Partida Rol por web

Yuki se mordisqueó nerviosa el labio mientras oía la historia de Hibiki, no muy diferente de la suya y de la de sus hermanos. El sufrimiento de esa chica había debido ser aún mayor que el suyo porque el mal le había consumido el alma además de el cuerpo. Además ella había tenido en el trance a sus hermanos, aunque hubiesen tenido que perseguir a uno de ellos. Y estaba el asunto del arma y de la puerta.

—Maestro Okina... Ha dicho que la historia de Hibiki estaba relacionada con la puerta. ¿Acaso ese arma servirá de llave para abrir el portal?

Permanecía callado y atento. Aún consideraba que era pronto para intervenir, pero al escuchar el relato de Hibiki, no pudo evitar mirar fugazmente a su ayudante Shinsengumi, a su lado. No le costó reconocer en su rostro la ira de alguien que se identifica con la pérdida repentina e injusta de un ser querido.

En ese momento, por su mente pasaron múltiples dudas, pues quizás la muerte del padre de Hibiki tenía relación con la pérdida de Kojiroh. La descripción del individuo que había matado al padre de la chica no parecía coincidir con la del infame Shikjoh, pero un pelo podía dejarse largo y teñirse, y la piel, podía broncearse. Aunque harto improbable, cabía la posibilidad de que fueran el mismo hombre. Remota, tal vez, pero factible.

Sin embargo, si hablaba de ello aquí frente a todos, corría el peligro de desvelar el secreto de Kojiroh. No sabía que hacer. Miró a su lado a su ayudante para un segundo más tarde cambiar su mirada a Hibiki. A riesgo de interrumpir la pregunta de Yuki, y de arriesgar la tapadera de Kaori, preguntó a la chica cuyo padre había sido asesinado:

—Perdona, Hibiki-san.— Hizo una leve reverencia hacia Hibiki antes de volver a su posición en cuclillas. —Antes de pasar al tema de la puerta... ¿No sabrás decirme si el asesino de tu padre se llamaba Shikyoh? Desde luego, como miembros del Shinsengumi, nuestra obligación es ocuparnos de cualquier clase de asesino, y haremos lo posible para que el hombre que mató a tu padre pague por ello.—

—Pero como algunos ya sabéis...— Miró a Amano — ...mi ayudante y yo llevamos ya mucho tiempo detrás de un asesino en serie llamado Shikyoh. —Miró a su ayudante un segundo antes de continuar. — Y aunque... creo improbable que sean el mismo hombre, cabe una pequeña posibilidad.—

Kojiroh giró la mirada, centrándola en el capitán justo tras escucharle hablar.

¿Así que tú también has pensado en él?

El gesto de la chica se suavizó al completo, y no era porque la furia que sentía hubiese pasado de largo, sino porque sabía que en esos momentos las miradas se centrarían tanto en ella como en Washizuka, y lo conveniente era disimular lo mejor posible para evitar habladurías y sospechas.

-Así es - Se limitó a decir tras unos segundos de espera y mientras volvía la mirada hacia la chica - Si reconocéis ese nombre, no dudéis en avisarnos, Hibiki-san. Nos harás un gran favor en nuestra investigación en caso de ser así.

Zantetsu miraba a los presentes sin decir nada, ni siquiera se dió por aludido cuando aquel hombre, por supuesto desconocido, hablaba sobre extraños en la sala. La curiosidad le vino de nuevo de la mano de Okina, alli estaba él. Alli como en todas partes. Se las habia apañado para viajar por arte de magia por todo Japón y algunos lugares del extranjero y había conseguido traer alli a toda esta gente. Desde luego ese hombre era mucho más de lo que parecía a simple vista.

Al viejo le aburría toda la verborrea sobre las espadas y los asesinos en serie. Ya le gustaría a él que alguien le enviara un asesino para matarle, uno bueno a poder ser... pero occidente ganaba terreno y las buenas costumbres se estaban perdiendo- ¡Ya ni siquiera habia asesinos! No habia enemigos, la gente quería resolver las cosas pagandose en especias y objetos de arte de los europeos... malditos fueran todos aquellos...

Perdido en su pensamiento y con mas ganas de combatir que de hablar, el viejo se mantuvo alerta, observando y analizando a los presentes, tratando de saber sus puntos fuertes y sus puntos débiles.

- No, nunca le dijo su nombre a mi padre. -Digo respondiendo a la pregunta de Washizuka.

Seguramente ese hombre haya traído más desgracias antes que a nosotros. Cada vez las dimensiones del enemigo parecían ser más grandes, tal vez sea demasiado para mi sola pero aquí somos muchos los que podemos unir fuerzas contra él. Debemos poner fin a esas fechorías, lo de esa puerta no pinta nada bien...

Yuki frunció el ceño ante la maleducada e inapropiada interrupción de Washizuka. No solo porque era evidente que el tema de la puerta era más importante que la caza de un asesino. También la ofendía el hecho de que había hecho una pregunta que de haber escuchado atentamente a Hibiki, en lugar de mirar a su joven ayudante, de voz aflautada y suaves facciones, habría visto respondida su pregunta.

Los ojos de la joven de aspecto occidental se desviaron hacia sus dos hermanos, tratando de comunicarse con la mirada, como hacían de niños. Especialmente con Kaede, ya que Moriya había sido un témpano incluso desde niño. "Aquí hay algo raro" era el mensaje lanzado a sus hermanos. Y era así para Yuki, quien no tenía demasiados reparos en unirse a gente como Akari, Juzoh o Lee; aunque sí bastantes en tener que confiar en Amano y, visto lo visto en aquellos dos shinsengunmis... Tratando de no pensar en ello posó de nuevo su mirada en Okina, esperando la respuesta a la pregunta.

Miré a mi hermana y asentí, comprendiendo lo que me quería decir, algo que mientras iba escuchando a los presentes también había pensado, pues a pesar de que todos estábamos reunidos con un mismo objetivo, se notaba que las motivaciones de cada miembro del grupo eran claramente distintas.

La perdida de Hibiki me llegó al corazón, pero las preguntas de los miembros de las fuerzas del orden me hicieron plantearme varias preguntas.

Al final decidí decir algunas palabras.

-Bueno, al parecer estos son datos a tener en cuenta, pero el motivo principal es sellar la puerta del Infierno, estoy seguro de que si las cosas están relacionadas no tardaremos en cruzarnos con los responsables de una u otra forma. El enemigo también cuenta con vasallos y esbirros poderosos y mi padre me ha enseñado que cualquiera que porte un arma puede marcar una diferencia tanto para bien como para mal, puede que las personas involucradas en la apertura de la puerta ahora mismo estén reunidos como nosotros y pensando como interferir en esta misión, es por eso que a pesar de todas las diferencias, motivaciones que podamos tener, trabajemos como un equipo por un bien mayor, aunque desde ya digo que cualquiera de los aquí presentes cuenta con mi ayuda a la hora de tener que zanjar sus asuntos-

Hubo unos instantes de silencio después de la intervención de Kaede, y sorprendentemente, el que habló no fue el maestro Okina ni el sacerdote Ichijo, si no Shigen, el enorme y musculado hombre que llevaba al dios Byakko en su interior.

- Resulta sorprendente haber escuchado esa historia -dijo con voz grave y el gesto serio-. Los que somos depositarios de un Dios conocemos algunos detalles de la Puerta, aunque no todos. Creíamos que conocíamos a la perfección el ritual para sellarla una vez fuera abierta, pero resultó que nos equivocábamos. Y ahora nos damos cuenta de que estábamos equivocados en algo más...

Dicho lo cual miró a Okina para que este continuara.

El anciano asintió a las palabras de Shigen y explicó lo que el poderoso hombre de cabello blanco quería decir.

- Existe una leyenda muy antigua sobre la Puerta del Infierno -dijo-. Hace casi mil años, la Puerta se abrió en otra ocasión, y de ella salieron innumerables espíritus furiosos que deseaban destruir el mundo de los vivos. El sacerdote Ichijo aquí presente encontró esta leyenda entre los legajos más antiguos de las bibliotecas remotas del país.

Carraspeó un momento para aclararse la garganta y el rostro se le ensombreció bajo el ancha ala del sombrero de paja.

- En aquella ocasión, un espíritu especialmente malvado escapó del mundo tras la Puerta y se encarnó en un niño. Aquél espíritu no sentía compasión alguna por nada ni por nadie, y se dedicó a asesinar y destruir sin freno. Su nombre según la leyenda era Setsuna. Y por lo que cuenta la joven Hibiki... su descripción parece ajustarse bastante a la del hombre que encargó un arma terrible al difunto Genzo Takane.

El sacerdote Genbo palideció al escuchar las palabras de Shigen y Okina, comprendiendo algo súbitamente.

- Entonces... eso confirma nuestras sospechas -dijo-. La Puerta del Infierno se ha abierto de nuevo si es Setsuna el responsable de la muerte de Genzo.

Luego miró al resto de los asistentes a la reunión, con una expresión de inquietud.

- Después de todo, ha sido el destino el que ha traído a la joven Hibiki a la reunión. Si la leyenda de Setsuna es cierta, también debe serlo la que habla de la Dama del Invierno. Quizá tengamos una oportunidad de poner fin a todo esto de una vez y para siempre...

¿La Dama del Invierno? No conozco esa leyenda—dijo Yuki mirando a sus hermanos para ver si ellos lo recordaban—Padre nos contaba muchas leyendas mientras entrenábamos... pero no recuerdo ninguna que mencionase el invierno.

Yuki posó sus ojos azules sobre los hombres. Cómo de costumbre divagaban mucho en lugar de ir directos al grano, pero a ella eso no le molestaba ya que estaba acostumbrada a ello. De todos modos...si ese demonio hace mil años era un niño ¿cómo podéis estar seguros de que es él? 

Amano miró preocupado a Hibiki cuando la muerte de su padre fue relacionada con la Puerta del Infierno, pues no sabía cómo podía afectar a la mente de una muchacha un dato así.

Damas conozco unas cuantas - dijo con una sonrisa picarona tras dar un sorbo a su té - pero ninguna apodada del Invierno...

Quizá podáis explicarnos esa parte de la leyenda, si sois tan amables.

Volvió a mirar al joven que acompañaba a Washizuka. No, no puede ser, no puedo haberme equivocado...

- Los demonios son criaturas viles y despreciables, señorita - respondió el gigantón. A su lado, las tazas y mesitas parecían de juguete, aunque el joven parecía acostumbrado a esa situación - pero sobre todo, orgullosas. Aunque haya cambiado de aspecto con los años, quizás mantenga rasgos similares que perduren con el tiempo.

Escucha atentamente. Así que hay un demonio suelto por ese mundo y que hace demasiados años que ronda por la tierra de los hombres. Su hermano tiene razón en cuanto a la forma: es posible que el cuerpo sea diferente, pero el interior es el mismo. Quizá estuvo aletargado durante todo ese tiempo hasta que hace un año se despertó gracias a la energía que emanaba de su antigua tierra.

Si la Dama del Invierno ayudó una vez, según los antiguos escritos, es posible que esta vez también pueda hacerlo. Quizá su reencarnación o, si es un ser inmortal, quizá con buscar en las montañas... comienza a hacer un recuento de las cumbres de Japón y la única que le parece lo suficientemente importante es el Monte Fuji... y queda extremadamente cerca de la Puerta.

-Debemos encontrarla.

Cada uno tenia sus propios motivos, eso se dejaba ver constantemente en los comentarios de la gente que tenia a su alrededor. En silencio, escuchó lo que todos tenian que aportar. ¿La Dama del Invierno? Iban a perseguir leyendas... suspiró levemente, sin emitir sonido alguno... Al menos eso era mejor que mezclarse con los occidentales. ¿Qué harian los holandeses en esta situacion? Seguramente cortar todos los arboles que pudieran, llevarse todas las especias, y dejar a cambio sus ridiculas prendas de ropa... ¡Que tonteria!

Kojiroh comenzaba a enfadarse.. ya era la tercera o la cuarta vez que aquel adicto al sake le echaba una indiscreta mirada, y, aunque hasta ahora había estado haciendo caso omiso a ellas, ya no aguantaba más. ¿Acaso la había descubierto? La chica confiaba en que no fuese así.. Lo que menos quería en aquellos momentos era que su secreto se fuese conociendo, pues al fin y al cabo era uno de los pocos medios para llegar a cumplir su venganza..

Sin poder evitarlo, la chica clavó su mirada en la de él, en un gesto duro y afilado, con el ceño fruncido y seriedad absoluta. Aquella mirada duró el tiempo necesario para que Amano volviese a desviarla y centrarla hacia el frente o hacia cualquier otro punto de la sala que no fuese ella.

Más te vale no meterte en asuntos que no te convienen, Amano.

Cuando por fin sus músculos faciales volvieron a recobrar cierta calma, desvió su mirada de Amano y la centró en aquellos honorables hombres que habían hablado. Todo de lo que se había dicho le resultaba bastante fantasioso y difícil de creer, aún así algo le decía que aquellos hombres no mentían. Debía comprobarlo con sus propios ojos, debía saber si era verdad todo lo que hablaban.. y, sobretodo, debía saber si Shikyoh era un demonio. Eso explicaría por qué su hermano, el verdadero Kojiroh, había muerto bajo su espada..

Moriya no decía una sola palabra, ni siquiera parecía sobresaltarse con las distintas aportaciones que se iban dando por parte de unos y otros. 

No prestaba atención a detalles o gestos, solo reflexionaba sobre las implicaciones de lo que podía hacerse al respecto. 

El hecho de que la puerta hubiera estado abierta un milenio antes, y que nadie lo hubiera mencionado anteriormente le parecía un despropósito, no le gustaba que se andarán con secretitos o con medias verdades, aunque entendía perfectamente que considerar ciertas muchas cosas de las que se estaban hablando era terriblemente complicado con el gran público. 

No obstante, estaba empezando a forjarse un marco para aquella historia. Demonio no, maligno o no, aquel ser había pretendido de nuevo abrir las puertas del infierno, y eso debía impedirse. 

Si tenían que traer a una dama, fuera lo que fuera, se traería, pero lo importante era destruir a aquel ser, y a cualquiera que quisiera seguir sus pérfidos planes. 

Para su gusto, aquella reunión tenían que haber finalizado ya, pero suponía que la idea era plantear el contexto a los demás, hasta que ellos mismos decidieran inscribirse en la aventura. 

Él lo tenía claro, había firmado una tregua con sus propios demonios, cuando menos durara esta, mejor para todos. 

Okina escuchó las preguntas de los asistentes y meditó antes de contestar. Empezó por Yuki, ya que era la primera que había hablado.

- No sé la respuesta a esa pregunta, pero... al fin y al cabo es todo una leyenda, los detalles pueden no ser exactos. Quizá Juzoh tenga razón y sea verdad que Setsuna puede volver inmortal el cuerpo de su huésped. Al fin y al cabo él es un espíritu... O quizá cuando la Puerta se cerró en aquella ocasión, Setsuna quedó encerrado y el año pasado volvió a liberarse, poseyendo a un nuevo niño. En cualquier caso, lo que está claro gracias al relato de la joven Hibiki, es que anda por ahí suelto.

Luego se volvió hacia Genbo.

- El resto de la leyenda es bastante confuso, aunque habla de la Dama del Invierno -explicó-. Por lo visto es una mujer que tendrá poder sobre el frío, y cuya vida debe consumirse como sacrificio para sellar la Puerta. Pero yo tampoco he oído nada más sobre ella, ni sé qué aspecto puede tener... ni si existe siquiera. Aunque hay una forma de confirmarlo.

El anciano sonrió y metió una mano en su chalequito negro. De él sacó unos pliegos de papel que tenían aspecto de ser muy viejos y se los enseñó al sacerdote Ichijo, que abrió los ojos con asombro nada más verlos.

- Después de mucho buscar, encontré lo que faltaba a tu viejo libro. Las leyendas del tomo donde encontramos toda esta información estaban incompletas, pero aquí está gran parte de lo que estaba perdido. Y según esto, hay dos formas de encontrar a la Dama del Invierno: se dice que se manifiesta en el camino del monte sagrado Fuji, pero difícilmente se deja ver... y por supuesto, deben ser tiempos de necesidad, aunque yo creo que esta condición se cumple de sobra dadas las circunstancias.

Shigen escuchó con atención las palabras de Okina. Parecía tan impaciente como Moriya, aunque se mantenía quieto y serio.

- Entonces hay dos alternativas -valoró-. O bien confiar en lo que dice esa leyenda, que tal vez no sea más que un cuento, e ir a buscar a esa Dama del Invierno arriesgándonos a perder el poco tiempo que nos queda; o bien buscar nuestros propios medios de cerrar la Puerta del Infierno y terminar con el problema.

Dijo aquello a modo de resumen de lo que se había deducido hasta ese momento, y miró a los presentes con un lento movimiento de ojos.

- Quizá todo sean simples coincidencias...

¿Cuya vida debe consumirse? ¿Sacrificar? ¿Estáis hablando de matar a una mujer inocente ante la puerta?— Los ojos de Yuki se abrieron por la sorpresa. Jamás hubiese pensado que tendría que ejercer de asesina, o de ayudante de asesina. ¡Tiene que haber otra opción! ¡No somos asesinos! Yo al menos no clavaré un puñal en un corazón inocente, ni ayudaré a hacerlo.

Yuki parecía indignada. Toda su educación se había basado en proteger a los inocentes, ayudar a los débiles y enfrentarse a lo que hiciese falta, pero sin perder jamás el honor. Tal era su indignación que, pese a que Yuki era calmada y educada, sus ojos se posaron directamente en los de Okina, Ichijo y Shigen alternativamente antes de añadir en un voz baja. Me conocéis, maestros. Lucharía con el mismo Setsuna si hiciese falta, pero no me pidáis que mate a un inocente.