Partida Rol por web

Por fin se rompió el silencio de la mazmorra, parecía ser el sonido siseante de unas hojas. En primer lugar Zelda pensó que les esperaban enemigos practicando con sus armas y continuó en guardia con el arco en mano, pero finalmente se encontraron una nueva trampa.

- Si se han molestado en colocar una trampa es porque hay algo importante al otro lado.
 

Zelda estaba dispuesta a cruzar, pero Link era el que había tenido más problemas con las  trampas del camino, así que creía que debía ser él el que decidiera.

- Si cruzamos será complicado que podamos volver y no llegaremos a saber el otro camino. ¿Volvemos ahora y miramos antes de cruzar? Tampoco podemos perder el tiempo.

Más que hablar murmuraba para sí a toda velocidad, sopesando opciones, diciéndoselo más a ella misma que a Link aunque él podía escucharla perfectamente, ¿quién le iba a decir que cruzar una mazmorra implicaba tomar tantas decisiones? Al fin llegó a una opción pero acataría lo que dijera Link.

- Yo quiero cruzar, pero lo que me digas.
 

Cuando parecía que aquel camino no les iba a presentar ninguna dificultad, llegaron a una zona donde el sonido de unas pesadas hojas anticipaba una nueva trampa. Se detuvieron delante de un pasillo en cuyo final se atisbaba una puerta, pero para alcanzarla, antes debían esquivar las peligrosas cuchillas que cual péndulo, se balanceaban en diferentes ritmos bloqueando el paso. Zelda estaba decidida a cruzar, y probablemente fuese la mejor opción. ¿Quién les aseguraba que el otro camino no albergaría alguna trampa? ¿Valdría realmente la pena volver sobre sus pasos? Al fin, ante el torrente de dudas que inundaban su pensamiento, se pronunció.

-Avancemos. Volver nos retrasaría en demasía -dijo antes de comenzar a sortear las cuchillas con celeridad pese a su pierna herida.

Zelda asintió animada y esperó que Link se adelantara, si cruzaran los 2 a la vez podrían estorbarse mutuamente. Cuando él ya había llegado al otro lado, ella respiró hondo para concentrarse y cruzar sin herirse.
- ¡Vamos!

Zelda consiguió esquivar las primeras cuchillas cuidadosamente una a una, no parecía difícil así que intentó pasar la última aprovechando el impulso sin hacer ninguna pausa. Se confió demasiado y lo pagó muy caro.
Una pequeña decoración en el extremo de su pelo se enredó en el mástil de madera de la cuchilla anterior, lo que no solo la paró en seco sino que al tener las 2 cuchillas sentidos opuestos, la empujó directa hacia la siguiente. Todo fue muy rápido por lo que Link solo pudo ser mero espectador sin tener tiempo a reaccionar.
"No, no, no esto no puede acabar así"

La cuchilla le hizo un corte limpio en el hombro derecho, por fortuna la hombrera le protegió en parte y no resultó mortal. En el instante del golpe, la pieza del pelo quebró liberando a Zelda, que no pudo dar más de 2 pasos antes de caer en los brazos de Link.

Con su ayuda llegó hasta la pared para poder sentarse apoyada en ella, Link le miró la herida y no hizo una mueca alentadora, mala señal. Ella continuaba consciente, pero todo ahora era borroso. El hombro le dolía muchísimo ¿Le estaba apretando la herida? ¿un torniquete quizás?. Escuchaba su voz, eran palabras de ánimo, pero podía notar el matiz, él no quería que continuara, no quería que se levantara y siguieran, solo quería que continuara con vida. "¿Tan mal estoy?" Link parecía haber hecho algo, ahora le dolía menos, así que se apoyó en el suelo con la izquierda para intentar volver a levantarse, pero en cuanto intentó moverse un poco el dolor del hombro regresó amplificado y Link le empujó con cuidado para volver a dejarla apoyada contra la pared. Definitivamente no podía continuar, pero no permitiría que él se quedara con ella, el tiempo apremiaba.

Levantó la mirada para mirarle a los ojos y puso la expresión más tranquilizadora que pudo.
- Link, debes seguir. La Trifuerza y nuestra hija te necesitan. Ya has hecho suficiente por mí, te esperaré aquí y quiero que vuelvas con Tetra. - Buscó la vela y se la tendió. - Llévala tú, la necesitarás y ten mucho cuidado. Yo estaré bien.
 

Había conseguido atravesar aquella trampa mortal haciendo gala de su agilidad, pero antes de ponerse a celebrarlo, volvió la vista atrás para ver si su esposa lo había logrado. Y fue entonces, cerca de llegar al final, cuando una cuchilla se clavó en el hombro de Zelda y estuvo a punto de cercenarle el brazo. “No, por favor, no… Esto sí que no…” –se dijo a sí mismo al contemplar la terrible escena.

Link emitió un grito ahogado, mientras caminaba deprisa a socorrerla. Zelda no tenía buen aspecto, la sangre brotaba a chorros de su hombro. Buscó entre los enseres un poco de agua y la aplicó sobre la herida. Después arrancó una parte de su ropa para ejercer presión sobre la misma. Definitivamente, para ella el viaje había concluido ahí. De lo contrario, moriría desangrada si intentaba continuar; además, estaba el hecho de tener un brazo inservible, utilizando ella el arco para atacar. Maldijo a Ganon, sí, lo maldijo. Por su culpa, por su culpa todo se volvía a tornar oscuro a su alrededor.

-Todo va a salir bien (ojalá), querida –susurró acariciando su rostro-. Esto no acaba aquí. Todavía tienes que enseñarle mucho a nuestra hija. Tienes que enseñarme mucho a mí –dijo tratando de calmarla para que no se colapsara. La rabia invadía su cuerpo por no tener algo que realmente aliviara su dolor.

Durante un instante, incluso, se planteó abandonar la misión. ¿No había luchado ya suficiente? ¿No era el momento de que alguien tomara el relevo? ¿Cuánto tiempo tendría que seguir acarreando con todo el peso de Hyrule sobre sus hombros? Tantas preguntas se hacía, que la suave y dulce voz de Zelda, acompañada de una expresión serena, le sacaron de inmediato de su ensimismamiento. Guardó la vela antes de abrazarla con delicadeza, durante varios segundos. Si por él fuera, estaría así hasta la eternidad, pero debía marcharse ya.

-Volveré, con Tetra y con la Trifuerza. Esta ha de ser la última vez que nos preocupemos por Ganon –murmuró despidiéndose de ella besando su frente con ternura mientras se giraba en busca de la salida de aquel pasillo.

Ahora en solitario, Link no tuvo más remedio que continuar su viaje sabiendo que la misión era tan importante como para dejar a su esposa atrás.

Avanzaste durante más de 10 minutos recorriendo pasadizos laberínticos los cuales ya te parecían todos iguales hasta que encontraste uno que difería del resto: más recto, con paredes menos estropeadas por el paso de los años ¡apuntaba a que era el camino correcto!

Pero tu camino pronto iba a estar interrumpido. Parecía que los obstáculos no iban a cesar: esta vez se trataba de un largo foso que estaba perfectamente perfilado como para haber sido un derrumbe fortuito.

Si se quería avanzar por allí "tan solo" había que coger el impulso suficiente para dar un salto. Era una proeza realmente atlética pero dar marcha atrás tan solo sería un retraso en un camino que por lógica debía estar cada vez más cerca del objetivo.

Ahora estabas sola.

Link se había marchado, aún notabas su beso de despedida mientras que el dolor de las heridas te devolvía a la realidad.

Era muy duro quedarse atrás, sentirse un estorbo ¿pero qué más podías hacer? al menos no habías entretenido a tu esposo el cual proseguía su avance por la mazmorra.

El silencio no tardó en apoderarse de todo a tu alrededor, al igual que el silencio.

De pronto te sentiste observada, observada de una manera incómoda y mística... para colmo una pequeña corriente de frío erizó tu piel.

Conforme Link continuaba su camino, la única luz en todo aquel lugar, la pequeña vela, se alejaba con él. Llegar hasta allí le había costado su juventud y ahora una herida grave en el hombro le impedía seguir avanzando, pero no podía decir que todo hubiera sido inútil, sin ella no podrían haber llegado al castillo y el caballero podría haber herido a Link si no hubiera recibido un ataque combinado de ambos. "Aquí termina mi camino, pero no ha sido en vano".

Llegó un momento en el que no quedaba el más mínimo rastro de la luz de la vela ni del sonido de los pasos de Link, la oscuridad y el silencio se habían cernido sobre ella y junto a ellos, regresaron sus miedos: Que muriera a su familia y que el reino acabara en el caos. Junto a los pensamientos destructivos le visitaron antiguos fantasmas, antiguos miedos de cuando estuvo bajo el control de Ganondorf reviviendo la misma sensación de estar completamente indefensa frente a su poder. Se estremeció de miedo y ese leve movimiento hizo que el dolor del hombro se acentuara lo suficiente para hacerle volver de nuevo a la realidad, tras un sobresalto miró a su alrededor.

Aquel lugar, tan silencioso y en completa oscuridad era aterrador, pero también permitía dejar volar a la imaginación. Zelda se reacomodó un poco y cerró los ojos, no había ninguna diferencia pero al menos así no intentaría buscar nada alrededor ya que eso le hacía ponerse más nerviosa. Intentó evadirse del exterior imaginando a su hija, su risa cuando hacía alguna de sus travesuras y como se le sonrojaban los mofletes cuando la pillaban. Sonrió para sí "Da igual lo que me ocurra si ella sale adelante"

Pero las malas sensaciones volvieron de nuevo, se sentía observada, ¿el miedo volvía a jugarle malas pasadas o esta vez es era algo más? Una extraña corriente de frío hizo que se le erizara la piel "Definitivamente no es mi imaginación, es algo más"
Buscó a su alrededor y como esperaba, no había nada más que oscuridad y silencio. Sin embargo esa presencia seguía ahí y desde luego no debía ser nada bueno, pero total, ella ya lo tenía todo perdido. Fuera lo que fuera si estaba con ella no estaría con Link o con Tetra y si lo hacía bien podría entretenerlo el tiempo suficiente.
- Se que estas ahí, muéstrate. - Dijo con cautela mientras Cogía el arco con la izquierda, no podía hacer nada con él pero no quería mostrarse completamente indefensa. - ¿Quién eres?
 

“Ojalá que Zelda esté bien... Quizá tendría que haberme quedado a su lado...” –se repetía constantemente mientras avanzaba por los intrincados pasadizos de la mazmorra.

Parecía haber estado atinado encontrando un camino diferente a los demás, pero eso no significaba que fuera uno sin riesgos ni peligros. Al cabo de unos minutos se hallaba delante de un foso que le impedía continuar; así que si quería cruzar al otro lado, tendría que realizar un gran salto, o caería al vacío. Se llevó una mano a la pierna herida, como intentando transmitirle energía. “No puedes fallarme ahora...”

Suspiró, cogió carrerilla y en cuanto llegó al límite, saltó lo más lejos que pudo, sin mirar hacia abajo.

Entre la oscuridad una penetrante mirada se introdujo en tu mente. El miedo se hizo más fuerte, el frío se convirtió en paralizante. Las lágrimas comenzaron a brotar de manera involuntaria sobre las manchadas mejillas fruto de jornadas de viaje intenso y sin descanso.

Fue poco después, cuando tu cuerpo parecía totalmente a merced de algo desconocido cuando el sueño empezó a apoderarse de todo tu ser. Tus últimos pensamientos fueron dirigidos a tus tres grandes amores: tu esposo Link, tu hija Tetra y tu amada Hyrule... tu TriFuerza particular.

Estaba realizando el salto cuando sintió una punzada de dolor en la pierna herida lo cual provocó que perdiera la concentración durante unas milésimas. Tiempo suficiente, por otra parte, para no llegar al borde y agarrarse. Link se precipitó desconcertado al vacío maldiciendo su torpeza. Intentó amortiguar como pudo el daño de la caída mientras se adentraba en las profundidades del foso. Aunque podría haber sido peor, el costalazo que había sufrido era importante.

Esperó durante varios minutos para recuperar el aliento y la compostura, utilizando su espada como soporte en el que apoyarse. Tenía el cuerpo dolorido y quién sabe si algún hueso roto, pero eso no le iba a detener. Ahora que estaba allí abajo, tendría que volver a orientarse. Sacó la vela mágica para iluminar el camino y comenzó la andadura de nuevo, rezando por que no hubiera más contratiempos en el mismo.

Llevaba ya unos minutos recorriendo los largos pasillos que se extendían allí abajo, y de momento, no había ningún peligro visible. Estaba claro que ahora que estaba en una galería inferior, este nuevo camino debería conducirle a alguna escalera para acceder a la galería en la que se encontraba antes de caer por el foso. Intentó apretar el ritmo, aguantando el dolor que recorría su cuerpo.

Mientras avanzabas creyendo que por ahora todo era seguro, un pequeño temblor te alertó sobre que tus pasos podrían ahora generar una amenaza mayor.

Por unos momentos pensaste que se trataba de alguna trampa ¿el suelo se derrumbaría quizás?¿o era el techo?

Sabías que las vibraciones provenían de debajo de tus piés pero no fue hasta que no viste una mano esquelética emergiendo del subsuelo no comprendiste lo que estaba sucediendo.

¡Venían a por ti!

En menos de un minuto dos guerreros Stalfos se cruzaron en tu camino, chocando sus armas a modo de amenaza. Ya te habías enfrentado otras veces a estas criaturas pero ahora había una diferencia: estabas herido y cansado.

Si no salías de aquel aprieto todo el esfuerzo invertido en rescatar a Tetra y a la Trifuerza sería en vano.