Partida Rol por web

The Driver

Lousiana (Nathan & Blair)

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24/10/2022, 20:48
Blair Hüseynova

Cuando mencionó la mesa escogida volvió a girar el rostro para buscarla con la mirada, aunque en esta ocasión la localizó con facilidad al saber dónde estaba. Repasó otra vez a las amigas con más calma, deteniéndose en ellas más de la cuenta e intentando escuchar entre todo el alboroto la conversación intrascendente que estaban teniendo.

- Vale.- Se fijó en el chico joven, el hijo de uno de ellas, marginado comiendo. Sintió un poco de lástima por él y después curiosidad, imaginándose que con él tendría más en común que con el resto de mujeres.- Te espero allí.

A cámara lenta y arrastrando los pies en un sonoro cansancio Blair dio la espalda para caminar hacia esa mesa de la recepcionista.

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24/10/2022, 21:21
Nathan Moore

Nathan no las tenía todas consigo. Le preocupaba hasta qué punto podría Blair estar enganchada y hacer alguna tontería, y sobre todo creía que no era el lugar para hacerla. No le gustaba el sitio, ni la gente: y menos de noche. 

Mientras pedía algo para los dos, preferiblemente con poco picante, no dejaba de echar vistazos a la joven para cerciorarse de que realmente se iba a sentar con el grupo de lugareñas: aunque hacer las dos cosas a la vez era complicado y ella podía desaparecer de su vista perfectamente. 

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25/10/2022, 22:54
Director

Blair llegó a la mesa sin contratiempos y fue recibida con extrañeza, sonrisas forzadas y miradas de soslayo para ver dónde se encontraba su “tío”, sobre todo de Bev, la “adultescente”.  – Hola encanto, siéntate aquí – le saludó Angie, la recepcionista, señalando un lugar libre junto del chico – eras Blair, ¿verdad? Este es Daniel ­– El chaval daba cuenta de su plato de chili con carne con avidez, y ni siquiera levantó la mirada – ¡No seas maleducado y saluda! – le gritó Dona, su madre –Ho, hola ­­– contestó Daniel, abrumado por la inesperada presencia de la chica de belleza exótica. Se había puesto más rojo que las cáscaras de crawfish, que tras ser machacadas y medio devoradas por las mujeres se amontonaban en una fuente en el centro, mezcladas con montones de servilletas manchadas. ­– ¿Quieres probarlos? – le invitó Bev, es un plato típico de la zona. ­– Tienes que arrancarle las patitas, comerte la cola, y después chupar la cabeza ­–  le explicó, a lo que sigueron las risas de sus amigas.

Tras eso no hicieron mucho más caso a Blair, siguieron chupando y sorbiendo, haciendo alguna pausa tan solo para despellejar a los paisanos que se cruzaban por delante de su campo visual, como si de un cangrejo más se tratase. 

Cuando llegó Nathan empezaron a acribillarlo a preguntas ¿De dónde sois? ¿Qué os trae por aquí? ¿Estás casado?... Por su parte aprendieron que Bev estaba divorciada, que Daniel tenía 17 años, que los maridos de Angie y Dona las habían dejado solas para irse a pescar a los canales… y un montón de cosas intrascendentes y cotilleos.

Hasta que llego el momento en que Daniel se terminó la cena – Bueno, ya he terminado, yo me piro – anunció – ¿Por qué no te llevas a Blair a dar una vuelta y le presentas a tus amigas? – Preguntó Bev, mirando con ojos golosotes a Nathan mientras chupaba con lascivia una cabeza de cangrejo.

Notas de juego

He puesto esto así para no liarnos con la conversación y perder mucho tiempo. Podeis describir a grandes rasgos la historia que les contais... y Carlas, tienes completa libertad para decidir lo que hablas con Daniel

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26/10/2022, 14:12
Nathan Moore

Nathan desarrolló una conversación intrascendente en la que pudieran ser amables sin entrar en detalles sobre su vida ni sobre su viaje, satisfaciendo la curiosidad de Angie sin exponerse demasiado. Divorciado. Doce años. Sí, muy jóvenes. Lo llevaba como podía. En una oficina. Iban a ver a su hermana, la madre de la cría. Jacksonville. A Dallas. Sí, les gustaba el crawfish: muy rico.

No había contado con la posibilidad de que Blair se fuera con el chaval. Parecía tímido, poquita cosa: nada de lo que preocuparse. La idea no le hacía gracia, pero tampoco podía retenerla, aunque lo habría preferido: sólo esperar que no se metiera en problemas.

—Ve si quieres, pero no te alejes — dijo a Blair — Llevas el teléfono, ¿verdad?

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27/10/2022, 18:16
Blair Hüseynova

Una vez se sentó en la mesa y estuvo frente a frente con el muchacho, su curiosidad por él aumentó. No era especialmente interés sino parecía más un niño mirando a una hormiga a través de una lupa, extrañada por lo diferente que se veía con la lente aumentada.

- Sí, Blair. Hola Daniel.- El chico era muy distinto a los que había conocido. Estaba acostumbrada a los más canallas, los que no bajaban la mirada con timidez sino que buscaban el contacto visual como si fuera un duelo del oeste. Pero buscara donde buscara ninguno era Doggy, él era único.

El resto del tiempo hasta que llegó Nathan, más que involucrarse en la conversación estuvo “peleándose” con la comida. No le gustaba tener que desmontar el plato como si fuera un juguete, prefería la comida sencilla que consistía en clavar el tenedor y morder, sin más.

Pero en cuanto su tío postizo llegó con algo comestible, devoró con un hambre atroz. Se notaba que tenía hambre, mezclando tanto los sabores que al final le impedían no lograba diferenciarlos. Mientras tanto trataba de hablar con Daniel, preguntándole si había algo divertido por la zona o quejándose de la música al querer escuchar algo más moderno, de su edad.

Cuando terminó se limpió las manos y la boca con una servilleta ya desgastada del uso que le había dado, haciéndola una bola. Si hubiera visto una papelera cerca habría jugado a encestarla, pero no quería llevarse una reprimenda de los mayores.

- Vale, guay.- Se incorporó del asiento en cuanto le concedieron el permiso, remangándose las mangas de la sudadera negra grande al dejar sus manos ocultas.- Eh… sí.- Tanteó con las manos los bolsillos de su pantalón, sacando del trasero su móvil para enseñárselo.- Lo tengo aquí.- Volvió a guardarlo en el mismo lugar tras mirar la hora.

- Luego venimos.- Miró a Daniel, el guía en esta aventura, esperando a que se moviera para irse a su lado.

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28/10/2022, 18:54
Director

-Bueno, los chicos jóvenes nos juntamos en la playa. Allí están todos mis amigos. Si quieres vamos…- le había dicho antes con timidez. Lo que no le había contado es que para llegar a “la playa”, había que internarse en un tupido bosque húmedo y sofocante. Andaban por un estrecho sendero, saltando de vez en cuando las partes anegadas, como si la ciénaga quisiera engullirlo todo, incluyéndolos a ellos mismos. El silencio de la feria se iba amortiguando según avanzaban, transfigurándose poco a poco en una cacofonía de insectos. Estaba oscuro, y las linternas de los móviles, al moverse, reflejaban sombras amenazantes. Aunque lo peor era el olor, a agua estancada mezclada por el propio sudor de los chicos, que era un imán para los mosquitos.

Notas de juego

Buenas, cuelgo esto de aperitivo... luego sigo.

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28/10/2022, 20:25
Director

Y tras un rato la banda sonora vuelve a mutar, se escucha otra música distinta. Música que reconoce. Ya se pueden ver las luces de colores entre las ramas, y al salir de la maleza, la prometida playa aparece ante sus ojos.

Y es un fiestón en toda regla.

Un montón de chicos y chicas bebiendo, bailando, drogándose... sobre una estrecha franja de terreno libre de vegetación, a orillas del pantano. Han puesto un equipo de sonido, y las luces de colores colgadas de los árboles le dan un aspecto casi irreal, como si hubiera aterrizado en otro planeta. – ¡A que mola! – dice Daniel entusiasmado, pues más una afirmación que una pregunta. Y parece que el ambiente alienígena también a él le ha cambiado, pues rompiendo su timidez coge a Balir de la mano y la lleva corriendo hasta donde sus amigos le esperan.

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29/10/2022, 11:49
Blair Hüseynova

Su objetivo principal no era la fiesta, sino lo que albergaba.

Esperaba que en aquél pueblo de paletos su concepto de juerga en aquél lugar sería una pancarta escrita con faltas de ortografía donde pudiera leerse “PROHIBIDO ADULTOS”, bebidas sin sabor con un poco de alcohol que habrían comprado en algún local con un carnet falso y música tan alta que no pudiera escuchar su propia voz. Pero justamente en esos lugares era donde se encontraba la peor calaña, o así se denominaban los que faltaban a los mandamientos.

No cometerás actos impuros.- ¿Qué había más puro que estar cerca de Dios? Sus padres no eran cristianos, no le habían inculcado esa cultura, pero cuando tomaba pastillas sentía que estaba al lado de todo ser todopoderoso y omnipresente. Ahí sí creía, tenía fe al encontrarse en el mismísimo paraíso.

Y necesitaba llegar cuanto antes, echando demasiado de menos la sensación de flotar en el espacio. Sentía cosquillas en los dedos, un picor que fue intensificándose a medida que avanzaba y que no podía quitarse a pesar de rascarse contra el pantalón, también creía estar sudando, ¿hacía calor? La temperatura subía y bajaba, subía y bajaba… El mundo entero se desmoronaba a sus pies si no consumía cuanto antes.

Por suerte tuvo una señal divina, en este caso en forma de cambio de música que le hizo seguir la dirección de la melodía estridente. Aceleró el paso, adelantándose incluso a Daniel hasta que las luces se distinguían en la distancia, luces que no pertenecían a su cabeza sino de bombillas o focos comprados para dar ambiente.

Blair sonrió al ver la fiesta, su fiesta, más parecido al concepto que tenía.

- Mola mucho.- Se perdía entre las luces y los golpes de la batería en algún solo, recordándole a su hogar de ruedas.

Cerró unos segundos sus párpados, dejando que sus recuerdos la trasladaran a otro lugar. Uno donde el suelo no era arena o césped, sino la tarima del escenario. El suelo vibraba, la gente gritaba el nombre de la banda y sobre todo del cantante, Marvin, imaginándose que el micrófono eran ellas sólo para sentir sus labios tan cerca y saborear su saliva.

Despertó de su breve sueño por el tirón de Daniel en su mano, obligando a moverse para no caer. Sí, necesitaba regresar a su paraíso particular para despejar su cabeza de viejos fantasmas que ella misma estaba invocando.

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03/11/2022, 21:00
Director

– No te preocupes, no irán lejos – le dijo Bev, agarrándole del antebrazo. Había aprovechado la marcha de Blair para acercarse más a él.  – Los chicos jóvenes se reúnen en la playa, Daniel es un buen chico, cuidará de ella, ¿verdad Donna? – A lo que siguió el interminable relato de las bondades del vástago, por parte de su madre…

Pero la cabeza de Nathan estaba en otra parte, mucho tiempo atrás, y al ver marchar a Blair no pudo evitar que más recuerdos de Marian salieran de donde los había enterrado.  El momento que vino a su mente no fue el último en que la vio, aun quedarían otros dos, pero si fue la última vez que habló con ella.

Era una tarde de otoño, oscura y lluviosa, y habían tenido una terrible discusión que terminó con un portazo en las narices de Nathan. Marian se encerró en su cuarto, y él se marchó al salón, frustrado. Era algo habitual en los últimos tiempos de su relación, por lo que no saltaron las alarmas hasta que no escuchó el zumbido inconfundible de la motillo de 50 de uno de los amigos de Mariam. Nathan salió a la calle, con el tiempo suficiente para verla desaparecer calle abajo abrazada a su amigo, que conducía a toda velocidad. Pudo ver su cara vuelta hacia él, con esa mirada mezcla de odio y de pena… no llevaba puesto el casco.

Notas de juego

Cuéntanos, Nathan ¿Por qué discutisteis?

Como es un tema delicado te dejo escoger “el punto de la carne”, a mí me gusta poco hecha (quiero decir que es lo que yo había pensado, pero tú decides).

Carne cruda: Llevabas tiempo abusando de ella, hasta que pudo reunir el valor suficiente para escaparse.

Poco hecha: Teníais una relación incestuosa, aunque consentida, y quiso ponerle fin.

Muy hecha: Nunca abusaste de ella, ni le confesaste tus sentimientos. Pero esos deseos reprimidos hicieron que tu relación se deteriorara. Hasta que le puso fin por cualquier tontería.

Al punto: cualquier variación que se te ocurra.

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04/11/2022, 15:10
Nathan Moore
Sólo para el director

Nathan se revolvió en el asiento, inquieto. La ausencia de Blair le intranquilizaba, y la creciente cercanía de Bev no contribuía a arreglar las cosas. De pronto estaba muy incómodo sentado en su silla de plástico: no tenía hambre, el humo le molestaba en los ojos y el ruido en los oídos, y en aquel momento hubiera deseado salir corriendo. Pero se dijo que debía guardar las formas.

—Sólo ha ido a dar una vuelta — se dijo — Echarán un trago con la pandilla de chavales que haya en este lodazal, el pardillo intentará meterle ficha y ella no le hará mucho caso: volverá cuando se aburra.

Mientras tanto, intentó ser amable con Bev, aunque no le correspondió en el contacto físico: albergaba la esperanza de que si ella notaba cierta frialdad educada no insistiría. Al fin y al cabo, Nathan supuso que para ella sería más prioritario enganchar a un padrastro para su hijo que simplemente pasar un buen rato con un desconocido que estaba de paso.

Ante el recuerdo de Marian no pudo evitar una punzada de vergüenza y culpabilidad. Asumía su culpa: él era el adulto, el responsable de haber evitado aquella situación y, sobre todo, su final abrupto. Era él el único culpable de haber perdido a su hija.

Notas de juego

Poco hecha.

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06/11/2022, 06:04
Director

Era el único culpable de haber perdido a su hija…

El pensamiento flotó un momento en su mente, como flotaba la boya de pesca del marido de Angie o de Donna sobre la superficie de las apestosas aguas de la ciénaga, para ser engullida después hasta el fondo al picar un pez el anzuelo. En el caso de Nathan lo que salió a la superficie fue la terrible constatación de que ese pensamiento era en realidad una certeza. Esa noche había perdido a su hija, para siempre, y sólo fue culpa suya.

Cuando se dio cuenta de que Marian se había escapado por la ventana para huir con su amigo no pudo soportarlo y salió tras ella. El pueblo en donde vivían – en medio de un bosque en las montañas – solo tenía una salida, y con su viejo Dogde no le costó nada darles alcance… Les dio las largas, hizo sonar el claxon, e incluso intentó adelantarles para bloquear el camino y hacer que se detuvieran, para poder hablar con ella y conseguir que entrara en razón. Pero era él quien estaba enloquecido, y sus intentos por que parasen no condujeron a otra cosa que a la conclusión inevitable. El motorista se puso nervioso, perdió el control y se salió en una curva.

Le costó un rato bajar hasta donde habían caído, varios metros colina abajo. Esa fue la penúltima vez que vio a su hija, la última fue en una caja de pino.

Como una ficha de dominó al caer sobre la siguiente este recuerdo le llevó a otro, y esta vez fue como si todo el pantano hubiera quedado vacío, dejando al descubierto la madera en descomposición y el fango. La escena que había visto a la luz del faro de la moto accidentada, al bajar entre los árboles y la maleza, le parecía ahora más real que la silla de plástico, el humo o la música.

Junto a su hija se arrodillaba una figura harapienta, que cubría su cráneo con una capucha.

La reconoció, pues ya se había topado con ella en otra ocasión parecida, otro accidente de tráfico. Esa vez le pareció un sueño, pues el también había resultado herido, y en los borrosos recuerdos había creído ver como el desconocido se estaba bebiendo el alma de su esposa moribunda. Había alargado la mano hacia él, aprisionado entre los hierros retorcidos.

– Tú no – le había dicho – no es tu momento, mañana seguirás vivo –

Notas de juego

Vamos a construir juntos los recuerdos de Nathan

¿Cómo ocurrió el accidente en el que murió tu mujer? ¿Conducías tú? ¿Habías bebido?

En cuanto a Marian, ¿qué hiciste cuando llegaste hasta ella y te encontraste de nuevo al desconocido?

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06/11/2022, 13:28
Nathan Moore

Era Sophia la que bebía de más. Aquello no molestaba a Nathan; cuando su mujer estaba sobria, todo eran quejas: el tiempo que pasaba fuera de casa, las jornadas de trabajo hasta la madrugada, los viajes de trabajo, las horas encerrado escribiendo en una habitación oscura y llena de humo...  En cambio, tras un par de Martini's todo era más fácil para ambos. Lo bastante fácil como para que Nathan no se quisiera cuestionar si su esposa tenía un problema con el alcohol.

Por lo general, las borracheras de Sophia imponían paz en su relación: pero a veces desencadenaban tormentas de consecuencias imprevisibles, a menudo en público. Esa había sido una de aquellas noches.

Sophia había tenido un ataque de celos motivado por la esposa de otro amigo, que parecía reclamar demasiada atención por parte de Nathan. Aunque él había dormido poco y no contaba con tener que conducir, cuando vio a Sophia salir de la cocina tambaleándose supo que tendría que ser él quien se hiciera cargo del camino de vuelta. Montó una escena: llamó puta a la mujer de su amigo, y Nathan tuvo que disculparse abochornado. Discutieron por las llaves del coche y prácticamente tuvo que sacarla de la casa de sus amigos a rastras. De camino, tras un incómodo silencio, Sophia volvió a estallar con gritos, llantos y reproches. Nathan estaba cansado, y cada vez más enfadado y nervioso. Entró demasiado deprisa en una curva, el coche botó separando las ruedas del asfalto y él, instintivamente, clavó el pedal de freno. Las ruedas se deslizaron con un chillido por el asfalto mojado hasta que el coche salió de la calzada, chocando primero contra un árbol y después rodando cuesta abajo.

Cuando Nathan recobró la consciencia estaba boca abajo y el cinturón le oprimía el pecho. Todo estaba cubierto de trocitos de cristal de las ventanillas y Sophia yacía, moribunda, con medio cuerpo fuera del vehículo. Nathan se estiraba intentando llegar hasta el teléfono para pedir ayuda, cuando vio a la figura que se inclinaba sobre ella. El aparato estaba entre ambos, y Nathan tendió la mano como una súplica: sólo tenía que acercarle el teléfono y podría pedir auxilio. Que alguien viniera a ayudarles. En vez de eso, la figura le prometió que viviría: y Nathan perdió el conocimiento.

Cuando llegó al fondo de la pendiente, la rueda trasera de la motocicleta giraba libremente, arrojando barro y trozos de hoja al aire. Marian estaba boca abajo con su cuerpo desmadejado, como un muñeco al que hubieran dejado caer de cualquier manera. Su cabeza, iluminada por la luz fría del faro de la moto, estaba apoyada sobre una piedra: la mitad de su cara simplemente había desaparecido, y una pasta formada por sangre y masa encefálica se extendía despacio por el suelo, como la miel derramada de un tarro roto. El ojo que se había salvado clavaba en el vacío una mirada carente de vida.

Un par de metros más abajo estaba su amigo. El casco le había evitado que su cabeza se desparramara como la de Marian, pero no que una rama le atravesara el abdomen saliéndole por la zona lumbar, como si le hubieran atravesado con una lanza. Con uno de sus brazos, el que no parecía roto, intentaba sacar el teléfono del bolsillo de sus vaqueros. Sin duda pretendía pedir auxilio: que alguien les ayudara.

Nathan, enloquecido, se quedó sin aliento al contemplar la escena, y entonces volvió a ver a la misma figura harapienta: esta vez inclinada sobre el cuerpo sin vida de su hija. Se miraron durante un instante que a Nathan le pareció eterno, hasta que un quejido de dolor del chaval les hizo fijarse en él. Había logrado sacar el teléfono del bolsillo y pretendía utilizarlo. Nathan miró a la figura como si rogara su permiso.

—A ella le llegó su momento. Él es tu decisión.

Sin mediar más palabra, Nathan apartó el teléfono suavemente con el pie, alejándolo del chico.

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10/11/2022, 20:41
Director

Al ver la reacción de Nathan, los labios pálidos del desconocido se curvaron en una sonrisa de satisfacción bajo las sombras de la raída capucha – No soy la muerte se es que te lo preguntas – dijo con voz rota – Puedo beber del alma de los accidentados antes de que lleguen las ambulancias, tal como en otro tiempo probé un sorbo la tuya… Pero si se dejan la vida en la autopista son míos, así que muchas gracias por el sacrificio.

–¿QUE SI QUIERES DAR UN PASEO? ­– era Bev la que prácticamente le gritaba, arrancando de forma violenta su mente desde el pasado – ¿Te has quedado tonto o qué te pasa? – preguntó entre risas, bromista, al ver que había vuelto al mundo de los vivos. Se habían quedado solos, las otras dos mujeres habían vuelto a los puestos. A por más cangrejos, supuso.

Por más que lo intentara Nathan era incapaz de recordar cómo había acabado el encuentro. Su memoria había vuelto al estado de letargo en el que estaba antes de que la marcha de Blair la despertara. Pero sospechaba que no había sido aquella la última vez que lo había visto, que de algún modo su destino, y el de Blair, estaban unidos al desconocido.

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10/11/2022, 21:16
Director

Daniel presentó a Blair a sus amigos. Le ofrecieron beber algo, y al final el chico resultó ser más simpático fuera de la sombra de su madre, al igual que el resto del grupo. Cuando se quiso dar cuenta ya estaba disfrutando de la fiesta, bailando, riendo, haciendo el tonto con las otras chicas y conociendo a más gente. Se divertía, pero aparte del alcohol no parecía haber mucho más, y no dejaba de buscar a alguien que pudiera darle lo que buscaba… hasta que conoció a un chico.

Se llamaba Nick, era guapo, unos años mayor que ella, y con ese aire de malote, como le gustaban a Blair. Aun no había pasado nada, pero en un momento de la conversación Blair comentó lo que le gustaban las pastillas.

– Aquí va a ser difícil que encuentres nada… la poli hace la vista gorda con el alcohol, pero las drogas ya es otro tema….

­– Si quieres podemos ir donde mi hermano, vive en una casa flotante en el canal…

– No queda lejos…

– Ahí tienen de todo, y seguro que están de fiesta…

– ¿Te apuntas? Lo pasaremos bien…

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11/11/2022, 14:18
Nathan Moore
Sólo para el director

—Mierda — pensó Nathan.

Los recuerdos le habían nublado la mente, y no terminaba de ubircarse. Ni de ubicar a Blair: ¿dónde estaba?  Mierda.
El sacrificio...

—Eh... sí, vale — respondió sin pensar en lo que decía — Perdona, he dormido poco.

Un sacrificio. Le había quitado el móvil al amigo de Marian. ¿Y después, qué?  Mierda.

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16/11/2022, 10:51
Blair Hüseynova

Aunque Daniel fuera simpático y no dudaba que podría ser un amigo si llegaban a conocerse más, en esos momentos no era lo que buscaba.

Él no, pero Nick sí.

Encajaba a la perfección en su prototipo ideal de chico, los que no están sometidos a ningún estándar social y se creen los reyes del mundo, los rebeldes del sistema, los que saben que la diversión no está precisamente en un vaso rojo con alcohol sino en algo más compacto. Se sintió atraída desde que sus miradas se cruzaron y sentía que era mutuo, aunque al enterarse que no tenían sus preciadas pastillas se desilusionó.

- ¿Tu hermano? – Mostró interés mientras miraba al mar, buscando esa casa flotante. Podría ser perfectamente un engaño pero le daba igual, la bebida que le habían dado era insípida, sólo dejaba una molesta quemazón en su garganta. No era su combustible.- Vale, vamos.

Se dispuso a caminar, pero al primer paso retrocedió para buscar a su acompañante.

- ¡Daniel, ven! – Iba a ofrecerle la oportunidad de “despertar” de la misma forma que lo hizo ella. Así entendería su mundo, entendería que eran insignificantes en comparación con la liberación que te daban las pastillas.

Después, aceptase o no a ir Daniel, se marcharía con Nick a buscar a su hermano.