Partida Rol por web

Gruntah escuchó a Lon y asintió silenciosamente. En cualquier otra circunstancia, avisaría a todo el pasaje, pero prefirió escabullirse como una lagartija y mantener vigilado al hombre rata.

El ventante suspiró al escuchar la noticia, signo que no tenía los mismos matices que un suspiro humano pero que básicamente sí era lo mismo.

-Bueno, pues supongo que tendremos que estar preparados para el ataque. ¿Nos organizamos como siempre o queréis cambiar algo?

A petición de Arbahin, vuestro conductor -el cual no parece un guerrero, y os ha confirmado que la lucha os la deja a vosotros, y que él actuará solo si hace falta- os cuenta un poco sobre la distribución del lugar de ascenso.

-El lugar es bastante accesible, por lo que la visibilidad será favorable para nosotros. No espereis que estén allí para recibirnos, porque simplemente podríamos alejarnos de ellos y esperar, o dar un rodeo, pero toma su tiempo y será solo una segunda opción, porque podrían encontrar otro sitio donde atacar. El lugar está cercano a la linea derecha del río, y en temporada de balsas, que fue hace unos meses, se acaban montando puestos mientras se espera a que pase la balsa de cada uno, por lo que se ha acabado formando una planicie de bastante tamaño, rodeada por el bosque. Y los árboles del borde no son especialmente altos ni fuertes, ya que se suelen talar cada pocos años. Si tuviese que escoger un momento, yo diría que sería cuando la balsa estuviese ya en proceso de ascenso, porque ahí es donde la movilidad se corta por completo...

Arbahin escucho atentamente lo que dijo Lom, buscando imaginar medianamente como era el lugar en el que se desarrollaria la batalla. Un terreno amplio seria algo muy favorecedor para ellos, sobre todo contra esas armaduras sin sonido. Aunque, experto cazador, le daba tambien algo de mala espina.

-Si yo atacara a una presa peligrosa...- dijo entrecerrando los ojos-. No lo haria de frente, sino desde una posicion ventajosa para mi. No creo que nos ataquen a travez de un campo abierto, antes lo hicieron abrigados por la noche y el silencio y no les fue bien...

Miró a sus compañeros, mas listos en cuestiones estrategicas que él, quien se guiaba por su instinto mas que nada.

Agitada por la fuerza de la cascada, la balsa se anima en el último trecho recorriéndolo sin problemas hasta llegar a lo que solo se puede describir como una extraña y llamativa maquinaria bajo la superficie del agua. Con uno de los Xasheen gritando las instrucciones, el otro trabajando bajo cubierta y un poco de ayuda adicional, os cuesta un par de minutos posicionar la embarcación en las jambas del sistema, que Pao rápidamente acciona, con una sonrisa en el rostro por el trabajo bien hecho. A un costado vuestro, a menos de tres metros del borde de la balsa, la linea de tierra se deja ver separándose menos de un metro de una cala de piedras que dan paso a la planicie, en la que únicamente destaca una gran roca aproximadamente en el centro, y más allá solo se corta la vista por la linea de árboles que componen el bosque.

Sabiendo que va a ser un proceso ligeramente costoso, Pao saca la tabla por si alguno de los viajeros quiere bajarse un rato, y rápidamente Árdigant aprovecha la ocasión... para saltar unos metros más allá, ya en tierra, y dejarse caer en el suelo abrazándolo. Kate y Jhon cruzan un par de palabras antes de que la primera se decida a bajar también con un salto largo que impide que llegue siquiera a mojarse, caminando a paso tranquilo y de manera aparentemente muy despreocupada hacia la gran roca. Aditya parece pensárselo, valorando la necesidad de empaparse las piernas y la compañía en la balsa.

Por ahora, el horizonte parece despejado...

Al fin habian llegado, Arbahin alzo su cabeza al cielo olisqueando el aire, pero sabia que era inutil, los guerreros con esas armaduras carecian de olor y sonido. Su magia era poderosa y muy utile contra ellos. Al ver que algunos bajaban, Arbahin decidió que haria lo mismo. Segun Jhon, Kate muy capaz, pero aun asi, no queria dejarla sola con el hombre rata.

Arbahin salto los metros que le separaban de la costa como si fueran nada, levantando una nube de polvo al caer. Miró a su alrededor, vigilando los alrededores. Reconocieria el terreno y buscaria huellas, procurando no alejarse demaciado. Aun temia que los atacantes no usaran el enorme espacio abierto frente a ellos, sino que fueran por alguna ruta alternativa o que atacaran por el agua cerrandoles el paso de salida..

Y allí estaban, tal como les habían avisado. Desde luego, el lugar era idóneo para un ataque. El guerrero sacó su espada y se sentó en unas cajas del barco. Empezó a afilar el metal de la hoja, mientras vigilaba con mirada seria lo que había alrededor. El ruido de la piedra de afilar contra el metal se repetía cada escasos segundos, casi acompasado con la respiración de Kromwill. 

"Veremos qué encontramos... Y sinceramente, lo lamento por ellos... Vienen aquí a morir..."

Por fin habían llegado pero Elius no tenía ningún interés en bajar a tierra, al menos ahora mismo. Allí poco podía iba a hacer, salvo estorbar. Esperaba que sus compañeros explorasen los alrededores para prepararse a lo que se avecinaría. Y él debía también prepararse. Aunque él no era un guerrero debía mentalizarse que no tendría mas remedio que defenderse. Claro que también debiera tener preparado sus ungüentos en el caso de tener que usar sus habilidades médicas. 

Viendo el ímpetu del licántropo al vigilar el entorno de la balsa, así como las chipas que brotan de la espada de Kromwill cada vez que pasa la piedra de afilar por el borde de la misma, un pequeño escalofrío de preocupación le recorre la espalda a Aditya, haciéndola temblar ligeramente, por lo que camina con aspecto compungido hasta Elius, el que ha sido su principal contacto con vosotros, y se le agarra a un brazo todavía con el pulso errático.

-Elius, ¿ocurre algo? ¿Hay bestias salvajes por la zona? La preparación de tus amigos me preocupa, dime, ¿hay algún peligro?

Mis compañeros solo son precavidos Aditya- contestó a la joven- ya sabes el dicho: "mas vale prevenir que lamentar". No tienes porque preocuparte por nada- salvo por un inminente ataque que sufriremos antes o después-i aqui estamos seguro- ni el mismo se lo creía- cuando acabe con lo que estoy haciendo quizás quieras bajar de la barcaza y dar una pequeña vuelta por los alrededores. No hay mucho mas que hacer en estos momentos.

Con mirada escrutadora, Gruntah miró hacia el bosque, como si sólo con desearlo pudiera atravesar la cortina de follaje y ver más allá. Estaba despejado, y las líneas de conjuros en su mente se organizaban por si fueran necesarias para un asalto, pero su atención estaba destinada al hombre rata. Había despertado muchas sospechas, y Gruntah se prometió a sí mismo que si ese tipo hacía que alguno de sus amigos saliera herido, lo pagaría.

Se cruzó de piernas sobre la balsa y se concentró para canalizar energía mágica de los vientos energéticos circundantes. Infundiría las armas de sus amigos con el fuego y el rayo, y con ese poder partirían las armaduras de los enemigos como si fueran de barro.

Gloria observa al resto de ocupantes de la barcaza. Desde que Arbahin anunció el ataque, casi lo único que ha hecho es observar cómo el resto se prepara para la batalla, y buscar un lugar a salvo en la cubierta, algo que le de algo de protección. No se engaña. A pesar del incidente de hace unas noches, cuando lanzó aquel ataqu de luz fulgurante contra el grupo de bandidos, sabe que de no estar extremadamente nerviosa y asustada- y puede que ni aún entonces- no va a ser capaz de repetirlo. Fue una reacción de puro instinto, y su mente racional no es capaz de repetirla. Además, los efectos sobre su cuerpo podrían ser peores esta vez, y tampoco quiere correr ese riesgo. Desde una posición segura, podrá ayudar a sus amigos con rápidos fogonazos de luz para cegar a sus rivales, o creando refracciones para dificultar que sepan dónde están. En campo abierto... en campo abierto, sólo es un blanco. Pequeña, débil e incapaz de luchar.

Así que rápidamente se busca un hueco al lado del borde de la balsa, desde donde a veces lanza miradas preocupadas a Kromwill.

El tiempo pasa, mientras la balsa sube poco a poco. Las búsquedas de Arbahin parecen infructuosas, no revelando ninguna presencia en la zona desde hace tiempo. El resto os vais posicionando con más o menos tranquilidad, lo que incluye a Lom que se aposta junto a la caravana y a los dos nomari, que ahora que el sistema está en marcha ya no tienen nada que hacer hasta que esté a punto de ascender del todo.

Árdigant, respuesto del continuo viaje en balsa, se pone en pie y se pasea durante un rato por el cesped echando miradas aquí y allá, y murmurando para sí cosas que no parecen tener sentido oidas a cachos. Por su parte, Aditya, claramente poco satisfecha con la respuesta de Elius, se vuelve a su hamaca para tumbarse un rato, ya que "no hay mucho más que hacer en esos momentos". Kate, por su parte, recorre todo el camino hasta la roca y tras un par de intentos infructuosos, consigue a la tercera subirse encima, tumbándose a tomar el sol dejando pasar el tiempo. Tiempo que pasa, hasta que pasada algo más de media hora, un ruido de metal contra metal consigue llamar la atención de todo el mundo y sacarlos de ensimismamiento. Sin embargo, pese a lo que podría parecer, se trata de un ruido vuestro, mientras Jhon ha abierto por fin su maletín, relleno de alguna especie de pasta grisácea, y se dedica a sacar tubos y otras piezas para ir acoplándolas unas con otras, todo de manera muy metódica.

Los nervios del ventante estaban a flor de piel, saber que iban a ser víctimas de un ataque no era uno de los conocimientos más tranquilizadores que se le ocurrían, y por ello no podía estar quieto.

Caminando de un lado a otro de la barca, Imhol mira a ambos lados de la barca, tratando de fijarse en el horizonte por si ve algo. En intervalos aleatorios de tiempo, también trepa por algún objeto de la balsa a fin de tener mayor visibilidad, pero aun así nada.

Quizás fuese buena idea que bajase a tierra para comprobar él también el terreno... pero no, Arbahin ya se estaba ocupando de ello, y era el mejor para hacerlo, a si que lo más que podía hacer el ventante era mirar aquí y allá en busca de sus atacantes.

En el momento en que Jhon saca esos cachibaches, Imhol se queda mirándolo desde el borde de la barca.

-¿Qué se supone que está haciendo? - Pregunta a nadie en general.

La situación se había tensado cual hilo, colgando de una mísera tira fina pero aguantando la tensión del ambiente, mientras cada cual empieza a notar sus propias señales que le indican de que algo va mal. Así, el pelaje de Arbahin se eriza, y Kromwill puede notar cómo la sensación de desasosiego justo antes de una pelea le golpea con fuerza. Y no es la única señal que se desborda cuando de la espesura, ignorando todas las desventajas que eso presenta a la hora de hacer un ataque, aparecen dos, cinco, trece, y más figuras a cada vez hasta alcanzar la treintena, rodeando al claro y la gran piedra central. Todos ellos, con idéntico aspecto a aquellos que os atacaron hace ya días, al amparo de la noche. La armadura apenas reflecta la luz, tratando de absorberla al igual que los sonidos y los olores.

Y de repente, cuando ya parecían estar todos, dos enormes figuras más emergen, dos caballeros de casi dos metros y medio armados y equipados para parecer un espejo el uno del otro, pues donde uno lleva una alabarda a la izquierda y una garra a la derecha, el otro las porta al revés, y de cada uno de ellos solo un ojo es visible, como único punto aparentemente abierto de esa armadura. La escena dura un instante más, con todos los enemigos preparados, hasta que ambos capitanes alzan sus garras señalando hacia delante, y los soldados se lanzan a la carrera a por todos aquellos que están en el claro.

Su meditación se vio perturbada por la aparición de aquellos enemigos. Los conocía y conocía su magia rúnica, pero aún no había sido capaz de encontrar una manera de combatirla. Con los ojos chispeando por la rabia contenida, el hechicero dracónico se incorporó de la balsa y apoyó firmemente el báculo en el suelo. Allí estaban, y allí encontrarían su final.

Centró su atención en los soldados más numerosos, pues sabía que aquellos gigantes merecían una estrategia en particular, la cual no resolverían hasta que ellos murieran. Cerrando los ojos, canalizó una gran cantidad de energía, a sabiendas de que estaba a salvo, alejado de ellos. El cielo diurno se cubrió de nubes rojizas, oscuras y tormentosas, y unos resplandores carmesíes brillaban tras ellas. 

Sus compañeros conocían ese hechizo, pues sólo una vez lo lanzó antes de aquel día. Un hechizo que haría llover fuego de los cielos.

Por fin aparecían... uno, dos, cinco,... una treintena. La cosa se complicaba bastante. Pero fue la aparición de las dos enormes criaturas lo que hacía que el combate ya de por si difícil podría convertirse en el fin de su viaje. Sin embargo, no todo esta perdido. Gruntah comenzó a invocar su poder mágico: a todas luces canalizaría todo su poder en un poderoso ataque con el objetivo de acabar contra los enemigos menores -en una lógica de, cuantos mas mejor-. Los dos "gigantes" serían otro cantar.

Elius sabía que sus habilidades en el combate no servirían de mucho. Así que optó por lo prudente: esperar y colocarse en una posición defensiva. Solo esperaba esquivar los golpes y lograr sobrevivir. 

-Condenación, son un montón. -Se le escucha decir al humano, mientras termina de montar su arma para llegar a conseguir lo que, a todas luces, parece una especie de ballesta sin brazos ni cuerda que tienda entre ellos. Cualquiera diría que es una construcción de vapor, si no careciese de los típicos tubos que revelan una invención de ese tipo. Sacando una última pieza, que coloca en un hueco de la parte inferior, se aposta en la barandilla con una rodilla en el suelo, y se toma un instante apuntando. -A ver cuánto aguantais aquí. -añade, un instante antes de apretar el tensor y producir un ruido explosivo, con un olor a fuego de alquimista rodeando su arma en la balsa. Al mismo tiempo, uno de los soldados rasos que había iniciado la carrera buscando a Kate sale volando hacia atrás cuando un proyectil casi imposible de ver lo golpea a gran velocidad en el pecho, quebrando la resistencia de la armadura.

Y allí estaban, como cabía esperar. Sólo que aquella vez parecían venir con un par de jefes. Es una lástima que tuviera que morir, quizá ellos pudieran decirles, si lograban capturarles vivos, por qué demonios les perseguían. Pero éso no iba a ocurrir. La batalla había empezado, iba a derramarse sangre, y Kromwill sabía muy bien lo que le ocurriría cuantos más enemigos matara. Sin embargo era éso, o morir a sus manos. 

El guerrero se irguió en toda su estatura y saltó fuera del barco, con el acero desenvainado.

-¿¡Habéis venido a morir de nuevo!? ¿¡No habéis tenido bastante ya!?

El primer enemigo se abalanzó hacia el humano, que avanzaba con calma. Con un potente golpe le arrebató el arma de las manos, y con otro la hoja del guerrero pasó entre el peto y el casco del enemigo, degollándose limpiamente. 

Pese a que esta vez el combate parecía que iba a ser bastante más duro que en el ataque anterior, también habían cogido al grupo mucho más preparado, por lo que el ventante echó la mano a su espalda y sacó su lanza mundana para prepararse para la batalla.

Los dos capitanes sí parecían mucho más duros, y lo más probable es que para ellos si requisiese los servicios del arma que había encontrado en aquellas runas, pero hasta entonces guardaría ese as bajo la manga.

De una carrera, Imhol llegó hasta el borde de la balsa y saltó para llegar a tierra, donde se puso en posición de combate esperando la carga enemiga, Gruntah estaba preparando un hechizo bastante poderoso, por lo que internarse entre las filas enemigas provocaría que tuviese que dirigir con más cuidado el sortilegio y por tanto fuese menos destructivo. Igualmente, el enemigo trataría de alcanzar a los miembros más indefensos del grupo, el draconiano, Elius y Gloria, pero el ventante se quedaría ahí para cubrirlos.