a aquella mujer, le habia pedido algo con que comunicarse con ella en caso de que ocurriera un problema; pues ahora estaba en medio de lo que parecía un problema y me encontraba incomunicada....  me estremezco y continuo mi camino con paso más lento y cuidadoso, observando cada puerta y viendo hacia atrás constantemente

La alarma no se calla, y de nuevo insiste:

-Todo el personal civil, evacuen las áreas de servicio.-  

¿Qué? ¿Qué cojones? ¿Qué mierda de toxina puede hacer esto?

Siguiendo el consejo del individuo irreal agacho la cabeza, "por si acaso". Miro con cara de bobo mis manos y me toco la cara. Todo lo que noto es mío, y no lo recuerdo. Esto es algo increíble. Hasta cojonudo diría yo. Me golpeo la cabeza, como si intentase averiguar si tengo hueco el cerebro.

Vale, te seguiré el juego.

No me han dado -digo, como dando a entender que todo lo raro que he hecho era para asegurarme de que sigo vivo- ¿Qué tenemos delante? ¿Y detrás?

Mejor no preguntar más, no vaya a ser que la jodamos nada más cambiar de cuerpo. ¿Esto es Utopía?

-¿Que quien soy?- Dice la voz. Ahora adquiere un tono asexuado, algunas veces grave, otras agudo, como si variara de hombre a mujer, mientras habla. -Soy el que no quieres que sea, pero es. El que no debería estar, pero está. Aquél que es muchos.- Parece venir de todas partes, y de ninguna a la vez. El sistema de megafonia está apagado. De hecho, al observar, te das cuenta de que solo hay una pared, y un pasillo muy largo, sin puertas, ventanas, indicaciones... Al fondo, está oscuro, en ambos lados. 

-A la escoria de los colonos. Esos cabrones nos han rodeado. La flota tardará una hora en llegar, pero hasta entonces, tenemos que arreglárnoslas solos, mi Teniente.- Responde el soldado, mientras te ayuda a ponerte en pie y te da un arma, que recoge del suelo, aparentemente tuya.  

Agachándome como hacen ellos estudio MI situación, nos oy yo, porque me siento más joven y en forma. La intención es seguir el juego a esta alucinación extremadamente realista, así que le pego un puñetazo al suelo, lamentando el dolor. Para despejar dlas dudas de la gentuza de por aquí acompaño el movimiento de un: ¡Mierda! No muy convincente.

Esto es real, bueno, todo lo real que parece ser...¿si me matan aquí? ¿Muero?

Mi cabeza...No les llames escoria, que hasta hace poco eran de La Tierra, ¿vale? -idiota, tienes cara de mamón de cuartel, putos soldados- pero cabrones sí que son un rato. Soldado, ¿he tomado algo? No me siento bien.

Miro a mi alrededor, observando cómo nos estamos defendiendo de mi gente/mis enemigos.

Debemos mantener la posición. ¿Con qué nos disparan?

¡Zas! Algo asalta mi mente.

¡¿Cuáles son las órdenes de la Potemkin?!

-Señor... Teniente Garre, ¿Se encuentra bien?- Pregunta, extrañado, el suboficial. Te mira extrañado, y se acerca, mirándote. -Quizás los estimulantes... No le sentaron bien, señor.- Se gira, hacia la trinchera. 

-¡Spoony! Spoony, cariño, ven aquí. El Teniente no se encuentra bien, mira que puedes hacer.- Una chica joven se acerca, y asiente a las órdenes del suboficial mientras este vuelve de nuevo al combate. -La Potemkin nos evacuará en tres horas, señor, esas son sus órdenes.- Es lo último que te dice. La chica te examina, y de cerca, y entonces te quedas helado. Es joven, si, bastante más desde la última vez que la has visto. Es la directora Widerspoon, tendrá unos 15 o 16 años. Parece tan perdida como tu. 

¿Qué estimulantes? Yo he tomado una aspirina -ah no, ostia eso ha sido en la otra vida- ¡Mierda de día! Que nadie asome la cabeza, y no disparen a lo loco. Sólo mantenedlos alejados. Ya están muertos...

Es una cría, y sin embargo es ella, ¿qué hace aquí? Si esto es real...si esto ocurrió me debe una explicación. No, esto no puede ser real, ¿viajar en el tiempo? ¿Recuerdos de otra persona? No, esto ha de ser una alucinación, una de las buenas, mejor que cuando se me va la mano con las pastillas. He metido a Widespoon en la alucinación, tal vez el culo de Vera también esté por aquí. ¿Cómo averiguar? ¿Un pellizco? Demasiado simple...

Despacio acerco la mano izquierda a mi pierna y me doy un pellizco.

 Algo aturdido salgo de la habitación buscando la zona de seguridad....

La joven, muy joven Widerspoon se saca una linterna del bolsillo, y te examina las pupilas. Sin embargo, lo de la aspirina, y ahora el pellizco en la pierna, hace que la joven se extrañe. Mira de reojo a los soldados, que luchan de forma desesperada en la trinchera. No os ven. Se muerde un labio, dudando, hasta que ves que asiente con la cabeza y se acerca a ti. 

-¿Estaba usted en el espaciopuerto de Prima Porta hace unos segundos?- Susurra, metiendo la mano en un botiquín que tiene en su cintura, sacando un bote de pastillas, disimulando. 

Sales de la habitación y avanzas, palpando las paredes, con algo de inseguridad. A los pocos metros, te das cuenta de que estás solo, en un pasillo que por más que caminas, no parece tener puertas, ventanas o aperturas de ningún tipo. Al poco, sientes un pinchazo en la nuca, frío, helado, como su un témpano de hielo tocara el cuello.

-¡Maldita sea!- Oyes, como un eco, por todo el pasillo. Siguen sin haber nadie, salvo tu. -Decepción... Es cuanto puedo esperar de ti...- De nuevo esa voz, distorsionada, grave, y hasta cierto punto, familiar.  

Sigo corriendo por el pasillo mas rapido si puedo y pregunto: quien hay ahi? que quieres?

Al escuchara aquella voz nuevamente me cubro los oídos asustada, Que es esto?, todo tiene una explicación, no puedo estarme volviendo loca, pero el pasillo... miro nuevamente hacia atrás y me pego de la pared para continuar caminando hacia delante.

Dónde están todos?... mi voz era débil, casi un susuroo, sentía el contacto con la pared como si fuera lo único que me mantuviera en pie.

De repente, caigo en la cuenta de mi estado, aterrada, desvaneciendome, entregandome; sin pensarlo echo a correr con todas mis fuerzas, tenia que haber una salida.