Partida Rol por web

Justo en ese momento, Juzoh y el capitán Washizuka captaron algo por el rabillo del ojo. A su izquierda, a lo lejos, les pareció ver algo. Dos pequeñas motas blancas en la distancia, que se ocultaron rápidamente entre los matorrales. ¿Cabezas, quizá...?

Mientras se preguntaban qué podía haber sido eso, vieron algo aún más curioso. Un joven pelirrojo se acercaba a la casa, pero antes de que pudieran reaccionar, lo perdieron de vista tras la esquina de la mansión. Supusieron que se dirigía a la entrada principal.

amano intenta de nuevo abrir las puertas, esta vez por la mala, trata de derribarlas

Tras romper aquellas ligaduras, desenrollo el resto de la cuerda de mis piernas, y hago un paquete con ellas.

-¿Alguien necesita una cuerda?, pregunto a mis compañeros... al otro lado de la celda.

-Quizá podamos utilizarla para subir al piso de arriba, hay una ventana abierta.

Extiende la mano para que le pase la cuerda. Si es lo suficientemente larga y resistente, podrán subir todos por ella y entrar en la casa sin tener que encontrar la entrada principal, que después de la intrusión de Lee, seguramente estará vigilada y cerrada.

Tras pasar la cuerda a la joven sacerdotisa, me dirijo a mi propia puerta, con la intención de abrirla.

- ¿Eh? - dijo Juzoh al ver aquello - ¿Pero qué...?

No le gustaba que le espiasen, o eso creía porque no estaba muy acostumbrado a que alguien le espiara. En el templo las cosas eran mucho más sencillas y no había extraños edificios, tipos que trepaban como monos ni monjes molestos. Además, ¿dónde se había metido ese chico pelirrojo? ¿Había sido real?

Llevando la porra tras de sí, se alejó hacia donde había visto las manchitas blancas no sin antes despedirse de Akari con un vuelvo enseguida en voz baja.

En cuanto noto movimiento entre los matorrales llevo mi mano derecha a la empuñadura de mi arma y me pongo en guardia. Rápidamente me doy cuenta de que el grandullón también ha visto lo que yo. Incluido al chico pelirrojo. Antes de poder decir nada para decidir quién va a investigar cada cosa, Juzoh toma la iniciativa y se dirige directamente a los matorrales. Así que yo simplemente asiento con la cabeza y doy media vuelta para ir hacia donde había visto al chico pelirrojo. Empieza a exasperarme de verdad el no saber qué esta ocurriendo en este lugar.

Lee se encaminó a la puerta del sótano en el que estaba confinado. Era de factura occidental, con una manija dorada. Puso la mano sobre ella para girarla, pero descubrió que la puerta estaba cerrada.

No iba a poder salir por ahí, al menos por las buenas...

Contrariado por no poder abrir por las buenas aquellas puertas, Amano decidió dejar las sutilezas a un lado y cargar contra ellas. No parecían tan sólidas como para aguantar una embestida suya.

Juzoh y Washizuka se alejaron del resto, encaminándose a averiguar quién podía ser aquél chico pelirrojo. Cuando giraron la esquina de la mansión, descubrieron que seguía ahí, no se lo habían imaginado.

Estaba de pie junto a la puerta de la casa, como espereando a que le abriesen. Tenía aspecto de ser un guerrero hábil y llevaba una katana al obi. Cuando se encararon con él, los miró.

Por su parte, Yuki y Kaede continuaban entre los arbustos, vigilando. La escena era cada vez más extraña. Su hermanastro se había mostrado sin miedo y sin dudas, y ahora sólo faltaba ver cómo terminaba aquello.

Akari torció el gesto, cuando su hermano y el hombre del Shinsengumi se alejaron. ¿Por qué todos la dejaban de pronto sola?

En ese momento, llegó Hagure. Había terminado de dar la vuelta a la casa. Se aproximó a la onmyoji y por gestos, le explicó que había una entrada principal justo en la dirección hacia la que habían ido Juzoh y Washizuka. En el flanco lateral opuesto al que ocupaba ella, había una entrada más pequeña, aunque estaba cerrada.

Se veía al shikigami nervioso, como si algo en el ambiente no le gustara nada. El vientecillo seguía meciendo las hojas y la coleta de Akari.

Una mirada gélida recorre las caras de los hombres que le han salido al paso. Parece que al final, los enemigos que aguardaban escondidos se habían mostrado.

Sin embargo, había algo que no encajaba. No parecían espíritus. O quizás, era esa la trampa, para hacerle bajar la guardia.

El joven guerrero, ya había anunciado su presencia. Esperaba, quizás en vano, que su enemigo se mostrara y lo condujera hasta el corazón de aquella extravagante mansión. Pero en vez de ello había mandado a sus secuaces.

Bien. Me batiré con vosotros, pero os aseguro que no podréis salvar la vida de vuestro maestro.

No podía ser más claro, y para demostrarlo, se puso en posición de combate, sin desenvainar la katana que aun reposaba en su “obi” o cinturón.

Pareciera que todo el mundo había decidido ir a aquella extraña mansión, ¡y eso que estaba apartada de la civilización!  Pero a aquellas horas, y tan bien armado, no tenía pinta de que aquel tipo pelirrojo estuviera de simple visita. Entonces el tipo se preparó para atacarle, y Juzoh no tuvo por menos que esbozar una socarrona sonrisa.

- No sé de qué maestro me hablas, pequeñajo - dijo, poniéndose al hombro su formidable porra (porque la llamaba asi porque estaba pensando en un idioma que el Director y el resto de jugadores le pudieran entender, que si no, quizás hubiera puesto a investigar cómo se llamaba realmente el artefacto, hasta encontrar su nombre real, tetsubo - Pero si has venido hasta aquí para enfrentarte a Juzoh, te espera un pedazo de carne demasiado grande como para que puedas masticarlo.

Satisfecho consigo mismo por la metáfora que había utilizado, miró a Moriya desde arriba, dispuesto a plantar cara al contrincante.

Al ver aparecer al nuevo sujeto, me sitúo junto a mi hermano con una mano en la empuñadura de la katana. - Si crees que puedes amenazar a mi hermano y salir indemne, creo que vienes al lugar equivocado.

Ver al hombre ante nosotros, no me impone, si no que me enfada, ¿quién es él para amenazar a mi hermano?

La aparición de todavía más guerreros me deja claro una cosa: al menos Shikyoh no me había mentido. Algo importante ocurre en esta mansión teniendo en cuenta la afluencia de gente. Pero una vez más parece que soy el único que no sabe que ocurre. Y esta gente no parece sentir ningún respeto por la autoridad del Shinshengumi. Debería haber traido un pelotón entero...aunque tampoco había tiempo para eso.

-¡Basta ya!.- grito con voz autoritaria al llegar a la altura del grandullón. Al igual que el retso de los presentes coloco mi mano sobre la empuñadura de mi katana. Miro a los ojos a los nuevos guerreros que al parecer son hermanos y están deseosos de demostrar sus habilidades.-¿Quiénes son ustedes y qué se supone que hacen aqui? ¿De qué maestro hablan?.- respondo con el mismo tono. El tono de alguien acostumbrado a recibir respuestas cuando pregunta.

Acaso vuestras orejas son de mentira, hemos venido a acabar con la vida de Shinnosuke Kagami, el hombre que mato a nuestro padre y maestro, Giasei sama. 

Si no estais aqui para protegerlo, entonces mi espada no tiene nada en contra vuestra. Pero si le serivis...

Las palabras del joven guerrero se imponen a la figura del hombre algo, y del shinsengumi. La verdad es que le sorprenderia ver que ese grupo de samurais nobles y valerosos se han puesto de manos de un demino, pero cosas mas raras habia vivido en los ultimos dias. 

Como gigantes de fuego...

- Pues no soy ese... ¿cómo has llamado? Bueno, como sea - dijo, haciendo un gesto con la mano - Si habéis venido a matar a alguien, buena suerte, pero yo no soy él... y creo que éste tampoco.

Juzoh estaba muy despreocupado, pero al menos ya sabía quién habitaba la casa.

- Parece que ha enfadado a mucha gente... así que... cómo decía ese dicho... "El enemigo de mi enemigo..." - añadió, pensativo - Nosotros estamos aquí para detener al causante de todo el mal que ha azotado al mundo de los espíritus... soy Juzoh, guardián de la sacerdotisa Akari... que está por ahí detrás.

Algo más relajado, dejó caer la porra sobre el suelo, que resonó bruscamente, y se puso una mano en la cara para hacer de altavoz.

- ¡Hermana, ven! ¡Todo está bien!

Mira mal a Juzoh por dejarla sola y sin decirle lo que está pasando. La verdad es que esa brisa es extraña, pero bueno... tampoco es para irse y dejarla sola... y si algo le pasa? Qué desconsiderados todos... dejando a una dama sola...

-Hombres... 

Se levanta al ver que Hagure ya ha regresado, así que se dispone a ir a las puertas que ha encontrado... quizá logre abrir la que está cerrada y entrar in fraganti en la mansión.

La accion de Moriya me deja bastante descolocada en principio, se suponia que ibamos a colarnos discretamente, no entrar a gritos! aunque en el fondo comprendia lo que en realidad queria hacer...

Aun mas sorprendente resulta la aparicion de dos hombres armados. Kaede acude rapidamente a apoyar a Moriya, pero yo espero unos instantes, para analizar a los recien llegados, y atacar por sorpresa si era necesario. Aunque mi intuicion me decia que puede que tuviesen algo que ver con el grupo que habia visto antes, aun no estaba segura de si era una buena o mala señal.

Empiezo a sospechar que aqui se esta produciendo algun malentendido, por la forma de actuar de los dos extraños, asi que me asomo de su escondrijo, Naginata en mano lista para luchar si es necesario.- Antes de que se vierta innecesariamente sangre, quizas seria sabio por vuestra parte explicar exactamente que venis a hacer. Quizas compartamos objetivos comunes...