Partida Rol por web

Vas a la universidad confiado, mirando a todo el mundo y con tu forma de andar chulesca, a la vez que intrigante. Miras a un lado, miras a otro, pero no encuentras a las chicas... hablando con uno y con otro te das cuenta de que están en un examen. De paso piensas invitar a todo el que te encuentres a tu paso... 

Invité a todos los que me encontraba; a los alumnos de primero, de segundo, de tercero, e incluso a algunos profesores y funcionarios de la Universidad tales como los limpiadores, el portero, etc. Fácilmente se habrían apuntado unas 120 personas o más a la fiesta, realmente estaba entusiasta con lo que podría pasar en ella.

Conforme seguía invitando a la personas, me di cuenta que las chicas buenas no estaban por ninguna parte. Pregunté a un limpiador que rondaba en el pasillo en el que me encontraba

—Hey, amigo, ¿y dónde están las chicas buenorras?

—En un exámen, en el piso de arriba. Ningún alumno puede molestarlas.

Después de una larga conversación con él, pude convencerlo de que me preste su ropa y equipo de limpiador, pues vestido así y con el pretexto de repasar el piso una vez más entrararía en el examen.

Subo las escaleras sin perder tiempo, aun había que conseguir al DJ como para hacer eso. Arrastrando el carrito de limpiador por el pasillo, busco con la mirada la sala en donde estarían las chicas buenas. Después de un vaivén de cinco minutos por todo el pasillo, por fin encuentro la clase en donde están las chicas. Cambio mi postura a la de un limpiador y tocó la puerta tres o cuatro veces, nadie me responde. Toco de nuevo la puerta tres o cuatro veces, esta vez de manera más enérgica y luego de lo que parecía ser un minuto apareció la Señora Hopkins, una viejecita que tenía fama de cascarrabias e insoportable.

—Ehmm... señora Hopkins, qué bonita se ve hoy —miento—, en fin, vengo de abajo con las órdenes de echarle una nueva repasada a todas las salas de aquí arriba... ya la hice en todas, excepto en esta, si me deja hacer mi trabajo —amago entrar en la sala, esperando primero su respuesta

La señorita Hopkins era conocida por su mala leche, y en un examen el que la molestara estaba condenado a sufrir una buena bronca. Ese había sido el caso de Jay, al que le dejó varias cosas claras.

- VOSOTROS LOS LIMPIADORES, SIEMPRE IGUAL. LAS COSAS SE TIENEN QUE HACER BIEN, Y A LO HECHO, PECHO. NO TIENES DERECHO A MOLESTARME EN UN EXAMEN CON MIS ALUMNAS PARA "REPASAR". ESPÉRATE LO NECESARIO PARA QUE CERREMOS EL AULA, Y SI ME DA LA GANA PODRÁS LIMPIAR. ESTOY HARTA DE LOS LIMPIADORES QUE NO SABEN HACER SU TRABAJO Y MOLESTAN A TODO EL MUNDO.- Desde luego, se ve que no era el día de la profesora. Te cerró la puerta en las narices y siguió dando su examen. Por una pequeña ventanita podías ver cómo algunas de las chicas se reían de lo ocurrido. Algunos alumnos que paseaban por la zona aguantaban las ganas de reírse también... habría que intentar otra alternativa.

Editado por el director: El director narra y yo pongo un pero al final :P

6-10 = Narra el director todo lo que ocurre. El jugador pone un veto a esta narración (Pero, y además...).

 Has sacado un 9, así que narro yo lo que ocurre y tú puedes poner un "Pero" o un "y además" al final de mi historia añadiendo algo a tu favor.

Tenías que entrar a ese lugar y hacer que las chicas fueran a vuestra fiesta. Sería una fiesta única, y esas chicas eran también únicas. Todo encajaba... excepto la jodida profesora. Ya no sabías como entrar así que decides que lo mejor que puedes hacer para entrar es insultarla y provocarla. Abriste de nuevo la puerta y le dijistes.- Es usted una jodida hija de puta, cómeme el rabo.- Y esperaste su reacción corriendo. De repente caes al suelo porque chocas con alguien, era el rector de la universidad, y a lo lejos la mujer corría hacia vosotros para contarle al rector todo lo que había ocurrido...

Miro al rector mientras me incorporo a los pocos, creo que estoy jodido, ¿podrían expulsalme de la Universidad?

—Eh... Director... ¡doy gracias a Dios que te encuentro! Esa vieja, esa amargada sin consideraciones ¡me pidió que me la folle! —miro la cara de desconcierto del Director—. Sí lo sé, te dan ganas de saltar de esa ventana de solo pensarlo... ugh qué asco.