Partida Rol por web

Kururu permancía el grupito de manos entrelazadas, como los participantes de una obra que despiden al público entre aplausos, de brazos cruzados y con expresión impaciente.

-No tenemos todo el día, si no pasáis vosotros entraré yo...

Para enfatizar sus palabras golpeaba levemente el suelo con la punta del pie, apremiando a sus compañeros.

Mira con reproche a Kururu y le pega con mala leche en el hombro. No es momento para comportarse como un capullo, teniendo en cuenta que quería que entrasen ellas antes por si algo pasa al otro lado. Lo coge del brazo para que no se escape y pase después.

Hace un gesto a los demás y comienza a caminar hacia el espejo. Frente a ellos se abre un camino que conecta dos mundos.

Desvía la mirada hacia Kara cuando le golpea el hombro, mostrándole una sonrisa pícara. Sin embargo esta se derrumba cuando lo aferra por el brazo y tira de él hacia el portal. "Adios mundo cruel...", piensa mientras se ve arrastrado fuera del mundo que siempre ha conocido.
Consigue lanzarle un guiño a Linnet antes de desvanecerse al otro lado de la puerta entre dimesiones.

Con el rostro serio tras despedirme de Linnet y de Aura miro al frente, para intentar estar centrada al pasar a lo que haya al otro lado, y aprieto fuertemente la mano que Kara me ha ofrecido y también la de Yard que camina ahora tras de mi...

El espejo se activa y los transporta a través del portal hacia la tierra del Crepúsculo, lugar de colores oscuros, negros y naranjas... como si siempre perdurase en ese lugar una puesta de sol eterna. Parece un lugar suspendido en el aire. Frente a ellos, una plaza y un poco más allá lo que parece el palacio del Crepúsculo.

No quería cerrar los ojos ni un solo segundo, pero el cambio de luz al traspasar el espejo me obligó a hacerlo. Y al volver a abrirlos tuve una mala sensación, como si al haber llegado allí hubiera dejado atrás todo lo mi mundo, mi pueblo y mis hermanos, aunque ello no andaba muy lejos de la realidad.

Un primer vistazo a aquel inhóspito y desolado lugar no me dio muy buena espina, pero más adelante se alzaba majestuoso un edificio que bien podría ser un Palacio, como el de la ciudad.
- Esto es... muy diferente. - las palabras escapan de mis labios cuando recobro el equilibrio y la compostura.- Creo que será mejor que no nos retrasemos más. Supongo que lo mejor sería ir a aquel Palacio.

Dicho esto señalo hacia adelante, hacia el edificio en cuestión, y echo a caminar tratando de que el resto me sigan. No hay tiempo que perder...

Yard se sintió deslumbrado al cruzar el espejo, pero una vez estuvieron al otro lado contempló una escena que le dejó sin palabras. Realmente habían viajado a través de esa cosa, y ahora no tuvo más remedio que mirar alrededor para comprobar qué había en ese nuevo lugar.

- Cierto... movámonos -dijo simplemente para contestar a Falare, pues aún estaba sorprendido por todo lo que veía.

Le encantaban las puestas de sol, así que el sitio no le era del todo desagradable. Pero la sensación de indefensión que notaba sí lo era. Sería mejor que siguieran adelante cuanto antes.

Kururu reapareció al otro lado del portal, en el plano crepuscular, todavía con Kara aferrada a su brazo. SU rostro moestraba una expresión al mismo tiempo estupefacta y alterada. Había podido sentir como su cuerpo se descomponía en un sinfín de pedazos mientras atravesaba el nexo entre mundos para luego recomponerse allí. Aquel proceso vertiginoso le produjo una sensación de vértigo nefasta. Se deslizó a un lado, tambaleándose, y se apoyó sobre sus rodillas, apsirando grandes bocanadas de aire para evitar las arcadas.
Cuando finalmente abrió los ojos se percató de que se encontraba al borde de un vacío sin fin. Poco a poco recorrió ocn la mirada el nuevo entorno. Lo cierto es que contaba con una belleza verdaderamente singular. Aquello le gustaba.

-¡Whow! -exclamó arrodillandose sobre el borde de la plataforma flotante de roca en la que se hambían matrializado, mirando hacia abajo con verdadera fascinación- menudas vistas...

Se queda impresionada por aquel lugar. El ocaso siempre le ha gustado más que el amanecer así que esos colores le gustan, aunque los toques negros de las sobras le quitan algo de encanto. Aura dijo que la Princesa de ese lugar estaría allí para acogerles y guiarles hasta la llave, pero allí no hay nadie.

Comienza a caminar, pero se detiene al ver que Kururu está demasiado asomado al borde... así que para darle un susto, se acerca sigilosamente y le da un pequeño empujoncito... para que aprenda.

-No te asomes tanto o te caerás.

Las islas flotantes, porque parecen eso, están conectadas por enormes puentes de piedra y es por donde tienen que pasar para llegar a la Plaza Mayor. Se les hace extraño que nadie haya ido a recibirlos si ya sabían de su llegada... es más, Aura dijo que sería la mismísima Princesa del Crepúsculo la que iría a recibirlos... pero no hay ni un alma en ese lugar.

Además... todo parece muy silencioso.

Aquel "inocente" susto lo pilló completamente desprevenido. Con un grito de sorpresa Kururu se deslizó hacia delante, precipitándose hacia el vacío de tonos violeta y dorado. Bien por su instinto de supervivencia o por la divina providencia el muchacho pudo aferrarse con ambas manos al borde de roca. Miraba a la chica con los ojos desorbitados y la boca torcida en una mueca que bien podría haber pasado por una sonrisa o por una muestra de terror.

-Ya... ya veía bien desde ahi arriba... -dijo con la voz entrecortada, entre gemidos mientras trataba de encaramarse de nuevo a la plataforma- ... gracias...

No me encontraba del todo agusto y segura en aquel lugar, menos teniendo en cuenta que nadie había aparecido para recibirnos y que, desde donde nos encontrábamos, ni siquiera se veía a persona alguna. Intento reirme tras la escenita entre Kara y Kururu pero estoy tan tensa que no lo consigo.
Para parecer la plaza central de alguna especie de pueblo o ciudad esto está muy vacío y silencioso...

- Acerquémonos a la Plaza. A ver si encontramos a alguien, pero esto parece estar muy muerto, no se ve ni un alma y eso no me gusta un pelo... - confieso tras señalar a la Plaza y comenzar a andar hacia allí mientras con una mano saco mi tirachinas y lo aprieto fuerte contra mi pecho.

Mientras Kara ayuda a Kururu a subir de nuevo a tierra firme, los demás avanzan hacia la plaza mayor. Sin duda, no parece haber nadie en la plaza, pero notan como si cientos de ojos los mirasen desde las oscuras ventanas de los edificios. Cuando ya están en la plaza, seguidos de los dos rezagados, todo parece más solitario.

Una vez ya en la plaza comienzo a preocuparme porque no se ve a nadie cerca, a ninguna persona que haya recaído en nuestra extraña presencia. Sin embargo, está claro que alguien nos está observando, o algo, quién sabe a quién o qué pertenecen los pares de ojos que me ha parecido ver aquí y allá.

Me detengo y doy un par de vueltas sobre mí misma, preocupada, inquieta y un poco asustada, en busca de los dueños de esas miradas.

Kururu, de nuevo en tierra firme, retomó el camino junto a Kara, sin poder evitar dedicarle alguna que otra mirada enojada de reojo... aunque rápidamente se le deshacía tras un suspiro, poniendo los ojos en blanco. Era incapaz de enfadarse con ella, con aquella carita inocente que la caracterizaba.

Además, mientras avanzaban hacia la plaza, percibía una especie de "mal rollito" en el ambiente. Como si algo no estuviese en su lugar. Era esa misma sensación que se tiene cuando un crío ronda el mostrador de tu tienda... las probabilidades de robo o daños materiales son considerables.

Yard había caminado junto a sus compañeros hasta aquél lugar, pero como ellos, no estaba tranquilo. Se dio cuenta de que Falare se movía inquieta, dando vueltas, como buscando algo. Caminó hasta ella despacio, para no asustarla, y le dijo en voz baja, con cierto tono de preocupación.

- ¿Qué te pasa? ¿Has notado algo?

Sabía que los kokiri pueden ser muy perceptivos, y si Falare actuaba de ese modo, estaba claro que pasaba algo a su alrededor.