Partida Rol por web

El rostro de Yuki se iluminó al ver de nuevo a su hermano Moriya. La familia estaba reunida de nuevo. Levantó el brazo para saludar y advertirle de su llegada. No reconoció inmediatamente al otro hombre aunque por el tamaño suponía que sería el grandullón del mazo metálico. Yuki no recordaba bien su nombre pero sabía que era algo así como Bufo o Yuzo. No estaba segura de que ellos pudiesen verles pero tenía claro que su pelo rubio y la gran tortuga de Okina los identificarían al momento.

—¿Cómo subirá la tortuga las escaleras? —se preguntó la chica mirando al reptil con curiosidad.

Lee percibió una poderosa energía detrás de él, lo que hizo detener el ágil paso que le movía hacia el templo, y girar su rostro hacia atrás.Allí se encontró a un hombre de avanzada edad, un enorme sombrero de paja era lo que más le llamaba la atención de ese hombre.Tras posar su mirada analizadora sobre el misterioso viajero, sonrió amablemente.

-Deduzco que por el rumbo que lleva, se dirige al templo de la familia Ichijo, ¿cierto?- preguntó casi retóricamente acompañado de una ligera reverencia a modo de saludo.Sus manos descansaban entrelazadas entre si, ocultas bajo las anchas mangas que en ese momento estaban unidas una introducida levemente sobre la otra.Al muchacho de rasgos orientales se le veía apacible y amable, no obstante su mirada era penetrante y decidida.Portaba un simple petate de viaje colgando sobre uno de sus hombros.En cuanto a su vestimenta, tradicional china, sin terminarse de llegar a parecerse a la de un shaolín.

Miré a Yuki unos segundos al notar a aquellas personas en la entrada del templo.

Una gran alegría vino a mi en ese momento y sonreí, para luego comenzar a correr hacía mi hermano y su acompañante.

Puede que no le agrade mucho si corremos a él y lo saludemos con el carácter que tiene, pero estoy seguro de que se alegrará de vernos tras tanto tiempo, teníamos tanto que contarnos y ponernos al día y ahora estaríamos nuevamente los tres juntos en una misión...

Moriya era un hombre serio, de eso no cabía duda, pero a falta de una sonrisa, sus ojos mostraban de buena gana como se sentía al encontrarse a quienes sin duda fueron grandes y poderosos aliados en el pasado.

Dos inclinaciones de cabeza bien pronunciadas, primero hacia la joven, y luego hacia el titán que la acompañaba.

Sin duda, una pareja extraña, pero que no dejaba de tener encanto quizás, por lo peculiar de verlos en conjunto.

Me alegro de volver a veros.

Parco en palabras, su manera de moverse por el templo, hacia la zona de oración era cómoda, como si la presencia de sus aliados, le diera permiso para sentirse como en casa. Si es que tuviera alguna casa.

Tras una vista un poco más en profundidad, se sorprendió, de que hubieran sido de los primeros en llegar, dado que el maestro Shingen había tenido que rastrearlo hasta muy lejos para dar con él, y aunque habían apurado del paso, seguramente fueran los que más lejos venían .

Luego, busco una de las tablillas de madera, e igual que había hecho con el Kami de la colina en las afueras del templo dedico unos minutos de introspección a orar en el lugar, y pedir sus propios deseos de corazón.

Dando tiempo a que llegaran los demás.

No pudo alejar la duda que se cernía sobre su atormentado corazón de cómo sería volver a ver a la nívea Yuki y a Kaede. Pero intento dejar aquellos pensamientos en segundo plano mientras colgaba la tablilla con los demás.

En ella nuevamente se podía leer “guía mi mano”. 

Dando unas rápidas zancadas, tras dejar la frase a media, Amano se acercó rápidamente hacia Washizuka.

¡Viejo amigo! - rugió mientras le agarraba del hombro con la izquierda y con la diestra le daba un fuerte apretón de manos.

Veo que Genbo también ha debido de llamarte pero esta vez has decidido asociarte con mejor compañía. - añade mientras sonríe mientras mira y guiña un ojo a Kaori.

La sorpresa del Shinsengumi fue mayúscula al encontrase a Amano a la vuelta de la esquina. Aunque, quizás no tanto. Sin duda, no podía ser casualidad. Amano habría sido llamado también a la reunión, claro.

Sonrió al verlo, a pesar de las circunstancias por las que se habían encontrado.

Amano, tan jovial como siempre. Le devolvió el apretón de manos mientras mostraba una amplia sonrisa: -Sí, veo que Genbo nos ha llamado a los dos. Pero tú, bribón... ¿Dos días buscándote por todos los locales de Kyoto y te encuentro de camino a un templo? ¿Es que te has vuelto monje? Conciendote, debes haberte golpeado la cabeza o algo así. Ja, ja ja ja...-

Tras el caluroso saludo en un día invernal, Amano comenta lo de la nueva compañía de Wasizuka, y entonces el rostro alegre del Shinsengumi desaparece repentinamente, siendo sustituido por otro gesto visiblemente más serio. Como de un día soleado a otro gris y nublado:

-Verás, Amano. ESTE JOVEN es mi eficiente compañero Kojiro, un miembro de los Shinsengumi, como yo. No recuerdo si llegaste a conocerlo. Investigaba conmigo los casos de aquél psicópata, Shikyoh, y es mi ayudante dentro de los Shinsengumi desde hace años... Ahora lo recuerdas ¿VEEEEERRRRdaaaaaaaad...?- 

Wasizuka muestra ahora una sonrisa algo artificial a su antiguo compañero: Mirada de "...tu sólo haz que sí con la cabeza y calla, que ya te explicaré todo el meollo más adelante...".

-En cambio, no creo tener el placer de conocer a la señorita que te acompaña.- El Shinsengumi inclina levemente la cabeza en dirección a la chica, de manera bastante formal: -Capitán Washizuka, a su servicio.-

Kaori alzó una ceja de forma molesta al escuchar a Amano. ¿Pero quién se había creído que era? La frase no le hubiera molestado si hubiese oprimido aquel insinuante guiño.. pero aquello, más la confirmación con la respuesta del capitán, le dio a entender que aquel hombre le veía como una mujer, lo que también provocaba en ella cierto sentimiento de incompetencia por no saber disimular mejor.

-Quizás deberías dejar de beber tanto sake, pues te ciega la vista - Comentó de forma firme tratando de emular el tono de voz de su fallecido hermano - Como ha dicho el capitán, mi nombre es Kojiroh.

Justo en ese instante miró a Washizuka seriamente.. quizás no era una mirada desafiante, pero sí le insistía de forma discreta en que procurase disimular mejor y que ni se le ocurriese mencionar nada de su verdadera identidad ni ahora ni en ningún momento. Tras unos segundos volvió a centrar su mirada en la curiosa pareja que tenía delante.. Realmente no sabía que decir, pues temía meter la pata y quedar más en evidencia.. así que decidió guardar silencio y esperar a la presentación de la joven. 

Clak Clak... ClakClak... Clak ... - El sonido de las sandalias de madera contra la dura piedra de las escaleras había tenido al viejo ninja bastante distraido durante los últimos minutos. Cierto era que a veces, el disfrutar de las minucias más insignificantes de la vida era lo único que le daba sentido a la misma.

Con las manos a la espalda, esta encorvada, Zantetsu daba impresión de ser un hombre de avanzadisima edad, y de no estar para nada en forma.  Cualquiera podía pensar, por su aspecto, que era más bien un consejero sabiondo, más que un luchador. Pero claro, las apariencias nunca son lo que parecen ser.

- ¿Qué dice, jóven? - Le respondió al chaval que le hablaba. Seguramente rondaría la veintena. Su cuerpo era musculoso y auténtico. Al menos, y eso era un alivio, no tenía pinta de occidental. - Ah, si. Al templo, si... - Se volvió a girar, moviendose y continuando su ascenso con una lentitud propia de la tortuga de Okina. - Malditos escalones - La risa por dentro era... ensordecedora.

El comportamiento del anciano le hizo dudar durante unos instantes.Podía sentir una gran fuerza en él pero su forma de ser no acompañaba a su espíritu.Una de dos, o era un buen actor o es que su instinto había fallado.Pero Lee, siempre confiaba en su instinto.

-Me alegro.Yo también me dirijo hacia allí, si no le importa que seamos compañeros de viaje durante un breve periodo de tiempo..- dejó caer pues quisieran o no, tenían que subir esas escaleras, y que mejor que hacerlo acompañado.

- ¿Necesita ayuda?- preguntó amablemente sin dejar de mantener esa tranquilizadora sonrisa al ver que el anciano se quejaba de esa larga escalinata-.Por cierto, dónde están mis modales- negó mirando al suelo decepcionado por su pobre introdcción-.Me llamo Lee, encantado- hizo una reverencia mientras Zantetsu seguía subiendo para alcanzar su nivel.

Yuki miró a Kaede y luego al maestro Okina, indecisa. Al igual que Moriya, ella no era la más propensa a comportarse como una niña, pero las piernas la temblaban. Tras hacer un gesto de disculpa al maestro de su maestro y padre comenzó a avanzar algo más rápido, aunque sin correr en ningún momento. Al llegar a las escaleras Yuki se pasó la mano por la mejilla hasta llegar al cuero cabelludo y miró hacia arriba sin atreverse siquiera a sonreír. Comenzó a subir las escaleras... El sayo que llevaba dejaba ver sus piernas, con los músculos en tensión, como si en algún momento fuese a correr escaleras arriba.

Tras los saludos queda claro que el hombre que tengo delante se trata del antiguo capitán del que tan bien me ha estado hablando Amano mientras me relataba aquella historia de camino al templo. Tras la presentación de Whasizuka y Kaori me doy a conocer:

- Soy Hibiki Takane, encantada. -La verdad es que no había pensado como presentarme cuando nos cruzáramos con los compañeros de Amano así que improviso lo mejor que puedo.- De camino aquí Amano me ha hablado de ti y de tu vital papel para derrotar a Kagami hace ya dos años. Tal vez el hilo rojo vuelva a necesitar de tus servicios.

No quiero excederme hablando ya que acabo de conocerlos, es Amano quien los conoce pero quería que el capitán supiese que estaba al corriente de lo que había pasado ¿Tal vez estos guerreros se vuelvan a unir para repetir el cometido de hace dos años? ¿Será ese el asunto de la reunión? De momento poco sabía sobre eso.

Eeeeeeeh... - Amano abrió la boca, sin saber bien qué decir, mientras su vista pasaba de Washizuka al ¿muchacho?

No, no puede ser, mi sentido para este tipo de cosas está bien desarrollado. Más que de sobra...

Levantó un dedo, con intención de añadir un comentario, pero la mirada del capitán le indicó que no debía insistir en el asunto.

¡Pero es una muchacha! - pensó mientras volvía a mirarla, esta vez de arriba a abajo.

-Quizás deberías dejar de beber tanto sake, pues te ciega la vista

Además un tanto insolente... eso me gusta.

Por suerte, Hibiki intervino, diluyendo ligeramente la tensión y Amano se recompuso.

El templó está en esa dirección. - indicó, sin poder dejar de mirar a Kojiro de reojo de tanto en tanto. - Creo que lo mejor será - no puede ser un muchacho... - seguir el camino, viejo amigo.

- No hace falta - dijo agradeciendole el gesto - vengo desde Omi por mi cuenta, unas escaleras no van a ser capaces de detenerme - sonrió - Pero si que agradezco la compañia. - ¿Adolescentes? ¿Habían pensado en adolescentes para enfrentarse al mal que acaecía sobre el mundo? Sin poder evitarlo, Zantetsu frunció el ceño algo contrariado. Y mientras, continuó la ascensión.

- ¿Quién te envía, chico? - no pudo evitar preguntarle. ¿Habría sido Okina? Ese viejo cascarrabias era capaz de arriesgar a su propia familia si era necesario, si él lo creía necesario, más bien.

Comenzó en ese momento a subir las escaleras junto a Zantetsu.Igual que el anciano podía esconder bajo su apariencia arrugada y frágil un gran poder, el joven Lee escondía bajo su apariencia juvenil e inexperta una gran habilidad y profesionalidad en el combate, tan rápido como el viento, tan ardiente como el fuego.

-¿Omi? Vaya, habrá sido un duro viaje- añadió admirando su fortaleza de alguna manera.

-Yo provengo de China, de un templo Shaolín donde me he criado, he aprendido y he forjado el hombre y artista marcial que soy actualmente.La disciplina y el amor por la naturaleza son mis pilares más fundamentales- se definió brevemente ante la curiosa pregunta de Zantetsu.

-Me envía el maestro Okina.Tengo una gran relación y valioso afecto hacia él, lo considero un gran maestro, su energía me transmite paz y tranquilidad.Es un referente para mi y le ayudaré en todo lo que pueda y más, sobre todo cuando el destino del mundo depende de ello- informó de manera seria pensando de nuevo en esa maldita puerta.

Washizuka abre los ojos como platos ante el brusco comentario de Kaori. Está a punto de reprochárselo, pero decide callar y no echar más leña al fuego cuando ve que Amano evita el enfrentamiento.

Por todo ello, lanza una mirada de gratitud a su antiguo amigo antes de añadir: -Si, vayamos al templo, Amano. Estarán esperándonos.- 

Mientras caminan hacia el lugar, se gira hacia Hibiki para responderla: -En realidad, Amano exagera. Yo no hice demasiado. Hubo otra gente mucho más necesaria para la resolución de aquello.-

Muestra un rostro compungido cuando añade: -De todos modos, espero que nos estemos reuniendo sólo por precaución. No me gustaría que todo aquello se esté repitiendo de nuevo. Para nada.- 

- ¿Okina ha ido a buscarte a china? Ese viejo chalado... - Asi que eso era... un monje Shaolin. Había oido mucho acerca de ellos, le gustaban le caian bien. Eran tradicionales y disciplinados, al igual que lo eran los ninjas, y no se habían dejado influenciar por los malditos occidentales de holanda y portugal.

- Muy bien, Lee. Eso es lo que hemos venido a hacer al fin y al cabo. ¿Salvar el mundo? No se si diría tanto, aunque lo cierto es que esa puerta se ha ganado su fama... - Zantetsu seguramente era de los que menos sabía acerca de la puerta, pero eso no quitaba que no le tuviera cierto respeto, dentro de unos margenes.

Moriya y Shigen habían sido los primeros en llegar al Templo, pero sin duda fue por un escaso margen. Muy poco tiempo después, el joven monje shaolín Lee, al que los hermanos Ichijo conocían bien, llegó acompañado de un anciano con sombrero de paja plano, de ala muy ancha. No tenían ni idea de quién podía ser, pero su expresión era severa y centrada... y daba la impresión de ser muy fuerte a pesar de su avanzada edad.

Sólo algunos segundos después, Moriya, Akari y Juzoh pudieron ver que tras ellos llegaban dos jóvenes a los que también conocían. Kaede llegaba a la carrera, con una sonrisa en los labios, y Yuki lo seguía, a paso más relajado pero también ligero. Ambos parecían estar deseando llegar al Templo para ver quién esperaba allí.

Por la cuesta, a un poco más de distancia, se distinguía a los cuatro últimos que venían. Uno de ellos iba vestido con un inconfundible kimono rosa, y un curioso flequillo peinado hacia arriba. Amano estaba igual que hacía un año, pero sin embargo en esta ocasión lo acompañaba una joven de rostro agradable y serio, a la que los demás no conocían. Junto a ellos caminaban dos miembros ataviados con el inconfundible uniforme del Shinsengumi, el capitán Washizuka y un joven que tampoco les resultaba familiar.

Por fin habían llegado. Todos los invitados a la reunión, y algunos vistantes inesperados, estaban presentes en el Templo de los Ichijo.

Shigen, el enorme gigante que había acompañado a Moriya a la reunión, observó a los recién llegados y asintió complacido, aunque sin cambiar un ápice su expresión seria como una roca.

- Bien, todos han llegado pronto -dijo-. Podremos empezar antes de lo previsto. Jóvenes Ichijo, podéis avisar a vuestro padre...

Había terminado dirigiéndose a Akari y Juzoh con deferencia, observándolos con sus ojos oscuros y penetrantes.

Juzoh se había quedado observando a Shigen quizás más de lo necesario, probablemente molesto por ya no ser el único gigantón en toda aquella aventura. Sin embargo, cuando demostró buenas y educadas formas, el hermano de Akari asintió, ataviado con sus vestimentas del templo que le quedaban quizás demasiado pequeñas.

- Yo me encargaré, hermana - dijo, intentando bajar la voz, mientras le guiñaba un ojo a Akari - Seguro que todos quieren saludar a la sacerdotisa que ayudó a cerrar el portal.

Justo cuando está a punto de guiar a los invitados al salón donde se realizará la reunión comienzan a aparecer todos los demás. Les saluda a todos, conocidos o no, con una inclinación y un "bienvenidos, gracias por acudir". 

-Hermano, yo sólo hice lo que había que hacer... y no todo el mérito es mío.

Hace un gesto con la mano mientras comienza a andar hacia el edificio del templo para que los demás la sigan. Está todo preparado: los cojines para sentarse, tazas en las que servir el té, etc. El sitio parece acogedor y cálido a pesar del frío del invierno.

-Por favor, adelante. Es vuestra casa. Poneos cómodos.