Partida Rol por web

Gloria continua quieta y callada como una estatua. Aunque a un observador casual podría parecerle que está absorta, ajena a lo que pasa a su alerededor y sin una preocupación en el mundo, una mirada más atenta revelaría que está empezando a sudar copiosamente.

Y no sólo del esfuerzo.

Maldita sea..

Van a perder. Los van a masacrar como no haga algo. Si no logra distinguir de dónde proviene la energía del nigromante, acabarán por derrotar a sus amigos por puro agotamiento o fuerza numérica. Gloria trata frenéticamente de distinguir patrones claros, recordando cómo lo hizo cuando les atacaron la otra vez, cuando no podía ver nada.

Era inútil. Entonces había encontrado lo que ya estaba allí, pero esto... esto era como buscar una piedra en medio de la niebla. Había tanta magia saturada...

¿Por qué me parece que estoy mirando dónde no es?

La orilla era la opción lógica. Sin embargo, mientras más se cansaba su mente, mientras más se le agarrotaba la nuca y los hombros por la magia que corría por ella y la tensión, mientras más sudor frío, producto a partes iguales del esfuerzo y el medio le caía por los ojos, bloqueando su mente racional, más sentía algo... 

Cerca.

Y entonces, algo cambia. Un estallido- eso es lo que parece. Un estallido negro. Alguien ha golpeado a uno de los capitanes, y a través de la herida se ve algo. Un bloque de negro sóildo, macizo como un bloque de obsidiana, atravesado por vetas púrpuras serradas y crueles como garrazos. 

Muerte. Muerte, dolor, ira, miedo. Repetidos, vueltos a vivir, una y otra vez, y otra, y otra, y otra, y otra más.

Y entonces lo ve.

Una corriente de energía que fluye en el aire hacia él, que lo envuelve. Es difusa, no es un flujo contínuo, es más una especie de brillo sobre el fondo de la bruma mágica del hechizo de Gruntah. Pero está ahí. Es diferente. El color, el reflujo, es diferente. Y no viene de la orilla. Viene de mucho más cerca.

¡Elius, Gruntah, Pao! ¡Registrad la balsa! El nigromante no está en la orilla. Está cerca. No se dónde o en qué dirección, lo siento desde el cielo. Pero está cerca de nosotros.

Que ellos se encarguen de la balsa. Gloria alza la vista al cielo. Es imposible que lo que buscan esté ahí sin que lo hayan visto, pero la sensación es clara.  Y de momento, es todo lo que tiene. Una sensación y muy poco tiempo.

¿Como había logrado el nigromante acercarse tanto? Elius desconocía aquello, aunque suponía que la magia habría tenido algo que ver. El sanador, teniendo ahora algo mas que hacer no duda en ponerse a cumplir las órdenes de Gloria. 

Me encargo del interior de la balsa- dijo al resto. 

Y Arbahin se aleja. En primera instancia, consigue su objetivo de pleno, pues el gigante recién levantado e ignorando lo sucedido con sus ojos se emplea afanosamente en perseguirlo con largas zancadas mientras empuña sus dos armas, dispuesto a arremeter en cuanto el licántropo se detenga un instante. Sin embargo, esto no ocurre, y acaba internándose en la espesura... en solitario, pues la enorme masa de carne y metal forjado se detiene al borde del bosque, para después retroceder y tomar como nuevo camino la balsa. Y antes de que Arbahin pueda actuar, una figura armada sale a su encuentro, un soldado raso, y pronto aparecen un par más por los dos lados del bosque. Desde luego, parece que el asalto ha dejado unos pocos soldados de guardia, quizá para cazar a cualquiera que intentase huir, quizá por si era necesaria una segunda oleada y nunca ha podido ser. En cualquier caso, se trata de guerreros que procuran separar al lobo de su manada e impedirle volver al claro.

En el centro del claro, el otro gigante avanza con decisión, preparando el brazo de la alabarda para lanzar un golpe fuerte, que llega desde más rango que el que el humano puede alcanzar incluso con su espada a máxima distancia. Como pega, el golpe es fuerte pero previsible, y toda la fuerza que podría fácilmente romper un grueso tronco de un golpe acaba impactando contra el suelo, pues incluso una fuerte armadura no habría resistido. Y cuando ya parecía todo preparado para dar el contragolpe, la alabarda vuelve a moverse mucho más rápido, lanzándose contra Kromwill, mientras por el otro lado una afilada garra ataca para cerrar el paso en caso de retirada por esa zona.

Y justamente al otro lado, otro humano trabaja afanosamente. Con pasos rápidos, Elius se interna en el interior de la balsa mientras Gloria dirije otra mirada al cielo, cansada pero deseosa de trabajar y esforzándose al máximo. Por ello, ninguno de los dos se percata de lo ocurrido, pero por suerte un tercer miembro del grupo está ahí para ello. Así, es Gruntah el primero en escuchar un ruido sordo chocando con el costado de la balsa, por el lado que da a la izquierda del claro, y luego un segundo por el lado contrario. Y casi de seguido, primero una y luego otra figura, ambas empapadas, caen sobre la cubierta. Sin embargo, con la caseta sobre la balsa, no hay manera desde el frente de ver a ninguno de los dos visitantes.

Y mientras tanto, Imhol sigue cediendo terreno poco a poco, tratando de evitar todos los golpes.

Kate corre, sin empuñar arma alguna, volviendo hacia la balsa. Con pasos largos, que casi parece que flotase en el aire entre zancada y zancada. Dando un salto algo más alto, cae golpeándole la espalda a uno de los soldados que pelean con Imhol, clavándolo en la tierra como si lo hubiese aplastado la misma roca que hace unos momentos ha sido capaz de lanzar pese a su pequeño cuerpecito. Y es que tampoco ha servido de mucho, puesto que el gigante que había con eso caido ha vuelto al combate, y el otro la sigue tras abandonar la persecución de Arbahin. Pero no hay tiempo de pensar en eso, debe de ser lo que ella tiene en mente mientras esquiva una espada inclinándose hacia atrás y de un golpe plano en el pecho al propietario lo desplaza varios metros contra el suelo. Usando las manos y las piernas como poderosas armas, se abre paso hasta la lanza y el ventante que la empuña.

-¿Puedes encargarte del gigantón? Yo cubro la balsa mientras tanto. -Se hace oir, por encima del sonido de metal contra metal y los crugidos que los cadáveres emiten cada vez más, al ir siendo su armadura perforada y lentamente rotas las runas que proporcionaban los hechizos de insonoridad y evasivas sobre los otros sentidos.

Al contrario que el exterior, el interior de la balsa está más en un crepúsculo velado, y la imagen se va formando lentamente mientras te acostumbras a esa penumbra fuera del sol, cuyo paso cortas parcialmente con tu propia figura sobre el umbral. Dentro, el salon principal que hace las veces de comedor, con la mesa central, y de dormitorios con las literas a los costados. Con todos los combatientes en el exterior y, presuntamente, el otro familiar Xasheen en la sala de máquinas operando para acelerar el proceso de pasar de un lado al otro, la única figura que encuentras en el interior es a Aditya, que se ha sentado junto a su litera como la mayoría de las noches, en posición de calma. Ah, y claro, tampoco hay rastro de Árdigant.

Cuando entras, la mujer no te hace ningún caso, centrada como está. Desde esa sala, podrías bajar a la de máquinas por una escalera que hay al fondo, o investigar la zona de la cocina que tiene una puerta en la misma pared pero a la izquierda. Y desde ahí, el resto de la balsa, los dormitorios Xasheen, el almacén y unas pocas habitaciones más, accesibles tanto por un camino como por el otro. Eso dejaría como único punto sin posibilidad de revisar la zona trasera, donde se encuentra la carreta y monta guardia Lom, que confía en vuestro trabajo.

Elius quedó sorprendido por la calma de la muchacha. En aquella circunstancia y allí se encontraba, en su cama, relajada, como si nada ocurriera fuera. 

Esto, Aditya, ¿puedes ayudarme?- preguntó a la muchacha- estoy haciendo un registro rápido de la barca, y siendo dos iremos mas rápidos.

Estaba prácticamente recuperado, ya que había ocupado todo su tiempo en descansar, pero tuvo que contenerse en un par de ocasiones para atacar con garras y dientes a alguno de los atacantes que se acercaban peligrosamente a Imhol. Pero debía ser paciente, conocía las consecuencias de sobrecargar las fuerzas, había leído sobre magos que iban más allá y eran consumidos por sus propios hechizos. No podía dejar que eso ocurriera, no en un momento como eso.

Pero, ¿qué había sido eso? ¿Un par de movimientos en la balsa? ¿Quizás eran atacantes que buscaban su punto flaco? Les demostraría de lo que era capaz un hechicero preparado si intentaban sorprenderlo. Báculo en mano, preparó un hechizo de deflagración para soltarlo inmediatamente en cuanto viera al enemigo, y se dirigió hacia donde había escuchado el primer sonido.

La chica tarda un par de segundos en reaccionar, abriendo los ojos y mirándote fijamente. Y entonces sacude ligeramente la cabeza, balanceando sus cabellos y se levanta sonriéndote. Fuera, el ruido del combate continúa, apagado por haber entrado en un espacio cerrado.

-Perdona, los nervios, estaba... ¿qué es lo que estamos buscando? -dice, avanzando hacia el único lugar por donde se puede buscar algo fuera de la sala vacía, la pared del otro lado de la entrada. -¿Quieres que nos dividamos, o buscamos juntos?

Tus pasos son rápidos, con los tablones de la madera crugiendo ligeramente bajo el peso de un corpachón de draconiano, y no te cuesta más que un momento llegar hasta la esquina que hay a la izquierda del campo de batalla. Preparado con un hechizo en la mente y la mano rápida, tuerces el giro para encontrarte con un goteante y amenazador guerrero vestido con una armadura negra y armado con espada y escudo, que parece haber cargado sin importarle el peso del conjunto. En cuanto lo ves, él te ve a ti, y su reacción más inmediata es avanzar para atacarte. Su reacción más inmediata, porque probablemente no tenga muchas más acciones que hacer en un instante.

Sorprendido por la repentina aparición del guerrero, en su interior Gruntah quedó decepcionado de que fuera sólo un soldado más, y no el nigromante que estaba manejando aquel ejército. Sin embargo, aunque fuera sólo un guerrero, podría poner en peligro a los miembros más débiles del grupo. El draconiano no iba a permitir que aquel tipo fuera más allá.

Con un chasquido de dedos, liberó el hechizo que había memorizado anteriormente, e inmediatamente percibió el aroma a ozono a su alrededor. Era un aroma sutil, que llegaba hasta sus fosas nasales cuando liberaba hechizos de la rama ardiente de su repertorio, y después de tantos años se había convertido en un compañero más de aventuras.

Con una deflagración, el aire alrededor del soldado se incendió, convirtiéndolo en una antorcha que derritió su carne y huesos. Aunque fuera un muerto viviente, si no tenía extremidades con las que atacar o desplazarse, no sería un peligro.

Luego, sólo tenía que deshacerse del fuego mágico para que no consumiera la balsa y ver dónde estaba el otro enemigo.

Usando sus sentidos, comenzó a buscar al mago, detras suyo oia los pesados pasos del gigante, pero pronto dejó de seguirlo. Frenó su marcha y se volteó, pensando en volver pues esa cosa podria matar a uno de sus amigos si se juntaba con su compañero y atacaban en conjunto. Un borron oscuro a su izquierda le demostró que no estaba solo. Por pocos centimetros esquivó el filo de una espada y de un paso atras descubrió a los otros enemigos. ¿Protegerian al mago?

De un salto cayó sobre uno de los soldados arrebatandole el arma de un zarpazo. Lo tomó del cuello y lo usó a modo de ariete contra sus compañeros. Debia encontrar al mago a como dé lugar, su aroma no deberia ser muy diferente al de Gruntah, aderezado con el de esas criaturas sin sonidos.

Vayamos juntos- dice Elius- y estamos registrando la zona de alguna presencia hostil- francamente, dudaba de que alguien hubiera podido entrar en el barco, pero con magia de por medio era mejor extremar precauciones- ¿que estabas haciendo?- pregunta, curioso- parecía una especie de meditación o algo. 

Arbahin desaparece en la espesura, rastreando el terreno, pero vuelve a aparecer poco después con una muesca de decepción en el rostro. No parece haber rastro alguno de nadie que haya pasado por ahí, más allá de los pies impérritos de los muertos vivientes en armadura, y ni olor ni ruido le han dicho nada una vez ha derribado a los tres guerreros que le atacaban.

Al salir de la misma, puede ver cómo Kromwill y uno de los gigantes están enzarzados en combate, mientras las chispas saltan con el cruce de las armas y ambas armaduras empiezan a sufrir por los golpes del puño enemigo, alabarda contra espada, guantelete contra garra.

Elius, ante la propuesta de la humana, se prepara para hacer frente al otro gigante.

Gloria descansa unos instantes, cargada por el peso de hacer uso de habilidades que rozan sus capacidades, mientras intenta ver más en el cielo, por ahora infructuosamente.

Y más allá, Gruntah toma camino por un lado de la balsa, hechizo de fuego en mano, y vuelve poco después con expresión satisfecha y hechizo volado. Un poco más allá, el ruido de un cuerpo cayendo al agua de vuelta suena, y luego un par más, del tamaño de unos brazos sueltos. Avanza resueltamente hacia el otro lado entonces, pero al llegar a medio camino se detiene por un instante...

Agua en el suelo, goteo típico de alguien que acaba de salir de mojarse y camina por un suelo de madera, es lo que te detiene. Proviene de la dirección a la que ibas, y sea quien sea el causante ha sido rápido... y ha ignorado a Gloria, pasando por detrás suya sin hacer el más mínimo intento de hacerle nada. Claramente, ha considerado que introducirse en la balsa por el salón-comedor ha sido una mucha mejor idea.

La wulfran se acerca a ti, acercándose hacia tu lado, y tuerce el gesto cuando hablas de presencia hostil.

-Alguien... ¿alguien que podría haber pasado cerca mía mientras yo canalizaba? No he oido nada, pero quizá... ¿quizá ese hombre rata? Estos días no habrán sido pocas las veces que me ha asustado apareciendo de la nada... -te comenta, preocupada. Mirando los dos caminos, pregunta entonces. -¿Por las escaleras o por la puerta? Y estaba canalizando, por si tus amigos necesitan sanación, poder ofrecerosla...

Inconscientemente, Gruntah se inclinó para avanzar, recordando a sus primos mayores cuando protegían sus tesoros de los aventureros codiciosos. El hechicero estaba furioso, pero a la vez excitado por tener la oportunidad de enfrentarse a un nigromante de igual a igual. No, era alguien muy poderoso, capaz de comandar un ejército como ese y permanecer oculto.

Avanzó hacia el sonido calculando los pasos, recitando entre susurros un hechizo deflector para prevenir un posible ataque mágico. Estando en el interior de la balsa, no quería lanzar una llamarada mágica sin saber bien a quién se enfrentaba.

Mejor primero por la puerta- responde- vayamos poco a poco y juntos, solo por si acaso- tras decir esto, Elius se encamina hacia la misma, preocupado por la posibilidad de encontrarse al enemigo dentro del barco. Si era cierto que había un traidor debía estar atento, y por poder podría ser hasta Aditya... aunque esperaba que no. Aún así y todo no debía quitarle los ojos de encima. Debía actuar con normalidad, pero si ella era la enemiga debía detenerla, costase lo que costase.

Que aquella maldita cosa era dura no podía negarse. Por más que lo intentaba, el guerrero apenas podía hacer nada aparte de rechazar y esquivar sus ataques. Su fuerza era impresionante, aquella maldita armadura no parecía tener brechas aprovechables, y desde luego su tamaño le daba ciertas ventajas.

Pero era torpe. De vez en cuando tenía muestras de astucia, como aquel golpe por ambos lados que casi le cuesta caro al humano, y que le requirió tirarse prácticamente en plancha de espaldas, retrocediendo, para evitarlo. Sin embargo, aquella cosa, fuera lo que fuera, seguía sin tener todo el potencial que podría esperarse. Quizá era otra aberración no muerta, y por éso no se movía demasiado bien.

-¡Si nadie me dice como tumbar a éste bastardo, me dedicaré a darle golpes hasta reducir a papilla lo que tenga dentro!-gritó el humano, algo frustrado. 

No fue nada dificil volver al campo de batalla, el mismo sonido del metal entrechocando le guió tanto como su olfato. Habia fallado en su cometido, el mago no estaba alli y no podria estar mas lejos. ¿Tendria una proteccion como los soldados? ¿Algo que le hiciera invisible a sus sentidos? Estaba seguro que así seria. Gruñó por lo bajo y empezó a correr en cuatro patas a gran velocidad, directamente hacia el gigante que habia dejado de perseguirle. Si alcanzaba a Kromwill el guerrero se las veria muy serias.

Mientras corria, chocaba adrede o intentaba quebrar las piernas de cuanto soldado encontrara. Si no podia matarlos, evitaria que se movieran a velocidad normal. Cuando estuvo a pocos metros del gigante, usó todo su peso contra las largas piernas de la criatura, tratando de hacerle caer...

Pocos son los rivales que Arbahin encuentra retrasados, pues la mayoría están avanzando con todo en su intento de asalto a la balsa, siendo rechazados por los poderosos y rápidos golpes de la humana Katherine, que parece moverse como un maestro combatiente conocedor de estilos de combate sin armas, junto con los constantes y sonoros disparos del humano Jhon, que atraviesan a uno o varios enemigos por cada vez, y las flechas del xasheen Pao, que son menos certeras pero igual de molestas, derribando piernas y quitando armas, puesto que los tiros mortales no parecen efectivos contra estos enemigos.

Pero entonces la enorme masa de hueso, músculo y pelo que es el licántropo se estrella contra la parte trasera de la pierna de uno de los gigantes, el que se enfrenta a Kromwill, y su rodilla se ve forzada a doblarse hacia delante hincándose en el suelo por el peso. Lo cual significa una oportunidad rarísima, si no única, en el combate que ambos estaban llevando de manera singular.

Tan singular como el combate que hay más allá, entre el otro gigante e Imhol, que ha pasado de su lanza normal a su lanza buena ante la petición de Kate. Sin embargo, parece que lo que sea que hiciese en otras ocasiones no está funcionando ahora, puesto que la lanza mágica está tan apagada como la otra, y así se dedica a moverse a gran velocidad tratando de evitar los golpes mientras pincha y pincha vanamente, logrando más bien poca cosa.

En la balsa, otro más se interna en ella, mientras Gruntah os abandona para perseguir a un posible intruso. Pasa el tiempo, y de repente Gloria nota una presencia fuerte en su espalda, dentro de la balsa, que es precisamente todo lo que el draconiano le ha explicado antes que tendría que notar si un nigromante realizase magia cerca suya.