Partida Rol por web

El sol había ya dejado atrás el zenit, el viento era tranquilo y el clima no tan frío como en el día anterior. Era el día tras la batalla, y allí se encontraban los héroes de ambos clanes, en un terreno neutral, acompañados por unos cuantos guerreros de confianza y listos para dialogar. Un emisario del clan Rotensnö había llegado aquella madrugada hasta el campamento improvisado en tierra de nadie que los miembros del clan Lávidr habían levantado. Sus palabras fueron cortas y claras, los lideres del clan Rotensnö deseaban hablar con ellos con la intensión de hacer un pacto de mutua conveniencia. No estaban claras sus intenciones, pero dado que en el clan Lávidr había también cierta intención de hablar, la situación se dio con mucha mas facilidad de lo que todos habrían esperado. Aunque claro, cuatro miembros del clan Lávidr habían muerto, y eso no era algo que se olvidará fácilmente, como bien sabían Embla y su esposo Bjorn, por ello de momento buscaron traer consigo a aquella reunión a aquellos con mayor temple y con mas ánimos de dialogar, aunque claro, uno nunca sabía que esperar.

La forma final que habría de tomar aquel dolor, dependería en gran medida de aquella reunión, si las cosas salían mal, sería difícil que no se matasen entre ellos hasta que solo quedase un clan, tal como quizá deseaba Jeknir. Pero si tenían la suficiente prudencia, y lograban un acuerdo, ambos clanes habrían de salir muy beneficiados, pues solos eran pocos para presentarse ante Jeknir, pero juntos, su demanda sería mucho mas fuerte, e inesperada.

A la cabeza y centro de ambos clanes estaban los lideres humanos de ambos, por parte del clan Lávidr, se presentaron Embla y Bjorn, ambos esposos y fundadores del clan; por parte del clan Rotensnö estaban los tres lideres de las tres familias fundadoras del clan, Jendalos, Erik y Hvit. Por su parte cada clan contaba con Varls, y entre los lideres clan Rotensnö figuraban Einar con su gran espada, y Troknir, mientras que en el clan Lávidr se podía ver a los hermanos Absjörn y Wulfrig. Entre ellos se encontraba también un Horseborn, que de hecho era mujer y su nombre era Islab. Aquellas criaturas eran en general mitos para muchos de los pobladores de aquel reino, mientras que para la gente del oeste, eran mas bien difíciles de encontrar, pues solían habitar en su propio dominio, al sur del mundo conocido por los hombres.

Finalmente una tensión clara se presentaba entre los últimos miembros por presentarse de cada clan, y es que estos dos ya se conocían, y ambos eran Menders. EL primero de ellos y de mayor edad, era Niklas, quien fue enviado por el concilio e Manaharr para saldar una vieja deuda, mientras que el segundo de nombre Fridtjof era el discípulo de Niklas quien había aparentemente dejado la orden al rechazar y abandonar a su maestro; y justo ahora estaba con el clan Lávidr, y por ende de inicio en contra de su mentor.

Einar llegó a la reunión y soltó un gruñido al ver a los otros dos varls, dió un codazo a Troknir su camarada y los señaló con el mentón. Los miró ceñudos y gruño de nuevo mientras se cruzaba de brazos. Dejó que los lideres de las familias fueran quienes abrían el parlmanento aun cuando esta manera de proceder no fuese la habitual para el sanguineo varl pelirrojo.

Apoyé una mano en el hombro de la anciana, que estaba entre Erik y yo. Ella era la indicada, por ser la más sabia de nuestro clan, para hablar pero si así lo deseaba podríamos tomar nosotros la palabra.

A lo lejos estaba nuestro amigo Mender, indudablemente un conocedor del mundo pero no parte de nuestro clan, al menos no aun.
Él podría ser un excelente orador sin dudas.

Tomé mi lanza y la dejé en el suelo, a mi lado, igual que mi escudo. Clara señal de que no buscaba incitar acciones hostiles.

El mender observó como los líderes de ambos clanes se aprestaban a dialogar. Por benevolencia de los dioses, todos habían contenido sus ansias guerreras y era posible llegar a un entendimiento. 

Se acercó al centro siempre detrás de los tres líderes del Clan al que estaba ayudando, atento para aportar su sabiduría si fuera necesario, aunque esperó no tener que intervenir demasiado ya que era mucho mejor si las condiciones eran dispuestas y pactadas entre los mismos líderes sin injerencia exterior, aunque fuera de él y fuera lícito, según las leyes que les gobernaban. Pensó en un delicioso té verde con miel, mientras observaba a su ex-aprendiz, Fridtjof. 

Deseó con todas sus fuerzas que el joven no se dedicara a exacerbar los ánimos de los presentes. Si tenían una cuenta pendiente era entre ellos dos y ambos clanes no debían intervenir en ello, y mucho menos sufrir heridas o algo peor. Aún con todo, esperaba que su aprendiz eligiera el exilio antes que la muerte, pues posiblemente, era lo que le esperaba si se enfrentaba al concilio. Si fuera así, el viejo Mender le daría tiempo para huir, no quería verlo caer, pues le había cogido cariño, como al hijo que nunca tendría. 

Embla se acercó a los líderes del clan Rotensnö y los saludó inclinando la cabeza de forma solemne.

- Mi nombre es Embla y en nombre del clan Lávidr agradezco su disposición al diálogo - comenzó con su profunda voz, como respuesta a la señal que había dado Jendalos al deponer sus armas. Nadie sabía de antemano como sería el encuentro, era un riesgo entre muchos, ya los habían dejado reagruparse sin intentar rematarlos, pero a priori aquello no significaba nada si los ánimos cambiaban.
Sentía su corazón pesado por los cuatro parientes que los habían dejado, ya había derramado lágrimas por ellos antes de llegar al encuentro, ahora debía dar lo mejor por los que seguían caminando junto a ella. Lo que estaba haciendo tenía el objetivo a largo plazo de hacerle pagar a Jeknir su traición. El sufrimiento de su gente manchaba su nombre.

- Hambrientos y desamparados llegamos ante Jeknir buscando una tierra donde poder asentarnos - continuó, abriendo grandes sus ojos azules. Luego frunció el ceño y miró hacia abajo - Y su respuesta fue enviarnos a las tieras de otro clan, forzarnos a luchar a costa de nuestra desesperación -

- Les cuento esto, no para que tengais compasión, sino para que entendais nuestra situación -
Suspiró.
- La sangre derramada ha sido cara -

Nuestro mensajero cumplió su misión y ahora nos reunimos todos los líderes de ambos clanes para parlamentar acerca de como podemos conseguir fortalecernos contra el que es el verdadero enemigo de todos: Jeknir. Ha demostrado con sus acciones y la manera en que parece despreciar nuestras vidas e intenciones, que no es honorable y no está interesado en ser un aliado del clan Rotensnö.

Avanzo junto con Hvit y Jendalos, seguido de Niklas y nuestros dos poderosos aliados varls. Al llegar a la zona, veo a la comitiva del otro clan, los que fueron nuestros rivales por culpa de Jeknir. Esperemos que no sea así como sigamos siendo cuando termine este parlamento.

Nos miramos y sé que debemos comenzar a hablar pues nosotros convocamos la reunión. Jendalos me mira, como indicando que Hvit debería comenzar a hablar, pero la situación ya está suficientemente tensa como para alargar esto más allá de estrictamente necesario. Embla nos habla, contándonos la situación por la que pasaron y que no es en absoluta diferente a la nuestra, por lo que me decido a hablar.

 - "Mi nombre es Erik Lotharsson, ella es Hvit Thorodsdötirr, él es Jendalos Copoverde, Einar y Troknir, y el sabio Niklas, de la orden de Manaharr. Hemos venido en  paz para dialogar por el futuro de nuestros clanes."

Entierro la punta de mi arco y mi espada, imitando al buen Jendalos, en signo de que no vengo a luchar sino a hablar. Luego continúo:

 - "Todos sabemos que estas tierras tienen dueño y ustedes, al igual que nosotros, pidieron estas tierras a esa persona y se nos concedió a ambos clanes. Jeknir ha estado feliz de vernos luchar y matarnos sin ninguna otra razón que la que él mismo orquestó. No tiene honor alguno."

Escupo en el suelo y luego miro de frente a los líderes antes de proseguir:

 - "Ustedes no tienen tierras ni lugar a donde ir y el invierno no tendrá piedad de ustedes. Nosotros no tenemos la fuerza para poner a Jeknir en su lugar y tendremos que someternos a sus caprichos por el resto de nuestra vida si queremos quedarnos. La única opción obvia que nos queda a todos para poder vivir en paz, es aliarnos. Si somos capaces de unirnos y actuar como un solo clan, podremos conseguir que Jeknir no disponga más de lo que ahora es nuestro y esta tierra es suficientemente grande y fértil para todos."

Miro a mi compañeros, esperando a ver si alguno de ellos desea agregar algo más. Creo que he sido bien completo en poner las cartas sobre la mesa y explicar bien claramente la situación y lo oscura que se ve para ambos clanes por separado.

Solo espero que los miembros de Lávidr sean lo suficientemente fríos como para no dejarse llevar por el rencor que pueda haberse suscitado después de la sangrienta batalla que nos reunió.

Niklas esperaba la respuesta del clan Lavidr para poder hablar con propiedad, pero no pudo evitar realizar una mueca de desagrado ante las declaraciones de Embla, ya que sus declaraciones esclarecían lo ocurrido a ojos del Mender. - Por ley - dijo con una voz poderosa y entrenada para hacerse escuchar - Por ley los clanes tienen derecho a reclamar las tierras libres, y el dueño o supervisor de ellas, como Jeknir, concederlas al primero que las solicita, y si Jeknir les dijo que podían cogerlas tras eliminar al otro clan, hizo mal, pues las leyes dictaminan que sólo se pueden conceder tierras libres. Actuando de otra forma, está actuando en contra de las normas del rey. - dejó que la información cayera como una losa sobre todos ellos, pues lo dicho allí era grave. Tras una pausa que alargó lo suficiente para que se creara cierta expectativa, continuó. 

- Tenemos dos opciones, presentar una querella del concilio de Manaharr ante el rey para que dictaminen que hacer, o quejarnos ante Jeknir y solicitarle que actúe como debería. El problema de la querella es que se tomará su tiempo, y es posible que Jeknir sepa de ella y actúe mientras tanto. - 

Dejó que los líderes, con la información proporcionada, siguieran discutiendo el asunto. 

La llegada del mensajero del otro clan transmitiendo su intención de dialogar con ellos, fue inesperada, pero bien recibida. Al fin y al cabo, tras haber sido derrotados, les hubiese sido mucho más difícil si eran ellos los que acudían en busca de un dialogo.

Tal vez aun no esté todo perdido…- pensó Bjorn -Tal vez aun podamos encontrar un hogar para nuestra gente- se dijo, permitiéndose recuperar algo del optimismo que había perdido tras la batalla., y con estos pensamientos en la cabeza, acompañó a mi esposa y al resto de los representantes del clan a la reunión pactada.

Una vez reunidos ambos grupos, Bjorn se encontró de nuevo frente a frente contra aquellos con quienes había luchador, y por un momento tuvo que reprimir su ira al pensar en las muertes que esa batalla había dejado entre los suyos, pero en el fondo, sabía que el verdadero culpable por sus muertes era el maldito Jeknir, por lo que no le costó dirigir su ira hacia él. No demasiado, al menos, aunque si lo suficiente como para dejar que Embla hablase primero.

Las leyes y el honor no son cosas que le importen demasiado a Jeknir, acudir al concilio no resolverá la situación…- le dije al anciano Mender -Y aunque lo hiciese, tomaría demasiado tiempo, pues sin tierras en las que asentarse, gran parte de mi gente no sobrevivirá al invierno- añadí -Como dices, unirnos para hacer frente a ese malnacido puede que sea nuestra única opción para sobrevivir al invierno- dije mirando al que se había presentado como Erik.

Dejó que Erik hablase primero para así evaluar la situación. Escrutó los rostros, buscando cualquier indicio de hostilidad mientras permanecía impasible. Solo un leve temblequeo de su meñique izquierdo podía delatar su desacuerdo con las palabras de Erik. Era una imprudencia tomarse tanta confianza con unos extranjeros. Por algo existían las formalidades, a fin de cuentas. ¿Aliados? Demasiado apresurado, incluso ofensivo. Su líder no parecía haberlo tomado mal, pero ella misma era un ejemplo de que nadie podía leer los secretos del corazón ajeno. Hablaría con él más tarde sobre aquello.

—Poco puedo añadir a lo dicho por mi compañero —dijo, avanzando un paso—. Ya luchamos una vez; no es necesario repetir tan trágico encuentro. Si os parece bien podemos discutir los detalles de nuestro acuerdo ahora, para asegurarnos de que nuestros clanes tienen cuanto necesitan.

Entonces Niklas habló y todos callaron. Por bien que sonase su discurso sabía que solo eran palabras vacías. Su experiencia le dictaba que una autoridad lejana no tiene ningún poder. En aquellas tierras Jeknir era líder y soberano y la única forma de cambiar eso vendría solo de las gentes del lugar, hombres y varl. Sin embargo calló, no queriendo faltar al respeto al sabio Mender.

El día era propicio, el sol les calentaba lo suficiente como para no sentirse incómodos y les iluminaba lo suficiente como para ver el movimiento los unos de los otros, el viento era lo suficientemente fuerte como para recordarles que aquella tierra era dura, pero lo suficientemente suave como para no prestarle atención de momento. En la noche, la historia sería muy distinta.

La reunión parecía haber rendido frutos, o al menos de momento. Sabían ya que tenían que unirse, sabían ya que no era buena idea esperar a que alguien lejano acudiese en su ayuda. Sabían ya, aunque se negasen a enfrentarlo aun, que el camino estaba en el propio Jeknir, para bien o para mal.

El alto y viejo Varl se adelantó un poco dando un par de pasos para entonces clavar su pesado escudo en la fría nieve frente a sus pies. Si bien estaba imitando a Jendalos y Erik, cierto era que la fuerza con la que enterró su escudo, la dura expresión de su cuerpo y su adusta mirada, parecían mas una amenaza que una señal de paz.

-Unirse para luchar, implica también derramar sangre- dijo el gigante varl Troknir. -Los detalles son algo que muchas veces no queremos escuchar, y donde realmente se encuentran los problemas y las diferencias- sentenció para luego escupir sangre sobre la blanca nieve, claramente seguía lastimado.

-Unirse suena simple. Pero, ¿con que fin exactamente? Ir ante Jeknir puede sonar lógico, pero, ¿con que fin exactamente?. Si haremos un pacto para luchar por la supervivencia de ambos clanes, debemos dejar claro nuestra meta y a partir de allí podremos saber cuanta sangre habremos de entregar por ella-.

Todavía con los magullones de los duros golpes y el agujero más que profundo de la flecha de una anciana que parecía decrépita, alguien que si tropezara y se cayera sobre una roca se quebraría cual vasija en mil pedazos me había casi perforado de lado a lado. Algún dios habrá velado seguro para que no muriera y siguiera en pie otro día más.

Pero nunca esperaba que ese nuevo día fuera para trenzar una alianza con el otro clan, ya tenía demasiado con lidiar con tantos humanos para encima sumarle aun más. Los veía concierto desprecio por ser tan pequeños e insignificantes al lado de un Varl, aun cuando con sus lanzas y arcos destrozaron escudo y armaduras de mi hermano y mías.

Por destino quizás era Embla la que lideraba nuestra suerte porque si fuera por mi quizás hasta terminaría por trenzarme otra vez contra ellos. Y cuando todos dejaron sus armas en el centro para ir tomando la palabra, yo elegí mantenerme atrás escuchando a todo lo que decían uno a uno. Si bien la idea de combatir estaba presente en mi cabeza, estaban inclinando mis ideas a otro objetivo y ese era Jeknir y compañía, ese maldito Varl loco valdría la pena verlo derribado por un hachazo implorando por perdón. Me abstengo de hablar dado que no sabría controlar mi boca.

Mucho hablar solo hace que cansar la lengua. Bufó Einar Si hay que plantarle cara al tal  Jeknir se le planta. Y mirando al otro clan dijo La oferta de Erik es más que generosa: uníos al clan de la Raiz de Nieve. Bajo su bandera será derrotado el varl y sus compinches.

Las palabras de Einar no son lo que esperaba escuchar. Imagino que el gigante no tiene mucho entendimiento de los humanos y sus sentimientos (aunque, conociéndolo, no me extrañaría que simplemente no le importasen). Levanto la mano, como gesto de que me deje hablar a mí y corrijo sin perder tiempo:

 - "El poderoso es demasiado entusiasta y sincero pero aún no nos conocemos tanto como para hablar de formar un solo clan. Quizás llamarnos hermanos sea un gran sueño, pero estamos lejos de eso en estos momentos. Lo que queremos por ahora es que el valiente clan Lávidr actúe junto con el clan Rotensnö en esta gesta, podamos confiar y luchar hombro con hombro, por los mismos ideales, hasta que podamos llamarnos a nosotros mismos aliados."

Las palabras de Troknir son muy ciertas y tomo mi barbilla mientras pienso un momento antes de hablar:

 - "Creo que debemos ir, demostrando cohesión entre nuestros clanes, y decirle a Jeknir que esta tierra debe otorgárnoslas porque nos la hemos ganado y que es nuestro derecho, del de todos. Si acepta y nos entrega suficiente tierra para ambos, nos vamos en paz. Si se niega, le tomamos prisionero y lo encerramos mientras argumentamos las leyes del rey que rompió. Así no nos podrán acusar de un asesino usurpador pero lo sacaremos del juego mientras conseguimos recuperar el control de la situación."

Sé que Jeknir no aceptará en buenas, así que tendremos que luchar con él, pero no me importa. Lo encerraremos y conseguiremos un buen futuro para nuestro clan aunque tengamos que lanzar su cuerpo inconsciente dentro de una mazmorra hasta que se pudra.

-¿Por qué no fingir ser un solo clan? Jeknir  no tiene por qué enterarse. De esa forma tendremos tiempo para asentarnos, sanar las heridas, alimentar a nuestras familias como se debe, afilar nuestras armas, conocernos como hermanos o aceptar las diferencias- espeté en ese momento.

Tomé aire antes de continuar -Quizás el mañana no nos encuentre juntos en una alianza y puede que no nos toleremos, pero manteniendo la mente fría y la panza llena podremos, eventualmente, cobrar la fuerza precisa para hacer exigencias al gobernante. Si tenemos nuestras diferencias luego de aquello, cada quien puede irse a un extremo distinto de estas tierras-.

Exhalé lo poco que quedaba, me dolía el brazo -¿Qué opinan?-.

Embla escuchó las palabras de los numerosos representantes allí reunidos, manteniendo en general una expresión atenta y calma. Sin embargo las palabras de Einar y luego la de Jendalos hicieron que su semblante refleje enojo, apretó el puño, sus nudillos enblanquecieron.

- El estandarte de Lávidr no yacerá oculto ni dejado de lado, espero que eso quede claro - expresó, cortante, clavando su mirada en Jendalos que porponía simular que eran un solo clan - Ni con engaños ni sin ellos, nuestro estandarte ondeará en lo alto -. Bufó, intentando mostrar que ya había pasado y que estaba ya calma.

- No es sensato subestimar a Jeknir, estoy segura de que ya sabe sobre nuestro enfrentamiento y probablemente sabrá pronto, o deducirá, de este encuentro -
- Ningún engaño durará lo suficiente como para poder sacar ventaja de ello, son tierras a su disposición y no lo tomará a la ligera -

Cambió de postura, relajó los hombros y esta vez se dirigió hacia Erik y Troknir que parecían mucho más sensatos - concuerdo con tu plan, Erik Lotharsson, es al menos un objetivo que puede tener fruto, y por el cual gratamente Lávidr derramará sangre. Me gustaría saber si el resto de los representantes de Rotensnö te apoyan con esto -
 

Había pocas cosas que pusiesen a prueba su paciencia, pero las palabras de sus compañeros le daban ganas de hundirles la cabeza en la nieve. Podía llegar a entenderlo de Einar; el gigante no era dado a sutilezas y su visión del mundo era muy simple, pero no de alguien como Jendalos. Un líder, igual que ella. ¿Acaso era la única de los presentes con algo de juicio? 

No, no apoyaba nada de esto. Jeknir no los habría enfrentado de ese modo si no estuviese seguro de poder conservar su posición en cualquiera de los casos. A menos que estuviese loco. O solo quisiera deleitarse con la visión de más sangre derramada. Gruño para sus adentros. Les faltaba demasiada información. Todo cuanto rodeaba al varl era un completo misterio y no le gustaba. Tenía que negarse al plan de Erik.

O más ben lo habría hecho si fueran otras las circunstancias. Aquí, delante de un clan enemigo, no era adecuado mostrar disensiones ni debilidades internas. Jendalos y Einar ya habían estropeado bastante las cosas, pero no ella. El clan era lo primero. Ahora y siempre.

—Erik cuenta con mi total apoyo, Embla de Lávidr. ¿Qué hay de tus gentes?

-Tambien cuenta con mi apoyo incondicional, aun cuando crea que seremos devorados por un lobo hambriento- exclamó el gigantesco y viejo Varl dejando en claro que no le gustaba el plan y que por tanto estaba en contra, aunque, no obstante, lo había aceptado. -Si vamos a presentarnos ante Jeknir, no será bueno ir a ciegas y creyendo que todo será fácil. Debemos tomar en claro nuestras ventajas, tenemos a varios Varls con nosotros, juntos somos un gran número, tenemos a las leyes a nuestro favor, y, sobre todo, tenemos a al menos un Mender con nosotros, y todo eso en conjunto es algo de temer, incluso para un tirano- detalló para entonces recargarse en su escudo y mirar la nieve dura bajo sus pies.

-Derramar más sangre podría ser la única opción, pero el ímpetu nos puede llevar a derramar demasiada, y no conseguir nada en el intento. ¿Tomar prisionero a Jeknir?, ¿Cómo?, debe tener a muchos guerreros humanos y Varls con él, al menos suficientes para plantarnos batalla si uniésemos todas nuestras fuerzas. Y si lo conseguimos, ¿entonces qué?, ¿lo mantenemos prisionero hasta cuándo?, ¿hasta que lleguen los más de 50 Varls que protegen Greyhorn y nos tomen como bandidos?, y seguramente llegarán en menos de un día, salvo que no quede nadie para dar el aviso-.