Partida Rol por web

La llama parece que asiente cuando Eldar desenvaina la espada. Cuando la hoja golpea el cristal, la energía de éste sale disparada, dispersándose y desapareciendo y los fragmentos del cristal se desvanecen como si no hubiesen existido nunca. A su ver, Elda oye un ruido extraño detrás y al mirar ve como el sarcófago de cristal se resquebraja y se rompe en mil pedazos llenando la sala de una luz cegadora.

Cuando la luz vuelve a la normalidad, en la sala está Phoe y una mujer se comienza a levantar del altar.

El impacto había sido fuerte, y no lo había soportado. El cristal se había roto. En mil pedazos. La fuerza que se veía a través de él, había quedado esparcido en el suelo, hecha añicos. También dejó una potente luz que me obligó a cubrirme los ojos con el antebrazo.

Al volver a abrirlos, percibí que el sarcófago comenzó a abrirse. Claro, ¿qué iba a ocurrir si no? No pareció una gran idea la de mi acompañante. De todos modos, yo lo hubiera echo nada más entrar a la sala, así que solo me pareció una patética excusa el pensar aquello.

-¿Por qué has tardado tanto? Le critiqué a Phoe cuando mis ojos se acostumbraron a la nueva luz.

No había demasiado tiempo para contestaciones, pues una nueva silueta hacia su presencia desde el altar. Tened cuidado.- Advertí aferrado a mi espada.

Le tiende una mano a la mujer que estaba atrapada en el sarcófago de cristal y la ayuda a bajar del altar. Phoe sonríe a Eldar.

-He tardado lo que tú. Soy un ser de luz y ese cristal imbuye la energía oscura a este lugar.

La otra mujer, de cabello rubio blanquecino, le da las gracias y mira se apoya en el altar.

-Esta mujer es Impa, la sacerdotisa del Templo de las Sombras. Estaba encarcelada en su propio templo por la energía oscura.

Mi escasa vida como aventurero me enseñó a no fiarme de ningún acontecimiento. Y si ese acontecimiento estaba acompañado de energías oscuras, sarcófagos y demás, aún menos.

Sin saber lo que había hecho hasta escuchar las palabras de Phoe me mostré con gesto desafiante y firme hacia la persona que aún no se había mostrado. No era ni más ni menos que la sacerdotisa de aquel lugar.

- Ehh... claro. Ya lo había descubierto por mi mismo, Phoe. Gracias por el detalle. Dije, espolsándome las ropas y guardando el arma como si ya hubiera cumplido con la tarea de un heróe.

No sabía como debía de ser mi comportamiento. Si debía de hacer algún tipo de reverencia al verla. La verdad que su mirada estaba llena de inteligencia. Soy Eldar. Eldar Pinchabolsas. - Acabé por presentarme de forma timida e insuficiente pero después del tiempo que llevaría encerrada seguro que tenía algo que decir.

La Sacerdotisa se mantiene seria, pero no porque esté enfadada si no porque ya se ve que ella es así. Una persona responsable.

-Gracias por rescatarme, Eldar Pinchabolsas.

Se acerca a Eldar y apoya una mano en su hombro.

-Me has liberado de mi prisión y ahora que este templo está libre de esa energía oscura, serás capaz de seguir adelante. Yo lo mantendré a salvo desde este mismo momento. 

Con un gesto de la mano, hace aparecer un haz de luz de un color violeta, en el suelo.

-Espero que nos volvamos a encontrar. Salvad el Reino de Hyrule.

Da unos pasos atrás y hace una pequeña inclinación ante Phoe. Tras eso se retira un poco más hasta el altar y los observa.

No esperaba obtener las gracias de alguien tan importante. Sinceramente, yo sólo estaba guiando mis pasos para encontrar a Maron. Pero si me detenía a pensarlo, sonaba un poco egoísta. Hyrule, como bien me había dicho la princesa Zelda se encontraba en peligro. Así que pronto tendría que unirme con mis amigos. Maron, sabía que aguantaría. Ella era fuerte.

Con gesto pensativo me incliné hacia Impa, mostrando un gesto de agradecimiento hacia sus palabras. -Claro. Yo también lo espero. Hasta la vista, Impa.-

Suponía que aquel haz morado, nos sacaría del templo. O quizá era imaginaciones mías. Miré a Phoe, decidido a que ella diera el primer paso.

Phoe no se puede creer que Eldar se haya enfrentado a todos los peligros de ese lugar, pero le tenga miedo a una luz creada por la misma sacerdotisa. Niega con la cabeza y se coloca sobre la luz, desapareciendo ante los ojos de los allí presentes. Si ella lo ha hecho, no puede haber mucho peligro... a no ser que crea el que ella es mala o algo por el estilo.

Me despedí de la sacerdotisa con un ligera reverencia antes de seguir los pasos de Phoe.

-Cuida de éste templo, no dejes de nuevo que la oscuridad se haga dueña. Hasta la vista.- Era más que probable que pudiera leer mis pensamientos, pero en cualquier caso mis gestos y mi media sonrisa trataron de transmitir aquel pensamiento.

Sin más, lleve mis pasos al interior de aquella luz.

Eldar aparece en el exterior del templo. El cielo es azul y salpicado con algunas nubes de un blanco esponjoso. El está un poco más bajo de como estaba al entrar en el templo de las Sombras. Phoe está al lado de Eldar y se dispone a seguir el camino... aun queda otro Templo que visitar en sus dominios.

-Dicen que el Templo de las Sombras está construido con los cuerpos de todos los criminales de Hyrule y que los Sheikah son sus guardianes. Y que los jóvenes Sheikah se entrenaban en ese templo para ser capaces de ver la verdad. El Heroe del Tiempo también se enfrentó al templo cuando tuvo que salvar a hyrule y le nombraron Sheikah... quizá tu también lo seas ahora.

Comienza a caminar por la ladera de la montaña de Fuego.

Una sensación etérea y fugaz me inundaba de nuevo al atravesar el portal. Lo que antes era sustancia se volvía simple energía transportada, para tornarse más solidas y compactas una vez pasamos al otro lado. Durante unos segundos de duda y oscuridad me pregunté si el portal nos habría devuelto al sitio desde el que viajamos la primera vez, o si por el contrario habría decido por nosotros y nos había conducido a un nuevo escenario.

Las palabras de Phoe asolaron mi mente creándome un estado de paralización. Parecía quedar un largo viaje, junto a Phoe, que aburrimiento.

-Les diré que fuiste tú, no quiero cargar con el papel de héroe.- Bromee mirando al frente, sabiendo que Phoe me estaría haciendo una cantarroña por mi comentario.

-No es algo que tu puedas decidir... al emprender este viaje, asumiste la responsabilidad... aun sin saberlo. Pero no eres el único héroe en esta historia... recuerda a tus compañeros.

Tras media hora caminando por la ladera del volcán, llegan a la ciudad de los Goron, hombres de roca que comen  rocas y les encanta la lava fundida. Todos parecen conocer a Phoe y solo se apartan de su camino, mirando a Eldar con curiosidad. Llegan a la sala del trono, pero allí no parece haber nadie.

-Es hora de que te enfrentes al fuego. 

El trono se aparta como por arte de magia y muestra una imagen desoladora de las entrañas de la tierra... el calor parece ser abrasador. Phoe se acerca a él y le entrega unos pendientes.

-Esto te protegerá del calor. Son unas reliquias de Din, diosa del fuego.

Al escuchar a Phoe, fué inevitable pensar fugazmente en mis compañeros con nostalgia. Ellos eran más, y seguramente estarían bien. No había de que preocuparse. O eso deseaba, pero en aquel momento era mejor autoanimarse. Más cuando estaba a punto de alcanzar el lugar de aquellas criaturas amantes de las rocas y el fuego.

-¿Tengo que ir ahí yo sólo? Me pregunté, sabiendo automáticamente la respuesta mientras me quitaba los pendientes y me colocaba los nuevos. Gracias Phoe. ¿Cuando sabré que me están protegiendo? ¿Puedo ser capaz de caminar sobre esa lava y no quemarme? Pregunté sorprendido sin conocer cual sería el verdadero poder de aquellos adornos.

Volvemos a separarnos. Te estaré esperando al final de todo ésto. No dudes en aparecer si sabes que estoy en apuros. Hasta la vista Phoe.- Tuve que despedirme de nuevo, aunque me hubiera encantado que aquella misteriosa mujer me ayudara en mi camino. Aunque ya lo hacía.

-No te protege de la lava o el fuego... solo del calor abrasador... en este lugar es donde la roca se funde... una persona como tú, no podrías sobrevivir más de 1 minuto.

La llama de Phoe vuelve a colocarse al lado de Eldar para guiarle en las zonas más complicadas de ese lugar.

-Te esperaré al final del templo, cuando hayas destruido la oscuridad que reina en él.

Las palabras de Phoe ya sonaban a mis espaldas. Tenía la sensación de que no había que perder ni un instante, y tenía plena confianza en ella para sobrevivir a aquel lugar incandescente. " Llama " volvía a ser mi acompañante.

-Hey, no quiero que te despistes. En éste lugar hay muchas llamas atractivas para ti.-

Avancé sin desefundar ningún arma. Aquel lugar parecía un regalo para la vista. Al  menos, de momento.

La llama de Phoe cruza los "brazos" indignada por el comentario de Eldar y se adelanta a él sin informarle de peligro alguno. A pesar de llevar los pendientes de Din, se nota que en el interior de la tierra hace un calor sorprendente y está sudando la gota gorda solo con estar ahí. Ríos de fuego pasan bajo sus pies, caldeando aun más el ambiente.

Es el lugar digno para un ser infernal.

Sabía perfectamente que mi compañero me estaría haciendo alguna carantoña irónica detrás de mí, pero no podía permitirme seguir bromeando cuando un río de lava acaricibia la suela de mis botas.

Esperaba que aquellos pendientes me protegieran. El calor era incesante. Pero había que continuar.

A menudo, sentía como si viviese en una realidad ficticia. Todo alrededor parecía indefinido, las formas se desvanecían. El fuego resultaba ser devastador cuando mostraba toda su fuerza, e irreducible, como un poder oculto que despertaba de un largo letargo.

Me detuve unos instantes para analizar la situación y aproveché para llevarme el sudor de la frente. Llevé mi mano a la mochila de cinto y bebí un sorbo de agua tibia.

-¿Puedes ir hasta aquella puerta? Le pregunté a "llama". Detente allí y dime que ves mientras encuentro la forma de llegar hasta allí.-

Sin más, comencé a saltar hacia el primer saliente hasta alcanzar aquella puerta con apariencia de un mosntruo abyecto.