Partida Rol por web

Takeshi te mira sonriente.

- Eres callado, ¿eh? Fuerte y callado... me gusta eso. Es como debería ser todo el mundo.

Notando que prefieres el silencio, el capataz respeta tu deseo y permanece mudo durante el resto del viaje. Continuáis avanzando, a la luz de las antorchas, y sin ver apenas nada, más allá del paisaje negro y las estrellas y la luna en lo alto. Poco a poco, el sueño te va venciendo, a pesar de tu intención de permanecer despierto. Te apoyas en el lateral de madera del carro y caes en una somnolencia ligera, lo justo para poder descansar un poco.

Una sacudida en tu hombro te despierta. Takeshi te zarandea y señala al frente en el camino. Está amaneciendo, y puedes ver las casas de Kyoto frente a la caravana. Habéis llegado.

Realizas unos estiramientos, pues no es cómodo dormir en un carro, y te sientas pacientemente. Unos veinte minutos más tarde entráis en la ciudad. Es enorme, mucho más que Osaka, y no paráis de dejar casas y gente atrás. Llegáis a una plaza amplia y llena de puestos de mercado, donde Takeshi ordena detenerse a la caravana.

- Ya estamos -te dice-. Ha sido un placer conocerte, Lee -te estrecha la mano con una sonrisa-. Ya sabes, ve por esa calle y pregunta por el templo de los Ichijo. Es el más cercano. Que tengas suerte.

Y dicho eso, ambos bajáis del carro. Él empieza a dar órdenes a voces a sus hombres para que descarguen la mercancía, y como en Osaka, la gente de la plaza empieza a mirarte con curiosidad.

 Vuelvo a saludar y me despojo de nuevo de mi casaca y camisa.

-Antes debo terminar el trabajo honorable señor. Agradezco sus atenciones, y en cuanto terminemos partiré de inmediato al templo.

Ayudo a descargar el carro lo mas rápido posible, pero sin esforzarme demasiado. Ya que eso es malo cuando el cuerpo aún no esta preparado.

Terminando la tarea me despido de todos, tomo mis ropas yme dirijo hacia el templo. Si de camino me topo con un riachuelo o algo lavare mi torso y después continuare.

Tras dejar atrás la plaza, te encaminas por la calle que Takeshi te ha indicado. En la primera fuente que ves, te aseas adecuadamente y te sientes mucho más fresco y vigoroso. La gente que pasa cerca de ti se te queda mirando, asombrada por tus ropas y tus costumbres. Va a convertirse en algo muy usual mientras estés en Japón, por lo que parece...

Preguntas a un hombre por la dirección del templo de los onmyoji, y resulta que estás bastante cerca. Memorizas las indicaciones de ese señor, y tienes bastante claro cómo llegar. Pero Kyoto es una gran ciudad, y aquí puedes encontrar prácticamente cualquier cosa. Si necesitas algo, tal vez sea un buen momento para intentar conseguirlo...

Todo en la ciudad es interesante, incluso a horas tan tempranas de la mañana. Es una urbe grande y hay muchas personas dedicadas a quehaceres tan diferentes que no puedes contarlos. Además, es un lugar muy limpio, y sólo las indomables hojas del otoño se empeñan en cubrir las calles empedradas. La mañana es fresca, pero a ti no te importa. Hace tiempo que aprendiste a ignorar sensaciones tan secundarias como el frío o el calor, siempre que no representen un peligro para tu vida...

Caminas con tranquilidad, siguiendo sin problemas las indicaciones de Takeshi. De pronto, oyes algo en una bocacalle cercana. Parece un grito femenino...

 Me acerco sigilosa y curiosamente hacia la entrada de la calle de la que escuche el grito.

Al asomarte a la calle, compruebas que no eres el único curioso. Otras dos personas han escuchado también el grito y se acercan como tú, a ver qué pasa. Cuando miráis, véis que una muchacha joven, quizá de unos quince años, llevaba cubos de agua y los ha derramado por el suelo. Retrocede despacio, aterrorizada... Se ha llevado una mano a la boca y con la otra señala algo frente a ella, pero no puedes verlo porque la chica está justo delante. Entonces se mueve un poco hacia un lado y percibes un brillo rojizo. ¿Qué demonios puede ser eso que ha asustado tanto a la joven?

 Tomo a la joven por los hombros y la aparto a un lado para ver que es lo que la ha atemorizado, y para apartarla en caso de peligro.

La chica se sobresalta cuando nota cómo la tocas, pero cuando ve que sólo pretendes ponerla a salvo, se cubre detrás de ti. Entonces ves claramente qué es lo que la ha asustado. Una enorme araña etérea de diez patas avanza lenta y sinuosamente por el suelo. Es la araña más extraña que has visto en tu vida. Para empezar, nunca has visto una araña con diez patas, pero además esta tiene el tamaño de una cabeza de buey y es de un brillante color blanco, aunque está rodeada por un aura rojiza. Se mueve despacio, pero sin detenerse, hacia vosotros.

- ¿Qué... qué... qué es eso? -tartamudea la chica horrorizada.

La gente que se ha asomado al callejón está tan asustada como la joven, y algunos ya han salido corriendo dando grandes voces.

 Tomo mi bastón con la mano izquierda por debajo de la media, adelanto mi pie izquierdo doblando mis rodillas, cierro el puño derecho y doblo el codo para efectuar el tradicional saludo. Regreso a la posición inicial y espero la reacción de la criatura.

La araña parece advertir claramente tu posición de desafío. En sus ocho ojos oscuros no se adivina emoción alguna, pero emite un siseo irritado. Está claro que la estás molestando al alejarla de su presa. Levanta las cuatro patas delanteras, como para intimidarte, mientras mueve sus quelíceros y de ellos gotea una sustancia que se desvanece nada más tocar el suelo. De pronto, avanza hacia vosotros, más deprisa de lo que hubieses podido imaginar. Apenas tienes unos segundos para reaccionar antes de que te ataque.

 Tras ver como la araña acepta mi desafío entrego paso mi sombrero con una mano a la joven por detrás de mi espalda. Al mismo tiempo, doy un salto al frente y caigo con golpe de bastón y en posición de caballo.

La jovencita apenas tiene tiempo de sorprenderse cuando le entregas tu sombrero de paja, y te ve saltar por los aires para propinarle un tremendo golpe a aquella criatura extraña. La araña bufa con rabia y aturdida. Es obvio que le has hecho daño...

La araña se retuerce y junta las patas convulsivamente. De la parte de su cuerpecillo donde ha recibido el golpe mana una sustancia blancuzca, parecida a la que gotea de sus quelíceros. Está claro que acusa el golpe, pero silba furiosamente... no parece que haya sido letal para ella.

Se lanza sobre vosotros, mientras la gente del callejón grita, y trata de clavarte los quelíceros para sólo los dioses saben qué horrible dolor provocarte. Sin embargo, logras bloquearla con tu bastón y rechazarla lanzándola contra la pared. Puedes intentar atacarla de nuevo, o huir del lugar antes de que se reponga.

 Paro con el centro de mi bastón a la monstruosa araña y con un movimiento la separo de mi e inmediatamente giro mis brazos para darle un golpe corto con el bastón.

Nada más hacer que la araña se estrelle contra el muro, aprovechas para golpearla de nuevo. No es un ataque muy contundente, pero alcanza la parte de su cuerpecillo donde están sus ojos. El ser sobrenatural chilla de forma estridente y se desvanece con un fogonazo rojizo.

Los transeúntes miran asombrados el lugar donde hasta hace un momento estaba la araña. No queda ni rastro de ella. Luego te miran temerosos a ti, señalándote y murmurando entre ellos con admiración. Pero antes de que puedas decir nada, oyes un golpe sordo a tu espalda. La muchacha que protegías se ha desmayado.

 Con una golpeo la base del bastón en el piso, saludo y ejecuto una leve (y rápida) oración por mi contrincante.

Al escuchar a al joven azotar doy media vuelta, y tras una zancada me arrodillo junto a ella para ver si es solo el desmayo, tras cerciorarme de ello cojo mi sombrero, y apoyándome en el bastón cargo a la joven a mi espalda.

-¿Alguien sabe donde vive, o donde puedo hallar un familiar suyo?