Bea se armó de valor, emprendió la carrera y trató de llegar a la cabina del camión.
Su idea era evidentemente subir sin que los zombies la agarraran, cerrar la puerta subir la ventanilla y bajar los seguros. Una vez en el interior, podría decir que estaba a salvo. Al menos en parte. Si a Rafa le daba por que las cosas les salieran bien y arrancaba el vehículo mucho mejor.
Pincho estaba muerto y Claudia lo estaría. Toño sería un jodido héroe y bueno... ella y Rafa sa salvarían con el niño. Si es que no tenía que utilizar al niño como carnaza en su carrera por salvar la vida. De los tres chicos, se había quedado con el más feo para repoblar España, aunque con un tijeretazo aquí, algo de cera allá y un poco de laca... quizás Rafa no estuviera tan mal al fin y al cabo...
Y fue a gritar algo como: "¡Vamos, vamos!", pero prefirió no hacerlo... por eso de no llamar la atención de los comecerebros. Si Toño tenía éxito y el resto de si-vivos salían del caminón de forma desordenada y a la carrera, crearían la distracción necesaria para que ellos pudieran huir abordo del camión.
- Alea iacta est... - Pensó Bea, sin saber muy bien porqué, aunque eso era algo que decía su tío militroncho en situaciones en las que todo parecía estar predestinado... o algo así.
Motivo: Correr a la cabina, entrar, subir ventanilla y poner seguros
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+5)=9 [4]
Motivo: Repito gasto PS rata escurridiza
Tirada: 1d20
Resultado: 7(+5)=12 [7]
No era justo, no lo era. Ella había salvado a sus amigos en una loca carrera, desesperada, llevándose por delante personas y zombis. Personas, vale, por una buena razón. Aparte que no eran italianos, no eran de su sangre, sino putos españoles subnormales medio gilipollas.
Como el cabrón del Pincho, que ya se olía Claudia que quería comerle el coño desde la adolescencia, cuando le desaparecieron las bragas en aquel río de la sierra y la cara de pervertido de Javi lo decía todo.
Y ahora le comía la pierna.
-¡Sei un gran figlio di puttana, Pincho!
Chichaba, posesa, mientras se arrastraba hacia atrás, lloraba y se sorbía los mocos. Era consciente que iba a palmarla.
-¡Fatto la cacca sui tuoi parenti morti, bastardo di merda!
El mundo se desvanecía a su alrededor, los gritos desaparecían, la gente ya no estaba. Solo un frío intenso y una oscuridad que la acechaba como un sudario y un manto de la muerte cercana.
-¡Tonino! -gritó con sus últimas fuerzas- Non dejes trasformare! Dispárame en la testa!!
Peliculero un montón. ¡Pero no estoy satisfecho!
:-P
¡¡¡BLAM!!!
El estallido sonó ensordecedor sobre el aullido de vivos y el gemido de los muertos. La bala entró por un ojo de Pincho y le voló la parte trasera de la cabeza, haciendo que su melena de león diera una sacudida. El zombie del macarra dio un último empujón espasmódico con la pelvis, exhaló un extraño gemido que parecía de placer y se quedó inerte. Claudia, todavía con su mochila puesta llena de cosas y sin dejar de chillar y llorar e insultar, pateó el cadáver del guarro de su difunto amigo para quitárselo de encima y se arrastró de culo hacia una esquina, dejando un reguero de sangre de su pierna destrozada. Si nadie le cortaba la hemorragia, moriría desangrada.
Los supervivientes que se apiñaban al fondo del camión reaccionaron a las palabras de autoridad y el valor guardiacivilesco de don Antonio Romero. La mayoría buscaron la salida de la lona rajada, unos apretándose para salir y otros tirando con las manos para abrirla más. Pero unos pocos de valientes inspirados por el liderazgo de Toño —o desesperados porque no veían una salida clara— se arrimaron a Toño dispuestos a echarle una mano.
Mientras los que iban saliendo echaban a correr o eran atrapados por los muertos de fuera, Toño y los otros se liaron a patadas y empujones con los muertos, echándolos fuera del camión. Las manos muertas intentaban arañar a Toño, y le agarraban de la camiseta, pero el guardia civil se zafaba una y otra vez con habilidad profesional, como si se enfrentase a una panda de manifestantes hippies revoltosos a los que había que dar una buena dosis de violencia de Estado, dando culatazos con la pistola y empujones por igual, escapando por los pelos de mordiscos que chasqueaban al aire.
Uno de los que ayudaban a Toño, un chaval al que le empezaba a salir el bigote, se asomó para pisarle los dedos a un muerto que se agarraba a la chapa del camión, cuando justo otro salió y lo agarró de la camiseta, haciéndole caer sobre la masa de zombis que le esperaba en el asfalto.
—¡Josete, no!— aulló otro superviviente que ayudaba, otro mozo que debía ser su amigo.
El camión arrancó con un rugido. Rafa, que tenía experiencia llevando camiones, estaba en su salsa. Los muertos fueron atraídos por el ruido y rodearon el camión, golpeando con sus manos la chapa, pero Rafa hizo maniobrar el camión con pericia para salir de allí y bien les pasó por encima o los dejó atrás. Atrás también quedaron el resto de supervivientes que habían conseguido salir, como la mujer de Paco. Gritaban para volver a subirse al camión, o porque se los estaban comiendo vivos. Difícil de saber, y Rafa no se paró para comprobarlo.
El niño de Bea se había despertado y lloraba como un descosido dentro de la cabina, con todo el caos de gritos que se había montado. Vaya viaje les iba a dar. Esto de repoblar el planeta con niños era un verdadero rollazo. Y encima con Rafa, que no cumplía sus exigentes estándares de belleza masculina. Se consolaba con eso que decían de que "de padres feos, hijos guapos", pero sonaba a leyenda urbana. Además, ella no era fea para nada.
En la parte trasera del camión os zarandeabais de un lado a otro con cada giro que trazaba Rafa para esquivar coches y otros obstáculos hasta que enfiló la carretera. Sólo habían quedado allí Toño, Claudia, el amigo de Josete y una señora gruesa con aspecto de maruja que llevaba un delantal sucio de Carnicería Hermanos Ruiz. Las luces y los gritos del puesto de control fueron quedando atrás, cada vez más lejos.
Sin la luz de los focos del puesto militar apenas se veía, pero el cielo empezaba a aclararse con ese color gris sucio previo al amanecer. Entonces, por encima del rugido del motor, del golpeteo de las lonas, del traqueteo y de la adrenalina que cedía, Toño escuchó la respiración acelerada y superficial de la pobre Claudia en un rincón. Sollozaba débilmente.
Motivo: Reyerta con los zombis (ataque a Toño)
Tirada: 1d20
Dificultad: 13+
Resultado: 4(+1)=5 (Fracaso) [4]
El puto Toño es que además tiene suerte cuando le atacan xD. Le hubieran atacado con ventaja, por cierto, pero a gracias a invocar el poder del rey, del orden y la ley, consigue que le ayuden y no le rodeen, así que le anula la ventaja a los zombos. Terminamos así el combate porque pa qué más, si ha quedado demostrado que es un zombie killer xD
¡¡¡Último post para terminar antes del cierre!!! :)
El camión traqueteó pasando por encima de los zombis hasta que salió del campamento militar y enfiló la carretera. El amanecer no tardaría en salir por el horizonte. Algo de claridad se avistaba por la parte de atrás del camión. Junto a mi, un par de personas se agarraban a donde podían para no trastabillar. En el fondo del camión, Claudia, herida de muerte, sollozaba de pena. Un mal kiki, o una mala elección al elegir a su hombre. La pierna destrozada sangraba profusamente. Si me hubiera elegido a mi, seguramente estaría de una pieza. Eché una última mirada al lejano campamento, del cuál aún salía algún estremecedor grito de agonía. Esperaba que algunas personas hubieran podido escapar de allí con vida. Me giré a lo John Wayne y avancé hacia mi amiga con serenidad. Me agaché y observé sus graves heridas.
-"Tranquila Claudia, no sufrirás." Le dije, apuntándola con la pipa.
Fueron segundos de tensión. Estaba jodida, a punto de morir y de convertirse en otro zombi. Hace escasos minutos tuve que hacer lo mismo con el Pincho, pero ese era un desecho ya. Esto era diferente. Había que disparar a una persona viva. Inhumano, pero a la vez humano. Quitar la vida para que no volviera no muerta. Suspiré profundamente. Los sesos del Pincho estaban por toda la lona y su cuerpo en el suelo. Tragué saliva, le eché cojones al asunto y fui a apretar el gatillo. Pero en el último segundo me eché atrás. Con rapidez, me giré a los dos supervivientes.
-"¡Vamos, hostias, no os quedéis mirando! Ayudarme a taponar la hemorragia. Seguramente en el camión haya un botiquín. Preguntarles a los de la cabina." Les conminé, haciendo aspavientos con la mano en la que sujetaba la pipa.
Si lográbamos estabilizarla, tal vez, y solo tal vez, sobreviviera lo suficiente como para que ella tomara su propia decisión.
-"Voy a tratar de taponar la herida. Necesito tus indicaciones para que lo haga bien, oíste. Claudia, no llores, por favor. Intenta centrarte. Nunca te lo había dicho, pero siempre me has molado mogollón." Le solté, sin previo aviso.
Una vez dicho lo que sentía por ella, me puse manos a la acción. En unos minutos sabría si le había salvado o no. Por si acaso, la pipa la guardé en la parte de atrás del pantalón, lista para usarse en caso necesario. Juraría que quedaba una única bala en la recámara. ¡Solo una! Y esa bala no tenía nombre... ¿O sí?
Tirada oculta
Motivo: Ayudar a Claudia
Tirada: 1d20
Resultado: 3 [3]
Dejo una tirada a pelo, sin modificadores, porque no sé qué usar o sumar. Súmale tú lo que consideres, Barracuda.
La pongo en oculto para darle más tensión al asunto.
- ¡Yuhuuu! - Gritó eufórica Bea. - ¡Lo hemos conseguido! - Sonrió.
Cogió a Rafa de las carrilleras y le dio un buen morreo durante unos segundos. El bebé, que no dejaba de llorar, quedó por un momento atrapato entre el pecho del conductor y los prominentes senos de su nueva ¿madre? El camión se desvió hacia un cosatado, punto de salir de la carretera hacia el arcén. Quedaro a centímetros de salirse de la vía, volcar y vete tu a saber que más, pero Beatriz le soltó justo en el último instante. Rafa dio un volantazo y pudo enderezar la marcha a tiempo.
- ¡Joder Rafa, atento a la carretera! - Le gritó. - Tío, pensaba que eras un super conductor. - Soltó una carcajada. - Luego, cuando te pille... - Se mordió el labio. - Primero arreglaré esas greñas y después... - Le agarró el muslo con fuerza. - ¡No te me escapas!
Si, Bea estaba desatada. Habían sobrevivido a una invasión zombie, aunque no sabía por cuanto tiempo. En cualquier momento, todo podía acabarse, por lo que ahora más que nunca, había decidido aprovechar la vida y no postergar más ninguno de sus sueños y ambiciones. Para empezar, cogería a Rafa y lo estrujaría hasta que no quedase nada... haría que se arrepintiera de no haber sucumbido a los muertos vivientes... o quizás le gustase y todo...
Sólo el prólogo de una hipotética segunda parte lo diría... así que, queridos televidentes, si queréis segunda parte, apoyad este film...
- FIN -
Al final hasta habían tenido suerte, el camión tenía las llaves puestas, en un momento arranco, y el ruido hizo que aquello se llenara de zombis. Pero no dudo en atropellar a alguno que otro, ya que tenían que salir de allí. Miro por el retrovisor, y respiro aliviado al comprobar que tanto Toño como Claudia no estaban en el suelo, aun estarían en la parte trasera del camión. Por los tiros que había escuchado el Toño había limpiado la parte de atrás. Así que se dirigió a la carretera y en un momento con el asfalto bajo las ruedas, piso el acelerador y puso distancia con aquel campamento de mierda que a punto había estado de costarles la vida a todos. Al pobre Pincho, si, una pena, pero la verdad es que estaba bastante perjudicado por las drogas y la mala vida. Aun así, una pena perder a un amigo de la infancia.
Luego el chaval comenzó a berrear de nuevo, y pensaba que se iba a quedar sordo. Pero lo que casi acaba con la huida de golpe, fue un beso de la Bea, que casi le hizo perder el control del camión. Al final, logro enderezarlo sin mayores contratiempos, se notaban los años de repartidor, con camiones de mierda que casi se caían de medio lado en sitios llanos. Aquel trasto andaba bastante mejor que la mayoría de los que le tocaban conducir un montón de horas al día.
-Joder Bea, que casi nos la pegamos.- La verdad es que aunque un poco loca, la Bea estaba bastante buena, y porque la situación no les permitía parar allí mismo, que por ganas no fue que no se le echo encima. Lo de salir vivo de milagro en un mundo que se desmoronaba ante sus ojos, les hacía vivir de forma más intensa todo.
-Mira a ver si logras que se calme un poco el niño, que menudos pulmones que tiene el chavalín, como siga así en un rato nos quedamos sordos.- No sabía a donde ir, miro el indicador de combustible, y estaba lleno, por lo que podían poner tierra de por medio, pero tampoco sabían lo que estaba pasando en el resto del país, y aquello se estaba extendiendo a gran velocidad. No quería ni pensar que todo estuviese así, lleno de zombis, sería una verdadera mierda de mundo.
Se dedico a conducir vigilando bien cualquier movimiento en la carretera, viendo como poco a poco se iba acercando el amanecer. A ver que era lo que les deparaba aquel nuevo día.
Claudia no dudaba de que Toño le reventase la cabeza. Debía hacerlo, ella era una puta zorra italiana que se había cargado a muchos buenos españoles.
Gimoteaba, perdiendo sangre y vida.
-Porca miseria… -susurró, al borde del desmayo.
Cerró los ojos. Estaba segura de que no sentiría nada. Pasaron los segundos. Nada.
Abrió un ojo. Vio la mirada aterrada de su amigo, su cara sudorosa, su respiración ansiosa. Le acarició una mejilla y le regaló una última sonrisa triste.
-Avanti, ragazzo.
Pero Tonino hizo lo contrario. Tal vez fue por el repentino vaivén del camión a un lado y otro, bandazos brutales que arrancaron más gritos de dolor de su garganta.
-¡Ahhhhgggg! Figlio de la gran puttanaaa!!
La cara borrosa de su amigo se desdibujaba en un niebla de sangre.
-En la mia mochila, il kit di pronto soccorso…
Motivo: Indicaciones a Toño
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+3)=5 [2]
Motivo: Indicaciones a Toño
Tirada: 1d20
Resultado: 7(+3)=10 [7]
He lanzado dos veces por ventaja. No se si se aplicará. Bonitos resultados XD
Los dos supervivientes se acercaron a la pareja sin saber muy bien qué hacer. La señora de la carnicería se sentó al lado y la agarró de la mano, mientras que el chico, con gruesas gafas de pasta que le daban un aire de empollón, se pasaba las manos por la cabeza diciendo "joder tío, joder tío", bastante nervioso.
Claudia se quitó la mochila con un gesto de dolor, y Toño sacó de ella un pequeño neceser con cosas de primeros auxilios que la muchacha siempre llevaba encima. 'Kit di pronto soccorso", levaba escrito con rotulador indeleble y la redondeada y bonita letra de Claudia. En la cremallera del neceser colgaba un llavero de goma de Snoopy vestido de enfermero.
El guardia civil sacó las gasas, y las fue metiendo en la herida, como indicaba Claudia. Presionó fuerte, como indicaba Claudia. La joven estudiante gritaba de dolor y se agarraba a Toño. Pero en realidad cada vez dolía menos. Su latido cada vez era más lento, y los ruidos y la voz de su amigo se fueron alejando, alejando, alejando...
Lo último que Claudia vio, antes de desvanecerse, fue la cara de Tonino.
Antonio notó enseguida que se quedó helada. Comprobó el pulso. Una vez. Se aseguró. Nada. La pistola pesaba mucho en la parte trasera de sus bermudas, y de pronto pareció que pesaba mucho más.
En la cabina, Beatriz ya estaba sin filtros del todo, mientras que Rafa se debatía entre los pensamientos de querer zumbarse a la Bea y que como todo estuviera igual de mal, lleno de muertos y todo, pues vaya mierda de todo. Lo que le llevaba al primer pensamiento, porque, ya que se iba todo al carajo...
El cielo cada vez estaba más claro, y se empezó a ver una gran nube oscura en el horizonte. No, una nube no. Era humo. Humo negro. En el horizonte aparecieron los edificios de Alicante. Un gran incendio se propagaba entre los bloques. Una explosión lejana cuando estalló una gasolinera. Habría que buscar otro camino, o meterse de lleno en la ciudad en llamas y, muy posiblemente, más muertos...
Un rayo de luz naranja se reflejó en el retrovisor. Detrás, en la caja del camión, el sol iluminó la sangre, el cadáver de Pincho zarandeándose de un lado a otro con la misma cara de imbécil que tenía en vida, pero con un tiro en la cara, lo que no mejoraba mucho su aspecto. También los rostros cansados y sucios de los tres supervivientes. Y el rostro pálido sin vida de Claudia, aún sentada sobre un enorme charco de sangre, con la espalda apoyada, moviéndose inerte con cada bache que cogía el camión.
Pero de pronto la enfermera que aún no lo era, y que no lo sería nunca, abrió los ojos. Miró a Tonino con ojos vidriosos, sin vida.
Hacía calor. Mucho calor. Un calor húmedo y pegajoso aunque todavía fuera por la mañana. El viento caliente olía a plástico quemado.
Así empezó el día en la N-340, dirección Alicante. La noche ya lo fue, y aquel amanecer, al parecer, también sería de los muertos.
- FIN -
Tirada oculta
Motivo: Ventaja primeros auxilios
Tirada: 1d20
Dificultad: 14+
Resultado: 5(-1)=4 (Fracaso) [5]
La verdad es que sentía frío. Por dentro y por fuera. Un puto frío helado que mordía sus huesos y su carne.
La italiana abrió los ojos, el mundo se veía y sentía borroso. Por el amanecer, seguramente. El vago recuerdo de su herida en la pierna y una memoria casi perdida de sus amigos le pulsaba en el cerebro.
Pero, joder, no le dolía nada. No es que se encontrase bien, desde luego, entre el frío y el resacón que arrastraba, lo único que consiguió emitir su garganta fue como un gruñido raro y rasposo.
Joder, no era ella, lo más seguro que el crío robado salvado.
Babeó un poco oliendo la carne del lechón en algún lugar cercano.
Se puso en pie, como si le hubiese pasado por encima un autobús o bailase un twist.
Otro gruñido.
Vio a los ojipláticos trozos de carne que la miraban aterrados. Y… ¿Tonino? , echando mano a la pistola.
Sería una spaguetti pero no idiota. Vale, ahora lo era bastante, y la cosa iba a empeorar. Comprendió con el último trocito de neurona que le quedaba y no quería masticar gente.
“Coño, que soy una puta muerta viviente”.
Le atizó una patada al saco de merda del Pincho con intención de tirarlo fuera del camión. Luego, avanzó para saltar ella también.
-Arrivederci… -se despidió. O tal vez solo lo imaginó en su gruñido y en su lágrima solitaria.