Partida Rol por web

Al principio lo frustró la dificultad de la lectura, pero luego, poco a poco, fue sumergiéndose en ella y comprendiendo la vital importancia del cetro.  Llegó a cuestionar la decisión de Sergol y se preguntó por qué el dragón había permitido que los magos de Barataria lo tuviesen.  ¿Qué pasaría se lograban descubrir la palabra de poder? o peor aún ¿Qué pasaría si hubiesen podido replicar de forma alguna los poderes del cetro?  Su corazón palpitaba con sólo imaginar lo que podría llegar a suceder, su orden, los caballeros dragón y los propios dragones podrían ser destruidos con total facilidad.

El peso de la responsabilidad cayó sobre él y le oprimió el pecho, era mucho más de lo que esperaba, mucho más de lo que creía merecer.  ¿Y si lo perdía? ¿Y si le robaban el cetro?  Alejó las dudas con un movimiento de su cabeza, no, no permitiría jamás que algo así sucediese y si pasaba no se detendría hasta recuperar la reliquia.  Deseaba que Sergol les hubiese dado sólo un fragmento del cetro, pero por lo que entendió de las palabras del dragón, los magos de la torre lo tenían completo.  Abrumado por la importancia de la tarea cerró el libro y se dirigió al bibliotecario.

-Lentor, necesito el libro- dijo con algo de urgencia -Debo partir, pero las historias que hay en él me han fascinado, todavía no entiendo como las olvidé.  ¿Me permitirías llevarlo en mi viaje?  Prometo devolverlo intacto, iré a Barataria a ver a mis padres, pero volveré pronto.  Su lengua es difícil de leer, pero sus palabras me han cautivado y me resulta difícil dejarlo para que vuelva a cubrirse de polvo-

- Mmmm... no se yo si es buena idea dejar que te lo lleves - responde el bibliotecario frunciendo el ceño - Y más aún si te vas a ir de viaje. ¡A Barataria, nada menos! Eso no está aquí al lado, precisamente... Tendrás que dejar algún tipo de seguro... - el viejo se queda callado, mientras parece estar haciendo cálculos mentales - 50 monedas de oro como concepto de fianza. Si vuelves con el libro intacto podrás recuperar tu dinero.

Ixen desconocía si aquella práctica era correcta o si el bibliotecario lo estaba timando. -Veo que la marea del tiempo no sólo devoró conocimientos, también parece haberse tragado el valor de la palabra, aunque esta sea de un Caballero.  Esta bien Lentor.  Pagaré el dinero que pides- dijo rebuscando las monedas en la bolsa que pendía de su cinturón -Prepara el recibo mientras cuento las monedas- agregó.

- Por supuesto que me fío de su palabra, joven caballero. De no ser así, no le dejaría llevárselo... - te responde el bibliotecario extendiéndote un recibo como que has sacado un libro de la biblioteca y has dejado una cantidad de 50 monedas de oro en concepto de fianza - pero si algo malo te pasara y el libro se perdiera... la biblioteca perdería un ejemplar muy valioso y eso no podemos permitirlo - después recoge las monedas que le vas dejando, las mete en un saco y lo guarda en un cajón - Espero que su viaje hasta Barataria sea lo más placentero posible y esté libre de peligros. ¡Que Bahamuth guíe tus pasos, joven Caballero del Dragón! - el anciano bibliotecario hace una reverencia al despedirse de ti.

-Entiendo- respondió a Lentor -Gracias por tu tiempo y por compartir conmigo este trozo de sabiduría.  Procuraré llegue intacto de nuevo a tus manos.  Ahora si me disculpas quisiera terminar los preparativos de mi viaje.  Estoy ansioso por ver a mis padres de nuevo- La mejor forma de mentir era no tener que hacerlo, Ixen no podía revelar los motivos que lo ponían en marcha, pero si podía contar que extrañaba a sus padres y que iría a visitarlos cosa que era completamente cierta.  Al dejar la biblioteca preparó sus cosas y cuando ya estuvo listo llamó a Thurkear para así presentarse ante el Caballero Comandante Johann Heisemberg, tal y como Sergol había dicho

Cuando sales de la biblioteca te diriges al patio de armas, a los pies de la Torre Nidal y con una simple orden mental llamas a Thurkear. Tu compañero baja volando desde las alturas y aterriza a tu lado. Juntos os dirigís hacia la sala de mando, el despacho del Caballero Comandante Johann Heisemberg. El comandante es un humano que roza la cincuentena de edad, con el pelo canoso y corto y una mirada fría y azul como el hielo. Cuando apareces por la puerta de su despacho, el hombre se levanta de su asiento y se cuadra ante ti, en una pose de saludo militar.

- Caballero Ixen Sepa, bienvenido. Le estaba esperando. Por favor, pase y cierre la puerta - ordena Heisemberg.

-Un libro y cincuenta monedillas menos- le dice a su compañero en cuanto este se para a su lado -Visitar a mis padres me va a salir bastante caro-

Caminaron hasta la sala donde el Caballero Comandante los esperaba, Ixen devolvió el saludo y obedeció cerrando la puerta tras él.  Se sentía intrigado.  ¿A caso tendrían otra tarea para él?

Te invita a tomar asiento en una silla, delante de su enorme mesa de madera pulida y adornada en las esquinas con cabezas de dragones. Thurkear se acomoda a tu lado mientras Johann empieza a hablar.

- Si estás aquí, es que sin duda alguna ya has sido informado de tu próxima misión por el mismísimo Sergol - afirma tajante clavando sus ojos azules y fríos como el hielo en ti - Quiero que sepas que no apruebo la decisión del Gran Ancestro, pero Sergol tiene sus propias razones para confiar una tarea tan importante a una sola persona y yo no soy quién para contradecir una orden directa del Ancestro - Heinsemberg se saca una pequeña cadena que lleva colgada al cuello y de la que pende una llave. Utiliza dicha llave para abrir un cajón de su mesa y sacar de su interior una carta sellada - Esta carta es lo que debes entregar personalmente al Consejo de Ancianos de Barataria - hace especial hincapié en personalmente - Y como ya te habrá informado Sergol, eres el único y repito, el u-ni-co Caballero del Dragón, a parte de mi, que debe tener esta información. No puedes compartirla con nadie de la Orden, ¿he sido suficientemente claro?

Se removió inquieto ante las palabras del comandante, no había dicho nada, pero sabía que había hablado de más en la torre Nidal.  Bufó molesto, el podía decir cuanto quisiera a sus hermanos, era un dragón, ni siquiera tendría por qué rendirle cuantas a aquel humano.  Se acomodó nuevamente en su lugar y cerró sus ojos mientras se mantuvo pendiente de la conversación.

La actitud de su compañero lo intrigó, pero no le prestó mayor importancia, Jhoann estaba hablando y era importante escuchar sus palabras.

-Nadie sabe ni sabrá de esto, aunque Sergol me autorizo a contratar mercenarios, intentaré hacerlo sólo con Thurkear.  Antes de venir aquí estuve en la biblioteca recopilando algo de información sobre el encargo del Ancestro.  Le dije a Lentor que iría a Barataria, pero que lo haría para visitar a mis padres ya que desde que comenzó mi instrucción no los he vuelto a ver.  Cosa que por otro lado no es del todo falsa- volvió a mirar a su compañero que ahora reposaba con los ojos cerrados -Algo escondes- le dijo mentalmente y luego continuó hablando con su Capitán -Pensaba partir en cuanto terminase de preparar el equipo y la comida para el viaje- dijo esperando el visto bueno de Jhoann o, por el contrario, algún comentario al respecto

El Caballero Comandante clava su fría mirada en ti otra vez - Así que Lentor sabe que viajas a Barataria - El hombre se queda pensativo por un momento - Bueno, ese viejo bibliotecario termina olvidando ese tipo de detalles - dice finalmente tras lanzar un suspiro - Esta bien, entonces partirás en cuanto tengas todo lo necesario para emprender la marcha. Si Sergol te ha dado permiso para contratar a algún mercenario, es posible que necesites de sus servicios - Heisemberg rebusca entre su cajón nuevamente y saca una pequeña bolsa de cuero tintineante - Aquí tienes dinero suficiente para contratar a un mercenario. Te sugiero que lo busques en alguna de las tabernas de la ciudad de Thamasa. Esa villa te pilla de camino y es la última parada antes de adentrarte en el bosque de Midgard.

El Caballero Comandante se levanta nuevamente de su asiento y se cuadra ante ti - Si no necesitas nada más, puedes irte, caballero.

Tomó la bolsa de dinero, agradeció y se cuadró ante su comandante devolviendo el saludo.  Partirían cuanto antes, pero no contrataría ningún mercenario de momento, quizás lo hiciera cuando estuviera de regreso, pero llegar a Barataria acompañado de una espada alquilada levantaría sospechas.  Era cierto que viajar en grupo era mucho mejor que hacerlo en solitario por lo que pensó quizás en ofrecer sus servicios a algún mercader que realizase el viaje desde el poblado de Thamasa hasta Barataria.

-Thurkear.  Vamos- dijo a su compañero -Quiero partir cuanto antes-

Una vez estuvieron fuera y se hubieron alejado preguntó al dragón -¿Qué pasa contigo?  Estabas raro allí dentro-

-Nada- respondió con sequedad -Y no necesitamos contratar los servicios de nadie.  Podemos con esto solos-

Ixen meneó la cabeza -Debes aprender algo de humildad mi buen Thurkear.  Un día tu terquedad y soberbia van a meternos en un buen aprieto- respondió -Ahora vamos a preparar todo y marchemos cuanto antes-

Tras hacer el equipaje con todo lo que te hace falta, te acercas junto a Thurkear hasta las puertas de la ciudad. Normalmente permanecen cerradas y ese momento no era una excepción. Los guardias te reconocen enseguida como Caballero del Dragón y dan la orden de abrir las puertas.

Con un pesado y sonoro crujido, las puertas de cinco metros de altura y tres de espesor, echas de obsidiana pura, comienzan a abrirse lentamente. Una suave brisa caliente cargada de polvo se cuela por la apertura y te azota en la cara al salir. Ante ti se extiende un basto horizonte semi-desértico. Viajando hacia el sur durante un par de días, todo rastro de la escasa vegetación que rodea la ciudad de Luna Negra se extingue y da paso al Gran Desierto de Shai-Khan.

Pero tus pasos por suerte se dirigen hacia el norte. La Garganta del Infierno es una cordillera extensa que actúa como frontera natural y para poder dirigirte ha Barataria tendrás que atravesarla. Ante ti se abren dos caminos, dos rutas comúnmente utilizadas por comerciantes y viajeros que desean entrar o salir de Luna Negra.

Hacia el este, la la ruta que atraviesa las escarpadas montañas y pasa por la ciudad enana de Khaz'Arghtan, también conocida como Salón de Veraplata en la lengua común. Es una ruta peligrosa pero debido a los peligros que habitan en las montañas: tribus de orcos, goblins, kobolds y grandes animales montañeses, pero a cambio el camino es más corto.

Hacia el oeste, la ruta de la Seda, un camino a las faldas de las montañas que conecta Luna Negra con la villa de Trentos, a orillas del Gran Lago del Reposo del Dragón. Esta ruta suele estar vigilada por patrullas del reino de Shereda pero es más larga y una vez en Trentos, tendrías que coger una embarcación para atravesar el lago hacia el norte...

Ixen avanzó junto a su dragón, a paso lento pero regular, no tenía sentido forzar la marcha y gastar más fuerzas de las debidas.  Agradeció no tener que avanzar por el desierto y siguió la ruta hasta que esta se dividió.  Ante él se planteaba una elección y dudó unos segundos antes de elegir el camino.  Las montañas le atraían, no porque el viaje fuese más corto, sino porque implicaba aventura y de eso estaban ávidos los dos.  Sin embargo cargaba ahora con un tesoro, una joya a la que había prometido salvaguardar y seguir por las montañas arriesgaría más aún el libro, además la ruta de la seda era más larga, lo que significaba más tiempo para leer.

-Vamos Thurkear, evitaremos las montañas esta vez-

¿Evitar las montañas?  ¿A caso Ixen se había vuelto loco? No, eso no podía hacerse, tenían que ir por las montañas, no podían no hacerlo, era el camino más corto y además podían llegar a encontrarse con orcos y otras bestias.  Debían ir por la ruta del este.

-No- dijo con un vozarrón autoritario. –No aceptaré seguir hacia el oeste.  Esta es la ruta que quiero transitar- dijo clavando su mirada en la montaña.

Otra vez la cabezonería de Thurkear se hacía notar.  –No empecemos Thur- dijo en tono cariñoso –Si otra fuera la ocasión estaría más que complacido de seguir esa senda.  Pero Lentor me prestó un libro y no quiero arruinarlo.  Esa ruta es más larga, pero también es menos peligrosa-

Los ojos de Thrukear se abrieron.  ¿De verdad Ixen se negaba a marchar para cuidar un libro? –Por favor Ixen.  Soy un dragón y tú un caballero dragón.  ¿A caso crees que algo de lo que hay allí puede significar un peligro para nosotros?-

Sonrió ante las palabras del dragón –De seguro ninguna lo será para ti querido amigo, pero yo no soy tan fuerte como un dragón y el libro lo es mucho menos.  Anda, consiénteme esta vez y estaré en deuda contigo-