Partida Rol por web

Brokk había trabajado muchas veces para Ben. Parte de sus trabajos consistía en trabajos manuales que ni Kuro, ni Shiro eran capaces de hacer. Pero la mayoría de los trabajos que le encargaba a Brokk eran el transporte de paquetes con los encargos que habían hecho al taller. Como pago por ello Ben daba dos opciones, dejar que Brokk utilizara las herramientas y materiales del taller para sus quehaceres o una suma de dinero bastante apetecible. 

Ben se acaricia la recortada barba en señal de que esta pensando en algo. Cuando se le ocurre chasquea sus garras y se gira hacia Kuro que aún sostenía el martillo detrás de él. 

- Deja eso a un lado, Kuro, y traéme el paquete del último encargo. ç

Kuro posa el martillo despacio encima de una mesa y sale corriendo a través de una puerta que da al almacén de la tienda. Ben vuelve a girarse hacia Brokk.

- Si, tengo un trabajo, pero no creo que... - Ben se lo mira de arriba a abajo. - Quizás es demasiado peligroso para ti. - Asoma una disimulada sonrisa en sus labios. 

- Algo de emoción en nuestras vidas no viene mal de vez en cuando. De qué se trata esta vez?

En ese momento llega Kuro con un paquete en brazos. Es tan grande que apenas puede abrazarlo. Ben se lo coge y Kuro vuelve a su posición detrás de él. 

- Se trata de esto. - Dice con el paquete sostenido con una sola mano. Las manos de Ben eran más grandes incluso que la cabeza de Kuro. - Es un encargo que me hicieron hará un par de semanas, algo sencillo... Sin mucha importancia... El verdadero problema es el demandante... - Deja el paquete encima de la mesa. - O mejor dicho, el lugar donde vive. La dirección pertenece a una de las calles que ahora es territorio de Sweet Lust. Lo más posible es que se trate de uno de sus secuaces en su nombre... o alguien con muchas ganas de cometer una locura. 

Todo el mundo conocía a Sweet Lust, ¿Quien no? Era el ser humano más peligroso con quien alguien se podía cruzar en los suburbios. Había dos conceptos que era difícil separar, Sweet Lust y explosiones. 

- No creo que haga falta decir que si aceptas el trabajo la paga será buena. Pero por desgracia es proporcional al riesgo que existe al dar un paso en ese lugar. - Ben vuelve a repiquear las garras en la mesa. 

- ¿El territorio de Sweet Lust? Dije que algo de emoción no iría mal, pero esto... es una locura. Así que espero que la paga valga realmente la pena.

Brokk se acerca al paquete y lo coje.

- ¿Y qué dices que contiene? Debe ser algo valioso para que pidan llevarlo hasta el territorio de Sweet Lust... y si la misión es peligrosa, es porque ella no lo ha autorizado. Eh, Ben, ¿en qué narices vas a hacer que me meta?

Brokk sostiene el paquete para comprobar su peso y lo zarandea para ver si suena algo en su interior. El paquete ocupa algo más que dos palmos de ancho y cuatro de largo. De alto ocupa una palma. Pesa más o menos unos treinta kilos y al zarandearlo se puede oír metal moviéndose ligeramente, pero no mucho, el paquete parece estar muy comprimido.

- Yo que tu no haría eso, o te puedes llevar una sorpresa. - Dice Ben señalando a Brokk con su garra. Ben se pone a remover unos papeles a sus espaldas. - Si tanto curiosidad tienes te puedo decir que es... Pero no te puedo decir porque lo quiere quien lo quiere, el cliente se dirigió a mi por carta y no me ha dado esa información en ella, y me alegro, cuando menos líos tenga con ese lugar, mejor. - Por fin se da la vuelta con un papel plegado polvoriento entre las manos. - Sea quien sea, no me puedo quejar. Me pagó por adelantado y fue bastante especifico. - Ben despliega el papel y se lo muestra a Brokk. En él esta dibujado un brazo completo, por como esta hecho el dibujo tiene pinta de ser el plano para hacer una prótesis metálica de un brazo completo. - Parece que tiene práctica en hacer planos... Demasiado profesional para ser un simple secuaz de Sweet Lust, ¿notas algo extraño en el diseño? - Ben se queda expectante con el papel extendido. 

Brokk se sorprende. Uno de esos brazos mecánicos debe ser carísimo. Antes de analizar el plano en profundidad, pregunta:

- Pero, ¿viene aquí ese brazo, o las piezas para montarlo?

Y luego se pone a mirar el plano bastante de cerca, con detenimiento.

- ¿Piensas que soy un chapuzero, chaval? - Dice Ben algo indignado. - Pues claro que viene montado, por eso tienes que andar con cuidado, ¿Has visto ya la sorpresa que trae?

Ben observa con detenimiento como Brokk reacciona ante el plano. Se hace evidente por como lo mira que no se esta dando cuenta de a que se refiere Ben. Brokk puede notar que el brazo esta bien estructurado para que resulte ligero al movimiento pero hay algunas partes del diseño que no logra entender porque están ahí. Entre ellas puede distinguir algo parecido al filo de una daga. 

- Bueno, bueno... - Dice Ben con tono cansado. - No sobrecalientes tu diminuto cerebro, ¿No has aprendido nada conmigo? - Ben le agarra el plano de pronto. - Espero que al menos te hayas dado cuenta de que algo no encaja aquí, ¿Verdad? - Dice haciendo una circunferencia con la garra en el punto donde esta la hoja de la daga. - Una vez acabo esta parte se queda dentro del brazo y es casi invisible para cualquiera con poco ojo. Si te fijas aquí... - Dice señalando un extraño mecanismo. - Hay un mecanismo que activa un propulsor con diferentes potencias. En la potencia más baja simplemente sale el filo de la daga, en la más alta puedes dispararla como si se tratara de una bala. A parte, la daga va unido a un cable del material más resistente que tengo, podría servir incluso para escalar paredes. Por eso deberías ir con cuidado con como mueves ese paquete- Ben tira el papel a un lado. - Alguien que me pida algo tan específico tiene que estar tramando algo. Te recomiendo que lo pienses detenidamente, ¿Estás dispuesto a ir a entregar este paquete?  

Brokk se acerca al paquete y pone la mano encima de él. Entonces, replica:

- Que algunos estén demasiado mayores para hacer este encargo no significa que yo también lo esté. Sabes perfectamente que voy a ir. Me andaré con cuidado y vigilaré que no me metan una bomba por el culo, si es lo que te preocupa. Además, esa chiflada debe estar ocupada preparando su próxima explosión. ¿Qué podría salir mal? Dame la dirección, y voy ahora mismo.

- Tu impertinencia te saldrá cara algún día. - Dice Ben con una sonrisa. Por una extraña razón a Ben se le nota mucho más viejo diciendo estas palabras. - Bueno, no te voy a entretener más. - Vuelve a girarse y apunta algo en un trozo de papel. - Esta es la dirección. - Dice extendiéndole el trozo de papel. - No te entretengas por el camino y no te metas en líos. Lo digo por ti pero también lo digo por el paquete. - Se calla esperando a que te vayas pero entonces se pone a reir al ver que no te mueves. - Ya va, ya va, veo que no se te puede engañar. - Saca una bolsa de debajo del pantalón y te la extiende. - Con esto te podrías pagar el garaje durante un año entero, más vale que no lo pierdas por el camino. Vuelve de una pieza o te lo tendrás que gastar en que te haga una prótesis a ti también. 

Dicho esto se gira hacia Kuro para que le devuelva el martillo y se pone otra vez a trabajar. 

- Todo este di..- Dice Brokk, abriendo los ojos - ¡UN AÑO ENTERO! No quiero saber cuánto has cobrado tú por esto, o me pondrás los dientes largos.

Brokk agarra el paquete, y se dirige a la salida.

- Ah, una última cosa - dice girándose - Si no vuelvo, que en mi tumba ponga: "Muerto por una bomba en el trasero." - y se ríe sonoramente. ¡Hasta la próxima viejo!

(BRRROOOOOM)

Brokk sale de la trampilla del taller de Ben feliz como un niño con un juguete nuevo. Ata bien fuerte el paquete a la parte de delante de la moto y sale corriendo desierto a través levantando tras de si una gran humareda. 

El camino por el desierto resultaba relajante como siempre. Sin sonido, sin nada que le obligara a frenar... Lo único que molestaba a la vista era ver la gran estructura que se elevaba hacia los cielos a la cual algunos llamaban paraíso. Cuando Brokk se crió en las calles muchos eran los hombres que añoraban algún día llegar a pisar aquel lugar, aunque otros se mostraban más reacios. El odio ardía dentro de estos, y soñaban con verlo algún día derrumbarse. Pero fuera cual fuera el bando a favor del que estuviera la gente, la inmutabilidad de aquellos muros habían hecho que las personas se acostumbraran a su visión.

Brokk conocía también historias de las cientos de personas que en el pasado habían luchado por derrumbar aquellos muros. Por aquella misma razón el acceso por tierra a la ciudad se había convertido en una trampa mortal para cualquier viajero. Los fuegos de la revolución se fueron apagando con el tiempo con la llegada de los Guardianes. Hombres de acero inmortales y letales. Pero aún había gente con el suficiente valor para seguir luchando contra la ciudad, si, aún había locos que no querían rendirse. Y aquellos locos estaban todos reunidos en un solo lugar, el territorio de Sweet Lust. La propia Sweet Lust presumía de haber destruido ella sola a decenas de Guardianes, y si lo que se contaba sobre ella era cierto, la posibilidad existía. 

Por fin calculó Brokk que sobre esa altura ya estaría cerca del territorio de Sweet Lust, así que se desvió y fue en dirección a la boca del lobo. No había nada que llamara la atención en aquel lugar, al menos durante del día. Cualquiera podría pensar que los hombres de Sweet Lust eran aves nocturnas, dado que se pasaban la noche de juerga y hasta que no moría alguien la fiesta no se terminaba. Aún así aún había algunos rondando por la calles, muchos con aire de superioridad y miradas desconfiadas. Pero en general, nadie evitaba que un simple recadero se metiera con su moto en aquel lugar, la seguridad de la misma y su integridad física ya eran otra cuestión. 

Ahí se encontraba Brokk, a las puertas de un infierno silencioso. 

Brokk se mete en la zona de la ciudad como en cualquier otro sitio: dándole gas a la moto y vigilando todo su frente. Al ser el territorio de Sweet Lust, la precaución es algo mayor, y vigila la posibilidad de bombas por los alrededores.

Una vez se adentra en la zona, aminora la marcha y vigila que no haya gente sospechosa, y en una calle con poca gente decide aparcar la moto, ponerle la cadena, e ir andando las calles que le queden (ya vigilará que sean un par o tres solo) a través de callejones, para no llamar la atención.

A la calle que le había indicado Ben se llegaba adentrándose en un pasillo entre casas lleno de sombras. El olor a pólvora se comenzaba a oler en el ambiente desde hacia rato. Durante su viaje por el territorio Brokk (Antes de llegar ahí) pudo oír el sonido de una explosión a lo lejos, casi ahogado por el sonido del motor de su moto. La lejanía de aquel sonido le alegró, quería decir que Sweet Lust no estaba cerca. Brokk dejó su moto apartada a un lado oculta entre varios contenedores, asegurándose de que nadie le veía meterla ahí, dejándola sujeta con una cadena. Lo hizo porque el camino entre las casas era descendente y presentaba escalones en algunos tramos. Se comenzó a adentrar entre las sombras con el paquete bien sujeto entre los brazos. 

Una atmósfera aterradora se comenzó a reunir en el lugar. No sabía si era la extraña vieja que lo había mirado mal desde el portal de una casa, los hombres que fumaban en un balcón o la rata que lo había pillado por sorpresa cuando pasaba por delante suyo... Pero algo no andaba bien. 

Brokk está a punto de acojonarse con el mismo ambiente, cuando de repente recuerda quien era. No era un turista indefenso que no sabía como funcionaban las calles. No era un pobre hombre mayor sin movilidad. Era el puto Brokk Jone joder.

En ese momento, Brokk reacciona, pega un escupitajo sonoro en el suelo, y sigue hacia adelante. Ni una rata, ni una vieja, ni unos despreocupados fumadores iban a detenerle.

Una vez centrado en su objetivo parece evidente que hay algunos hombres que miran fijamente a Brokk. Están escondidos en la entrada de un callejón y no parece que tengan intención de moverse. Pero sus ojos están clavados en el paquete que tiene Brokk entre los brazos. Cuando Brokk pasa por el lado de la calle en el que están apostados no se molestan en disimular las miradas, pero sus cara no muestran emoción alguna. 

Por fin Brokk llega hasta delante de la puerta que marca la dirección, un 42 oxidado indica que es la puerta correcta. La puerta en si esta al bajar unos escalones, como si se entrara en un sotano. Al llegar se puede ver que esta entreabierta aunque al otro lado hay una cadena que la mantiene cerrada. 

Brokk sabe que debe llamar la atención del habitante de esa casa, pero sin llamar demasiado la atención de la gente de fuera.

Por lo tanto se asoma a la puerta entreabierta, y sin llegar a meter la cara, dice en un tono no demasiado débil como para pasar desapercibido, pero no demasiado alto como para llamar la atención fuera de la casa:

- Hay alguien dentro? Tengo un paquete.

Como si hubiera estado todo el tiempo en la puerta unos ojos aparecen por la rendija. 

- ¿Quien te envía? - Dice una voz de hombre que parece algo nervioso. El ojo mira de arriba a abajo a Brokk. - Si eso es uno de los regalos de Sweet Lust te lo puedes meter por el culo. Ya he tenido bastante de esa zorra por una buena temporada. 

El hombre se queda esperando a que Brokk diga algo sin hacer gesto de querer abrir la puerta. 

- Nada que ver con Sweet Lust. Aunque preferiría no metermelo en el culo. Es un encargo que le hiciste "al viejo". Es "el brazo".

- Baja la voz, inútil, pensé que le había dicho a ese viejo bien claro en la carta que quería discreción.

La puerta se abrió ante Brokk. Al otro lado había un hombre con una barba y pelos algo descuidados. Era bastante musculoso y vestía con ropa vulgar pero lo que mas llamaba la atención eran sus brazos. Si a eso se le podían llamar brazos, cualquiera diría que había cogido un alambre y le había dado forma solo para engañarse a si mismo. Aún así, para abrir y cerrar el cerrojo servía. El hombre cerro la puerta y se adentró en el cuarto ignorando por completo a Brokk hasta sentarse en un sillón. A la luz de la lampara que tenía al lado se podían ver mucho más claros sus rasgos, parecía tener unos treinta años, pero las señales de cansancio lo hacían parecer mucho mas viejo.

La habitación estaba a oscuras y pocos rasgos se podían notar, pero agudizando la vista se podían ver la forma de unos barriles al fondo de la sala, seguramente aquello era una antigua bodega. El hombre miro a Brokk con los ojos entrecerrados. 

- ¿A que estas esperando? Traeme eso. - Dijo señalando con su "alambre" el paquete de Brokk. 

Brokk, antes de que el hombre le dijera "Traeme eso" comenzó a mirar la casa con curiosidad.

Una vez el hombre le llama la atención, da un respingo y se acerca con el paquete, con precaución. Una vez le da en mano el paquete, dice con calma, aunque realmente está algo impaciente por irse:

- Solo la entrega, ¿no? Supongo que ahora puedo marcharme.