Partida Rol por web

Amano pensó durante un momento en posibles mansiones en Kyoto. La verdad es que había muchas... La gente adinerada solía construirse fastuosas villas, como aquella en la que se había celebrado la fiesta de esa noche. ¿Al este? Se le ocurrían dos que también había visitado en el pasado, pero conocía a sus dueños y era improbable que fueran responsables de sucesos retorcidos como los de aquella noche.

Al norte había algunas más, y también al oeste. Pero esas le eran menos conocidas. De todas formas, no tenía demasiada información al respecto del caso, sólo lo que él y el capitán habían leído en el papel del asesino. ¿Qué podía hacer ahora?

amano penso por algunos momentos mientras seguia buscando una licoreria, derreoente al pasar por una coasa donde habia fiesta una epifania llego a el "claro, es dia de fiesta, los adinerados estan de fiesta, solo alguien que este planeando algo malo estara solo en su casa, hora de ir al oeste"

amano va a las mansiones del oeste donde las revisa todas, si alguna no tiene fiesta, la revisara mas a fondo

La noche se presenta larga. Es la primera vez que deseo que uno de mis mayores enemigos recupere las fuerzas para poder hablar con él. Pero se trata de un bien mayor, así que la jsuticia del Shinshengumi esta vez tendrá que esperar. Mi espada está sedienta de la sangre de Shikyoh pero por el bien de todos permanecerá en su vaina hasta que se haya aclarado todo este asunto.

Aún así no me muevo de la celda. Es un asesino experimentado y siempre es peligroso, incluso herido de muerte. La guardia esta vez la establezco yo. No quiero dejar ningún resquicio por el que se pueda escapar. Un par de sorbos de saque me ayudarán con la espera y mitigarán el dolor de mis heridas...

Amano fue revisando una por una todas las mansiones al oeste de Kyoto. Pero todas ellas estaban cerradas y casi se estaba haciendo de día. Registrarlas todas en busca de no sabía qué, le llevaría horas y sería peligroso si le capturaban. Además, el papel decía "al oeste de Edo", y Edo aún quedaba lejos a muchos kilómetros al norte. Pero también podía ser que aquella fuera una pista falsa. Amano se sintió decepcionado, y eso le daba sed...

De todas formas, tenía que decidir qué hacer. Aún podía probar suerte en alguna de las mansiones, o intentar algo completamente diferente...

Las horas fueron transcurriendo lentamente, mientras Washizuka contemplaba el rostro de su prisionero. No parecía reflejar calma mientras descansaba, si no que en todo momento su mente parecía estar tramando su próxima atrocidad. Al capitán le daba verdadero asco, y no podía esperar a entregarlo a la justicia. Ojalá no hubiera encontrado ese dichoso papel, pero como buen policía, no podría quedarse tranquilo si había más gente en peligro.

Pasaron algunas horas más, hasta que por las ventanas enrejadas empezó a notarse que clareaba afuera. Amanecía y pronto los ciudadanos de Kyoto reanudarían sus quehaceres cotidianos. En eso estaba pensando Washizuka cuando de pronto Shikyoh se movió en su lecho de paja. Despertó y nada más hacerlo, abrió mucho los ojos y con un grito terrible, trató de liberarse de sus cadenas, sacudiéndose como una lagartija enloquecida.

por lo visto la busqueda sera en vano, sera mejor que solo espere

amano trepoa a la torre mas alta que pueda ver y desde ahy vigila lo que pasa en los alrededores, algun malvado debia aparecer... o algo de sake

Amano era un hombre fuerte y ágil. No le costó demasiado encaramarse a una torre de un templo y, desde allí, vigilar por si ocurría algo. ¿Qué habría sido del capitán y del monstruo que habían atrapado juntos? Se preguntó eso y dónde podría conseguir algo de licor, pues tenía la garganta seca...

Estuvo largo rato allí, reflexionando. Le apetecía jugar una partida de shogi, o luchar contra alguien que se lo mereciera. Además, tenía la impresión de que ocurría algo más grave de lo que parecía, pues no dejaba de darle vueltas a la nota que habían encontrado. ¿De qué otro modo podría llegar al lugar que marcaba?

En apenas unos minutos, salió el sol por el este. Podía tratar de ir hacia Edo. Ahora era de día y tal vez hubiera caravanas. Pero ir así, solo... ¿y si avisaba al capitán? Quizá se hubiera enterado de algo más. Claro que, también podría ser una pérdida de tiempo y quizá llegase tarde a detener al malvado que buscaba la sangre de sus víctimas...

"esto no esta funcionando, es hora de hacerlo por la mala, a fin de cuentas hay que ser malo si tratas con malos, en fin" amano empieza a brincarse a las mansiones mas lujosas que ve y busca en cocinas (por alcohol) y en sotanos o cualquier lugar sospechoso, cuando alguien lo descubre se finge ebrio y confundido

Efectivamente, Amano no tardó en descubrir una bodega repleta de sake de buena calidad en una de las bodegas que visitó con todo el sigilo de que fue capaz. Aquello era el paraíso para cualquier amante de la bebida. Estaba catando los primeros odres de licor cuando un sonido extraño llegó a su oído.

En aquella casa parecía haber alguien... alguien que hablaba en voz muy baja, como si temiera que le escucharan. En un primer momento, Amano se ocultó para no ser descubierto, pero luego se dio cuenta de que el hombre que hablaba empezaba a sollozar y a suplicar. Daba la impresión de que su interlocutor le estaba haciendo pasar un mal rato.

amano toma un enorme trago de la primera garrafa que ve, despues camina sigilosamente siguiendo aquella voz, con suerte y solo era un juego erotico... que gratos recuerdos le venian a la mente... concentracion, concentracion

Los pasos de Amano le llevaron hasta la puerta de la bodega. Se asomó con prudencia y pudo ver que al otro lado un japonés bajito y regordete estaba siendo amenazado por un enmascarado oscuro. El hombre de negro portaba un tanto de ninja, con el que apuntaba al hombre bajito. Ahora sí podía escucharlos.

- Diste tu palabra de que nos ayudarías -decía el hombre siniestro-. Ahora no puedes echarte atrás... Ya sabes las consecuencias...

El hombre gordo y bajito estaba tan asustado que no podía responder. Ambos estaban de lado según el punto de vista de Amano, y todavía no le habían visto.

amano se sienta ante tal escena, aun no sabia bien de que hablaban pero sonaba a que era algo que debia saber, me siento en el piso, saco mi pipa y empiezo a fumar escuchando la escena, claro, mi espada queda a la mano por cualquier cosa

El hombre que escuchaba la retahíla de reproches balbuceaba para defenderse de las acusaciones.

- Pe... pero... pero a mí nadie me dijo que... que moriría gente. Si el Shinsengumi se entera...

Sin embargo, su interlocutor le interrumpió inmediatamente.

- ¡Cállate! -espetó-. ¿Qué pensabas que íbamos a hacer? ¿Invitarles a té? ¡Vas a cumplir tu palabra y a guardar silencio o de lo contr...!

Se interrumpió y Amano pudo oír como olfateaba el aire.

- ¿Qué es eso...? -preguntó el hombre amenazador-. Huele a... ¡tabaco! ¿Quién está fumando aquí?

Estaba claro que había detectado el olor de la pipa de Amano.

tan desscarado cono se puede ser amano sacala pipa de su boca y la apaga golpeandola contra el piso mientras dice -lo siento, no sabia que les molestara el humo, ya lo apague, pueden continuar con su platica, no molestare mas- era obvio que tenian algo que ver con todo esto, y lo de mencionar muertes sonaba mal, puede que su amiga estuviera en peligro... y por alguna razon tenia el presentimiento de que pronto habria una pelea asi que habia que preparar el baston

EL grito retumba entre las paredes de la celda. No se si grita de rabia o de dolor, pero me es igual. COntinúo bebiendo mi sake como si nada ocurriera, mientras observo, con cierto placer, cómo se retuerce e intenta liberarse. Tras unos segundos siento cierta vergüenza hacia mi mismo. No es propio de un oficial del Shinshengumi disfrutar a propósito con algo así. Pero ha habido demasiado esfuerzo y dolor para capturar a este asesino. Demasiadas noches en vela buscándolo. Es inevitable desear que sufra.

Dejo mi bebida en la mesa con parsimonia y me levanto lentamente para acercarme a Shikyoh. Mantengo mi katana envainada, pero en mi cinto. No pienso confiarme. Aunque el sake y las curas han mitigado bastante el dolor de mis heridas no sería prudente subestimar al asesino.- Será mejor que te estés quieto o tus heridas te dolerán todavía más.- anuncio con voz gélida. No me importa su dolor, me importa que no vuelva a desmayarse.- Me he encargado personalmente de atarte ahí, no podrás liberarte por la fuerza. Sólo te soltaré de ahí cuando vayas a recibir la justicia del Shinshengumi.- añado con el mismo tono. No es una amenaza. Él mismo ya sabe de sobra cual es el castigo para todos sus crímenes.- Pero antes necesito que me digas qué es ese asunto del que se habla en ese extraño pergamino que llevabas encima. Será tu última oportunidad de morir con cierto honor.- digo finalmente. Para cualquier samurai arrepentido sería suficiente aliciente para hablar, pero me temo que con Shikyoh no será tan fácil. Con suerte me obligará a sonsacárselo por la fuerza...

El hombre vestido de oscuro se quedó un momento sin saber qué decir, sorprendido del desparpajo de Amano. Luego hubo un tic en su ojo izquierdo y rugió con rabia.

- ¡Maldito seas, te haré pedazos! -exclamó, sacando un tanto de su cinto.

Estaba claro que Amano había interrumpido una conversación que a ese encapuchado no le interesaba que nadie escuchase. Se preparó para el combate, pues era obvio que su rival no iba a darle cuartel.

Shikyoh miró con odio el rostro duro como la roca de Washizuka, apretando mucho los dientes y rezumando saliva por las comisuras de los labios. Se retorció una vez más con un berrido, como una lagartija herida, pero finalmente tras unos segundos, se dio por vencido. Estaba atrapado, y nada podía hacer para cambiarlo.

Volvió a mirar a Washizuka, y esta vez sonrió con una mueca demencial. Una risita torció aún más su inmunda boca, y sus hombros se sacudieron con diversión. Negó con la cabeza en dirección al capitán, sin dejar de sonreír. Estaba claro que no pensaba cooperar, y no sería fácil amedrentar a Shikyoh con ninguna amenaza, ni convencerlo con ninguna oferta...

- Estúpido infeliz...- murmuro apretando los dientes al comprobar que Shikyoh hará todo lo posible por no colaborar conmigo. La rabia me invade y me obliga a apretar los puños con fuerza, pues la verdad es que temo los planes que haya podido hacer este maldito asesino.- Morirás sin honor, como un perro apaleado. Tiraremos tu cadáver en cualquier zanja para que las bestias puedan saciar su hambre con tu despreciable carne...Te doy una última oportunidad...Tu eliges...- añado con voz firme y resuelta. No creo que cambie de parecer, pero es mi deber intentarlo aunque sea una última vez.