Partida Rol por web

-¡No se te ocurra moverte un paso más! -Grita una voz aguda, que os paraliza a ambos, tanto Elius como Aditya. El primero se había acercado a la puerta de la cocina, mientras la segunda hacía lo propio en diagonal, siempre al amparo de la visión del curandero y sin salirse de la misma, como si notase que el otro la está vigilando aunque sea inconscientemente. Pero no ha sido ella la que ha gritado, sino una figura pequeña y empapada que se sube a la mesa de un salto, armado con una ballesta de repetición que parece bastante cargada. Y al darse la vuelta para ver a Árdigant, en ese momento Elius pierde de vista a la wulfran... y se la encuentra a su lado, pero en el lado contrario al que estaba antes. La mujer rápidamente baja la mano, que estaba alzada, pero el humano no logra ver qué llevaba en ella.

Más allá de Árdigant, que claramente es el misterioso personaje que el draconiano estaba persiguiendo, Gruntah aparece apercibiéndose de toda la escena. Tanto Elius como Aditya lo han visto, pero parece que la figura que le da la espalda no lo ha notado todavía...

El draconiano hubiera pasado desapercibido si no fuera por sus ropajes de color carmesí. Sus escamas se confundían con las sombras, y se movía agazapado, esperando saltar sobre el incursor. Sin embargo, se quedó perplejo ante la escena que se desarrollaba frente a él. No sabía bien qué era lo que estaba pasando, pero tenía que aprovechar que tenía ventaja.

Con gesto fiero, entrelazó los dedos mirando fijamente a la wulfran. Dejó escapar un rugido de rabia, aunque Elius pudo reconocer que Gruntah estaba utilizando su magia porque normalmente utilizaba su lengua natal para invocarla.

Inmediatamente, unas cadenas al rojo vivo se materializaron de la nada rodeando a Aditya. Flotaban en el aire, como esperando caer sobre ella, y luego se enroscaron en torno a su cuerpecito. 

En un instante se encontraba en una situación, cuanto menos comprometida. Efectivamente, un enemigo se encontraba dentro del barco y al parecer, visto el rápido movimiento de la wulfran para colocarse detrás de ella, podía ser la traidora... y él estaba en una posición indefendible. Menos mal que la aparición de su compañero podía ayudar a equilibrar las cosas. Claro que él lo tenía bastante difícil. Intentó moverse para mantener la atención de Árdigant centrado en él y para darle una oportunidad a Gruntah de atacarle...

El combate contra aquel maldito gigante no llegaba a nada, e incluso le estaba saliendo caro a Kromwill, pues se estaba viendo obligado a retroceder. Pero entonces la ayuda llegó, irrumpiendo de manera repentina y salvaje, en la forma de un hombre lobo que se estrelló contra las piernas de aquel monstruo, haciéndole trastabillar. 

Aquello daba una pequeña oportunidad al guerrero, que no pensaba dejarla pasar. La cabeza de aquella cosa estaba mucho más cerca del suelo. Pero con la espada no iba a poder hacer mucho. Rápidamente se agachó, y recogió con su mano izquierda lo primero que vio. Que en éste caso, fue una roca del tamaño de una cabeza humana. Con ésa improvisada arma, dio un salto hacia arriba para alcanzar la cabeza de aquella cosa, para después descargar un golpe con la piedra con todas sus fuerzas, que hizo añicos el pedrusco y hundió bastante el yelmo de aquel gigante. 

La aparición del draconiano es sorpresiva. No solo para Árdigant, cuando las cadenas flotantes y ardientes aparecen en el aire, sino también en buena parte para Aditya, que no parecía esperarse ese ataque por parte del mago contra ella.

No lo parecía, pero esa apariencia se desvela cuando las cadenas se cierran sobre su cuerpo, apretándolo... y de repente se produce una pequeña explosión de energía. Un instante más tarde, un rayo de oscuridad se abalanza contra el draconiano desde el lado en que originalmente estaba la wulfran con respecto a Elius. Tanto el mago como el curandero pueden reconocer el hechizo, una esfera de impacto que debilita y causa un poderoso dolor en quienes la reciben por completo.

En cuanto los hechizos empiezan a volar, Árdigant se abalanza con pasos rápidos por el borde de la mesa, procurando salirse del cruce de rayos y proyectiles. Asomándose con cuidado, abre fuego con una de sus ballestas hacia donde parece haber salido el hechizo oscuro, pero os dais cuenta con él de que ha fallado porque se escucha el ruido del virote golpeando contra madera dura de balsa. Por fortuna para él, su arma le permite disparar bastantes más virotes sin tener que recargar, y se prepara para volver a asomarse y abrir fuego mientras le oís gritar.

-¡Atrapadla, en el nombre de la ley, ayudadme a atraparla! -Al otro lado de la sala, solo se escucha una grotesca risa gutural de caracter siniestro.

Si ella era la que controlaba a los no-muertos (como a todas luces parecía) era el momento de actuar. Y él, a pesar de no ser combatiente, iba a hacerlo en pos de sus compañeros. Sin mas dilación, y sacando de su cinto una pequeña daga corrió en pos de donde esperaba que se encontrase Aditya o lo que diablos fuera ese ser. La idea era bien simple: cargar y que el enemigo se centrase en él para dar tiempo a Gruntah y Árdigant para atacarla con todo lo que tuvieran. 

Sus patas le impulsaron hasta la pared, doliéndose del hombro tras el encontronazo con la madera, aunque prefería eso que soportar un hechizo tan dañino. Gruntah estaba satisfecho por haber hecho caso a su primera intuición y haber atacado a Aditya. Otro cualquiera se hubiera dejado llevar y habría enjaulado a Ardigant, pero él era demasiado cerebral para ello.

Sacudió la cabeza, ya tendría tiempo de vanagloriarse de sus habilidades más tarde.

Mientras Elius se abalanzaba contra las sombras, el draconiano prefirió saber dónde se encontraba antes de que su compañero y amigo recibiera un ataque por la espalda. Chasqueando los dedos y musitando una palabra de mando, conjuró un hechizo que disiparía las sombras mágicas que había invocado la wulfran.

Gloria no ha parado de moverse todo el rato. Frustrada por no encontrar nada en el cielo, donde su "vista" la llama, e inquieta al saber que está sola en el puente, va girando y girando como un derviche, moviendo la cabeza ansiosamente como un perro que ventea.

Nada.

¿Cómo es posible que una magia como esa, tan vil, con ese hedor maligno, no sea evidente? ¿Cómo es posible que su ojo del alma de repente no distinga los colores de la muerte, por mucha magia residual que haya en el ambiente? ¿Está perdiendo su don, su toque? ¿O es algo más?.

Uno de sus giros acaba con ella encarada a la orilla, y la ansiedad crece dentro de su pecho. Sus amigos aguantan, y la otra jóven humana parece más que capaz de defenderse sola. Pero cada vez son más. Maldita sea. ¿Por qué no encuentra al nigromante? ¿DONDE ESTÁ?

Detrás tuyo

No ha sido una frase. No han sido palabras, pero el dardo helado que le baja por la columna bien podría haber sido fruto de ellas, como si de repente le hubiese llegado el susurro de un asesino al oído en medio de su sueño. Antes de girarse, sabe por instinto que al fin ha encontrado lo que busca.

Grita.

No grites. No distraigas a los que luchan aún. Gana tiempo. Tiempo para que Gruntah, Elius y Pao vuelvan.

Lentamente, se vuelve a encararse con la presencia a su espalda...

No esperaba encontraros aquí. Algún día me tenéis que explicar cómo es que os sentía en un lugar tan distinto- comenta, con toda la calma de la que puede hacer acopio.

El golpe de Kromwill resonó como un campanazo, poderoso y terrible. Debian aprovechar que estaba en esa posicion, asi que el licantropo se aferró a la cabeza deformada de la criatura y la empujó hacia atras con todas sus fuerzas, procurando dejar algo del cuello al descubierto.

-¡¡¡Corta su asquerosa cabezaaaa!!!- rugió con los dientes apretados y los musculos tensionados. De un momento a otro, algun soldado o el otro gigante llegarian, asi que debian dañar todo lo que pudieran a este. Cortarlo en pequeños pedazos hasta que ninguno fuera capaz de moverse.

El guerrero no se lo pensó dos veces al escuchar al licántropo. Empuñó su espada con ambas manos, y lanzando un grito de pura furia, descargó un golpe en dirección al cuello. Un golpe que, si todo salía como debía, tenía que cercenar la cabeza de aquella monstruosidad, o al menos su cuello. La fuerza imprimida en la espada podría cercenar con facilidad el brazo de un hombre... Pero claro, seguramente aquella cosa planteara mucha más resistencia.

"¡Muere maldito! ¡Muere!"

Armado con una pequeña daga, Elius avanza hacia las sombras que se arrastran por la habitación mientras su compañero comienza a conjurar. Preparado para atacar, en el momento en que las luces del draconiano de repente se encuentra que el objetivo no está frente a él...

... pero entonces el ruido de cascos resuena tras él, justo en el instante en que un puñal de oscuridad le roza el costado cuando el golpe por poco falla gracias a que la wulfran ha sido revelada. Ahora que su ocultación ha sido reventada, la mujer echa a correr por la sala lanzando el cuchillo a Gruntah cual proyectil mágico, mientras esquiva otra saeta lanzada por Árdigant. La pelea se recrudece, y podeis notar ambos con vuestra visión mágica cómo zarcillos de oscuridad se van moviendo por la sala, avanzando febrilmente a por la bola de luz conjurada.

La combinación formada por el licántropo y el guerrero humano es impresionante, y el gigante cae al suelo agarrado por la espalda por el primero de los dos. Sin embargo, sus intentos son totalmente inútiles con respecto a quitarle el casco, ya que parece fundido y ser uno solo con la armadura. Pero la piedra descende sin piedad, golpeando y golpeando, deformando ligeramente el acero cada vez más. La dureza de la deformación va más allá cuando choca con fuerza contra la piel, que parece tremendamente resistente a los golpes.

Y entonces con una pedrada más, se escucha un crugido fuerte. Al instante siguiente, el gigante se levanta sacudiéndose con una gran agitación lanzando a Kromwill hacia delante y a Arbahin hacia atrás. Podría parecer que va a aprovechar la situación para golpear a alguno de los dos, pero el frenesí aparece en sus acciones en el momento en que agarra a uno de sus soldados rasos, primero lo aplasta y luego lo desgarra tirando, para luego lanzarlo contra el bosque, aunque no termina de llegar a él. El otro gigante se vuelve un instante hacia su compañero, pero luego vuelve a su combate contra Imhol. Y mientras tanto, el resto de los guerreros se aparta rápidamente de ese gigante, tratando de hostigar al licántropo y al humano y a llevarlos hacia el berserker.

El draconiano estaba a punto de lanzar un hechizo para convertir en cenizas a la wulfren, pero su concentración se rompió cuando ésta se defendió lanzando el cuchillo a toda velocidad. Instintivamente, interpuso el báculo en su trayectoria, y se sorprendió de la velocidad con que lo había lanzado. Realmente era una mujer muy peligrosa.

Era rápida y podía defenderse de sus hechizos, pero había algo a quien le sería muy difícil resistirse: Arbahin.

- ¡Perseguidla! - dijo, él tenía algo que hacer antes de salir de la balsa.

Asomando un brazo por uno de los estrechos ventanucos que dejaban entrar algo de luz y aire al interior, conjuró una pequeña esfera de fuego en su palma. Era un hechizo bastante inútil, dirigido más a los espectáculos que otra cosa, pero para el draconiano, el saber no ocupaba lugar. Lanzándolo hacia el cielo, esperó que hiciera efecto mientras huía de aquel lugar atestado con aquellos zarzillos de oscuridad.

Pocos segundos después, una detonación en el cielo le indicó que el hechizo había tenido éxito.

Poco podía hacer Elius en esa situación. No era combatiente y lo poco que podía hacer era intentar molestar lo máximo posible a Aditya para que sus dos compañeros acabasen con ella. Claro que debía actuar con cabeza y no molestar a sus amigos, sino no valdría la pena. De nuevo, carga con la mujer en un intento desesperado de golpearla con su daga. Era una misión imposible, pero al menos lograría captar algo su atención. 

Te das la vuelta lentamente, preparada para actuar y musitando suaves palabras, y frente a ti descubres...

A nadie.

Pao sigue disparando flechas a tu lado, y cerca está también Jhon, abriendo fuego una y otra vez. Sin embargo, Gruntah ha desaparecido y quienquiera que pasase a tu espalda se ha internado en la balsa a través de la portezuela. Sin embargo, dentro puedes percibir mucha agitación, furia y una pelea. Aunque desde tu posición no puedes ver nada más. Y entonces una iluminación sale de la balsa y se alza en el cielo. Un hechizo del draconiano, puedes reconocer.

Y de repente, apenas percibido por nadie en todo el entorno, una mota de polvo mágico se alza en el cielo a gran velocidad, proviniente de y colocándose sobre la embarcación. Unos segundos después, tras haber alcanzado una altura considerable, se produce una detonación en el cielo que ilumina y resuena en todo el lugar, atrayendo varias miradas, pero ninguna de los guerreros enemigos. Se trata, sin lugar a dudas, de un hechizo de Gruntah. Un hechizo de espectáculo, que no causa nada más que eso...

Gloria percibe claramente la llamarada mágica antes de que ésta  se eleve y estalle en el cielo. No le hace falta verla para saber los que es. Ha visto muchas veces al draconiano usar la magia, una de ellas hace apenas unos minutos. El nigromante ha pasado tras ella y desaparecido. Ni siquiera debe de considerarla una amenaza.

Y en cierto sentido, hace bien. La joven es inútil en combate. Pero eso nunca ha impedido que esté dispuesta a arriesgarlo todo por sus amigos. Y ahora una de ellos la necesita.

Todos los que estén en la orilla reconocerán la señal. Ahora, lo importante es ayudar al mago cuanto antes.

Ese es Gruntah- explica rápidamente para beneficio de Jhon y Pao, que no tienen por qué conocer la señal. Viene de dentro de la balsa, y hace apenas unos segundos que acabo de sentir a un nigromante pasar tras nosotros. Tenemos que acabar con él cuanto antes. Es la única forma de que esas cosas mueran de verdad, de una vez por todas.

Sin esperar respuesta, contando con que la sigan al saber la importancia de acabar con el nigromante, Gloria se dirige hacia la trampilla a toda velocidad.

La criatura demostraba ser practicamente invulnerable, apenas lograron arañar un poco la superficie de esta, dañarla parecia imposible y el dolor no la doblegaba, tampoco el cansancio. Pero al parecer, habia algo que si guiaba sus impulsos como cualquier ser vivo: la ira. No distinguia entre amigos de enemigos... y eso podria ser muy util.

-Kromwill, llevemoslo con el otro y...- el estallido de luz le dió otro color a su pelaje, solo le basto una mirada rapida para saber que era Gruntah pero... ¿por que un hechizo que solo servia para entretener crios? ¡Una señal!-. Necesita nuestra ayuda- aferró a uno de los soldados que intentaba enzartarle con su arma y usandolo de proyectil lo arrojó hacia la enfurecida criatura gigante-. Imhol es el mas rapido, podra llegar facilmente...- pero para eso tenian que quitarle de encima varias toneladas de muerto viviente.

Kromwill estaba a punto de seguir con su furiosa arremetida contra el gigante, a pesar del estado en el que se encontraba su enemigo, cuando las luces del cielo iluminaron brevemente la escena. El hechizo de Gruntah no sólo alumbró el campo de batalla, sino que también devolvió algo de claridad a la mente del guerrero, que estaba empezando a cegarse, sumergida en la rabia del combate. 

Asintió en dirección a Arbahin y empezó a arrojar piedras al ser descontrolado.

-¡Por aquí, saco de carne putrefacta! ¡Acércate e intenta matarme, si es que puedes!

Mientras intentaba atraer así al gigante, empezó a encaminarse hacia la embarcación, esperando que el estado de rabia descontrolada pudiera ayudar a tumbar al otro ser.